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Los 35 mejores discos colombianos de 2018

Luego de oír y revisar lo que pasó en Colombia durante el año, armamos este listado con 35 discos de lujo que abarcan todos, absolutamente todos los ritmos

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Los 35 mejores discos colombianos del 2018

Una vez más hemos tenido un año glorioso para la música colombiana. O bueno, no tanto. O sí, pero no de parte de todos los componentes que están implicados en micromundillo sonoro nacional -músicos, público, empresarios, disqueras, periodistas, emisoras y hasta el gobierno-.

Mientras los artistas siguen haciendo su parte y lanzando discos y canciones, vivimos un oportunista orgullo por el “gran momento que vive la música colombiana” que, si bien ha empujado y consagrado a grandes nombres, no está haciendo brillar con contundencia a nombres emergentes y también hace que la venta de boletería de conciertos de artistas nacionales sea una ruleta rusa. En la reciente entrega de los Grammy Latino Karol G recibió el premio a Mejor Nuevo Artista luego de doce (¡12!) años de carrera. ¿Pasará lo mismo con el próximo gran boom local? ¿Qué vías tiene un músico emergente para mostrar su música y, sobre todo, vivir de ella con dignidad? Colombia, particularmente Bogotá, se ha convertido en una parada frecuente de las giras de grandes artistas internacionales en conciertos individuales o encabezando carteles de festivales. Eso hizo que este año viéramos actos de la talla de Radiohead, Roger Waters, Depeche Mode o Gorillaz, entre otros. Y eso está bueno pero, ¿qué tanto le sirve a las bandas locales compartir tarima con estos conciertos de primer nivel? ¿Esa oferta sí está formando y sensibilizando nuevos públicos?
Volvamos a la parte agradable: la música. Luego de oír y revisar lo que pasó en Colombia durante el año, armamos este listado con 35 discos de lujo que abarcan todos, absolutamente todos, los ritmos y nos dejan una primera feliz conclusión: acá se está haciendo muy buena música, de factura internacional y que, para quien no se haya enterado, hace rato superó la fusión electrofolclórica. Desde soul hasta techno, pasando por pop, reggaetón, metal, jazz, post-rock e inevitablemente trap, son los géneros que músicos de todo el país han tomado de la corriente internacional para adaptarlos a nuestro contexto y así cantar de los problemas de este incierto presente.
(Nota: la producción ha sido tanta que tenemos preparado un listado, a modo de bonus, con nuestros EP favoritos)
Reseñaron y votaron en este listado: Mariangela Rubbini (@bilirubbini), Fabián Páez@davidchaka, Juan Pablo Castiblanco @KidCasti, Johana Arroyave @johanaarroyave, Sebastián Peña @sebasnews, Muchacho Berraco , Chucky García @chuckygarcia, Alfred Lord @AlfredLord, William Martínez @MartinezWill77, Alejandro Araújo, Paula Ricciulli @ricciup Votaron también: Nadia Orozco @LadyEmpanadia, Zaida Rojas @ZaiRojas_, Nick 'Xtatic' Martínez @NickXtatic, Lizzeth Neira @lizzneira, Jenny Cifuentes @Jenny_Cifu

35. Maluma –

F.A.M.E

En esta nueva era de música efímera y de consumo cultural rápido y desechable, los discos están en vía de extinción para darle paso a sencillos que agiten mediáticamente y se posicionen comercialmente. Uno de los primeros grandes afectados de este fenómeno son géneros masivos como el reggaetón y por eso resulta inquietante que un artista como Maluma combine los lanzamientos estratégicos con un álbum que tenga alguna cohesión conceptual y proponga un viaje sonoro. F.A.M.E. es la tercera ocasión en la que el cantante paisa lanza un disco y, sin cumplir aún los 25 años, prueba su ambición y capacidad de escapar de los estrechos convencionalismos de su género. Una conmovedora apertura en la que oímos más a Juan Luis Londoño, el hombre, que a Maluma, el personaje, arranca un disco que contiene varios de los palos más fuertes en la carrera del artista e infaltables en las fiestas latinoamericanas: Felices los 4, GPS, Corazón o El préstamo. F.A.M.E. también marca la posibilidad de reconocer a un artista inscrito en las grandes ligas que se dio el lujo de tener colaboraciones con capos actuales de la música latinoamericana como Marc Anthony, Nego do Borel o Prince Royce, e internacional como Jason Derulo o Timbaland. Y creanlo o no, por este disco Maluma se ganó un Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum vocal pop contemporáneo. // Juan Pablo Castiblanco

