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El impacto de …And Out Come the Wolves de Rancid en el punk rock de Medellín

Hace 25 años, en agosto de 1995, Rancid presentó un mundo lleno de posibilidades que estaba ahí, pero desconocíamos.

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Foto portada álbum ...And Out Come the Wolves

El 22 de agosto de 1995 llegó a la tiendas el tercer álbum de Rancid, uno de los grandes artefactos del boom punk rocker de los noventa. A propósito de su 25º aniversario, conversamos con Carlos Botero (Nueve Once), Sebastián Regino (Johnie All Stars), Mauricio Restrepo (Ácido Folklórico), Guillermo García (Mojiganga) y Alejandro Arango (Popcorn) para explorar su trascendencia en la escena paisa.

Por William Martínez

Hace 25 años, en agosto de 1995, Rancid presentó un mundo lleno de posibilidades que estaba ahí, pero desconocíamos. Nunca antes el punk rock y el ska producidos en Londres en los setenta se habían fundido con el rockabilly, el pop y el punk melódico en una sola pieza. And Out Come the Wolves no tuvo un éxito comercial arrollador –se quedó en el puesto 45 del Billboard–, pero en pocos meses desató una sacudida planetaria que marcó a quienes se instruyeron en las enseñanzas del punk 77 y el punk californiano. Este disco consolidó a Rancid como uno de los grandes de la escena noventera y les impuso un techo que, cinco álbumes de estudio más tarde, no han podido superar.

…And Out Come the Wolves es un álbum de contrastes. Suena alegre, fiestero, entrañable, pero sus letras son puro desahogo, puro desarraigo, las vivencias de un proscrito. Tim Armstrong, el vocalista, localiza las historias de este disco en calles, plazas públicas y esquinas que atravesaron su juventud. ¿De dónde salió la idea renovadora de narrar aventuras a pérdida y no lanzar panfletos a la cara, como solía hacerlo el punk tradicional? Salió de Basketball Diaries (1978), un libro que compila los diarios que Jim Carroll escribió entre los 12 y los 16 años. Jim Carroll fue una promesa del basket en la secundaria, que se enganchó a la heroína a los 13 y se convirtió en poeta maldito. Poeta de la tradición de Rimbaud y Burroughs, punk rocker y chapero que ejercía en la calle 53 con tercera de Nueva York, la misma esquina a la que le cantaba los Ramones en 1976.

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En medio del 25º aniversario de And Out Come the Wolves, me pregunté cómo este clásico ha impactado la escena punk rock de Medellín. Para saberlo, conversé con Carlos Botero (Nueve Once), Sebastián Regino (Johnie All Stars), Mauricio Restrepo (Ácido Folklórico), Guillermo García (Mojiganga) y Alejandro Arango (Popcorn).  Esta es la historia, en el fondo, de cómo el punk californiano invadió la psique de un combo de adolescentes colombianos que luego conformarían algunas de las bandas icónicas del género en el país.

Carlos Botero, bajo en Nueve Once

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“Cuando salió …And Out Come the Wolves, yo tenía 13 años y cursaba séptimo de bachillerato en un colegio católico. Me la pasaba con un combito de parceros volándonos a los conciertos de punk que había en diferentes puntos de Medellín. Vimos a Peste, I.R.A., L.M.P., Fértil Miseria, entre otros referentes en la escena nacional.

Tenía un compañero —Monsalve, solo recuerdo su apellido— que viajaba muy seguido a Los Ángeles y a San Francisco en aquella época. Siempre llegaba cargado de discos y cassettes originales. Cuidaba su música con mucho recelo, para que no lo ‘caspiaran’. Una vez me prestó el álbum por el que comencé a escudriñar e investigar el punk californiano: Liberal Animation (1988) de NOFX. Eso pasó en 1993; tenía 11 años. En 1994, pedí de cumpleaños White Trash, Two Heebs and a Bean (1992), también de NOFX. A partir de ese momento me incliné definitivamente por el punk de ese lado del mundo. Al ...And Out Come the Wolves llegué en 1996, intercambiando música con mis parceritos (‘Chaka’, ‘Coco’, ‘La Palma’, ‘El Loro’, ‘Pollo’, Aguilar, Grajales…solo por mencionar algunos con los que mentengo el contacto).

