Pocos directores en el Panini del cine colombiano son tan prolíficos como Rubén Mendoza: un incesante y rabioso creador que ha cautivado a un público ansioso y expectante por nuevos y refrescantes relatos en el cine nacional, más alejados de la corrección política y más cercanos de lo visceral, de lo incómodo, de preguntas sobre la esencia del cine. Sí, es de esos personajes amados u odiados, con pocas escalas en términos grises, pero luego de una carrera que incluye títulos como La sociedad del semáforo (2010), Tierra en la lengua (2014), Memorias del Calavero (2014) o El valle sin sombras (2015), es indudable que ya puede presentarse como un ojo con mirada propia. A lo Edson Velandia –socio creativo, compadre e íntimo amigo del cineasta–, Mendoza lleva ese espíritu de la rasqa al cine, ese aire impetuoso y definido, que ha generado películas que desdibujan la frontera entre documental y ficción, pero que aun así no dejan de ser honestas con la rutina del gueto, del pueblo, de la periferia.
Últimamente sus producciones se han empapado de una sensibilidad muy femenina, llena de preguntas sobre el significado de ser mujer y, en últimas, de ser hombre también. Justamente de eso trata Señorita María: la falta de la montaña, su próximo y hermoso largometraje documental que llegará a salas el próximo 23 de noviembre; o Niña Errante, película que terminó de grabar hace unos meses y se encuentra en etapa de edición.
En la última edición del BOmm escogimos el show de las hermanas Añez como el de mayor proyección. En tarima fueron invencibles, como armaduras eran sus vocen, sincronizadas y listas para emanar toda cantidad de sonidos capaces de armar paisajes y de esculpir letras tejidas con dedicación.
Un trabajo en escena que se respalda plenamente de su último álbum: Al aire. Las Áñez serán parte de la banda sonora de esta última producción, y sobre este encuentro nació una sociedad que hoy arroja un videoclip-cortometraje experimental. Juanita y Valentina Añez junto a Rubén Mendoza y su familia hicieron una travesía a la mágica isla de Providencia para darle vida creativa a esta tetralogía compuesta por cuatro canciones de ese álbum: Dados al aire, La curva, Don tomate y Con el agua.
Sean bienvenidos a este matrimonio creativo.