34. Diamante Eléctrico –

Buitres

¿Cómo reinventar una fórmula que ya era exitosa? Después de ganar tres Grammy Latino, Diamante Eléctrico empezó a buscar qué hacer para que su cuarto álbum de estudio sorprendiera a sus seguidores y los llevara a otro nivel. Juan Galeano, Andee Zeta y Daniel Álvarez entendieron que no podían repetir recetas y decidieron tomarse un tiempo largo para la grabación de Buitres. En el proceso se encontraron con la música negra de los 60 y 70, con el blues de los años 20, y decidieron que quería conquistar al público femenino. Así nació un disco mucho más digerible que los anteriores, que no pierde la complejidad, y en el que se arriesgaron a desprenderse de baterías, a darle más protagonismo a los teclados y a incluir al mariachi femenino Flor de Toloache en una de sus canciones. ¿Será este su camino a una primera nominación al Grammy Anglo? // Sebastián Peña

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33. Goli -

Otros ojos

La paisa Sara Rodas, a quien conocimos por el proyecto Mr. Bleat, es especialista en dibujar paisajes cálidos con su voz. Y Goli es hoy por hoy uno de los proyectos más finos hechos en la montaña. Los ocho cortes que componen Otros ojos (su tercera producción después de su álbum debut Primeras nociones y el EP El fondo), a pesar de su textura suave, son canciones tristes que bien podrían musicalizar el final de un film dramático de Almodovar, pero atravesado con un filtro futurista. // Fabián Páez López

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32. Bestiario -

Malviaje

Después de casi cinco años de carrera estos rolos siguen marcando historia. Ingresaron con fuerza a la escena punk con su primer disco Este infierno, presentándose como los irreverentes, mezclando folk y punk, usando instrumentos inusuales para su entorno: acordeón, mandolina, contrabajo, banjo y el washboard. Malviaje, su regreso, son 40 minutos de folk agresivo, visceral y anarquista. Aunque los sonidos no cambian, ni experimentaron una mezcla nueva, este álbum reúne todo el trabajo que han hecho durante estos años. Los sonidos de cada instrumento se sienten más maduros y se nota que cada uno logró enamorarse y apropiarse de él. Las letras huyen del lugar común del punk para buscar críticas directas, con nombres propios. A excepción de sus entregas anteriores la sátira ya no es solo política, sino que se habla de relaciones personales, de la vida y de cómo actuamos en este mundo de interacción inmediata y efímera. // Johana Arroyave  

31. Montañera -

Encarnación

Conocimos la voz de María Mónica Gutiérrez en grupos como Ságan, Suricato y más recientemente en Niño Pueblo. Ahora nos presenta su primer disco solista, Encarnación, bajo el pseudónimo “Montañera”. La cantante, formada académicamente en canto jazz, parece alejarse cada vez más de esa formación y en este disco explora dentro del pop con sonoridades folclóricas, aunque aprovecha esa formación jazzera en pequeñas secciones. Uno de los elementos recurrentes es cierta ternura, un aire a canciones de cuna populares en las melodías y algunos arreglos instrumentales, guitarras muy íntimas y suaves, xilófonos y percusiones menores. Los fraseos de su voz son refrescantes dentro de un mundo pop que se repite una y otra vez. María Mónica maneja su voz a la perfección, pasa de un susurro tierno y suave a una voz fuerte y plena o a un rap con toda naturalidad. La producción de audio es impecable. “Apriétame la manito cuando sientas miedo que yo ahí estaré”, dice en Monte claridad y es muestra de esa ternura que atraviesa los diez tracks del disco. Usando a menudo diminutivos, habla de amor, de la tierra y la naturaleza. Un disco que suena sincero, que saca una sonrisa y genera cierta paz. // Alejandro Araujo

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30. Morat -

Balas Perdidas

 

En junio de 2016 el cuarteto masculino Morat estrenó con éxito su primer álbum de estudio, Sobre el amor y sus efectos secundarios, que les valió varios Discos de Oro y su primera nominación a los Latin Grammy. Ahora, con una madurez evidente, estrenan su segunda placa discográfica, Balas perdidas, cuyo concepto y nombres surgieron de la idea de que las canciones son como esos tiros lanzados al aire que llegan a alcanzar a alguien inocente (o culpable) por razones del destino. El 95% de este álbum lleno de pop pegajoso y con épicos coros, fue producido por la dupla ganadora Andrés Torres y Mauricio Rengifo (sí, los de Despacito), y contó con la ayuda de Juan Pablo Isaza, voz líder de Morat. // Sebastián Peña