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Me impactó mucho. Es de esos álbumes que no tienen ‘presa mala’. De los que uno no puede cambiar la canción que suena en el momento. Es un disco más pop para el sonido de Rancid y sentí que mucha gente se identificaba con sus temáticas. Soy uno de los muchos torpes que ha intentado tocar el bajo de Maxwell Murder (tema que abre el álbum), que cuando pruebo sonido se me escapan notas de Journey To The End Of The East Bay (tema 11 del álbum), o que ha gritado como un hijueputa cuando suena Roots Radicals (tercer tema). De las 19 canciones que componen el álbum, tengo una historia o un recuerdo.

Musicalmente, me ha infuenciado la manera de Rancid de transmitir sus mensajes. Clara y cruda. Música de individuos reales. Nada fake. Eso es algo que puedes percibir en Nueve Once, mi banda. Nuestra música y letras no fingen. Es la manera que encontramos de narrar honestamente nuestras propias vidas”.

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Sebastián Regino, voz en Johnie All Stars

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“En 1995, yo tenía 14 años y absorbía como esponja la música que estaba saliendo. Crecí escuchando Guns N’ Roses, Metallica y Poison, influenciado por mi hermano mayor. En la adolescencia, gracias a la banda sonora de Rodrigo D No Futuro, empecé a escuchar mucho punk medallo. En agosto del 95, cuando cantaba en mi primera banda, Cascos Azules, salió …And Out Come the Wolves y me enloqueció. Llegó en un momento en el que estaba rompiendo ese esquema de que el punk solo son tres acordes y pensé: ‘Parce, esto es exactamente lo que me gustaría tocar en algún momento’.

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Los dos guitarristas de Cascos Azules montaron Johnie All Stars, mi banda, en 1997. Nosotros decíamos: qué chimba hacer una banda que suene como el …And Out Come the Wolves de Rancid y el Punk in Drublic (1994) de NOFX. Recuerdo que Camilo, nuestro bajista, afinaba en los ensayos con Journey To The End Of The East Bay (tema número 11 del álbum). De hecho, él se aprendió todos los bajos del disco en una época en la que era muy difícil que uno, de adolescente, se sentara con juicio a aprenderse canciones.

Ese juego de voces de Rancid también inspiraron a Johnie. Las voces de esos manes no son hermosas ni melódicas, sino que son fuertes y marcan unas melodías. Me marcaron por completo porque yo no tengo una voz prodigiosa. Con mi voz rasgada trato de marcar unas melodías, y eso se lo debo a …And Out Come the Wolves.

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Este es un disco muy vivencial y, si vos me preguntás cuál es su gran secreto, creo que es ese: contar 19 historias honestas.  Y esa también es su gran enseñanza: la música es, antes que nada, honestidad. Al venir de una escuela de bandas muy contestarias, que te tiran un mensaje en la cara, me resultó muy extraño descubrir que estos manes seguían siendo contestarios pero de otra manera: contando historias. Cómo no sentirse identificado si en ese momento la vida era callejear con mis amigos escuchando música y huir de lugares incómodos.

Yo tengo tatuada la portada del álbum en mi antebrazo. La razón es muy simple: ese disco ha sido la banda sonora de muchos de los mejores momentos de mi vida. Desde los 14 años hasta hoy, que tengo 39, no he parado de escucharlo. Todas las semanas escucho mínimo dos himnos”.

Mauricio Restrepo, voz en Ácido Folklórico

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“En la época en que salió …And Out Come the Wolves, yo solía reunirme con mis amigos para hacer ‘cócteles musicales’ y así conocer el material que cada uno había logrado conseguir en cualquier formato. Era mediados de 1995 y yo llevaba un año con mi primera banda, Ácido Folklórico, que mezclaba un punk medallo crudo con el skate punk californiano que nos impactó a todos y nos ha influenciado hasta hoy. Escuchaba bandas como I.R.A., La Pestilencia, NOFX, Pennywise y Biohazard. Ese gran interés que me despertaron el punk y el hardcore me llevaron luego a montar grupos como Reacción en Cadena, Los Gargajos, Los Crespos y Ahora o Nunca.

