Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Las ‘Galguerías’ de El Kalvo

'Galguerias' es un comentario sobre distintas realidades colombianas. Hablamos sobre cada uno de sus temas.

647336_Foto por Marcell Cano
Foto por Marcell Cano

El rapero bogotano presenta su nuevo proyecto que, junto con ‘Bitute’, conforman su nuevo disco, un comentario sobre distintas realidades colombianas

Por: Santiago Cembrano // @scembrano

Cuando era niño, las galguerías eran uno de los máximos temores de mi mamá, junto con la televisión basura. Por eso en mi casa, en vez de tomar gaseosa y comer papas fritas, las onces consistían en zanahoria y fruta. Comprarme un paquete de Choclitos en el colegio o saliendo de entrenar basket era la liberación: su sabor artificial me alegraba.

Galguerías es el nuevo disco de El Kalvo. Es la otra mitad de Bitute, del que El Kalvo ya presentó todos los temas como sencillos: “Trueno”, “Montaña Adentro”, “Entramado”, “Tiburón de Agua Dulce” y “Gladiador”. Bitute es el sustento, la proteína. Estas canciones muestran un lado más espiritual e introspectivo del Kalvo. Ahora llega, entonces, Galguerías, que también podría llamarse Colesterol: “Cae pesado de noche, genera indigestión y pedorrea. Es como una salchipapa costeña”, dice El Kalvo mientras ríe ruidosamente.

Publicidad

Si Bitute es un estado de conciencia abierta, Galguerías aterriza en todo el caos bogotano; desde los nombres, El Kalvo se sitúa junto con su rap en el altiplano cundiboyacense. Empieza con “Polombia”, un tema de sátira o de reír para no llorar frente al momento sociopolítico de Colombia y su triste gobierno. Desde ese plano general enfoca distintas situaciones: un crimen oscuro y una mujer de malas pulgas en “Nancy”, el panorama de los call centers en “Balaca” y la vida de un oficinista promedio en “Champú”; con “Abducción” comparte una experiencia con aliens y con “Ampolla” apunta hacia la cabeza de raperos a los que acusa de falta de identidad.

Los beats son de Mismo Perro (“Mismo Perro” y “Abducción”), Nano Carulla aka Hobbez (“Nancy”), Demink Beats (“Balaca”) Hi-Kymon (“Champú”) y Brain Bonaparte (“Ampolla”). Galguerías tiene un sonido heterodoxo, con distintos elementos electrónicos. Son beats con movimiento que se ensanchan y achican mientras la canción avanza. “Balaca” se acerca al boom bap tradicional, por ejemplo, pero “Abducción” tiene todo el peso del rock y su guitarra. En seis canciones, Galguerías varía y le da a El Kalvo distintos paisajes para descargar sus rimas, cuyas estructuras, en sí mismas, también son particulares.

Publicidad

647334_medium_galgerias_portada_ok.jpg
medium_galgerias_portada_ok.jpg

Bitute y Galguerías son los primeros proyectos en solitario de El Kalvo desde Mr. Chabakán (2015). Luego habían salido Cero Estress (2017) con 1703 (El Kalvo y Tripa) y Atarbán (2019) con Mismo Perro. La suya es una carrera de alrededor de quince años, en la que el rap es un vehículo para hacer literatura. Galguerías consolida su voz propia y su habilidad con la pluma: en “Polombia” hace crítica política sin caer en consignas repetidas, en “Nancy” demuestra su talento para contar historias con distintos cursos y detalles – incluida la imagen de pedazos de cráneo sobre las papas – y en “Balaca” prueba su poder para abordar un tema aparentemente anodino y elevarlo con su atención y descripción.

El Kalvo es inconfundiblemente El Kalvo. Su voz es muy suya y no hay dudas de la autenticidad de lo que rapea. Eso le otorga la capacidad para abordar distintos temas y hacer canciones interesantes a partir de ellos. En el caso de Galguerías, el panorama es sombrío: un país que se desmorona a nivel macro y micro. El Kalvo es un narrador acertado para ese momento, por el humor ácido con el que se acerca a la coyuntura y por su atención a detalles de esas ruinas nacionales –como en el caso de “Champú”– que otros raperos pasan por alto. Por eso su voz y rapeos aportan con fuerza al panorama del rap bogotano y colombiano.

