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Kanye West anuncia candidatura a la presidencia de EE.UU., y Elon Musk lo apoya

¿Cómo sería el gobierno de Yeezy y Kim en la Casa Blanca? ¿Será este el inicio de la política del reality?

647532_Kanye West - Foto: Gettyimages
Kanye West - Foto: Gettyimages

La política gringa se consagró como la fina estampa de la vieja idea de “la política como espectáculo”. Los medios y los mercaderes de la imagen personal de los candidatos refinaron sus técnicas para que los electores escojan y consuman candidatos como si fueran una caja de cereal o el participante que continua en la próxima temporada de un reality. Así pasó por la Casa Blanca un Obama al que recuerdan más por sus playlist en Spotify o por su relación perfecta con Michelle que por su política exterior; así llegó a la Casa Blanca un tipo cuyas experiencia y habilidades diplomáticas consisten en trolear gente en Twitter, haber salido en Mi pobre angelito y presumir una fortuna que gastaba con tipos de manchada reputación como Jeffrey Epstein. Pero ese estado de las cosas, aunque no pareciera posible, puede llegar más lejos.

El rapero Kanye West anunció a través de su cuenta de Twitter que, como ya lo había prometido antes, se lanzaría como candidato a la presidencia de los Estados Unidos en 2020. Para rematar con la histeria del anuncio, el millonario Elon Musk, en un comentario, manifestó su apoyo total a la campaña.

Como están las cosas en Estados Unidos, parece comprobado que para ocupar el cargo no hace falta ningún tipo de tacto diplomático o preparación alguna, solo hace falta tener pantalla y una buena billetera. Y a la dupla Kanye – Musk (además de la que sería la primera dama, Kim Kardashian) eso les sobra.

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West, Kim y Musk son el arquetipo de lo mediático, el ejemplo referencial de eso que llamamos la “cultura pop”.

(Vean también: ¿Por qué internet celebra el nacimiento del hijo de Kanye y Kim Kardashian?)

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Kanye, es bien sabido, más que un genio en la producción, un rapero con altibajos y un diseñador de modas es una máquina de hacer dinero. No son pocas las veces que se ha burlado de la industria y de los medios anunciando lanzamientos, corriéndolos, replanteándolos, troleando. Siempre sale bien librado y sus jugadas de marketing/caprichos terminan amplificando todo lo que hace. En 2019, propulsado por su enorme ego, se pasó a la música religiosa. Se ha sentido tan invencible que primero quiso ser como el pastor de una iglesia multitudinaria que inauguró un servicio dominical para lanzar su disco. En 2018 también anunció que escribiría un libro de filosofía, uno en el que, con seguridad, propondría una reversión de la máxima de René Descartes, “Cogito, ergo sum” (“Pienso, por lo tanto soy”), por un “Pienso, luego soy millonario y puedo ser lo que se me dé la gana”.

Test: Díganos su problema y lo aconsejamos con tuits de Kanye West Kanye se siente trascendental. Y con seguridad un gobierno suyo no distaría mucho del de su amigo Donald Trump, solo que con más tuits pseudoinspiradores, referencias religiosas y presencia en Internet. 

Pero más allá de Kanye hay un aparato detrás de él que, no se sabe si con gracia o con miedo, da para pensar que puede llegar a ganar. Primero, está Elon Musk, el millonario cofundador y director de Tesla Motors, partidario de la legalización de la marihuana y visionario de la renta básica, ya manifestó su apoyo.

Al lado de Kanye está tal vez la ficha clave en su campaña: Kim Kardashian, a quien describen como “socialité”, empresaria, actriz reconocida por que su vida, toda, es pública a través de la serie de telerrealidad Keeping Up with the Kardashians. Además, claro, es tal vez la figura más masiva de Instagram y Twitter.

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No sería raro que, con este combo en el poder, la frase se invirtiera y entráramos en la época del espectáculo como política, en el que el control del país se convierta en un asunto accesorio. Con un programa de gobierno gestionado en Twitter a punta de likes, con intervenciones dominicales de música góspel a cargo de Kanye y un reality tipo gran hermano grabado, las 24 horas, en vivo y en directo desde la Casa Blanca.

 

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