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¿La radio suena artistas locales independientes?: el caso en Latinoamérica

Veamos qué tanto apoyo existe de la radio nacional a sus proyectos musicales locales en América Latina.

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La crisis mundial ocasionada por el COVID-19 no solo ha dejado contagiados o muertos, también ha aumentado trágicamente la tasa de desempleos en Colombia y Latinoamérica. Mes a mes los reportes son más negativos en todos los campos, pero para quienes tenían empleos informales o vivían de las artes todavía no se vislumbra ninguna solución. A propósito de un comunicado emitido por el Ministerio de Cultura en Colombia, escribimos el artículo Sonar en radio: ¿la solución a la crisis de los músicos colombianos? Allí analizamos, junto a músicos y otras personalidades de la radio nacional, cuál es el papel  de las emisoras en el apoyo a la circulación de las músicas locales. Ahora, ampliamos el foco y echamos un vistazo a los casos del vecindario: Latinoamérica. En un contexto atípico, con las fronteras cerradas y la capacidad de acción de los Estados a prueba para que sus ciudadanos sobrevivan, se vuelven más importantes las preguntas por “lo local”.

Hablamos con varios personajes de países vecinos e hicimos un mapeo para entender qué tan buenas relaciones tienen las cadenas radiales del continente con sus músicas locales y qué tanto podemos aprender de ellos.

Por Sebastián Peña | @SebasNews

La importancia y el alcance de la radio son innegables. A pesar de la avanzada de “lo digital”, la radio permanece viva y se mantiene tal vez como el medio más democrático, con presencia en todos los sectores de la sociedad gracias a las emisoras comunitarias, rurales, comerciales o universitarias. Para no irse tan lejos, basta con decir que en Latinoamérica, el 33% de la población no tiene acceso a Internet, de acuerdo con una investigación realizada por el portal de estadística Internet World Stats.

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Latinoamérica es de esas zonas del mundo que se ufana por su orgullo patrio, la multiculturalidad y el folclor. Lastimosamente, el sector de la música cuenta con un apoyo mínimo por parte de algunas emisoras comerciales que se niegan a programar en sus parrillas artistas independientes o de música local, dándole esos espacios a proyectos mainstream que se hacen más ricos cada vez que suenan en radio.

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Para contrastar con este fenómeno, que no es nuevo ni mucho menos, muchos países han estudiado e implementado leyes para tener una cuota de programación musical local donde las ganancias por derechos de autor lleguen a los artistas nacionales y que el dinero no se quede focalizado en las grandes casas discográficas internacionales.

En Chile, Brasil y Argentina se han creado, desde algunos partidos políticos, movimientos para promover el arte local en los medios de comunicación masivos; algunos proyectos han arrojado resultados favorables y otros han sido un completo fracaso porque no se les presta la atención que merece y, al final, terminan sonando los mismos artistas nacionales de siempre o pasándose por alto la norma.

Preguntamos a artistas independientes cómo ha sido esa relación entre música local y radio comercial en Chile, Perú, Guatemala, Brasil, Argentina y México.

CHILE

En 2016, con mucha polémica de por medio, se aprobó en el congreso chileno que las emisoras de ese país debían programar el 20% de música hecha por artistas nacionales. Cuatro años después, en 2020 y en medio de la pandemia, un diputado presentó un proyecto para que la cuota subiera al 50%. Las principales críticas surgieron porque no hay un ente que vigile que esa participación de músicos locales sea equitativa y beneficie a artistas nuevos; por el contrario, según algunos músicos, esto le daría más exposición a los que ya están posicionados.

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Programadores de radio como Juan Carlos Araneda le dijeron a CNN Chile que aumentar la participación local haría que se “coartara la libertad de opción de programación tanto de la radio como del oyente”. La Archi, Asociación de Radiodifusores de Chile, aseguró en el diario El Dinamo que si los obligan a programar música que el radioescucha no quiere oír esto hará que el público se vaya a plataformas digitales como Spotify o YouTube.

En la discusión también se resalta que la vigilancia a las normas radiales es nula porque hay emisoras que saben que se debe programar por ley un 20% de música chilena, pero algunos no están cumpliendo. Artistas como la nominada al Latin Grammy Camila Moreno opinan que es necesario que haya cuota de participación en las emisoras de su país “para preservar la música nacional, mantener la riqueza cultural y que esta se transmita por medio del arte”.

