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Éxtasis, beats selváticos y vanguardia experimental, así fue el Sónar 2016

Estuvimos presentes en la segunda edición de una de las fiestas más absorbentes de la capital, el Sónar.

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Foto: Alejandra Mar

El Sónar Bogotá destapó sus cartas este año con una selección de dignos representantes de la vanguardia musical. Por supuesto, teniendo como punta de lanza un nombre que debe venir siempre en letras más grandes cuando se habla de innovación: New Order. Pero también con gurús del rave como Rødhåd, Zebra Katz y los grandísimos Moderat, agrupación conformada por Apparat y los Modeselektor.

Por Fabián Páez López @Davidchaka / Fotos: Alejandra Mar

Fueron tres escenarios con descargas de beats muy finas que empezaron a destilarse desde los sonidos latinoamericanos y selváticos. Mitú, Matanza y Dengue Dengue Dengue, armados de una buena cantidad de juguetes para tocar, fueron los primeros shows que vieron llegar una buena cantidad de público. Los tres proyectos comparten la impresión de un aura casi chamánica en sus sonidos: pitos, flautas, guacharacas y tamboras se aparecieron con facilidad entre sus sets. 

Pero el Sónar es una fiesta que lo va absorbiendo a uno poco a poco, como esa placentera sensación de acostarse en un colchón muy cómodo que va hundiéndose cada vez más sin tener un fin perceptible.

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Un viejo conocido capitalino, Steven Guberek, a punta de elegancia housera en vinilos, fue el encargado de presidir uno de los shows más esperados de la noche, el de New Order. Y definitivamente hay cosas que no cambian en la vida, como el peinado de Bernard Sumner (que conserva desde su época con Joy Division) o el hecho de que esa banda que nació tras la muerte de Ian Curtis está hecha por visionarios.

Hay leyendas de la música inglesa como Iggy Pop, que se contorsionan en el escenario y se quitan la camisa, y hay otras como New Order, que ni se despeinan para hacer a la gente gritar y sudar. Claro, a tecladista Gillian Gilbert, Sumner tuvo que darle una mano, literalmente, porque salió al escenario con su brazo derecho colgando de un cabestrillo, tocando solo con su mano izquierda; excepto en Blue Monday, donde Sumner tuvo que hacerse cargo por un rato. 

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