29.  L´Omy –

Nos quitamos los patines

Ómar Moreno, mejor conocido como L´Omy, ha inspirado muchas de sus canciones en la fiesta, la cultura picotera y la fusión de varios de los ritmos bailables con los que creció en Pescaíto en el Caribe colombiano. “Colet sound” es como ha querido denominarse el estilo de música que hace este artista samario que lleva publicados tres discos y cientos de canciones desde que inició su carrera musical hace ya casi 15 años. Nos quitamos los patines es el nombre que lleva su más reciente placa discográfica, que estrenó en mayo de este 2018 (la primera fue Pa´que la metas en el Ipod!, y la segunda Móntate en el patín). El disco incluye 15 canciones que reafirman la jerga divertida y desparpajada de este costeño que bien podría ser uno más del combo Trapical Minds. “Coleto”, “peye”, “mucho Flow”, “súper cool” y “súper hot”, son solamente algunas de las palabras que sobresalen en un disco que, si se oye de comienzo a fin, tiende a volverse un poco repetitivo. Sin embargo, se trata de un álbum entretenido en el que L´Omy llega, incluso, a dedicar abiertamente Nubes negras de Los De Adentro en la letra de una de sus canciones. Yera, creador de uno de los grandes hits de L’Omy, A mí me gustas tú, publicado en 2014, y actualmente parte del colectivo Trapical Minds, aparece mencionado en el álbum. Que el creador de hits radiales como Amigos especiales de Blindaje 10 haya metido la mano este disco, es algo más que evidente. Nos quitamos los patines invita a ser escuchado a altas temperaturas en fiesta piscinera o playera. // Mariangela Rubbini

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28. Pedrina -

Prisma

Prisma es un álbum que representa muy bien los sonidos del pop latino contemporáneo, guitarras españolas y una muestra de las grandes influencias que la cantante bogotana obtuvo en su anterior proyecto, Pedrina y Río. De hecho en este álbum su anterior escudero de batalla musical, Javier Cerón, participa como productor y cantante en Adiós y Billete falso. Otros que acompañan a Pedrina en este debut como solista son el argentino Juan Ingaramo en Inevitable, y Martina La Peligrosa en el sencillo que presentó el disco, Hoy. Prisma contiene nueve canciones con letras de amor y desamor, hechas para identificarse con ellas, logrando un disco digerible fácilmente y que seguramente posicionarán a la cantante en el mapa del nuevo pop latinoamericano. // Alfred Lord

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27. N Hardem + Las Hermanas -

Rhodesia

N Hardem y Las Hermanas son nombres claves en la movida que está revolcando y redefiniendo la producción de hip hop en Colombia. Juntos hacen parte del naciente y cada vez más fuerte colectivo de hip hop alternativo Indio, del que también hacen parte nombres como Ruzto, Ecks, Dj Blanko, Mismo Perro y el artista gráfico Skore. Su encuentro luego de varios discos individuales fue un proceso intuitivo y experimental de prueba y error. Las Hermanas, fábrica reconocida de pistas y beats angustiantes y venenosos, fruto de collages y juegos de sampleo de su creador Diego Cuellar, se puso al servicio de la ácida poesía urbana de N Hardem. Melodías fueron y vinieron y así se definieron cuáles serían las ocho que más servían para este juego colectivo y que fue masterizado por Benjamin Calais, dueño del bar/espacio cultural/bastión de la independencia sonora Matik Matik. Para Las Hermanas fue un momento de simplificación sonora; para Hardem todo lo contrario; para ambos, un exorcismo espiritual. Rhodesia, el resultado, es un disco misterioso y encriptado con múltiples capas de significado que debe oírse una y otra vez. // Juan Pablo Castiblanco

26. 1280 Almas -

Marteko Euriak

El octavo álbum de estudio del tradicional grupo bogotano fue grabado en el País Vasco. Y este detalle es significativo porque hay que destacar la calidad sonora de Marteko Euriak (así, escrito en euskera). porque se oyen nítidos sus relieves y texturas. Esta vez “Las almas” ensamblaron una propuesta de 44 minutos que echa mano del punk rock, el reggae, la música latina y el rock psicodélico. Su sonido puede gustar o no, pero es innegable su vivacidad y la madurez que han logrado tras 26 años de carrera. // William Martínez

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25. ChocQuibTown -

Sin miedo

Sin Miedo es una placa discográfica arriesgada y difícil de digerir para quienes esperaban que ChocQuibTown siguiera sonando a Somos Pacífico y De dónde vengo yo. Aunque sí, suenan a eso, pero evolucionado. Slow, quien se puso la 10 como productor de todo el disco, se encargó de llevar a Goyo y Tostao al límite. Funk, hip hop, dancehall jamaiquino, afrobeat, reggaeton, R&B, la inspiración del General y de los sonidos de Panamá que también se hace evidente, la participación de Nicky Jam, Wisin, Carlos Vives y Alexis Play, e incluso, un CQT que se samplea a sí mismo en una de las canciones, es solamente una partecita de todo lo que encontrarán. Incluso hay espacio para un vallenato en el que la marimba de chonta reemplaza al acordeón. Es inesperado, sí. Es decidir salirse de la zona de confort y proponer algo distinto, cuando todos esperaban la canción de su preferencia, pero con otro título. // Mariangela Rubbini

