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Hace 20 años llegó Napster y cambió la música para siempre

La historia de un invento que revolucionó la industria musical.

640890_Spencer Platt // Getty Images
Spencer Platt // Getty Images

Hoy cuando tenemos fácil acceso a (casi) toda la música mundial, es difícil imaginar cómo era la vida sin tener nuestras canciones favoritas a un clic de distancia. En esos tiempos que nos parecen muy lejanos Sean Parker y Shawn Flanning crearon Napster, el primer servicio que nos permitió intercambiar música online. Nació en julio de 1999. 

La premisa sonaba (y era) revolucionaria: compartir archivos musicales con gente en cualquier lugar del mundo con una cuenta gratis. No había que esperar horas a que nuestra canción favorita sonara en radio para grabarla en casete: nos registrábamos en la página, y en cuestión de horas (la conexión a Internet no era tan rápida en aquel entonces) teníamos la música que queríamos en nuestro computador. 

En Napster las canciones estaban almacenadas en el computador de cada usuario. A este sistema se le llamó Peer to Peer Sharing o P2P. Un servidor central hacía las veces de intermediario entre el usuario que buscaba una canción y quien la tenía. Fue un éxito total y solo en su primer año alcanzó los 38 millones de usuarios, pero se estima que a cifra llegó a 85 millones. 

“Amo tanto Napster que se siente como si me hubiera golpeado un ladrillo en la cabeza. Es tecnología real en acción. Napster salvó mi vida sin esperanzas”, dice un usuario de Napster entrevistado por Spin en el 2000, cuando la plataforma estaba en su mejor momento. Otro usuario alcanzó a tener una biblioteca de 15.000 canciones (17 gigas), una cifra astronómica para las posibilidades tecnológicas de la época. 

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Ahí empezamos a ver los primeros síntomas de síndrome de abstinencia digital, cuando un usuario gastaba días enteros buscando y descargando por fin esa canción que llevaba años buscando. 

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A finales de los 90 arrancaron las demandas contra Napster por violación a los derechos de autor. Las disqueras que vieron la amenaza que representaba para su modelo de negocio. Uno de los demandantes más reconocidos era Lars Ulrich, baterista de Metallica. La banda lanzaba por esa época su sencillo I Disappear, de la banda sonora de Misión Imposible 2, y cientos de miles de personas la descargaron, en Napster, sin pagar un peso, por supuesto. 

Otro artistas como Moby, según reporta The Guardian, se mostraron encantados de que su música fuera compartida en Napster. Courtney Love, por su parte, dijo que los verdaderos piratas eran los contratos de las disqueras. 

La piratería era parte de nuestra conversación cotidiana y la estrategia de las disqueras fue hacer sentir culpable al usuario por sus descargas, como lo ilustra este gran episodio de South Park: 

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Tras una larga batalla legal, en 2001 un juez ordenó el cierre de los servidores de Napster y un pago a las disqueras que superaba los 26 millones de dólares. La plataforma llevaba solo 2 años de ser creada. 

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En su momento, la arremetida contra Napster cayó como un baldado de agua fría entre los usuarios, que lejos de buscar ganar plata con sus bibliotecas musicales, veían en Internet un medio libre para compartir contenido sin restricciones. 

"Me di cuenta de que había una mejor manera de conectar a la gente y su música, y una forma de hacer para que fuera accesible para aquellos que no eran expertos en tecnología", dijo a la BBC en 2009 Shawn Flanning, cocreador de Napster. 

Napster se mantiene el día de hoy. En 2008 se reinventó como biblioteca de mp3 y hoy funciona como plataforma de streaming paga, tras su fusión con Rhapsody. Luego de su desaparición surgieron otros servicios de descarga como Ares o Kazaa, que aunque no sobrevivieron, dejaron su huella en nuestros computadores: 

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A los 20 años de su nacimiento, hoy sabemos que Napster amplió nuestras posibilidades: no estamos limitados a lo que vendan las tiendas de discos o a lo que ofrezca la radio. Podemos escuchar lo que queramos. También desafío a la industria musical y la puso a replantear su modelo.

Sin Napster no habría habido tiendas de descargas musicales y sin ellas no habría plataformas de streaming, que son legales para el usuario y benefician al artista. Napster se adelantó a su tiempo y ratificó que a pesar de la arrogancia de las disqueras, la tecnología es imparable y el usuario es más fuerte. 
 

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