Publicidad

Mientras él comía maní y tomaba una pola, hablé con El Kalvo por Zoom sobre Galguerías

:::

Publicidad

A veces el rap político para mí se siente como una repetición de lugares comunes. ¿Cómo hace usted para encontrar su voz en un tema como “Polombia”?

Lo primero que se me ocurre es reír para no llorar. En eso somos expertos los colombianos. Esto es un show, un chiste. De verdad el presidente es un muchacho que se pinta canas. No se las quita, sino que se las hace, porque si no sería un peladito todo paila y yuppy. Tecnicista careverga, güevón, que no sabe ni decir el nombre de su país. Quién sabe en qué está pensando, porque también dijo lo de Locombia. Es un títere, de verdad. Ellos han seguido cumpliendo su agenda tranquilos.

El approach del rap político o el cliché del rap político es ser odioso y atacar y ser como criticón. Eso hay que hacerlo, y habrá cierta población a la que ese mensaje le cale. Pero a mí se me hace que ese mensaje rebota en la gente que ya está convencida de que las cosas van mal. Y a mí me parece que hay que hacer cosas que sean más universales, a través del humor, la sátira y la ironía; que logren llegar un poquito más allá, traspasar la barrera del prejuicio de la gente. Porque el uribista dice que todo es un montaje, pero sí ellos mismos, a través del humor, se van dando cuenta de que esas mismas personas que ellos idolatran los joden siempre, y de que todo lo malo que le pasa a la gente es culpa de las mismas ratas que ellos eligen, pero de una manera divertida, de una manera más sarcástica…

Es como lo hacía Jaime Garzón. Para mí, Jaime Garzón y Edson Velandia son grandes inspiraciones para mi manera de acercarme al tema político. Yo duré mucho tiempo haciendo esa música, pero siempre con mucho temor de caer en ese cliché. Después me hastié cuando hice esa canción para Petro cuando lo iban a sacar. Me salió de las vísceras, porque fui jurado de votación cuando el man ganó la Alcaldía y después lo querían sacar, y me ofendió tanto que hice una canción. Fue masivo y movió mucha gente y artistas, fue un granito de arena en ese momento.

Publicidad

Pero luego dije no, marica, no quiero ser un rapero político. Los políticos hacen lo que les convenga a ellos. Petro, la buena, pero puede hacer algo con lo que yo no esté de acuerdo, y ahí quedo encasillado. Voy por la sátira política, por la crítica como de Wally, Alejo Vergel, La Tele Letal con Santiago Moure y Martín de Francisco. Ese tipo de humor político es mi inspiración, güevón. Va por ahí. Porque el odio y la protesta de ah, malditos, los vamos a tumbar del poder, eso solo lo escucha la gente que ya está convencida. Hay que convencer a los que no saben que están jodidos, ni quién los jode.

Eso es “Polombia”. “Champú” es parecida, solo que no es tan chistosa. Es un panorama desalentador, pero no es mi deber proponer soluciones: yo soy un cronista.

Publicidad

Lo que más me trama de “Nancy” es que no es algo de buenos contra malos sino una tía que quiere tener su tienda, pero a la que, si le toca pararse, se para re duro. Muestra mucho cómo es Bogotá, todas las personas tienen su lado gonorrea.

No hay nada más gonorrea que una vieja ofendida. Ofendida porque el man le pone los cachos, el se lo niega y se va al baño. Entran par de ratas a decirla perra. A esta hijueputa no le tiembla la mano y les pega dos fuetazos. Sale el otro gonorrea del baño y ella aprovecha, papi, y ¡pum! La vuelta se resume en el final. Poco tiempo para fingir angustia y cambiar las armas de lugar. Todo fue un ajuste de cuentas, decía la minuta. Hay en un barrio cualquiera, en una esquina cualquiera, una tienda. Es eso.

No lo relaciono con la ciudad, sino con las mujeres. Con la determinación y fuerza de las mujeres, y lo gangsta que puede llegar a ser una nena. Yo tengo amigos gangstas, pero ¿las historias de las cosas que les pasan a mis amigas, lo que superan, y siguen siendo unas diosas inmarcesibles? Es como uf, qué gonorrea. Es un homenaje a eso. Lo pensé como una historia de una nena que es re makia, re áspera con su arma. No se deja.

