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Psicotropicalismo, Nu raspa y free chucu chucu: la nueva tropicalia colombiana

Si la cuarentena los tiene tensos, les recomendamos cinco bandas con altas dosis de sabor que renuevan el huepajé.

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CORTESÍA DE LOS ARTISTAS

Si la cuarentena los tiene tensos, les recomendamos cinco bandas con altas dosis de sabor que renuevan el huepajé.

Por Jenny Cifuentes @JennyCifu

La música tropical colombiana sigue recibiendo transfusiones de sangre fresca  que  la hacen lucir con nueva vitalidad.  Bajo las consignas del baile, por este tiempo agrupaciones atacan con sabor, invocando entre sus musas a viejas glorias de los sonidos nacionales como Afrosound. Músicos ávidos por experimentar, buscadores de tesoros en LP viejos y devotos del catálogo de antigua data de Discos Fuentes, se han hecho cerebros de material fiestero con voltaje rockero y callejero, poniendo a arder el ambiente con estilos que ellos llaman psicotropicalismo bizarro, Nu raspa, free chucu chucu, tropicanibalismo, o cumbiapunk para poner a bailar hasta al más tieso.

Si la cuarentena lo tiene tenso, les recomendamos cinco bandas con altas dosis de sabor que renuevan el huepajé

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Porrosivo: Psicotropicalismo bizarro paisa

Cuando el chucu chucu se vistió de frac fue un documental que hace seis años puso en pantalla apartes de la historia del género tronado en Colombia y que mostraba, entre otros, al gran bajista, compositor y arreglista Julio Ernesto Estrada “Fruko” y al poderoso guitarrista Mariano Sepúlveda, gurús de Afrosound (responsables de hits como Tiro al Blanco, Caliventura, Caminito Serrano), tocando con músicos de generaciones jóvenes, perpetuando esa especie sonora que nos ha acompañado desde hace décadas. Porque no es ninguna novedad que en Colombia impera el huepajé, que es parte de nuestro ADN, que todos hemos escuchado cañonazos tropicales y que los discos de estos genios han sido oráculo de cientos de intérpretes.

El director del filme fue Juan Diego Parra, guitarrista de Porrosivo, una banda de Medellín formada en 2012 por amantes del chucu chucu, el jazz  y el “rock medallo”, que arrancó rodando por bares versionando canciones de Afrosound con toque bizarro, a punta de  guitarra, batería, bajo y tumbadoras.

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Tras publicar un demo en ese entonces, su primer disco llegó dos años después con todos los fierros.  Juan Diego, inquieto sobre el llamado “rock tropical” en el país, se dio a una tarea de investigación profunda que desembocó en varias piezas relevantes, entre ellas, el libro La Arqueología del Chucu Chucu, La revolución sonora tropical urbana colombiana  (2014), que analizaba un fenómeno de inicios de los 60 en Medellín, en el que jóvenes entre 15 y 20 años generaron un movimiento paralelo a lo que estaba pasando en el mundo con el rock and roll y el twist.

Dijo Parra: “Estos personajes eran muy interesantes porque sus modelos a seguir eran Elvis Presley,  The Beatles, o The Rolling Stones, pero la relación con el entorno, les exigía incluir repertorios tropicales. Entonces empezaron a hacer un ejercicio de fusión entre música bailable y un sonido un poco más rockero, usando la instrumentación del rock. Esa movida se decantó a formatos de orquesta tropical y más adelante, luego de cambios, se denominó chucu chucu.  

Escuchando a sus exponentes, me caló muchísimo la agrupación Afrosound, y el trabajo de su guitarrista Mariano Sepúlveda, -ellos hacen parte de los músicos de una etapa posterior al despegue de ese movimiento-. Presenté un proyecto a la Universidad de Antioquia que escaló a un plan de la Alcaldía, me financiaron y pude publicar el libro y el documental.

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Otro producto de esa investigación fue el disco debut de Porrosivo: Raíces de rock Tropical, Un homenaje a Afrosound (2014), que tuvo la tutela de Fruko y de Sepúlveda, quienes hicieron las veces de directores artísticos. Junto a ellos escogimos  el repertorio,  y  además, Sepúlveda grabó guitarras y  Fruko el bajo en algunas canciones”.

Un año después de tomar impulso con tremendos mentores, la banda sacó al mercado el disco Barbacoas,  tributo a una zona de tolerancia del centro de Medellín, que incluyó temas propios y un par de versiones de piezas tropicales bailables untadas de rock duro, jazz y funk.