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24. Bituin -

Lluvia en el maizal

El trabajo que Bituin ha hecho en sus tres discos con el cancionero latinoamericano popular, inmortalizado en las voces de artistas como Mercedes Sosa, Violeta Parra o Caetano Veloso, es lo que haría un asesor de imagen vanguardista con la pinta de una señora bien señora. Es decir, revolcar sus raíces, sacudir su apariencia, ponerle ácido neon y devolverlo a la calle para que viva entre la gente. En esta ocasión, el cuarteto integrado por las prodigiosas hermanas Las Añez (voces) y los hermanos De Mendoza (contrabajo y batería), buscó compositores vigentes colombianos y algunos amigos cercanos. De esta manera es que canciones escritas por Edson Velandia y Abelardo Carbonó (en el grupo de los “famosos”); por jóvenes como Lorenzo Márquez, Lucas Gil, Kike Mendoza,  Santiago Jiménez o de  Carlos Esteban Gómez; o por las propias Juanita y Valentina Añez, protagonizan este singular experimento de jazz latinoamericano, jazz colombiano, vanguardia continental, folclor futurista surreal o como quiera llamar este atrevido y prodigioso ensamble. // Juan Pablo Castiblanco

23. Yuri Buenaventura –

Manigua

Este maestro salsero radicado en Francia presenta un trabajo que parte de una profunda investigación de meses sobre la manigua: un tambor que pertenece al Pacífico y Caribe colombiano. El conocimiento recogido se transformó en un proyecto ambicioso que junta la salsa, la tradición afroamericana y el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de Bogotá quienes le propusieron a Yuri Buenaventura hacer un disco conjunto. Las composiciones originales, más tres covers de Francis Cabrel interpretados en francés e italiano, se convirtieron en este Manigua, donde Buenaventura ejerció de director artístico, cantante y compositor, y donde el tambor es protagonista indiscutible. El sentimiento de Yuri y la profundidad sonora de la Orquesta Sinfónica hacen que este álbum sea una pieza de colección que hay que tener en casa. // Sebastián Peña

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22. Después del viernes –

Noctursencia

Noctursencia fue una palabra inventada por la banda Después del Viernes con 2 significados: esencia nocturna, pero también ausencia: una especie de “melancolía feliz”, según la describen sus integrantes. Este es también el nombre de su primera producción, una propuesta con una muestra ecléctica entre hip hop, jazz, soul, R&B y hasta salsa. Después del viernes nos trae un álbum consistente y un retrato fiel de la vida en la ciudad en beats sofisticados y letras muy anecdóticas, con esos momentos que conforman nuestra espera al sábado. // Paula Ricciulli

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21. Ságan -

II

Cuando Ságan -el dueto compuesto por María Mónica Gutiérrez y Felipe Ortega- presentó su disco debut Cada célula (2015), se convirtieron inmediatamente en uno de los autores de música más vanguardista y fresca de la música colombiana. Ahora, con su segundo larga duración II, reafirman este puesto de privilegio en un disco que, como ellos mismos explican, “narra temas como la atracción, el cambio, la belleza de la muerte, los sueños, viajes y deseos más internos, la fuerza de la naturaleza”. Influenciados y conectados con una movida global de chillwave, electropop y dream pop, entre otros, la banda le dio su propio sello a estas texturas con melodías robustas potenciadas por la delicada voz de María Mónica Gutiérrez. II es un disco que se canta, que se baila, que tiene un ángulo ligeramente más pop respecto a su antecesor, pero que no deja de ser estremecedor, conmovedor y poderoso.  // Juan Pablo Castiblanco    

20. La Gra$a -

La Gra$a

El colectivio Moebiuz reúne algunas de las lenguas más voraces del rap paisa. A pesar que cada uno tiene nombre y carrera de peso, que trabajan juntos en los proyectos del otro, era inevitable que terminaran juntándose para armar una peligrosa bomba imposible de ignorar. Granuja, Zof Ziro, Doble Porción se montaron sobre las pistas de otro talento que viene pisando fuerte y que también puso su voz: Crudo Means Raw. Esta Fania All Stars rapera tomó como referente la escena neoyorquina noventera para armar su descarga de líricas irreverentes, inteligentes y desafiantes construidas alrededor del beat, que botan balas como “somos la calle pero no la presumimos, tu carrera de mil años en un tema resumimos” o “prende la llama / para los panas / para las damas / ¡fuck you fama!”. // Juan Pablo Castiblanco // (Por Juan Pablo Castiblanco)

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19. Arrabalero -

Sudoku

A primera escucha, Arrabalero es una banda de difícil digestión. Es una especie de jazz con distorsiones; medio indie, medio rock progresivo. Después de darle play varias veces a las dos caras que componen su segundo disco, Sudoku A y Sudoku B, se encuentra uno con una visceralidad exploratoria muy atrayente que atraviesa todo el proyecto. El lado A de Sudoku lo componen cinco cortes más pausados y meditativos en los que aparece cada tanto como un espectro flotante la voz Luisa Quiroga; los cinco cortes del lado B, en cambio, proponen un paisaje instrumental más brioso, como para ponerse una chaqueta de taches. // Fabián Páez López