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Hay que recordar también que, históricamente, en el caso chileno, la música local ha sido participe activa contra gobiernos como el de la dictadura militar. En los años 70, los espacios públicos para la música fueron víctimas de una persecución ideológica. Como nos contó Jaime Concha, fundador de Juanafé, alrededor de 1973, por ejemplo, cuando llegó el golpe militar, se privatizaron sellos musicales que eran financiados por el Estado. A la luz de las recientes protestas en el país, los debates alrededor de las cuotas para la música local han tomado, de nuevo, un tono ideológico.

BRASIL

En 1961 el país emitió una ley obligando que la participación en radio de músicos brasileros fuera superior al 50%. Actualmente, la ley no está vigente porque, de acuerdo con información estatal, más del 80% de canciones que se programan en emisoras de ese país son en portugués o están enfocadas en géneros producidos en Brasil, como bossa nova o funk carioca. A lo largo y ancho del país, principalmente en las ciudades más habitadas, hay programas gubernamentales, concursos o festivales para el apoyo y difusión de artistas musicales que canten en el idioma oficial del país.

El caso brasilero se puede interpretar como el de un terreno cercado en el continente: la barrera es la lengua. A pesar ello y de ser un mercado autocontenido, su extensa población y producción permite apuntar a Brasil como una de las economías más prosperas para la música.

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La expansión nacional de los músicos se logra a través de las radiodifusoras. Ese nivel de reconocimiento en gran parte del territorio brasilero se obtiene cuando el artista es fichado por casas discográficas grandes como es el caso de Anitta, Michel Teló, Pedro Sampaio o Marília Mendonça, que llevaron su carrera a otro nivel cuando una trasnacional puso los ojos sobre sus proyectos.

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ARGENTINA

Cristian Merchot, mánager de la banda Besuit Vergarabat, cuenta que en su país existió una ley de medios que fue derogada en 2015 por el gobierno de Mauricio Macri en la que se le obligaba a emisoras radiales a programar 50% de músicos argentinos, del que el 30% debían ser proyectos independientes. “Ese proyecto gubernamental iba en contra de los monopolios masivos o mainstream y le daba un espacio a los medios que no hacen parte de grandes compañías”, cuenta Merchot.

Jorge Gavilán, mánager de La Beriso, opina que al día de hoy no hay conciencia de las radios ni de las cadenas de televisión para apoyar a artistas argentinos: “hay emisoras en el país que programan 100% de música anglo o en inglés, ignorando el movimiento musical local”. No obstante, para Jorge, la radio no es importante para poder hacer de un proyecto musical algo rentable porque, desde su experiencia y con respecto al derecho de autor, se obtienen más ingresos por los shows y lamenta que “en este momento no se reciben dineros por parte de las sociedades recaudadoras debido a la crisis del COVID-19 que no permite hacer espectáculos en vivo”.

PERÚ

ANIA es una artista peruana que, aunque no ha recibido ganancias significativas porque sus canciones suenen en radio, entiende que la radio musical aún es el medio de comunicación más importante para darse a conocer en la mayor parte del territorio, “muchos pueden decir que lo digital es lo más importante, pero yo tengo claro que las emisoras juegan un papel vital para poder hacer masivas nuestras canciones”.

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Perú no cuenta con alguna ley que los obligue a programar artistas nacionales, pero hay estaciones que se enfocan en la música folclórica del país y hay programas especializados en reggaetón o salsa realizada por artistas locales.

De igual forma ANIA reconoce que hay algunas emisoras que programan con mucha frecuencia las canciones de los mismos cantantes o agrupaciones ya posicionados, haciendo que los espacios para los proyectos nuevos o independientes sean extremadamente limitados.

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GUATEMALA

El país centroamericano tampoco tiene leyes que obliguen a las emisoras a sonar artistas de su país. Para el artista guatemalteco Hancer, “si las emisoras tuvieran una orden para programar músicos locales tendríamos un avance muy grande en la industria del país porque las emisoras de acá se encargan de sonar más a los artistas internacionales que a los nacionales”. En cuanto a los ingresos por sonar en radio, Hancer cree que lo que ha ganado es significativo para posicionarse como artista e invertir en su propia carrera, pero ve que al ser independiente sin el respaldo de una disquera es muy difícil que pueda mantenerse solo con sonar emisoras: “Me entra dinero significativo por las tocadas de las canciones, pero enfoco las fuerzas en diferentes maneras de ingresos como shows o plataformas digitales”.

La cantautora guatemalteca Dovella finaliza asegurando que hay varias radios o entidades enfocadas en darles visibilidad a artistas locales nuevos, pero que todo debe ir respaldado por un plan de trabajo que abarque medios y mercadeo.