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Descubrí …And Out Come the Wolves por una revista de skate en la que anunciaban lanzamientos de discos de skate punk noventero y decidí encargarlo por catálogo a Estados Unidos, como se hacía antes. Me impactó ese sonido tan contundente de principio a fin. Hay discos en los que simplemente pasas a otra canción buscando hits, no es el caso de …And Out Come the Wolves. Todos sus temas son himnos. Esa mezcla refrescante y sin radicalismos de ska, reaggae y punk terminó uniendo escenas. Este álbum, además, mostró a Ácido Folklórico que las notas y las melodías armónicas también pueden funcionar para expresar inconformismos y pensamientos alternativos a lo establecido por el sistema.

Hace cinco años tuve la fortuna de disfrutar, junto con mis amigos ‘Kipito’ y ‘Pelusa’, el aniversario 20 de este disco en el Riot Fest, realizado en Chicago. Cantamos y bailamos las canciones en el orden exacto del disco. Un regalo tremendo para nosotros, pues no habíamos tenido la oportunidad de verlos en vivo”.

Guillermo García, voz y guitarra en Mojiganga

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“Rancid era muy conocido entre mi grupo de amigos por Let’s Go (1994), su segundo álbum. Nosotos conocimos …And Out Come the Wolves de a pocos, con las canciones que ponían en Radioacktiva. Solo hasta mediados del 96, todos logramos tener el álbum grabado en cassette. No queríamos escuchar otra banda que no fuera Rancid. Lo que más recuerdo de ese disco es su diversidad. Mientras los discos anteriores de la banda sonaban más punkeros y hardcoreros, más crudos, …And Out Come the Wolves incorporó el ska por primera vez. Para nosotros, escuchar a Rancid tocando ska y haciéndolo tan bien fue muy chimba, pues era lo que tocábamos en Mojiganga.

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Durante mucho tiempo tocamos en los ensayos Roots Radicals (tercer tema del álbum). Una banda de Los Ángeles llamada Unión 13 hacía un cover en español de esa canción y nosotros la tocábamos. También te puedo decir que la canción A mis amigos de Mojiganga está directamente influenciada por …And Out Come the Wolves. Es más, en Señalados (1999), nuestro tercer álbum, queríamos hacer canciones estilo Rancid: punk rock de tres o cuatro acordes, simple en armonías, con bajos elaborados y un montón de contenido en las letras. Nos importaba más lo que teníamos para decir que la virtuosidad técnica.

Gracias a videos de canciones como Time Bomb (cuarto tema del álbum) y Ruby Soho (noveno), transmitidos por MTV, muchos vieron por primera vez en televisión manes con cresta, el pelo pintado, chaquetas de cuero y pantalones rotos. Yo sentía que por fin estábamos bien representados en televisión.

Cuando apenas me había mudado a Estados Unidos y me radiqué en Nueva York, escuchaba mucho Olympia Wa (quinto tema del álbum) para esperar el metro. Me daba mucha moral para seguir guerreándola en un país desconocido. Ahora, que vivo en San Francisco, California, recorro las mismas calles que ellos mencionan en el disco. Algo que nunca imaginé. Creo que Rancid es mi banda favorita porque siempre, a pesar de donde sea que esté, vuelvo a ellos”.

Alejandro Arango, voz y guitarra en Popcorn

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“En el 95, estaba viviendo mi primera exploración musical con Estado Legal, mi primera banda, que estaba muy influenciada por el punk melódico californiano. Rancid, obviamente, era una de nuestras influencias. Queríamos emular elementos de su sonido tan único.

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…And Out Come the Wolves fue muy importante para mí. Lo encontré en una tienda de discos del Centro Comercial El Diamante, en Medellín. Me llamó la atención la portada, por su referencia al primer EP de Minor Threat. Pedí que me dejaran escuchar el disco, me puse los audífonos, me voló la cabeza de inmediato y lo tuve que comprar. Se notaba la evolución musical y la propuesta estaba más que clara. Para mí, ese disco tiene un balance perfecto entre lo que es el rock, el punk y el ska. También tiene una energía especial. Suena a positivismo y, al mismo tiempo, a desahogo. Tiene fuerza y, al mismo tiempo, alegría, sin irse al lado de la rabia.

Más que el sonido de Rancid, a mí me marcó su personalidad y su atrevimiento a despejar la ecuación. La música de Popcorn y la de Lelo suelen tener matices más suaves y melódicos, no tan fiesteros como Rancid, pero ellos tienen una irreverencia explícita en su música y en su estética que hemos explorado cuando nos salimos de lo pop. …And Out Come the Wolves es, sin duda, un disco adelantado a su época”.   

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