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¿El nuevo disco de Metallica se vuelve a rajar o pasa con buena nota?

Oímos “Hardwired … to self destruct” y este es nuestro veredicto.

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Como Metallica es la banda de metal más importante de toda la historia, es punto común y casi moda criticar sin argumentos muy sólidos el trabajo que han hecho desde el Black Album. Sin embargo, afinamos oído para evaluar su más reciente lanzamiento Hardwired … to self destruct.

Por: Camilo Rodriguez

Hardwired … to self destruct es posiblemente el disco más esperado de 2016 porque se trata de lo nuevo de la banda más importante de metal desde la existencia misma del género. Anterior a esto, habían sacado el Death Magnetic en el 2008 que hacía parte de una filosofía de composición que empezó en St. Anger (2003) en la que buscaban hacer álbumes extremadamente colaborativos entre los diferentes de miembros del grupo. El resultado de este pensamiento es un St. Anger del que prefiero no hablar y un Death Magnetic que por lo ambicioso termina siendo a su vez opulento, obeso y hasta tripudo.  Es decir, sin lugar a dudas Hardwired … to self destruct es lo mejor desde el Black Album (1991).

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Despues de Death Magnetic, Metallica grabó Lulu (2011) junto al fallecido Lou Reed y la película Through the Never (2013) que como concierto es extremadamente interesante, sobre todo por la impresionante producción y el cambio de mezcla tan particular que decidieron usar, pero que como película es tan (poco) interesante como Kiss meets the Phantom of the Park (1980).

Hay que aclarar que como Metallica es la banda de metal más importante de toda la historia, es punto común y casi moda criticar sin argumentos muy sólidos el trabajo que han hecho desde el Black Album. Sin embargo, hay muy pocas bandas que han hecho un álbum de esa talla.

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Entrando en materia en el Hardwired … to self destruct hay que decir que este álbum es como un disco de grandes éxitos en el cual todas las canciones son nuevas; es decir, un álbum donde hay canciones que suenan como si pertenecieran a cualquiera de los discos anteriores. El ejemplo más contundente es la canción Hardwired con la que arranca el álbum: un claro regreso a los orígenes del thrash de Kill ‘Em All (1983), donde se buscó una fusión inicial entre el punk y el hardcore con elementos del NWOBHM (nueva ola del heavy metal británico) representado por bandas como Iron Maiden o Judas Priest.

Otro ejemplo es Spit Out the Bone que evoca el Ride The Lightning y que para mí puede ser una de las canciones más interesantes de toda la historia musical de la banda. Ahora, como estas canciones destacan las mejores épocas de Metallica, también cosas que a veces no convencen y sobretodo muchos momentos en los que se siente como que a algunas canciones les sobra un par de minutos. Sin lugar a dudas, escogieron el primer y último track para poner las canciones más sólidas.

Particularmente, destacaría tres elementos de Hardwired … to self destruct. En primer lugar, después de dos álbumes en los que hicieron terapia de grupo como se mostró en el documental Some Kind Of Monster (2004), volvieron a la fórmula clásica de canciones compuestas en su mayoría por Hetfield y Ulrich con colaboraciones ocasionales de los otros miembros, que siempre dio éxito. Segundo, el trabajo que hace el bajista Robert Trujillo es una simple muestra de virtuosismo que gracias a una mezcla distinta a la usada en anteriores discos se puede apreciar en todo su esplendor.

De hecho, en varios puntos del álbum se sienten diferencias en el acercamiento técnico de grabación ya que tuvieron mucha más libertad al estar trabajando por primera vez bajo su propio sello, Blackend Recordings. Finalmente, este álbum representa una de las propuestas audiovisuales más ambiciosas de toda la historia de la música moderna pues Metallica le apostó a hacer un video a cada una de las canciones del disco. Las temáticas van desde ambientes sombríos, pasando por películas de acción y karate, un homenaje a Lemmy Kilmister y una parodia casi burlona a las bandas de black metal (particularmente Mayhem) en la canción ManUNkind.

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