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18.  Cachicamo -

Esbozos del llano

Un porcentaje importante de las bandas colombianas del 98 para acá se describen como una fusión de la música local con equis ritmo(s) foráneo(s). Las más recientes, naturalmente, vienen siendo una fusión de la fusión de la fusión. Pero este combo de bogotanos (y un chileno), que recién se armó en 2017 como parte del proyecto de grado de pianista de jazz de Andrea Hoyos, logró una tarea compleja para ese background de la producción criolla: hacer una fusión novedosa con esos mismos elementos. El primer disco del septeto Cachicamo, bautizado así porque es como les llaman a los armadillos en los llanos colombo-venezolanos, es un disco de jazz brillante. También es un estudio pulido de la música llanera; a pesar de no utilizar los instrumentos clásicos del joropo se apropian de sus sonoridades con una convicción jazzera tan clásica como moderna y vertiginosa. Esbozos del llano es el título de esta placa debut que por la inercia propia de su calidad tuvo que trascender y salir del salón de clases para volverse un producto comercial. Tiene seis canciones de entre seis y once minutos con una estructura similar: empiezan con una calidez abrasiva y poco a poco se van pasando a lo impredecible. A excepción del quinto corte, Niña muerte, donde pone la voz Ana Milena Lozada, es un proyecto instrumental. Pónganle cuidado a esta banda. Por favor. // Fabián Páez López

17. La Pestilencia -

País de titulares

El séptimo álbum de estudio de La Pestilencia ofrece el hardcore punk de siempre, pero con una calidad de grabación más pulida. País de titulares fue producido en Heards Studios, con sede en Los Ángeles, y contó con la mezcla de Nicolas Essig, quien ha trabajado con Daft Punk, Lana del Rey, Calvin Harris, entre otros artistas. Después de 32 años de carrera, La Pestilencia sigue cantándole a que estamos perdidos por los políticos corruptos, que mucha gente no es capaz de pensar por sí misma, que las negritudes siguen abandonadas a su suerte. Una voz de denuncia necesaria en el panorama sonoro colombiano. // William Martínez

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16. Nicolás y los Fumadores -

Como pez en el hielo

 

Antes conocidos como Santiago García y los Pantalones Elegantes, son un cuarteto muy bogotano que nos presenta su primer trabajo discográfico. Este proyecto sobresale por su autenticidad y el desarrollo de un concepto artístico coherente. ¡Severa joyita de la capital! Con un sentimiento de nostalgia, sus letras coloquiales y su sonido casero reivindican al rolo. Denotan influencias que van del rock experimental como Sonic Youth hasta la psicodelia indie de Connan Mockasin. Canciones como Bailando triste o Triste otra vez se podrían convertir en el himno de una generación.  En el disco se escucha buena química entre los músicos que acompaña una potente voz que nos remite al grunge de los 90. Inviértanle a este disco que merece por lo menos 20 lucas. Track recomendado: Bruce y Margaret // Muchacho Berraco


15. Montaña -

Coordenadas

Este cuarteto bogotano tuvo un disco debut sorpresivo. Nos muestra una sonoridad bien definida, ejecutada por un formato instrumental con baterías y guitarras poderosas que se pasean entre el math-rock, el post-rock y un gramo de progresivo. Es un disco que vale la pena escuchar de principio a fin ya que maneja una narrativa sólida, que invita a probar un poco de la libertad con la que el rock debería hacerse. Este disco vale la pena escucharlo entre un disco de Foals y otro de Battles. Track recomendado: Aconcagua + Cocuy.  // Muchacho Berraco

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14. Aterciopelados -

Claroscura

El octavo álbum de estudio de la banda bogotana es un verdadero proyectil disparado a la industria de la música. En una época donde la etiqueta de lo “urbano” pareció abarcar todo el espectro, Aterciopelados apostó a su sonido de siempre. Durante más de tres décadas han pisado los escenarios del mundo entregando himnos que han traspasado generaciones, demostrando que se pueden explorar sonidos sin perder la identidad de la propuesta musical. Claroscura presenta a Andrea y Héctor renovados y cargados de sonidos electrónicos y ranchera; sonidos andinos e indígenas que representan muy bien el mood Atercio. Canciones como Dúo, Soñemos un bosque, Despierta mujer, Tumbao y Ay ombe (Vamo’a relajar el pony) mantienen todo ese espíritu libre y contestatario que les conocimos desde siempre. La producción de cinco canciones estuvo a cargo de Cachorro López, que ha trabajado con casi todas las bandas latinoamericanas de culto; y las otras siete por Héctor Buitrago, que mantiene el color y la mística de la banda, representante no solo del rock latinoamericano, sino convertida también en símbolo patrio. Los Aterciopelados están más conectados que nunca en esta nueva era de luz y sombra. // Alfred Lord