Las nenas son las más paradas. Les toca más duro porque tienen el riesgo de ser violadas, y eso no lo tienen tanto los hombres. Hay nenas berracas a las que les han pasado por encima una gonorrea, y las han pisoteado físicamente y siguen siendo severas mamás, empresarias, neas también. Poder ser madres les da una berraquera muy hijueputa para todo. Las nenas salvan las vueltas, guardan los fierros, son las más hijueputas, siempre. Son las más leales y las más hijueputas si el man las traiciona. Puede ser la socia más leal, la que le guarda el guayo a la rata, la que carga la droga, la que le cubre las espaldas, la que hace todo. Pero el día en que ese marica la traicione, se va a la mierda. Las mujeres son muy berracas. Tienen más códigos que los hombres en esas vueltas de la calle.

Publicidad

Siempre es un rollo porque contar historias es complicado. Hay que mantener el ritmo, el flow, ser corto, mantener la estructura de la canción, pero contar una historia. Eso es un arte que se ha dejado de hacer por mucho tiempo. Creo que los grandes himnos y canciones que traspasan la historia son las que tienen historia, como “Juanito Alimaña” y canciones de rock clásico. La gente se engancha mucho más así que con algo genérico. Inconscientemente uno va buscando ese camino. Eso es lo que quiero ser.

Balaca” es mi favorita del disco. ¿Cómo ha sido su experiencia trabajando en call centers y por qué quiso contarla acá?

Publicidad

Llevo tres años camellando en call center, güevón. Ya era hora de escribir algo al respecto. Es una experiencia compartida, porque mucha gente lo ha hecho, es un camello que salva patrias sobre todo a la gente que estudia humanidades y le cuesta encontrar trabajos estables o rentables, y los call centers paga bien, güevón. Es una mierda, pero pagan bien. Es fácil: realmente es tener paciencia. “Balaca” es una manera de exorcizar la maluquera de trabajar en eso, de sentir desperdiciado el tiempo.

Pero esa canción no tiene que ver conmigo. Yo siempre he durado al menos un año en los call centers, trabajo re bien. Obviamente soy medio vago, pero tengo buenos resultados y rendimiento. Ese sí es un perfil: gente que se mete tres meses, se campea el training pago y, apenas entra a trabajar, renuncia y se va y ya. Yo no aprendí a hablar inglés en la universidad, ya sabía desde antes, pero hay gente que sí aprendió en la universidad, y al final eso es lo único que les da de comer (risas).

Son puros insights y estereotipos de la industria del call center. Son tres años de ver resto de gente re distinta. Le agradezco a los calls aprender a apreciar la diversidad. Trabajar con gays, lesbianas, trans, viejos, gente re rara y aprender a respetarlos, quererlos y entender su rollo. Al call center llegan todos los rechazados y diferentes, porque lo que importa es la voz. Puedes estar vuelto mierda de tatuajes, ser un deportado re hinchado de anabólicos, pero con una buena voz. Es un teatro. Yo finjo resto la voz para sonar re corny y americano y que no me jodan ni humillen y sea placentero para ambos. En ese sentido es hasta divertido. Pero es una mierda hacerlo diez horas al día. “Balaca” es eso. Es un grito de desesperación y un exorcismo. Igual no le queda mucho tiempo a esa industria, cuando se muera la gente vieja que necesita hablar por teléfono, chao. Dale cinco años a esa industria. La gente ya hoy sabe que es mejor por e-mail.

En el call que estoy ahorita, la gente ni siquiera sabe que soy rapero. Lo he mantenido caleto. Cuando salga este tema, si se vuelve viral seguramente voy a tener problemas, y pues me voy a aprovechar, obviamente. Llevo tres, pero hay gente que lleva cinco u ocho años. Si tu carrera tiene que ver con eso, fantástico. Pero si tú eres un loco como yo o como Nicolás Mejía (Neck Talese, de Los Niños Telepáticos y Conjuro Epiléptico) o Hardem, que hemos sido agentes hermanos de balaca… Hardem duró en un call center un buen rato, y yo lo conocí siendo hermano de balaca. A Nicolás Mejía lo conocí en Comcast en la campaña más difícil que ha habido en el país. Fue como gonorrea, te conozco, te he visto en Matik. Mucha gente ha pasado por esa mierda, pero es “plata fácil”.

