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Jorge Oñate: la historia de la voz del vallenato

La voz de Jorge Oñate dio vida a éxitos que son himnos en la memoria nacional. Son cientos de canciones colmadas de sentimiento y sabor, como para emparrandarse días seguidos y, como decía Diomedes Díaz: “pa´beberse una plata ajena”.

Jorge Oñate
Jorge Oñate en el video oficial de Volví a llorar, junto a Silvestre Dangond
// Foto YouTube//VEVO

Le dicen “El Jilguero de América” y “El Ruiseñor del Cesar”. Está encumbrado en altos estrados del folclor vallenato con un extenso legado musical más de 50 años de carrera. Muchos se refieren a él como “el primer cantante de la música vallenata”, es responsable de efemérides del género y tiene miles de seguidores rotulados como “Oñatistas”. Exhibe en sus estantes Discos de Oro, Platino, Doble Platino, y muchos otros galardones, entre ellos el Grammy Latino 2010 a la Excelencia Musical. Un recorrido por la carrera de Jorge Oñate.

Por Jenny Cifuentes @JennyCifu

La voz de Jorge Oñate le ha dado vida a éxitos que se quedaron incrustados y son himnos en la memoria nacional como El Cantor de Fonseca, No Comprendí tu Amor, No Voy a Patillal y cientos de canciones colmadas de sentimiento y sabor, que son como para emparrandarse días seguidos y, como decía Diomedes Díaz: “pa´beberse una plata ajena”.

El primer cantante de vallenato

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Jorge Oñate puso a brillar bajo los focos la figura del cantante vallenato en los 70, una época en la que primaba que los acordeoneros fueran a la vez vocalistas. Así, en su máximo evento, el Festival de la Leyenda Vallenata, el público consideraba que quien se llevara la corona de Rey Vallenato y fuera soberano de su ritmo, debería cumplir esos requisitos.

“El Jilguero” hizo parte de los transgresores, y no fue el único ni el primero entonces, pero desafió con su canto, se convirtió en luminaria y puso una marca en la historia. Con él, la voz vallenata inició una etapa tras la que llegaron cientos de intérpretes. Una costumbre que se mantiene hasta hoy, por eso, muchos aluden a él como “El primer cantante de la música vallenata”, incluso, así se ha calificado el propio artista en sus testimonios.

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“Oñate marcó un antes y después del cantante en el vallenato”, cuenta Jaime Pérez Parodi, locutor conocido como “La Biblia del Vallenato”, quien fue animador y representante del grupo de Oñate en una temporada de la década de los 70 (famoso además por haber sido el presentador de la agrupación de Diomedes Díaz durante largo tiempo).

“Conocí a Oñate desde los años 60 en el colegio y lo volví a encontrar en el 70 cuando llegó a Valledupar con el conjunto de Emiliano Zuleta Díaz y la caja de Pablo López para participar en el tercer Festival Vallenato en el que ganó Calixto Ochoa.

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Hay gente que dice que los cantantes surgieron en el 72, pero no, el cantante apareció desde el primer Festival (1968) con personajes como Miguel Yanet o Leandro Díaz, quien le cantó al acordeonero Toño Salas. En el 70 es cuando irrumpe Oñate. En esa ocasión el vencedor fue Calixto, pero el conjunto de Oñate fue declarado el mejor en el evento.

Jorge lanzó la canción Campesina Vallenata que había grabado con el maestro acordeonero Emilio Oviedo como en el 67, y después llegó su grabación con Miguel López - acordeonero del conjunto Los Hermanos López, toda una dinastía en el vallenato- del tema Berta Caldera, y ese fue su despegue. Empezaron a buscarlo para hacer un disco y lo realizaron.

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En la portada del álbum se leía: “Los Hermanos López”, y en letra pequeña: “Canta Jorge Oñate”. En el 72 volvió Oñate al Festival. Se inscribió con Miguel López y el público protestaba: decían que el Rey tenía que ser completo, que tenía que tocar, componer, cantar e improvisar y que no estaba de acuerdo en que un acordeonero llevara a alguien para que le cantara.