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Mientras grababan Barbacoas, empezaron a hacer un documental sobre Mariano: “Papari, El pionero del rock tropical” (2016), que inicialmente buscaba ser biográfico y sencillo, pero durante el rodaje, cuando Juan Diego preguntó al maestro por las guitarras que había utilizado, él le habló de una especial: la Gibson Les Paul modelo 70, que había tocado en muchos de sus hits con Discos Fuentes. Eso hizo dar un giro en el camino. Parra fue a Fuentes a pedir la guitarra prestada y lograr que Mariano se reencontrara con ella, pero ya no la tenían, ni conocían su ubicación. Entonces la película se convirtió en la búsqueda de Mariano y también de la preciada Gibson.

En el desarrollo del filme empezaron a trabajar sobre composiciones que guardaba Sepúlveda, quien quedó tan enganchado  que les dijo: “Yo quiero grabar este disco” y así nació Paparí, el nuevo álbum del grupo. Una placa que mete candela a los oídos de rumberos, con trips guitarreros de otra galaxia y que atrae cada vez más peregrinos en la vía que lleva al baile. La mayoría de cortes son autoría de Mariano; los demás, un homenaje a su recorrido.

“La cercanía con él nos ha permitido no solo seguir explorando sobre nuestros intereses, sino tener un respaldo de esa voz autorizada de la tradición. Empezamos a experimentar con las guitarras, como si cumplieran la labor que desempeñan los saxofones y las trompetas en la música tropical.  Utilizamos todas las intervenciones y modulaciones sonoras que existen en el rock para las guitarras: efectos, distorsiones, etc. y lo compensamos con pianos de atmósferas muy jazzeras. En la música tropical cumbiera se sabe que hay un tumbao que casi siempre hace un piano, –así como en la salsa-  y uno con eso es que baila. En Porrosivo los tumbaos tienen una base sobre todo en las guitarras y el piano se usa para dar otros ambientes.

El trabajo les gustó en Discos Fuentes y pusieron la licencia.  Lo sacamos a inicios de este año, queríamos hacerle un lanzamiento en vivo, pero nos cogió la cuarentena con el agravante  de que Mariano quedó atrapado en Australia y todavía está allí”.

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Denle play al disco Paparí

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Sobre las oleadas de la música tropical nacional, cuenta Parra:  

“Los que arrancaron con este movimiento en el 60 y 70, envejecieron apostándole a repertorios reciclados y cuando hacían cosas nuevas les dio miedo seguir experimentando, entonces el género como que se estancó a finales de los 70. El propio mercado terminó cercenando los intereses de exploración sonora. Incluso, Mariano, quedó algo atrapado ahí.  En los 80 ellos estos músicos tuvieron bastantes beneficios económicos sobre todo por el narcotráfico. En Medellín circuló muchísima plata de dicha procedencia y esos narcos, o traquetos emergentes hacían sus fiestas con todos los grupos famosos setenteros. Les ofrecían mucha plata.  Digamos que tuvieron una especie de florecimiento en ese momento, pero luego se atascaron y quedaron encapsulados en el tiempo sin grabar ni componer.

Creo que se han dado varias oleadas de intento  generacional por recuperar el contacto con esa era dorada. Está Carlos Vives y todo ese fenómeno que desató, luego me parece que hubo una segunda vertiente a inicios de 2000 en la que  había un trabajo un poco más ligado con el jazz, por citar uno, Puerto Candelaria, y a finales de esa década pienso que emergen unos proyectos muy interesantes como el Frente Cumbiero y otras agrupaciones que ha hecho Mario Galeano y músicos como él. En Medellín hay unos grupos jóvenes  que desde su estilo siguen usando las fortalezas de esta música bailable que nos hace vibrar a todos, porque uno ve en los amigos que aunque sean metaleros, cuando suena chucu chucu, se les empieza a mover la piernita con ese golpe”.

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La Sonora Mazurén, tropicanibalistas

Punk is the new cumbia, dicen por ahí, y ellos sí que son bien cumbieros y punketos. Motivados por la movida de agrupaciones como el Frente Cumbiero, Los Piraña, Romperayo, Ondatrópica o Meridian Brothers, se formó en Bogotá La Sonora Mazurén.

