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‘Voz del río’ de Cachicamo: el himno de la inmensidad y la fuerza propia

De cómo el budismo, Disney, Studio Ghibli, Radiohead y Violeta Parra le dieron forma a uno de los estrenos más gratificantes de este maltrecho 2020.

En abril de 2019 empezó a gestarse en los estudios Audiovisión lo nuevo de Cachicamo, grupo de jazz integrado por siete músicos curtidos de la alternatividad bogotana con la pianista Andrea Hoyos a la cabeza. Un año atrás habían lanzado al público Esbozos del llano, un disco debut que reinterpretaba el joropo llanero tradicional en clave de improvisación jazzera y que incluimos dentro de nuestro listado de lo mejor de 2018.

Esbozos del llano tenía cinco piezas instrumentales y una canción que tomó color en la voz de Ana Milena Lozada, Niña muerte. Desde que se hizo ese lanzamiento les seguimos la pista a los pasos de Cachicamo. Tanto así que estuvimos presentes en la confección de sus nuevas dos canciones en Audiovisión en 2019. Ahora, en plena época de confinamiento global, estrenaron la primera de esas dos piezas. El tema, que va por la misma línea de Niña muerte con la voz de Ana Milena, deja a un lado las convenciones del folclor colombiano e inaugura una fase exploratoria por las influencias más pop y trascendentales de Andrea Hoyos, líder y compositora en el proyecto. Se titula Voz del río (Himno entre ruinas). Es un himno solemne que bien podría ser la banda sonora del momento cumbre en una película de fantasía;  construido a partir de referencias inesperadas y un intenso cuestionamiento sobre la individualidad.

Esta es la historia de la canción, atendida y contada por su creadora, Andrea Hoyos:

“Era la segunda vez que grabábamos. Y el único estudio en Bogotá donde cabíamos todos, cómodos, era Audiovisión. Pero el precio era muy elevado. Nos salía más barato alquilarlo el día que por horas, así que le dijimos al septeto de Jorge Cabezas que reserváramos un día juntos y lo pagamos mitad y mitad. Todo lo de Cachicamo lo he hecho a punta de trabajo. Tengo una cajita especial para eso. Reservamos el estudio y tuvimos que hacer la gestión con meses de anticipación, porque tuvimos que organizar a 16 personas. Lanzamos en esta época porque, se supone, era una semana después de Estéreo Picnic.

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La canción surgió a partir de una canción de Violeta Parra, Qué he sacado con quererte. Yo estaba escuchando el disco de Natalia Lafourcade, Musas, que tiene una versión de esa canción. Ahí ella hacía algo muy chévere con la guitarra, con la métrica. Justo por esos yo días estaba reflexionando sobre la canción. Le conté a un amigo cómo me sentía y me recomendó un poema de Octavio Paz que se llama Himno entre ruinas y que tenía que ver mucho con lo que yo estaba sintiendo en ese momento. Lo leí y ¡Pum! Salió la canción. Llegó. Hice la melodía con la guitarra, Mateo me ayudó a corregir la letra y Sebastián López (saxo alto) me ayudó a pulir los vientos.

Tiene una cosa solemne, sobre todo, por la armonía. Esa sucesión de acordes suele generar esa sensación de expansión, como que se te infla el pecho cuando la oyes. De hecho, es la misma progresión de una canción de Radiohead, Bloom. Lo hice a propósito porque estaba matada con esa canción, te genera lo mismo: es sobre el mar, sobre su inmensidad. Uno se siente inmenso cuando la escucha. La melodía salió del aire.

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La introducción tiene el mismo arreglo que tiene una canción de Disney, de Pocahontas [Abre el corazón]. Pensándolo bien a Disney nunca lo superé. Ese tipo de música me influenció resto, como el compositor de la música de Studio Ghibli, Joe Hisaishi.

Quería inventar una historia fantástica, pero tenía que buscarle mensaje. Desde hace años llevo haciendo una meditación budista que se llama Vipassana. Su característica principal es que nosotros somos 100% responsables de nuestra propia felicidad. La única razón por la que nosotros sufrimos es por nosotros mismos. Es liberador porque liberarse del sufrimiento solo radica en uno, no en nadie más. Esta canción la hice, de hecho, porque quería hacer una canción anticristiana. Yo creo en dios, no me molesta. Pero sí creo que el fanatismo religioso lo lleva a uno sentirse como la frase famosa del “dios proveerá”. Me quise inventar una historia en la que los seres humanos eran algo así como superhéroes. Que todo lo podían hacer y la palabra era verdad. Todo era justo. De repente llegó un pez, el símbolo de dios, que le mintió y el ser humano no puede ver más su propia luz. ¿En qué momento nos privaron de nuestra autonomía e independencia de hacer algo por uno mismo y por los demás?

Luego pasa a la parte de la armonía de Radiohead, la parte del himno, donde dice que vamos a acabar con los estatutos de la sociedad y nos vamos a liberar de la idea de que nosotros no somos personas poderosas de manera individual. Es una canción muy buena para cualquier momento de desespero. Uno tiende a echarle la culpa a todo el mundo. No podemos negar que hay cosas muy densas en el mundo, pero también hay cosas increíbles pasando. Esa es la manera que he empezado a experimentar mi vida y ha sido muy chévere”.

¿Quién estuvo detrás de la canción?

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Además de las ya mencionadas apariciones como inspiración de La abuela sauce de Pocahontas, Thom Yorke y Joe Hisaishi, los que hicieron posible esta grabación fueron Daniel Bustos como ingeniero de sonido; Camilo Manchego en la mezcla; José Leonardo Pupo en la masterización y Javier Fernández el arte con arcilla, agua y pintura blanca. Grabaron Juan Felipe Calderón en la batería; Mateo Marín Calderón en la guitarra; Sebastián López Bustos en el saxofón alto; Pablo Muñoz Barragán en el saxofón tenor; Daniel De Mendoza Lozano en el contrabajo; Ana Milena Lozada en la voz y Daniel González Carvajal en el trombón.

 

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