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Wiz Khalifa no, Ordoñez sí, porque para coherentes, los colombianos

Primero aprendamos a leernos a nosotros mismos, y a entender por qué un "sinvergüenza" es un tipo como Wiz Khalifa y no uno como Ordoñez.

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Desde nuestra mirada corta nunca será lo mismo rendirle tributo con un collar de arepas a un personaje indeseado de nuestra política que permitir que un músico de otro lugar le lleve flores a la tumba de Pablo Escobar o se tome fotos junto a esta.

Por: @chuckygarcia // Foto: Fox

No nos molesta que uno de los narcotraficantes más complejos del mundo haya nacido en Colombia; lo que nos molesta es que personajes que no son dignos de ser considerados “hijos adoptivos” de nuestro terruño visiten su tumba. Por supuesto, desde nuestra mirada corta o que difícilmente sobrepasa nuestras propias narices, nunca será lo mismo rendirle tributo con un collar de arepas a un personaje indeseado de nuestra política que permitir que un músico de otro lugar le lleve flores a la tumba de Pablo Escobar o se tome fotos junto a esta.

¿Quién más que los colombianos –buenos, malos, víctimas o no víctimas de uno de los capítulos más oscuros, penosos, lamentables, absurdos y brutales que hemos padecido en nuestra larga lista de padecimientos– son los únicos responsables de haber permitido que un tema tan sensible se volviera un mercadillo persa que se fue construyendo año tras año frente a nuestros ojos y al que entonces ahora no queremos que ningún extraño entre?

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A una persona que no viva aquí, músico o no músico, famoso o del común, y a la que durante años la han bombardeado o al menos tenido al tanto con las más disímiles interpretaciones sobre la vida de Escobar, unas superfluas, otras profundas pero al fin y al cabo miradas que hacen parte del mismo paquete premium de entretenimiento (por tratarse de libros, películas, libros, telenovelas o series de televisión, en su mayoría), ¿se le puede pedir entonces que venga y se mantenga al margen de lo que antes era un campo santo y ahora una parafernalia?

Y cuando un alcalde dice, abro comillas, “Cómo se nota que a este tipo no le ha tocado sufrir la violencia de estos narcotraficantes. Ese sinvergüenza en vez de haberle llevado flores a Pablo Escobar le tuvo que haber llevado flores a las víctimas de la violencia, debe ofrecer disculpas a la ciudad”, ¿acaso esas disculpas no le corresponden más bien a nuestra propia sociedad? ¿Acaso no somos nosotros mismos como colombianos quienes todos los días deberíamos honrar la memoria de lo que ahora muchos ven como un holocausto, pero que en su momento no lo fue porque simplemente estaban mirando para otro lado?

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Hayamos sido cómplices pasivos u opositores, estamos en todo nuestro derecho de exigir que se comience a vender otra imagen u otra historia de las cosas por las que hemos pasado, por supuesto que sí, tanto como de que no solo se mire el rastro que aún queda en nuestra sociedad del narcotráfico, sino los procesos de reparación y reconversión que hoy se llevan a cabo y que no son pocos, muchos de estos incluso desde la música. Pero también debemos pensar en cuál será en adelante la vara con que se mida una situación de este tipo, la de la foto de un artista con impacto global parado en la entrada del edificio Mónaco, y en qué momento vamos a dejar de comportarnos como un buñuelo entre una paila, que solo gira hacia donde el aceite se pone más caliente y conveniente.

Axl Rose con sombrero vueltiao y cara bonachona como de mesero de restaurante de comida típica, ese sí nos gusta, ese sí es de los buenos y de los que son bienvenidos, pero el rapero Wiz Khalifa no, ese es de los malos y de los que no queremos que vengan a ponerse de fiesta un recuerdo que en nuestra memoria sigue y seguirá ocupando un espacio que nosotros mismos privilegiamos por más sangre y muertos que nos costó, por más madres sin hijos y niños huérfanos que dejó, por más daño que le hizo a las de por sí derrumbadas bases sobre las que finalmente se terminaron construyendo buena parte de los valores que rigen nuestra sociedad actual. A Madonna o Guns N’ Roses, a ellos sí abrámosles las puertas hasta de nuestros estadios, algo que tanto recelo nos genera, no vaya a ser que dañen la gramilla; llevémoslos en escaleras eléctricas hasta nuestras bibliotecas y enseñémosles que sí podemos ser un mejor país y dejar atrás nuestro pasado.

Pero para eso, en todo caso, primero aprendamos a leernos a nosotros mismos, y a entender por qué un “sinvergüenza” es un tipo como Wiz Khalifa y no como Ordoñez, y por qué así esto sea como comparar piñas con limones lo único que denota es que nuestra coherencia es de una acidez sin par.

 

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