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Neo-Perreo: cuando el reggaetón promueve otra forma de mover el culo

Íbamos a meter la palabra “desculonización” en el título pero no queríamos ponernos densos. Es hora de que hablemos de nuestro perreo.

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La hipersexualizacion de actos tan simples como mover el culo en una pista de baile ha recaído en las mujeres, quienes son juzgadas como “provocadoras” y “pecadoras”, y han generado un imaginario que se contempla dentro del disfrute único del hombre y no el de ellas mismas. A esto el Neo-perreo propone la desculonización. ¿De qué se trata esta revolución?

Por: Jennifer Daniela Chavarro Trujillo* @SoyMiroslawa de Todopoderosa @todopoderosx

El reggaetón ha sido, como ya hemos notado, uno de los géneros que se ha tomado el mercado musical, las discotecas y nuestra cotidianidad. Se ha convertido en un referente inherente a la cultura latina y se ha venido transformando de acuerdo con las tendencias y tecnologías en la música. Un género lleno de odios y amores entre las audiencias desde su creación, que sigue vigente pese a que muchos le dieron fecha de caducidad cuando apenas daba sus primeros pasos.  

Una de las razones por las que este género ha sido polemizado, quizá la que más ha tomado fuerza en los corrillos, es la presencia de machismo y su forma directa de hablar de sexo; un argumento que es fácilmente controvertible si se revisan canciones de otros géneros que pueden ser iguales o peores de machistas. Además, la forma explícita de abordar el sexo está presente todo el tiempo en otros tipos de consumos sin generar el mismo escándalo que suscita el reggaetón. La culpa no es en sí misma de la música; al fin y al cabo, esta es el reflejo de lo que la cultura a la que pertenecemos representa día tras día.

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Lo que sí es evidente es que, con algunas excepciones, el reggaetón ha sido un espacio principalmente dominado por hombres desde su creación. Sin embargo, así como el género crece y se consolida, también se bifurca, saca a la luz nuevas tendencias que con el paso del tiempo toman fuerza en el panorama musical actual, y así emergen nuevas propuestas que pretenden cambiar los cimientos tan normados dentro de la masculinidad. Ese es el caso del Neo-perreo, una tendencia que pertenece del lado alternativo del reggaetón. Se nombró en Chile a manos de Tomasa del Real, tatuadora que en tiempos libres jugaba con su laptop y montaba pistas con el característico “pa-tu-pa” que tanto suena en las discotecas. Desde ahí, y gracias a la viralidad del internet, su creación tomó fuerza y se regó por diferentes países. Pero, ¿por qué es el Neo-perreo algo relevante?

En el corto documental Hasta abajo (2018), Ivy Queen, una de las mujeres pioneras del reggaetón, cuenta que “cuando iba a la discoteca veía que a todas las pretty girls los hombres las agarraban y querían llevarlas a bailar, pero con un contacto agresivo”. De ahí nació uno de los temas más famosos de la vieja escuela, donde se lanzó lo que pareciera ser el himno y bandera de este subgénero: Yo quiero bailar. Esta nueva propuesta pretende tener en cuenta una democratización del baile, específicamente de uno que se ve permeado constantemente por una posición de poder por parte del hombre.

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No es sorpresa cómo a través del tiempo el cuerpo se ha convertido en un territorio de disputa debido a las imposiciones del consumo. La mujer ha sido vista como un conejillo de indias sobre el cual recaen las nuevas tendencias que el mercado quiere imponer. Así, con el pasar de las épocas, las restricciones y condiciones que se han impuesto sobre lo corpóreo han sido las suficientes como para también delimitar cómo debe o no moverse un cuerpo para encajar en un canon social “correcto”.

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Es bien sabido que las danzas del sur están permeadas por las tradiciones africanas en las que el cuerpo tiene una significación diferente. Moverse está directamente relacionado en diversas ocasiones con lo ritual de la celebración de lo vivo, que por tradiciones occidentales se tienen satanizadas. La hipersexualizacion de actos tan simples como mover el culo en una pista de baile ha recaído en las mujeres, quienes son juzgadas como ejes de “provocación” y “pecado”, y han generado un imaginario que se contempla dentro del disfrute único del hombre y no el de ellas mismas. A esto el Neo-perreo propone la desculonización.

Aquí la masculinidad pasa a un segundo puesto y lo que lleva la batuta es el disfrute de todos aquellos que hacen parte de los contextos de ocio, por igual. Por lo tanto, es este un reclamo del cuerpo a través del placer, y no netamente uno sexual –aunque esta temática sigue vigente–, sino por el placer del goce en espacios seguros.

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En el plano físico, se permite a aquellos partícipes del ritual del baile una concientización de sí mismos y se abre la posibilidad de asumir el cuerpo como el bien primario y propiedad inalienable que permite el desarrollo personal mediante la experiencia exclusiva de los sentidos. La desculonización es una invitación a aceptar la corporalidad, más allá de la identificación biológica, del lugar geográfico de proveniencia, de tamaños y colores, como la herramienta fundamental de cualquier ser humano para comunicarse e interactuar con la realidad y con los otros.

En el acto de la desculonización no hay un propietario del cuerpo del otro, no hay un demandante en la pista, se aparta el concepto errado de territorio y también la recriminación social que se le da al movimiento. La vulgaridad, la provocación, dejan de ser una característica relevante que recae solo en el concepto de la feminidad y se traslada a un goce colectivo, que permite dar puerta abierta a bailes como el twerk, el voguing y a la creación de colectivos en torno a estos, como es el caso de House of Tupamaras en Bogotá.

La expansión de este concepto de espacio seguro se refleja no solo en el plano físico del género (la pista de baile) sino también en la forma en la que se crea. Gracias a esta tendencia vemos la incursión en el género principalmente de mujeres y también de personas de la comunidad LGBTIQ+, dándonos artistas como Tomasa, Ms Nina, Bea Pelea, dj como Rosa Pistola y, en la unión con el trap, artistas como Bad Gyal, King Jedet, La Favi, Pili y el fallecido Kevin Fret.

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Hablar del Neo-perreo no es solo nombrar una tendencia pasajera que cuenta con una simpleza musical evidente y tratarla de intrascendente, como han añadido ya diferentes medios de opinión. Darle todo el crédito a los reggaetoneros actuales es quitarle la oportunidad al género mismo de reinventarse y mirar nuevos horizontes que en este caso colindan más con un pilar de igualdad en el disfrute. El Neo-perreo es una gran tendencia, a la que vale la pena prestarle atención y a la que veremos crecer seguramente en estos próximos años. Por este decimos: ¡Arriba el perreo, abajo el patriarcado!

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*Jennifer es la fundadora y redactora de Nonserviam Blog, plataforma dedicada a la difusión de música y literatura con enfoque en América Latina y estudios de género específicamente dedicados a las mujeres en la industria del espectáculo. Redactora ocasional en Crónicas del Melómano y La Musique. Miembro del street team de Biche, del Colectivo Feminista 25 de Noviembre y del ecosistema de circulación Todopoderosa.

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