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13.  Granuja -

Messier 64

Granuja nos sorprende con un disco instrumental que nos lleva a un viaje en el cosmos. La sección rítmica es bastante básica y llega a ser un poco monótona, pero esto es entendible ya que por encima del beat se desarrolla un mundo de texturas que se codea con la compleja ambientación del vaporwave. Deliciosos tintes jazzeros con la particular sonoridad del Fender Rhodes y el contrabajo que parece que fuera un jam grabado en New Orleans. Con samples sacados de grabaciones de radios y transmisores se logra una narrativa y se crea una imagen cinematográfica compuesta por 18 tracks. Es un disco para relajarse y disfrutar después de un largo día y sacar a su mente de la rutina. Puede compartir espacio en una colección que tenga a Moon Safari de Air y A Color Map of the Sun de Pretty Lights. Track recomendado: Ondas. // Muchacho Berraco

12. Rolling Ruanas -

Sangre caliente

Sangre Caliente es la placa que mejor representa el momento de viviendo Juan Diego, Fer, Guillermo y Jorge. O mejor: Los Rolling Ruanas. Han pasado cuatro años desde que hacían covers en carranga de himnos reconocidos del rock y hoy, aunque la carranga sigue siendo protagonista, cada vez le suman más recursos: música andina, rap, cumbia, sonidos electrónicos y, desde luego, el rock enruanado de siempre. Bajo la producción de Mario Galeano, Sangre Caliente contiene trece canciones, donde sobresalen las colaboraciones de Inti – Illimani (La edad primera), una cuota de folclore chileno que enriquece el sonido de los andes colombianos; Rap Bang Club (Rajaleña), que atiza las coplas tradicionales con las líricas del rap; y Fémina (Químeras), que se une con el coro femenino de las argentinas y su estilo gitano. // Alfred Lord

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11. Piso 21 -

Ubuntu

Ubuntu es el primer álbum que Dim, Llane, Pablito y Profe lanzan firmados con un disquera grande como Warner Music. Después de recorrer el camino de la independencia desde los inicios de su carrera, hace ya 11 años, y de lanzar un primer trabajo homónimo en el 2012, los Piso debutan en el top de los listados de las plataformas de streaming y en las grandes ligas de la industria, con una placa discográfica que promete traerles más de un reconocimiento a nivel internacional en los próximos dos años. Este disco habla de la importancia de la individualidad de cada uno de los integrantes, pero al mismo tiempo de cómo ellos componen un todo. Además de Paulo Londra, contó con la participación de productores como Julio Reyes Copello, Juan Pablo Vega, Andrés Torres y Mauricio Rengifo, Sky, Mosty y hasta el mismísimo Ben Billions (que ostenta haber trabajado con artistas como Beyoncé y The Weeknd). Para confirmar el éxito indiscutible que será este álbum,  se incluyen colaboraciones con artistas como Manuel Turizo, Zion y Lennox, y hasta Fonseca. // Mariangela Rubbini

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10.  Velandia -

Montañero

El álbum Montañero de Edson Velandia es, en principio, un álbum infantil con ilustraciones de su pequeño hijo. Y la frase “en principio” tiene que ver con que al igual que le pasó a su Sócrates, el disco de 2007 que realizó junto a los niños del jardín La Ronda de Bucaramanga; posiblemente termine ingresando a la lista de favoritos de quienes han tenido a bien coleccionar o conocer toda su discografía. Montañero, de entrada, tiene un título que se muestra orgulloso de su procedencia. No hay que olvidar que en muchas partes del país aún llaman así a las personas del campo, pero para rebajarlas, para hacerles ver que son ignorantes, pobres ó, en su defecto, que vienen de la montaña y que venir de la montaña en esta sociedad es carecer de cualquier entendimiento y cultura. El Montañero de Edson Velandia no es otra cosa que música del campo, melodías laboriosas pero simples que transcurren tranquilas, pero con la misma gracia y cadencia que tiene, por ejemplo, un bus escalera cuando agarra un camino sin pavimentar y lleno de curvas de alguna zona rural. // Chucky García

9.  Aguas Ardientes -

Guarever

Hay cosas que definen muy bien lo que pasa entre los límites de este surreal terruño en el que nacimos. Como que nuestra bebida insigne sea el aguardiente o que por más que uno trabaje al final del día “no haya luka para ni mierda”. Y esa colombianidad, tan criolla y folclórica; tan cruel hasta lo chistoso, es la que aparece narrada en el disco debut de Aguas Ardientes: Guarever. Una sátira folk muy a la bogotana: bipolar, cínica y oscura. Son doce tracks cargados de ocurrencias que por ratos suena a folk norteamericano y por otros a blues o cumbia. En el universo de Guarever caben un duende violador de Transmilenio, reflexiones sobre la muerte y el machismo, ñeros atracadores y lo que muy seguramente puede convertirse en el himno del lamento clásico del tercer mundo:  No hay luka.  // Fabián Páez López