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Iván Medellín en acordeón y teclados, el guitarrista Juan David Lacorazza, el bajista Nicolás Eckardt, Roberta Leono y Diana Sanmiguel en coros y percusión, el baterista Luis Lizarralde y el percusionista Miguel Rodríguez, rebuscando  en la discografía tropical bailable, hace cinco años vienen versionando clásicos de la cumbia y otras piezas de legendarios compositores nacionales y latinos, envenenándolas con sicodelia y rock.  

“A través de la cumbia y los ritmos tropicales hemos tejido redes que llegan a distintos países. Pienso que alrededor de estos hoy hay un trabajo inter generacional y se está sumando bastante gente muy joven. Hay algunos participando con músicos ya destacados en el género. Yo, por ejemplo, toco en un proyecto con Pedro Ojeda (Frente Cumbiero, Romperayo).

Nuestro repertorio se basa en canciones clásicas o perlas de la discografía latinoamericana tropical  y nos rige la experimentación, que  ha sido una tradición constante en todas las épocas de la música tropical. Por citar un ejemplo, Fruko y Sus Tesos tiene en algunos registros un sintetizador Moog del año 70, que era lo último en guarachas entonces. Ese, que según creo, era el  único sintetizador que había en Bogotá, no estaba en un estudio de grabación o de electrónica,  sino que lo tenía Discos Fuentes para hacer música de este tipo.  Algo que marca el grupo es que es muy bogotano y somos muy rockeros. Crecimos con el punk y el metal. Siempre hemos tenido pedales de guitarra por ahí guardados y herramientas que, podría decirse, se utilizan en estilos norteamericanos o europeos y de repente, porque el mercado nos lo impone, llegan unas tecnologías que son diferentes a las usadas en la música tropical, pero, de alguna forma, adaptables. Y las usamos.

Tenemos mucho respeto hacia esos ritmos que consideramos sublimes  y además, la intención  de no ser puristas y seguir experimentando.  

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Hemos mantenido siempre la emoción por descubrir tesoros sonoros. Nos encantan los discos de Afrosound, Juaneco y su Combo, Uganda Kenya, Los Destellos (Perú), por nombrar algunos. Registros de sellos como Discos Paisa, Discos Fuentes o Machuca. Lo que más nos importa a la hora de buscar esa música es que sea muy bailable, aunque  no hace falta ser un coleccionista de discos para hallar cosas. En los blogs tropicales hay material que ya no se consigue en disco y son perlas que no están en ninguna plataforma.

De esas maravillas encontradas, de gran impacto han sido para nosotros los álbumes de Polibio Mayorga, un veterano compositor ecuatoriano, que hace música sicodélica muy permeada por la cumbia colombiana, ritmos andinos del ecuador y tiene un sonido particular. Una de las joyas con las que nos hemos topado ha sido su discografía”, cuenta el acordeonero Iván Medellín.

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La Sonora Mazurén, con varios sencillos y un EP en su expediente, publicó recientemente su álbum Maratónico Sandungón Vol. 1, que resuena grabaciones realizadas en una fiesta que se inventaron junto con el bar Latino Power. Material inflamable que pone a bailar al más tieso.  En ocho canciones ofrecen viajes cumbieros deliciosos con cuerdas ácidas, teclados retorcidos y pura gozadera lisérgica para tomar vuelo.  Incluye su composición bandera: Cangrejeando en el Apocalípsis, como ellos dicen: “para escuchar yendo desbocado en una biclicleta”,  y versiones de clásicos ejecutados de una manera que sublima  las piezas de los maestros. Para la muestra: Tiro al Blanco (autoría de  Javier García) famosa por Afrosound,  Cumbia Indígena de Lisandro Meza o Vida mía corazón de Polibio Mayorga. 

Los Yoryis: Nu Raspa, pa´que gocen

Unidos por el cordón umbilical a Afrosound, con formato rock más guacharaca, hacen música tropical en Bogotá desde hace 4 años.  En vivo son arrasadores,  reviven muertos y ya pusieron a parrandear a la gente en los pasados festivales Colombia Al Parque y  Glastonbury (Reino Unido) con  “chucu chucu, nu raspa, sicodelia y afro hardcore sabroso”.  