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MÉXICO

El país centroamericano cuenta con aproximadamente 126 millones de habitantes y es considerado por muchos artistas latinoamericanos como la puerta para la internacionalización de sus carreras. Consultamos a 6 proyectos musicales y todos están de acuerdo en que la radio mexicana es vital para la consolidación de sus proyectos, sin embargo, opinan que es muy difícil que sus canciones suenen en emisoras si no cuentan con el apoyo de sellos discográficos trasnacionales.

Pablito Macabrito, locutor de radio en Jalisco e integrante de Machingón, dice que no hay una ley del Gobierno que invite u obligue a las estaciones a programar proyectos nacionales o independientes: “todos actúan a su criterio según la música que toquen en su estación y algunos lo hacen con algún interés y otros de corazón como debe ser”.

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A pesar de que los espacios para músicos independientes y novatos es mínimo hay que resaltar que la participación de artistas mexicanos en las estaciones locales es muy grande, principalmente en géneros como banda, ranchera, balada romántica y, desde hace unos años, reggaetón.

Fear, guitarrista de Allison, agrega que el gobierno actual, liderado por el presidente Andrés Manuel López no está interesado en apoyar el arte nacional, “no hay un apoyo a los músicos y menos en estos tiempos de pandemia porque no hay espacios para tocar y el apoyo al arte está siendo nulo”. Pepe Velázquez Nungaray, vocalista de Rubytates, añade que “el gobierno mexicano no se involucra en muchos temas mediáticos sobre el arte y parece que no sabe cómo dirigir o manejar recursos para apoyar músicos. Debe ser un paso obligatorio que el gobierno sea participe en el tema de la participación radial porque México es un país que escucha muchas emisoras y es muy importante para los proyectos de acá tener esa exposición”.

***

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La experiencia latinoamericana comprueba que sonar en radio es una labor titánica para los nuevos artistas y que los proyectos independientes que no cuentan con el respaldo de grandes disqueras o contactos deben luchar por un puesto en la programación de las emisoras comerciales. Algunos países como Argentina o Chile han implementado leyes que obligan a las estaciones de radio a sonar músicos locales, pero las normas solas no arrojan resultados positivos si no vienen acompañadas de un mecanismo de gestión y vigilancia que, dicho sea de paso, además de regular, evite y castigue una práctica muy extendida en la radio: la payola.

Dicho por músicos de esos países: las normas en ocasiones son ignoradas por los programadores musicales; en otros casos se apoya, pero no se hace con una curaduría seria sino con intereses personales o comerciales, cuando precisamente lo que se busca es una competencia justa entre artistas independientes y firmados por compañías.

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De igual forma los artistas sienten cierto grado de desconfianza entre los entes que recaudan los dineros que dejan las sonadas de canciones en radio. En casos como Colombia, México o Chile no es claro para muchos artistas la forma en que trabajan las asociaciones que presuntamente velan por el trabajo de compositores o intérpretes.

En Colombia, una ley de este tipo se ve lejana, más aun cuando no hay un mapa nacional de las artes. Si bien la Cámara de Comercio de Bogotá ha intentado generar un registro de los artistas de la capital, la pandemia ha revelado cómo los músicos informales viven al margen de cualquier tipo de registro y, por lo tanto, al margen de cualquier tipo de auxilio. 

Los músicos invisibles: artistas informales necesitan ayuda por la pandemia

Es necesario que, tanto emisoras como artistas y público, tomen ejemplo de Brasil. Un país que ha fortalecido su industria musical por el apoyo gigante que le dan los medios de comunicación y oyentes a los proyectos locales que resaltan la importancia de su idioma, sus sonidos y su cultura.

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La discusión entre “la libertad” de programación y su restricción es falsa. Como bien lo han dicho los mismos músicos, se trata de buscar mecanismos para crear escenarios más justos; de reconocer que los grandes capitales destinados a la cultura están volcados en el atlántico norte y que, por simple acción de la ventaja acumulativa, tienen las de ganar cuando distribuyen sus productos. También, de reconocer que el apoyo implica la formación de públicos, ¿o cómo van a llegar nuevos consumidores a las músicas locales cuando las grandes compañías están bombardeando Internet con anuncios? ¿Cómo voy a discernir entre lo que quiero consumir y lo que no si la superficie está toda inundada con lo mismo, si hay que escarbar para buscar lo local? ¿Quién va a formar públicos si las radios comerciales, reaccionando al mercado, se niegan a juntar a lo mainstream con lo local y lo independiente? ¿Quién debería intervenir por sus ciudadanos si no son sus gobiernos?

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