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El Joe detrás del Joe: la historia detrás de la telenovela

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En sus propias palabras, aceptó porque, según él, estaba tan realizado y tan tranquilo interiormente, que podía sentarse a relatar detalladamente lo que él quería recordar de su vida.

Por: Andrés Salgado // Ilustración:Bleepolar

*Libretista barranquillero de éxitos como Perro amor, Juegos prohibidos y El Joe, sobre la vida del Joe Arroyo.

Más allá de que me duela la partida del Joe por lo que significaba para el mundo de la música, por lo que significaba para Barranquilla y el planeta, por lo que significaba como ser humano, como conversador inigualable, me duele también que el duro de la música tropical no haya podido terminar de ver su historia televisiva que, por cierto, tanto lo divertía y entretenía cada noche. El proyecto de RCN el Joe: la leyenda comenzó a trabajarse desde Perro amor, cuando por esa época lo conocí. Desde 1999 empezamos a darle vueltas a la idea, hasta que hace tres años, por fin, aceptó y nos dio vía libre: “Vamos a darle en forma”, me acuerdo que me dijo esa vez, en una reunioncita discreta de fin de año en la casa de una amiga de él.

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Las anécdotas iban y venían, y cuando había que ambientar alguna historia, se paraba Fruko o Carrillo y, turnándose, les daban vida en el piano a esas melodías para que el Joe las cantara

En sus propias palabras, aceptó porque, según él, estaba tan realizado y tan tranquilo interiormente, que podía sentarse a relatar detalladamente lo que él quería recordar de su vida para que lo contáramos exactamente de la manera como Natalia Ospina, mi compañera de libretos, y yo lo estamos contando, como a él le gustaba: “con su picantico”. Las reuniones para la argumentación a su lado fueron inolvidables. Nos veíamos casi siempre en su casa, empezando, como era costumbre, a eso de las 9 o 10 de la noche, hora en la que él usualmente apenas estaba levantándose. Su momento de lucidez siempre se daba al borde de las dos de la mañana. Uno de los encuentros más memorables para mí fue una reunión de trabajo en la que nos encontramos en pleno estudio de grabación de Discos Fuentes, en Medellín, al lado del piano donde se tocó el preso y en compañía de otros dos grandes: el maestro Fruko y el siempre caballeroso Enrique Carrillo. Esa noche escuchamos tres voces distintas al tiempo, hubo comida, canto, felicidad, fantasía y recuerdos.

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Las anécdotas iban y venían, y cuando había que ambientar alguna historia, se paraba Fruko o Carrillo y, turnándose, les daban vida en el piano a esas melodías para que el Joe las cantara. En mi videoteca personal guardo ese video como una verdadera reliquia. De eso hace ya un buen rato. Hace unos días Natalia me llamó a decirme que había hablado con el Nene del Real, músico y amigo cercano del Joe.

El Nene le comentó a ella que él siempre lo llamaba para comentar la novela. Le refería cada cosa que pasaba lleno de gracia y con risas se enternecía con los fragmentos de ficción que él en su momento celebró: “Ahora estoy con unos kilitos de más, pero yo era igual de galán que Jair Romero en mi época”, alcanzó a bromear en una entrevista radial.

Pero de todo lo que he contado, el recuerdo más maravilloso que me queda fue lo que me dijo por última vez, casi un mes antes de que muriera. Me vio, me sonrió, me extendió sus brazos y duramos así, abrazados, unos segundos en donde me secreteó al oído estas palabras: “Qué bacana como quedó esa nota, gracias por esa novela y si antes yo te quería, ahora Te quiero más, como la canción”. Poco antes de entregar esta columna, al caer la tarde, fui a su lápida en el cementerio, en Barranquilla, y entre murmullos le dije que yo también lo adoraba con el alma y que su historia, la de ficción, la estaba gozando todo el mundo, como él tanto lo quiso.

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