Jorge Castelblanco (guitarra), Daniel Castilla (bajo), Alejandro Norato (batería) y Alejandro Montaña (guacharaca), tuvieron tiempo atrás un grupo llamado El Corrientazo y cuando se acabó siguieron tocando de todo.  Los contrataron para una presentación en la que tenían que hacer raspa, Daniel compró un disco de música tropical en la calle y así se desató la fiebre. “Descubrimos a Afrosound y quedamos enganchados al sonido de la guitarra, que dio pauta a la línea de nuestra banda. Buscando más fuimos encontrando a Los Hispanos, Los Teen Agers, Los Destellos, el catálogo de Discos Fuentes y empezamos a tocar con sonido callejero y guitarrero incrustado a lo bailable. Creamos música tropical para el baile libre”, cuenta Daniel. La banda, que lanzó el disco Una Vida en 2018, estos últimos meses ha venido publicando sencillos para paliar la cuarentena, perfectos para sonarlos a término indefinido, brillar baldosa,  subir el volumen y que las agujas lleguen al rojo.

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Me duele tu partida

“Invita al goce después de una ruptura”

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Liarla Parda

“Inspirada en la gira por Europa, cuando pasamos por Barcelona. Es espontánea, improvisada, estimulante. Para subir el ánimo después de las embarradas”

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Conjunto Media Luna, Cumbia Providencia

“Si la cosa está dura, le ponemos sabrosura”, dice un vallenato.  Eso hicieron estos bogotanos que le inyectaron cumbia a la cuarentena. Inventaron ser músicos imaginarios que se reúnen durante la pandemia a darle rienda suelta a la cumbia sabanera, retorcerla, y despegar la parranda con tapaboca desde ahí.  El Conjunto Media Luna es otro de los experimentos de Iván Medellín de La Sonora Mazurén, materializado en el trabajo Angustia Inmemorial que se estrenó con el sencillo Cumbia Providencia: una manifestación de la dicha de poder bailar, en estas épocas de incertidumbre.

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Los Cumbia Stars: “Música bailable hecha por humanos”

Apuntando a que los clásicos no suenen solo en Diciembre, poner a retumbar cortes de la era dorada de Discos Fuentes y encender con canciones recientes en el estilo que ellos llaman “nueva música tropical”, este combo de Medellín, dirigido por Juan Pablo Acosta, quiere enfiestar al país adoptando premisas de las orquestas de vieja data. Su trabajo les mereció, de hecho, una nominación a los Latin Grammy en la categoría Mejor álbum cumbia/vallenato.

“Estamos muy influidos por el sonido de íconos como Pacho Galán, Lucho Bermúdez, Edmundo Arias o Afrosound y nuestro formato de orquesta está inspirado en Rodolfo Aicardi.  Tocamos todo orgánico, muchos vientos, piano, bajo, timbal. No usamos máquinas, por eso estampamos en la portada del disco nuevo: Música tropical hecha por humanos. Funcionamos marcados por el porro, la cumbia, la música parrandera y el chucu chucu”, cuentan y,  aunque llevan un poco más de dos años como banda, son instrumentistas con largo recorrido; la mayoría, anteriormente miembros de la agrupación Tierradentro.

Su repertorio exhibe versiones de hits de varios decanos de lo tropical nacional, y nuevas piezas de Acosta.  Así publicaron Volumen 1 (2018) su primer álbum, con mosaicos homenaje a Afrosound o a Edmundo Arias y sencillos como El Turco, en el que apareció invitado Fernando “El Mambo” González, una figura de lo bailable  con más de tres décadas de carrera, que pasó por agrupaciones del calibre de El Combo de las Estrellas o El Combo, Qué Nota.

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Su reciente trabajo, Volumen 2 - lanzado a finales de noviembre del año pasado y por el que obtuvieron la nominación al Latin Grammy-, recalca que los clásicos no se decoloran y emiten destellos actuales con la potente voz de Cristina Escamilla y la energía de la banda. Es una rueda cañonazos eternos como Fantasía Nocturna /Así fue que empezaron papá y mamá, y cortes propios como En Medellín se baila el porro, Óyeme Cariño o Merecumbé. Todos para bailar hasta el otro día.

Hace unos meses estrenaron un par de videos cumbieros con la aparición de relevantes personajes. El primero, El secreto de mi cumbia, con Alfredo Gutiérrez: pura cumbia colombiana con tremenda cadencia. Sentimiento del indio con la fuerza del tambor. “El que no baila con Cumbia Stars, no baila con ná, dice Gutiérrez”

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El segundo, Llora mi acordeón con Rafa Castro y Yeison Landero. Una cumbia en la que aparece Rafa Castro, vocalista de Los Gaiteros de San Jacinto y el acordeonero de dinastía Yeison Landero (nieto de Andrés Landero), apostando a unir a Latinoamérica a través de la cumbia.

#LaMúsicaNosUne

 

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