El Festival de dicha edición, lo organizó el Dr. Alonso Fernández, un hombre que hizo una serie de cambios, innovaciones en el encuentro. Esa vez hubo desórdenes en el lugar cuando estaba tocando el conjunto de Oñate. Durante un solo del cajero Pablo López, se subió un muchacho borracho a la tarima, le quitó el instrumento, lo tiró hacia el público. Tuvieron que parar, solucionar, etc. y finalmente, ganó la corona de Rey Vallenato Miguel López.

O sea que Jorge Oñate ganó el Festival Vallenato siendo cantante. Hubo protesta, revuelo, porque mucha parte del público estaba a favor del maestro Andrés Landero quien también concursaba, y cuando anunciaron que había quedado en segundo lugar, se formó el desorden. Claro, ese hecho partió la historia en dos”.

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Oñate llegó, triunfó y se quedó. El artista, oriundo de La Paz, municipio del Cesar, tiene 71 años y más de cinco décadas de carrera musical.

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Poner a sonar los discos de Jorge Oñate es darse un trip por la historia del vallenato. Es encontrarse con los míticos cimientos: Alejo Durán, Leandro Díaz o Juancho Polo Valencia; con poetas autores de versos de extrema belleza: Santander Durán, Rafael Escalona, Gustavo Gutiérrez; con el ingenio de Calixto Ochoa o de Armando Zabaleta, el voltaje de creadores de cantos como Aurelio Núñez, y lo contemporáneo de Omar Géles o Sergio Luis Rodríguez.

Es gozar canciones que han sido coreadas por todo Colombia como esa que le piden siempre, que arranca: “Nunca comprendí tu amor cuando se fue de pronto” titulada No Comprendí tu Amor, o el vallenato delicioso que sabe a yuca y evoca glorias, tipo La Vieja Sara, infaltable en los festivales.

Porque en el catálogo de Oñate hay de todo, y es tan bueno para parrandear, que incluso hay canciones a las que habría que ponerles al inicio esa advertencia de “el exceso de alcohol es perjudicial para la salud”, como a Calma mi Melancolía o Volví a Llorar (De la que hace poco publicó una versión con Silvestre Dangond como invitado) de verdad, como decía “El Cacique”, son temas “que le hacen a uno pellizcar los ahorros”.

“El Jilguero” resuena piezas del calibre de No Voy a Patillal o Ausencia para arrugarse de sentimiento que con el ojo aguado lo ponen a uno a cantar: “no voy a Patillal porque me mata la tristeza” y “Ausencia que me tiene solo que hasta tu recuerdo se aleja de mí”

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También, cortes sabrosongos para mamar gallo como La Gordita, invención de Leandro que dice: ”Tanto que vaciló la gordita, nada quiso conmigo, ahora le dejo una cancioncita, con esta la castigo” o La Aplanadora con la que la audiencia grita al principio: “Sálvese quien pueda, que ahí viene la aplanadora” y se suelta la brincadera.

Con Oñate, puede uno enfiestarse días seguidos, repetir mil veces El Más Fuerte, tramacazo que reza: “Y aquel vallenato viejo, que quiero yo tanto, el que cantó el viejo Alejo, que quiero y que canto yo” y terminar con Te Dedico mis Triunfos a todo volumen y alzando los brazos diciendo: “Te regalo mi canto mi risa y mis alegrías, te regalo mis triunfos, mi alma y la vida mía” ¡Ay hombe!

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Darle play a esa discografía es toparse de frente con instrumentistas duros del talante de los cajeros Pablo López o Rodolfo Castilla, los bajistas leyendas “Maño” Torres (ya fallecido) o José Vásquez “Quevas”, o en los coros oír al ícono de la música tropical Juan Piña, entre otros.

Es poder admirar la nota de una fila de acordeoneros domadores de fuelles, que hacen magia con el instrumento, muchos Reyes, veteranos y jóvenes. Porque después de sus grabaciones con Los Hermanos López, que fueron todo un fenómeno con No Voy a Patillal o El Cantor de Fonseca sonando por todo el país, el cantante siguió trabajando acompañado de diestros del instrumento:

Con Emilianito Zuleta de Los Hermanos Zuleta, (con quien en sus veinte y viviendo en Bogotá tuvieron un conjunto para tocarle a políticos y directivos de medios) en una unión fugaz posicionó entre otras, la canción La Parranda y La Mujer.