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8. Monsieur Periné -

Encanto Tropical

La banda de Catalina García, Santiago Prieto y Nicolás Junca tan solo necesitó dos discos y un poco más de cinco años de carrera, para ganarse una posición de privilegio dentro de la nueva música colombiana y empezar a brillar en el mapa latinoamericano. Su tercer disco de estudio no estuvo por debajo de las expectativas y, repitiendo la fórmula de Caja de música (2015), volvió a contar con la producción del puertorriqueño Eduardo Cabra (el Visitante de Calle 13, el lado humano en Trending Tropics) demostrando las ambiciones trasnacionales de la banda. Mientras la voz de Catalina García sigue siendo el hilo conductor (aunque Santiago Prieto se le sumó en Me vas a hacer falta), las melodías hacen una exploración por distintos paisajes: un híbrido entre lo orgánico y lo electrónico, lo latinoamericano sin ser un disco de folclor, lo romántico sin ser cursi, lo pop sin ser superficial. Con Encanto Tropical, Monsieur Periné se consagró como una banda que se da el lujo de ser su único referente. // Juan Pablo Castiblanco

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7. ha$lopablito -

Es el puto sueño

¿Necesitaba grasa la empanada del trap? Absolutamente. Y ha$lopablito le puso tanta que dejó la servilleta transparente. También ají, mucha salsa y un vino del D1, porque suena callejero pero fino. En los 14 cortes que conforman su primer disco, Pablo y su fórmula de los Changua boyz, Aaron Moreno, colombianizaron el trap del absurdo que patentaron los españoles y bajaron de los carros llenos de viejas en bola al trap de los reggaetoneros latinos.  Es el puto sueño se convirtió en uno de los discos más relevantes del año, no por que Pablo Pablito sea un prodigio de la afinación o porque sus pistas tengan una producción de punta, sino por la capacidad que tiene de rapear y desnudar las complejas banalidades de la vida de la clase media bogotana; cruda, pintoresca, arribista, bombardeada por la narcoestética,  sometida al uso del Transmilenio, bendecida y afortunada por lo barato que hay en el D1, pero endeudada con el Icetex. En el disco, que echa mano de varios samples de funk, disco y hasta de un reggaetón, colaboran Rap Bang Club, Cero 39 y TSH Sudaca. // Fabián Páez López

6. Aerophon -

Horizonte

Una poética particularidad del horizonte, como concepto, es que es aparente. Es decir, que no existe sino ante los ojos del observador. Quien lo mira, lo percibe como una línea divisoria entre el cielo y la tierra. Esa horizontalidad plana lo que hace es esconder la forma real del planeta: es un fragmento de algo más grande. Y Horizonte, el sexto disco de esta agrupación bogotana, es precisamente eso: un ejercicio contemplativo y personal de las dos cabezas al mando de Aerophon, Frank Takuma y Ruzto; una mirada lejana hacia el pasado, a sus diez años de carrera; pero también un trabajo inquieto de reflexión sobre el futuro y las posibilidades del hip hop colombiano. En el track que le da título al álbum, una tremenda colaboración rapeada sobre un exquisito beat medio EDM medio chillstep producido por Argüello, está inscrita el alma de la placa: “los años no te hacen, al contrario, falta mucho”, rima Takuma en una de las líneas. El disco lo compone un intro y 10 canciones cero pretenciosas, con letras reflexivas y en las que se destaca una ética colaborativa y sin prejuicios que se traduce en la inclusión de nombres que abarcan un espectro rítmico muy amplio: Juan Pablo Vega, Argüello, Alcolirykoz y Rap Bang Club. Además, claro, de la participación de Camilo Moratto, que hace parte de la nómina de Aerophon. Horizonte es, sin duda, uno de los discos de hip hop más relevantes de los últimos tiempos. // Fabián Páez López

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5. Lianna -

Como el agua

Después de estar metida muchos años en el universo del hip hop criollo, Lianna es un fenómeno R&B con la potencia del rap y una proyección pop que, tarde que temprano, va a reventar. Como el agua es su segundo álbum, la continuación de su título lanzado en 2012 Paciencia. Y, hay que decirlo, este lanzamiento tiene una propuesta estética más sólida. Empezando por la tapa del disco, los colores de los videos, hasta el beat astral producido por Crudo Means Raw en Muy Tarde o el Coctel espacial en el que colabora con Gambeta se nota una unidad conceptual renovadora. Lianna explora su capacidad vocal con versatilidad sobre instrumentales brutalmente sexys. // Fabián Páez López

