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Love of Lesbian toca las puertas de Colombia

Hablamos con una banda catalana sorprendida por “inmensa minoría” de seguidores que tienen en Colombia: Love of Lesbian.

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Fotos: Alejandra Mar

Dos escenarios llenos en Colombia cantaron al unísono sus canciones nuevas y viejas, y les dejaron la sensación de que no habían tocado techo, de que su público en Latinoamérica seguirá creciendo.

Por Beatriz Valdés Correa - @Beatrijelena

Un sombrero de mago se vio sobre la cabeza de Santi Balmes, cantante y compositor de la banda española Love of Lesbian. No era el único accesorio que los aclamaba en el público del concierto Radiónica, en La media torta de Bogotá, y ellos lo vieron: su público colombiano no es tan pequeño como pensaban. Es una “inmensa minoría”, como dice Balmes.

Los pequeños públicos no les son ajenos. La banda de Barcelona comenzó en la música hace ya 20 años, cantando en inglés, lejos de su lengua materna, el catalán, y de la oficial, el español. Y fue clave cambiar el idioma, cantar en el idioma que se piensa. Cuando lanzaron su primer álbum en español, el público empezó a crecer. Sin embargo, solo alcanzaron un reconocimiento internacional y llenaron escenarios grandes 11 años después, en 2009. Ese fue el año en que lanzaron el álbum 1999 o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna. Un disco sobre el amor que ya no es, que se rompe y se escapa, que es contradictorio. Fue el disco que les cambió la vida y por el que el mundo latinoamericano conoció a este grupo independiente que cantaba poesía en español.

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Los cinco hombres que, paradójicamente, conforman el amor de lesbianas, en su segunda visita a Colombia presentaron su disco más exitoso, El poeta Halley: trece canciones sobre el mundo de las palabras.

Antes de subirse al escenario del concierto Radiónica, Julián Saldarriaga (guitarrista) y Santi Balmes conversaron con Shock sobre su proceso de creación, lo que los interpela como banda, los proyectos que tienen en mente y una deuda que sienten que esperan saldar.

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Solo han venido dos veces a Colombia, ¿por qué no han tenido al país como un destino para presentarse?

Santi Balmes: Yo nunca llegué a imaginarme que sucedía algo en Colombia con nuestra banda. Jamás. Los últimos cinco o seis años estoy a marchas forzadas sacándome todas las ideas preconcebidas. Pensaba que aquí triunfaba un tipo de música y ya está, que no iba más allá de la música latina, caribeña, el reguetón. Eso no deja de ser cierto, pero hay una inmensa minoría que está ávida por escuchar otras cosas. Esa gente que tiene ganas de que le cuenten historias en español, pero de otra manera. Aquí estamos llamando a la puerta, toc toc, y nos ha acogido superbien.

Julián Saldarriaga: Mis papás son de Medellín, pero yo nací en Barcelona. De algún modo soy un "Catallín, paisalán” criadito con sanchoco, empanadas y arepas.  La verdad es que en mí siempre había un deseo de presentarme en Colombia. En España conocí a Jaime Nieto, que es un colombiano que tiene un podcast de música lationamericana, y él me presentó al Álvaro, de Radiónica y ahí empezamos a urdir este plan. Yo le dije "mira, a mí me interesa mucho Medellín". Hemos hecho mucho esfuerzo todos, también porque entendemos que no ganamos nada más que la posibilidad de que el público colombiano nos conozca y nos vea en directo. Es como un trueque.

S.B: Julián cuando llegó a Medellín pegó un grito y dijo: Primooooos, he llegado. Y de todas las montañas empezaron a bajar personas. (risas)

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¿Qué significó hacer El poeta Halley y El gran truco final?

S.B: Es muy complicado, si te preguntan cómo salió todo, sale de una pequeña chispa, de una cerilla. Que te envié un WhatsApp a las tres de la mañana, Julián, y te dije "El poeta Halley". A partir de ahí se trabaja todo un corpus lírico que ni siquiera sabes cómo ha surgido, pero simplemente te dejas llevar por el inconsciente y al final te acabas dando cuenta que hemos hecho un disco de amor hacia el mundo de las palabras. El poeta Halley lleva 121 semanas en lista de ventas, sin haber salido jamás. Es una auténtica barbaridad para un grupo independiente y te hace pensar que no habías tocado techo, como pensabas. Te das cuenta de que es un disco enorme respecto a la ambición que emanaba con la cantidad de metáforas... no sé si realmente nos apetecería repetir El Poeta Halley, estando muy orgullosos de él, pero ¡dios mío de mi alma! Todo entero no.

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¿Cómo hicieron El poeta Halley? ¿Harían otro disco de la misma manera?

J.S: Fue muy premeditado. Nosotros veníamos en 2014 de dos giras muy intensas, dos números uno con La noche eterna y con el cambio de vida que nos supuso 1999, íbamos acelerados y decidimos parar toda la maquinaria y no hacer conciertos en España, que es lo que más tiempo nos ocupa. Fue empezar a componer desde la nada, desde el silencio. Yo recuerdo a Santi en el jardín de su casa diciéndome "es que no veo cómo voy a encarar esto, no sé de qué hablar, no quiero escribir más sobre amor y desamor". Porque teníamos la música y la letra él siempre la viene a hacer después.  Me decía: "es que el carbón que alimenta la maquinaria es cuando salgo de gira con vosotros y nos pasan cosas, imagino cosas”. Pero ahí podía ser la imagen bucólica, il dolce far niente, que está todo bien, que no hay nada que lo hurgue y lo invite a crear. En aquella conversación yo le dije: a lo mejor es momento de hablar de ti como autor. De cuál es ese sufrimiento de vacío ante una hoja en blanco.