Publicidad

Ahorita qué oportuno que todo el mundo está en la casa teletrabajando con una balaquita. La verga, güevón, de perlas. Ese tema lo escribí el año pasado. Salí de un call center, escribí los primeros versos, y cuando me tocó volver… ah este es el cuarto, ahora que lo pienso. Oh, no. “Balaca” es quemar el barco de los call centers. Voy a quedar en blacklist.

647335_jmc_5251.jpg
jmc_5251.jpg

Publicidad


Foto por Marcell Cano

Abducción” es su experiencia alien, ¿no? ¿Qué ha vivido o pensado al respecto? ¿Qué piensa de los aliens?

Fue un sueño muy recurrente. Se fue construyendo hasta ya saber qué estaba pasando, a lo largo de varios días. Primero llegar al pueblo, luego las naves y luego sin poder salir de las casas por las naves que se llevaban la gente. Soñé con eso por mucho tiempo. Me daba mucho miedo pensar en eso. Ese tema tiene bastantes años, viene desde 2013 o 2014.

Pienso que están ahí, que van a venir. Lo que estoy dudando ahorita realmente es si van a ser aliens o gringos disfrazados de aliens. Los gringos ahorita necesitan un gran adversario para poder unificar un poder global. Un enemigo extraplanetario generaría unión. Lo que dicen es que, si los extraterrestres se aparecieran así, generarían un caos incontrolable: las religiones se irían a la mierda, sería muy difícil mantener el orden social. Dicen que los extraterrestres ni siquiera están interesados en aparecer así masivamente y ser evidentes, a menos que nos vayan a volver mierda para desaparecernos o esclavizarnos.

Publicidad

Yo no voy hasta allá. Creo es que es posible que los gringos ya tengan cierta tecnología que sea tan avanzada que parezca extraterrestre. Con un par de acciones bien contundentes nos pueden hacer creer que hay una amenaza inminente, frente a la que nos tenemos que unir. Eso es frente a las naves y extraterrestres que describo en la canción. Pero frente a seres de otro plano y de otros universos y de otras materias, otras vibraciones, no tengo duda de su existencia. Los he visto y he visto ovnis también. He sentido energías detrás de otros planos. O intraterrestres, porque no sabemos qué tan adentro están, y hay conocimiento antiguo que dice que están adentro. Creo que hay que mantenerse abierto a esas posibilidades, pero también hay que tener la desconfianza y la duda de que, si llegan a hacer la versión Hollywood, bro, pues ya sabemos de quién viene. La predisposición cognitiva es brava. Solo nos han enseñado una forma de acercamiento, de contacto, que es violento, colonizador y monstruoso. ¿Qué tal que sea algo re bonito? Que nos quiten el instinto violento. O que lleguen y boten un pulso el hijueputa y nos dejan sin tecnología y nos digan Bueno, humanos, ahora sí vamos a hablar a calzón quitado, ¿cuál es la maricada?

Ampolla” hace varias críticas a un grupo de raperos, pero ¿qué es lo que más le fastidió que lo llevó a hacer esta canción?

Publicidad

La desconexión de su contexto. Me fastidió profundamente ver una oleada de rap latino tan americano. Me pareció tan wannabe y falto de identidad propia, que me ofendió. Tenemos mucha riqueza y mucho por contar.

Paréntesis pequeño: el eje cultura de América está en Colombia: las novelas colombianas, la música colombiana, los artistas colombianos, Netflix, Spotify. Colombianos, bro. Nosotros somos una fortaleza de estilos y sabor. No digo que tengamos que ser afrocaribe o mezclar con ritmos folclóricos. No, nosotros hacemos rap, papi. Todo bien. Tiene que sonar a rap. Pero es que el rap es samplear la música de tus abuelos, no de los abuelos de los gringos. Parto de esa confusión tan chistosa de amigos y colegas de creerse más americanos y negros que indígenas, bro. Estamos en Colombia, papi. Aquí es café con leche. Más indígena y español que negro.

