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Esta rapera hizo un disco hermoso con canciones de un minuto para Instagram

En 2018 una rapera de 22 años debutó con el disco más representativo de la industria de la música después de Instagram.

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Tierra Whack - Whack World

Una rapera debutante construyó una obra audiovisual y terminó haciendo el disco más representativo de la industria de la música después de Instagram.

Por Fabián Páez López @Davidchaka

En mayo de 2018 la rapera de Filadelfia Tierra Whack debutó con Whack World, un disco que empezó a hacer eco en diciembre cuando publicaciones como Dazed o Rolling Stone lo ubicaron como uno de los mejores del año en sus respectivos listados. De hecho, fue el mejor para Dazed. El lugar que se ganó fue merecido por contexto y por la relevancia del hip hop. También porque está muy bien construido: Whack hace juegos vocales ingeniosos, hecha mano del trap, del R&B, del country y tiene unas dosis de cinismo cómico atrapante. Todo fue brillante. Y surreal. Pero hay que decir que no fue solo por eso que llamó la atención. Lo curioso fue que el álbum, presentado como una pieza audiovisual, estaba compuesto por 15 canciones, cada una, de un minuto. 900 segundos. Contabilizados.

Lo de los discos concebidos como obras audiovisuales, ciertamente, no es algo nuevo. Animal Collective, Kanye West, Beyoncé, PJ Harvey o el colectivo español de rap lofi, Fanso, ya se habían anotado en esa lista. Desde el ascenso y caída de MTV, el amorío entre videoclips y canciones ha sido atravesado de muchas formas por la narrativa del cine para concretar una propuesta de entretenimiento más robusta. Probablemente, el momento en que ese fenómeno se disparó de forma acelerada fue cuando Michael Jackson lanzó el video de Thriller en 1983. O fue tal vez después del lanzamiento de la película The Wall, basada en el álbum de Pink Floyd, en 1982. O tal vez por ambas y por un maridaje más amplio entre lo visual y la música. Pero lo cierto es que, así como en su momento esas obras rompieron la cáscara, hoy hay que hablar de Tierra Whack. Y, sobre todo, ponerla en su contexto: internet.

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Después de la aparición de YouTube en nuestras vidas, y de los servicios de streaming en general, no es raro oír decir que el videoclip es la mercancía cultural más consumida por la juventud en el mundo, aunque no la más rentable. El crítico marxista Jon Illescas va más lejos y dice que vivimos bajo la dictadura del videoclip. Y que llegamos a este punto por la “aparente gratuidad de su consumo, su inmediatez, la brevedad del metraje y el encantamiento que produce en los jóvenes dada su irresistible mezcla de música, sexo y espectáculo”. Tiene razón, pero hay que decir que, hasta este punto, poco ha trastocado esto la forma en que se producen las canciones. A decir verdad, la mayoría de artistas se han aferrado a los tradicionales 2 a 4 minutos que exige la radio. Cada vez hay más disidencias, cada vez hay más  que no dependen de los medios tradicionales, pero tienden al oscurantismo. En cambio, poco se ha visto esa uniformidad industrial, rígida y calculada del Whack World.

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Cada corte fue hecho para encajar en un video de perfil en Instagram. Y así aparecieron en el perfil de la cantante, que a sus 22 años pudo haber cambiado la noción de cómo se hace un álbum; construyó un referente generacional visualmente sugestivo en forma y contenido.  En YouTube, la publicación es como una serie de cortos ensamblados que ocupa los 15 minutos. 

Las 15 canciones del Whack World no conforman una linealidad narrativa. Pero viendo el videoclip completo se puede sentir cómo todo hace parte del mismo mundo. Así en un corte Whack esté peluqueando un perro disecado, en otro comiendo dulces con palitos, en otro cantando con media cara derretida o en otro esté lamentándose en un cementerio de mascotas. En algunas canciones, con el minuto alcanza. Se siente que el tema comienza y termina. Pero en otros, como en Hungry Hippo, hay interrupciones tortuosas; parones abruptos que suceden justo cuando uno más quiere que continúe. En cualquier caso, vale la pena verlo y escucharlo todo, porque está cambiando el juego.

Internet hizo todo más fácil para la distribución, pero también ha puesto a competir a los músicos con una sobredosis de información basura y paisaje. Con los gatos virales y los memes, como ya se ha dicho bastante. En ese entorno salvaje, a los artistas, les ha tocado adaptarse a lo que hay como puedan. Tierra Whack lo hizo con méritos, pero la lección puede ser que la dictadura no la conduzca el videoclip, sino tipos con verdadera influencia en el mundo digital, como el señor Zuckerberg.

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