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El oportunista orgullo por el “gran momento que vive la música colombiana”

Y mientras la música colombiana pasa por “el mejor momento de su historia”… ¿Hay alguien preocupándose por la escena emergente?

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GettyImages / Gabe Ginsberg

Las recientes entregas de premios musicales internacionales, especialmente los Grammy Latinos, han hecho que mucha gente se suba al bus de la victoria de la música colombiana. Y sí, son muchos los logros para celebrar, pero detrás del brillo de unos cuantos, existe una gran movida artística que necesita que todo ese discurso de orgullo se traduzca en un apoyo permanente, y no en algo tan efervescente que raya de oportunista. 

Por Mariangela Rubbini Q. @bilirubbini

Eso de que la música colombiana pasa por el mejor momento de la historia, ya se nos volvió un cliché que nos tiene a todos sacando pecho. Puede que sí, puede que no. Puede que en décadas pasadas hayamos tenido estados de ebullición parecidos, como cuando surgieron las grandes orquestas, por ejemplo. En ese momento, sin embargo, no existían ni internet, ni las redes sociales, ni YouTube, ni los influencers digitales, ni las plataformas de streaming para magnificarlo y amplificarlo todo. Pero sí, digamos que sí estamos pasando por un gran momento para nuestros artistas y nuestros sonidos. Yo, como ustedes, también pienso que es así. La verdad es que se me hincha el corazón de ver cómo reciben reconocimiento tras reconocimiento y son el centro de todas las miradas a donde quiera que van. Qué bonito fue ver que le entregaran ese Grammy Latino como Mejor nuevo artista a Karol G, después de casi 12 años de que pasara por un reality de nuevos talentos. ¡Doce años!

Cómo no íbamos a emocionarnos también con el gran anuncio para los Aterciopelados en la categoría Mejor álbum de música alternativa por su disco Claroscura. En Colombia, Andrea y Héctor son pioneros de una movida rockera con identidad propia y sabor criollo que, aunque siempre se inspiró, nunca pretendió copiar los grandes referentes provenientes del sur del continente. Por eso son únicos. Saltamos de la felicidad, por supuesto, con cada Grammy que se ganaron el patrón Carlos Vives, J Balvin, también Maluma, Silvestre Dangond y Juanes, e incluso celebramos reconocimientos inesperados como el de Claraluna y el de la Orquesta Filarmónica.  (Arriba Colombia: Estos son los ganadores de los premios Latin Grammy)

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Aplausos para absolutamente todos. A la gran mayoría los hemos acompañado en el camino, y nos sentimos más que orgullosos de cada uno de ellos.

Sin embargo, hay algo que preocupa bastante, y es que pareciera que por andar celebrando el gran momento artístico por el que estamos pasando, nos hubiéramos olvidado, de que para que eso que está pasando hoy estallara como lo hizo, fue necesario un trabajo muy juicioso de desarrollo de artistas, de apoyo a la escena emergente, de apostar y poner a sonar en la radio sin payolas, de abrir nuevos espacios de circulación, de ponernos en la misión cazatalentos por diferentes rincones del país. Ingenuos aquellos que piensen que artistas como Monsieur Periné, ChocQuibTown, Bomba Estéreo, Piso 21, Maluma, J Balvin, e incluso la misma Karol G., empezaron en esto con millones de likes y de seguidores, viajando en aviones privados, llenando escenarios por todo el mundo y con marcas de relojes y de carros patrocinándolos.   

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Preocupa que, en Colombia, al mismo tiempo que ostentamos el liderazgo de nuestros grandes artistas en las playlists más consumidas de las plataformas de streaming, y que incluso se hable de que Colombia se proyecta como el mayor exportador de música de América Latina, a Maluma y a J Balvin les cueste trabajo lograr un sold out en su propio país; que a los conciertos de las nuevas bandas a veces no les lleguen ni 20 personas. Preocupa que, en las tandas de estrenos musicales semanales, casi siempre los más chiquitos pasen desapercibidos, a menos de que a uno en un millón se le haga el milagrito y su lanzamiento reviente sin las grandes inversiones de marketing que hoy son necesarias para aparecer destacados y evitar perderse en un mar de novedades (que, por cierto, a los ocho días ya nadie recuerda). Y es que mientras nos jactamos y posteamos oriundos sobre el gran momento por el que estamos pasando (y me incluyo), en Colombia las dos entregas de premios de música más relevantes que existen, los Shock y los Nuestra Tierra, hayan estado a punto de desaparecer por problemas de financiamiento y porque sean muy pocas las marcas que están interesadas en meterse la mano al bolsillo para ayudar a crecer a las grandes estrellas del futuro.  

Sí, de verdad que es muy bonito y emocionante todo lo que nos está pasando. Y lo digo sinceramente, desde un medio que ha llevado puesta la camiseta como abanderado de nuestros artistas y de las músicas colombianas desde hace ya más de dos décadas.  La invitación, sin embargo, es a que no nos quedemos embutidos en la euforia de la celebración y la auto exaltación, que paguemos por ir a ver a nuestros artistas, a los grandes y sobretodo, a los que llegan con nuevas propuestas; que naveguemos las plataformas de streaming intentando descubrir más allá de limitarnos a reproducir lo que nos aparece por los caprichos del algoritmo. 

¿Alguno de ustedes se ha preguntado cuál podría convertirse en la gran banda de rock colombiana después de los Aterciopelados? ¿O quién podría hacerle el relevo a Carlos Vives en esta tarea de incentivar la unión de ritmos y generaciones de artistas cuando a él le dé por irse a vivir a una playa en Santa Marta y volver a andar en sus bermudas de jean roído? Yo sí creo que a todos –público, artistas, cadena de la industria de la música, entidades públicas y privadas– nos corresponde ayudar a abrir el nuevo camino. De lo contrario en cinco años a Vives, J Balvin y Juanes ya no les van a caber más premios en sus casas. Antes de terminar, nos gustaría dejarles esta pregunta: ¿cuál es la última canción que recuerdan haber escuchado de un artista colombiano? ¿Quién es su intérprete? Por si acaso, aquí algunos recomendados a los que los invitamos a seguirles la pista.

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