Yo soy un perro de ciudad, bro. No voy a hablarte de lo que no sé. Lo que quise decir en ese tema es que falta mucha identidad propia, amor propio. En Estados Unidos, con la vaina social, ahorita se están dando cuenta de que su raperitos con cadenitas y pelito de colores sirven para tres mondás cuando la mierda se pone seria. ¿Qué van a cantar en la marcha? Bitch, give me my money. Bitch, give me my money. Eso no sirve para nada, papi. Esa música es basura y el rap no es para ser basura.

Entonces tú tienes una mano de chinos maricas hablando de sus tenis, de que quieren ser como X o Y rapero, que el único sueño que tienen es parecer otro güevón y compararse de gratis, inflarse el ego con lo más grande que se encuentren que rime con lo que dijeron. No hay peso, güevón. No hay acciones que respalden esas comparaciones tan grandes. Por eso mi respeto absoluto a todos los graffiteros que rapean. Rxnde Acozta es nea, es inmigrante y el man habla de inmigración y de la mierda que le ha tocado comer. Se lo compro y se lo creo. Pero si me estás hablando en todas tus canciones de la misma maricada… cada canción es una copia de la otra, de cómo eres la verga rimando cuando hablas de lo bueno que eres rimando. Y no haces sino nombrar marcas y mierdas de series. Muy pop, eso no es rap, es pop. Marqueros, güevón, puras marcas de hombres blancos, de emporios de hombres blancos que se lucran por la fantochería de la raza negra, del estereotipo que han implantado. Y nosotros de latinos copiando de eso.

Publicidad

No, güevón. Nuestro rap tiene que ser más útil porque tenemos un poder ni el hijueputa. Pero si los raperos más makias están hablando de sus maricas tenis estamos es jodidos, a lo bien. Son conscientes de lo que están haciendo, pero tienen la cabeza en la fama y parecer gringo y tener una mansión y romperla. No son dueños de nada, de un pedazo de tierra, de una propiedad.

Nanpa Básico, por ejemplo. Le ha dado a su género. Ese marica es un terrateniente, nea. Cuántos raperos que hablan de todas las marcas y sus mierdas y se la pasan ufanándose no tienen nada. Este marica no habla de lo que tiene, habla de lo que siente. Y está forrado, gonorrea. Eso lo respeto más, a lo bien. Es más OG y más real que un güevón que aspira a ser como otro rapero gringo. No les van a llegar ni a las lengüetas.

Publicidad

Le cae a muchos amigos y colegas que la montan de ser Five Percenters y Allah. ¿Qué es esa mierda, bro? Colombiano, papi, ¿qué Allah? Acá hay un montón de conocimiento ancestral re profundo, re cierto y re denso como para que vengas a hablar de Allah. Me siento desconcertado. Cogen de aquí y allá. No son nada. El tema mismo tiene su contra: Los que se sientan aludidos, seguro ya no serán tan cálidos cuando se encuentren conmigo. Perdón, amigos. Sí, a muchos de mis colegas seguramente la canción les cae. Estamos hablando de rap.

Es mi opinión. Yo nunca hago rap de competi, marica, y si se me da la gana de opinar, lo hago. Ese no es mi objetivo, mi objetivo es hacer literatura. Pero, a lo bien, sí creo que hacía falta un jalonsibiris de orejas, un wake up call. Son buenos raperos y los aprecio, tienen mucho que dar, todos. Y le tiré a todos, a todo el que se me atravesó por la cabeza. A los que solo cantan de amor y tusa y están todos deprimidos; y son buenísimos, pero, marica, escucho esa música seguido y me deprimo. O los que solo cantan de drogas. Quién sabe a dónde te va a llevar esa vuelta. Eso vende rápido, como pólvora. Hablar de pussies vende. Pero no nutre, no sirve. Yo creo que uno llegó a la Tierra a servir y hacer algo, no para llenar el mundo de ruido.

A mí me encanta el perreo en noches de farra, me gusta la música vacía también, de todo. Pero en ese tema me quejé y me emputé. Creo que lo demuestro cuando hablo de estilo en el rap. Así no muchos entiendan mi estilo, sé que la gente que hace rap entiende mi estilo. Creo que tengo suficiente estilo como para hablar de estilo. No necesito hacer más canciones de eso, y si alguien me va a tirar, por favor, con nombre propio. Ojalá sigamos siendo amigos (risas).

  • Publicidad