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"Yo voto por la jubilación de Madonna"

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Por: @chuckygarcia

Ahora que Madonna anunció su beato interés por entrevistarse con el Papa Francisco y sentarse a comer “un plato de pasta” y a beber “una botella de buen vino” con el argentino; la hasta hoy excomulgada norteamericana pone una vez más sobre el púlpito del debate si quizás va siendo hora de que se jubile y tenga un retiro digno.

Mientras ella textualmente ruega por una oportunidad con Bergoglio, se pregunta uno si acaso no ha sido ya suficiente para un icono femenino que revolucionó la música y la industria del entretenimiento con estéticas y conceptos que más allá de imponer millonarias ventas de discos se enfrentaron a la forma en que la política, el armamentismo, el sexismo o la religión misma controlan el mundo. ¿Acaso es necesario que esa Madonna que a finales de los 80 besó a un santo negro en el video del tema Like a Prayer hoy parezca una de esas señoras de mantilla y de rosario que van a misa a rogar por la salud del Sumo Pontífice?

Si Madonna quiere arrepentirse y rezar, como cualquier otro mortal; pues que mejor rece por la salud de su nuevo álbum Rebel heart, otro intento fallido por reinventar un sonido que ya no se puede estirar más, que en el pop lo logró todo y que incluso convirtió la música de baile en un tinglado no solo de liberación sino de reivindicación para una serie importante de minorías, colectivos y comunidades como la LGBT.

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Rebel heart a estas alturas es casi un deseo enfermizo de Madonna por mantenerse vigente a como dé lugar, pero ese “a como dé lugar” no es una mirada retrospectiva a sus grandes aciertos en la música sino el reclutamiento de una serie de cantantes de moda; productores afamados que tienen sus tentáculos en el negocio de la música urbana global y el EDM; y raperos de esos que ahora mojan más pantalla por el tamaño de sus culos o por sabotear premiaciones televisadas como los Grammy.

De ahí que en los créditos del Rebel Heart (que a la final no es más que una colcha de tendencias sonoras actuales sobre las cuales Madonna esparce una serie de letras más bien gagá y ciertamente anacrónicas, con títulos como Unapologetic Bitch, Bitch I’m Madonna, Joan of Arc, Body Shop o Holy Water); figuren nombres como los de Diplo, Avicii, Kanye West o Nicki Minaj.

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¿Qué Madonna se cayó en los premios Brit de música y fue el hazme reír en redes? La verdad, eso no dice nada (aunque cuando uno revisa el video y por la capa con la que se azota parece un sketch de El Conde Pátula). Lo que es diciente es que ella haya culpado a la firma Armani por el diseño de la capa que casi la ahorca; como si fuera uno de esos jubilados que culpan a los fabricantes de automóviles por hacer los carros cada vez más pequeños y con cajuelas en donde no caben ni las maletas de la Barbie.

Se necesitarían lotes y lotes de autos nuevos y viejos para transportar a los casi diez millones de espectadores que según cifras de la prensa internacional han asistido a sus conciertos en el último cuarto de siglo, y en los cuales la gente disfruta desde los “himnos” más clásicos de la “nación Madonna” hasta las canciones más irrelevantes. Pero así  sea un gesto para congraciarse con una figura de respeto, con una mujer que ha sido iconoclasta, empresaria, diva, chamán y provocadora como ninguna otra; no se puede tapar el sol con las manos: su desenvolvimiento coreográfico hoy luce como una imitación caricaturesca de sí misma y sus pasos no solo son predecibles sino que parecen la calistenia de un grupo de personas de la tercera edad en una jornada de aeróbicos.

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