S.B: Julián, así como lo ves, hace un poco de chamán, me acompaña, me dice cosas, me lanza cosas, me manipula (risas). Pero esto es cierto, nosotros no somos una banda que se limita a hacer un disco con 10 canciones, como muchas bandas amigas que conocemos y luego dicen "¿y el título?, no sé, no tenemos título aún" y cualquiera les va bien. Para nosotros es imposible. El título nos configura un discurso más sólido y luego ves que hay palabras que se repiten de una manera obsesiva.

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Sus canciones están llenas de contradicciones: Incendios de nieve, Océanos de sed. ¿Por qué?

S.B: Es el espíritu de la contradicción que me parece muy creativo. Las personas más contradictorias que me he encontrado a lo largo de mi vida siempre han sido las más creativas. Cuando te encuentras con una persona de una sola pieza, pueden confiar en él, pero va a resultar terriblemente aburrido y no creo que vaya a sacar un buen disco. Porque no hay colisión entre dos bloques continentales, no hay chispa. Por eso la insistencia en la contradicción, porque es lo que más humanos nos hace, esa aceptación de un demonio y un ángel que viven incluso en el mismo título.

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Entonces como grupo también son importantes las diferencias y estar interpelándose...

J.S: Sí, es curioso, creo que es como el planeta tierra, que tiene un eje giratorio, pero va hacia un lugar. Nosotros somos diferentes y tenemos fricciones productivas. Por ejemplo, yo con Jordi (guitarrista) soy bastante distante. A veces cuando Jordi crea una cosa yo digo: "mierda, yo estoy creyendo lo contrario", y hay una fricción. Pero es lo que hace que el grupo llegue a un denominador común y es que mejore lo mío y mejore lo suyo.

Con El gran truco final se pensó que tal vez sí era un final, luego entendimos que era una frase de En busca del mago, pero ¿han pensado alguna vez en darle final a todo esto?

S.B: Yo creo que puede ser más sobre cuestiones personales y no de banda. Hay un momento en medio de la gira que estás agotado o te sientes terriblemente solo algunas noches y, hostia, a veces me han dado ganas de llorar por estar perdido en una ciudad... hay un agotamiento que pasa factura y puede llevarte a pensar: estoy harto ya, quiero ser taxista. Pero lo cierto es que todos estamos cumpliendo el sueño del chaval que tenía 17 años. Lo único que pasa es que al final ese chaval tampoco se puede convertir en el dictador de tu vida. Ese sueño se tiene que reformular respecto a tu edad, pero mientras siga habiendo inspiración, será fantástico.

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J.S: Yo recuerdo dos fechas importantes. Una: Maniobras de escapismo. Santi me dijo "voy a hacer un disco mitad en castellano, mitad en inglés y lo vamos a dejar", y yo apenas estaba llegando. Y dos: en ese mismo Maniobras, antes de empezar un concierto en Valencia Jordi dijo: “chicos, lo he estado pensando, son muchos años, voy a hacer otro tipo de cosas”, porque quería hacer snowboard. Y fueron unas 100 personas, que para nosotros ya era un éxito, y la gente cantaba las canciones en español muchísimo. Eso fue impresionante. Y en un momento Jordi dijo "oye, que lo que te he dicho antes, olvídalo, que me quedo" (risas).

Han pasado 20 años y tienen un reconocimiento mayor. ¿Sienten que tienen deudas como grupo, individuales o con algún público?

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J.S: Nosotros, a lo mejor, podríamos tener una cuenta pendiente con nuestro idioma. Nadie nos la ha exigido, pero ha estado rondando. Es una deuda con el catalán, pero es complicado hacer eso como Love of Lesbian y más con este momento político de España, que es muy crudo con esta batalla entre el catalán y el castellano, el independentismo y el nacionalismo español. Lo haríamos con toda la libertad del mundo sin tener ningún tipo de implicación política, pero yo creo que en Cataluña se vería como un posicionamiento político y en España nos daría la espalda muchísima gente. Y el grupo está por encima de nuestra opinión.

S.B: Sí, el catalán es mi lengua materna. Yo no hablé castellano hasta los 4 años, pero también es la lengua cultural, de la sociabilización, de la amistad es el castellano. Yo creo que pienso en los dos idiomas.

J.S: ¿Tú en qué idioma haces el amor, Santi?

S.B: ... Iba a decir una salvajada, pero mejor no. (risas)

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¿En qué están trabajando?

J.S: Somos una banda muy inquieta. Antes de venir a Colombia hemos estado cinco días en el estudio donde grabamos El poeta Halley y hemos grabado seis canciones nuevas. Protocanciones, es como maquetar canciones. Bien podrían valer para el próximo disco. Queremos probar otras maneras de componer, estamos en un nuevo proceso a ver qué tal nos va. Nos tomaremos unas vacaciones y vamos a preparar el show Espejos y espejismos, que es teatralizar nuestras canciones con títeres. También en octubre habrá otro pequeño tour en Latinoamérica: México, Chile, Perú y posiblemente Argentina. Y en la primavera del año que viene esperamos volver a meternos en el estudio y grabar otra tanda de canciones y tormenta mental de la que hacemos para desahogarnos.

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