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Con el gran Nicolás Elías “Colacho” Mendoza, pegaron éxitos como Ausencia, o Los Dos Amigos, vendieron discos en forma y dieron muchos conciertos. Junto al “Chiche” Martínez, a quien Oñate llegó buscando juventud en el acordeón, logró tremendos hits: Nido de Amor (que cuenta el acordeonero, fue de los cortes que metió el vallenato al interior de Colombia), Oye Tú o Canasta de Ensueños, incluidos en álbumes súper vendedores. Narra Pérez Parodi que “fue el primer cantante al que en esa época le dieron un millón de pesos”.

Su unión con el inmortal “Juancho” Rois dejó huella desplegando batazos como Lloraré o Calma Mi Melancolía. Se juntó durante dos etapas con Álvaro López actual Rey de Reyes (hijo de Miguel López de la dinastía López) y tronaron cañonazos tipo Devuélveme mis sentimientos.

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Forjó, además, su alianza con los prestigiosos “El Cocha” Molina, Julián Rojas, y con jóvenes acordeoneros virtuosos que le inyectaron sangre fresca a su sonido como Cristian Camilo Peña, Fernando Rangel o Javier Matta, y surgieron cortes del voltaje de Los Amaneceres del Valle, El Plan B o El Chacho de la Película, con el mismo objetivo que se trazó el cantante desde sus inicios: enaltecer el vallenato y emparrandar la nación.

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Ese largo tramo vallenato y sus proezas musicales le han valido galardones como el Congo de Oro en el Carnaval de Barranquilla. Recuerda el artista siempre en entrevistas que fue memorable la primera vez que lo ganó, en el corazón de los 70, anotando que cuando interpretó No Voy a Patillal, el que cantó la mayoría del tema fue el público, porque estaba pegadísimo.

“El Jilguero” siguió su racha entre maicena y marimondas se alzó con varios Congos y en 2014 le fue otorgado el Súper Congo de Oro. Otro de los premios orgullo de Oñate es el Grammy Latino a la Excelencia Musical que obtuvo en 2010. Además de distinciones, los tributos a su figura han sido infaltables.

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Por nombrar algunos recientes, fue homenajeado en el Festival Francisco El Hombre de 2017 en Riohacha y en diciembre de 2019 en el Festival Nacional de Compositores de Música Vallenata San Juan del Cesar, La Guajira. En 2020 la edición del Festival de La Leyenda Vallenata, que se celebra en Valledupar, había planeado ser en su honor, pero tuvo que aplazarse por la pandemia. A Jorge le han hecho también tributos como el monumento en el Parque Don Alberto en Valledupar. De hecho, en abril del mismo año se anunció que el cantante tendrá su Casa-Museo en su tierra, La Paz.

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“Michael Jackson era Oñatista”

Historias y chistes han circulado desde hace años alrededor de Oñate. Cuentos que llaman “las Oñatadas”, que narran o inventan sus colegas, poniéndole humor imitando su manera de hablar, sus promoción de las almojábanas de La Paz, la avena de Manaure o sus manías, pura vaciladera que se ha hecho popular entre los amantes del vallenato.

Famoso es el cuento de que Oñate era la razón por la que Diomedes Díaz no compraba avión, que se originó en una entrevista de Olímpica Stereo y que la gente puso a circular por todo lado.

Muy conocida también la historia contada por Poncho Zuleta sobre Jorge Oñate cuando se murió Michael Jackson que narra que El Jilguero lo llamó llorando y decía que Michael era Oñatista, que No Voy a Patillal “era el disco de Michael”, y una serie de apuntes que hicieron reír a sus seguidores.

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El humor, la gozadera y expresiones particulares han hecho parte de la obra de “El Ruiseñor del Cesar”, populares son los conocidos como “dichos Oñatistas”, que el artista manda en sus canciones y que sus fans repiten. Frases como: “la fama y la plata es como el hambre, va y viene”, “Arrecuesta camión sin freno, cuando va en bajada no lo detiene nadie”, “El que tiene palo da con él o le dan con él”, “Bueno, y quedarán como el burro´e Cándido, recostado al cardón” o “Tigre viejo ronca sentado”, hacen ya parte del folclor vallenato, ese gran patrimonio nacional que Jorge Oñate enriqueció con su voz y micrófono.

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