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4. Kali Uchis -  

Isolation

A Kali Uchis la tenemos en el radar desde hace tiempo por varios de sus sencillos, por sus colaboraciones con Gorillaz o Tyler the Creator y por un EP de nueve canciones que lanzó en 2015, titulado Por vida. También porque, aunque se crió y se construyó como artista en Estados Unidos, y su música pareciese un producto anglo, su registro de nacimiento es pereirano. Y tras varios años de ser el tema de conversación por ser respaldada por nombres como Snoop Dogg, Isolation es, por fin, su primer álbum de estudio: un lanzamiento tempranero de 2018 que la trajo a Estéreo Picnic para ratificarse como figura determinante de la música alternativa en su tierra natal. La placa de 15 canciones es una muestra de un amplio rango de referencias temporales, territoriales, visuales y sonoras que convergen y se cruzan en su historia como latina migrante. Su apariencia de diva ochentera y un estilo que transcurre entre el soul y el R&B moderno, colaboradores como Tyler the Creator y otra joven joya del R&B como Jorja Smith, sumados a la dosis de “latinidad” que le imprimió al disco al juntarse con el reggaetonero paisa Reykon hablan de una Kali Uchis que representa la gentrificación de la estética de las periferias. // Fabián Páez López

3. J Balvin -

Vibras

¿Qué es lo que hace J Balvin hoy en día? ¿Se podría decir que sigue haciendo reggaetón? Si uno toma adictivos cortes como Mi gente, Peligrosa (con Wisin & Yandel), Ahora o Machika, la respuesta es un fácil “sí”. ¿Pero qué decir de sensuales y sutiles híbridos como Brillo (con Rosalía), Ambiente o Cuando tú quieras? ¿Dónde meter a J Balvin, el colombiano que hoy por hoy puede llegar a ser nuestro embajador cultural más rutilante? En un género donde pareciera que todo ya estaba dicho, donde los clichés estaban reutilizándose más de la cuenta, Balvin llegó para sacudir el mapa con elegancia y sutileza. No abandonó el inconfundible beat del “perreo”, no dejó de hablar de seducción y baile, pero revolcó las raíces mismas del género y volvió a hacer un disco que, como dice uno de los documentales dedicados a su carrera, redefine el mainstream. // Juan Pablo Castiblanco

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2. Mitú -

Los Ángeles

Dos discos en menos de diez meses revelan el intenso y frenético ritmo creativo del dueto integrado por Julián Salazar y Franklin Tejedor “Lamparita”. Mitú se convirtió en una máquina incesante e inclemente de hacer música electrónica y eso mismo le ha permitido jugar con ese sonido como si fuera plastilina, retorciéndolo, licuándolo y estirándolo. Lo curioso es que, en vez de llevar su exploración al ruido extremo, Mitú, con esta etapa llamada Los Ángeles, ha llegado a un momento de música más reposada, pero que no ha perdido su ímpetu y la capacidad de incendiar pistas de baile. Su nuevo capítulo de “tecno de la selva” es un diálogo cada vez más intenso entre lo análogo y lo digital, con más usos de instrumentos acústicos y embadurnado de más sonidos tropicales. Por eso este año se convirtieron en una de las bandas colombianas que más giró en el mundo y que incluso fue invitada por New Order para tocar junto a ellos en Londres. //  Juan Pablo Castiblanco

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1. Mabiland –

1995

 

Letras quirúrgicas que hilan muy fino las emociones, una voz potente e instrumentales construidos con rigurosidad se juntaron para darle vida a un disco gratificante y revelador. Nuestro favorito de 2018 y ganador del Shock Fest Medellín. 1995 es un ejercicio de exploración personal en el que Mabiland rompe sus paradigmas sobre sí misma, pero también es una excavación profunda por las metonimias y metáforas que comprometen el ego, la inseguridad y el deseo.

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Mabiland nació y creció en Quibdó pero se trasteó a Medellín a formarse como artista audiovisual.  Allí, casi que por accidente, para un trabajo universitario, desenfundó todas las letras que tenía guardadas desde niña, perdió el miedo a la tarima y construyó su carrera como artista. Fichó a un equipo de paisas que más que su banda son hoy su familia adoptiva y hace dos años lanzó su primer EP, Ciclos. La aceptación fue tal que tuvo que parar de estudiar y dedicarse a su música. La llegada de su álbum debut llama la atención porque presenta muchas texturas. Con el pasar de las canciones va soltándose por lugares inesperados, por ritmos que evitan escribir cualquier cliché sobre su obra. Lo que en un principio suena a una versión colombianizada de Amy Winehouse, con un soul potente y erótico, termina por ser también reggae, hip hop, jazz, R&B y hasta bachata. Lo que hizo Mabiland es la muestra de un repertorio omnívoro que trasciende los sonidos y que abarca referencias que van desde la literatura de Saramago, pasan por Mr. Robot y se cruzan con Sigmund Freud. 1995 es un disco que no pueden pasar por alto. // Fabián Páez López

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