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Cómo ganarle la discusión a un homofóbico

Vale la pena señalar que todos estos homofóbicos, son homofóbicos de clóset y ninguno se reconoce como tal.

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Vale la pena señalar que todos estos homofóbicos, son homofóbicos de clóset y ninguno se reconoce como tal.

Por: @ZaCarmenza // Foto: Shock archivo (Besatón 2014)

La semana pasada tuvo como protagonista a la polémica generada por unas cartillas que – según se afirmaba- el Ministerio de Educación estaría repartiendo en los colegios. Dichas cartillas resultaron ser un material pornográfico belga y, si no llegaron a los colegios por la vía del Ministerio, todos nos encargamos de compartirlas en las redes sociales de las que ¡vaya sorpresa! los niños en edad escolar, son nativos.

El escándalo de las cartillas falsas fue motivado por las declaraciones de una diputada de Santander que se oponía a la sentencia de la Corte Constitucional que ordenaba al Ministerio incluir un enfoque antidiscriminación en los Manuales de Convivencia de los Colegios, para evitar la repetición de casos como el de Sergio Urrego.(Aquí la sentencia)

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Toda la discusión convocó a una marcha hacia el Ministerio que, entre otras cosas, exigía la renuncia de la Ministra y el voto del “No” al plebiscito (porque no se pueden mezclar vergas con vergas, pero sí la discusión de género con la de la paz).

El escándalo creció como una bola de nieve y todos opinamos, desde diferentes ideologías, religiones e importaculismos, sobre lo que serían los efectos de hablarle a los niños de sexualidad y género. Cristianos y ateos, homofóbicos y homosexuales, hicieron uso de sus mejores argumentos para apoyar u oponerse a que a esos niños en edad escolar, no solo se les enseñara que hay diferentes identidades y orientaciones sexuales sino además que, si ellos sentían que pertenecían a una de estas, pudieran desarrollar su personalidad en un ambiente libre de discriminación.

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Para unos, el enfoque de género tendría esas ventajas pero, para otros, se trataba de adoctrinar a los niños con principios no solo inmorales sino, además, antinaturales. Estas cartillas amenazaban con volver homosexuales a los niños que tuvieran acceso a ellas y eso era, para algunos, vulnerar los derechos de los infantes.

Las redes sociales se llenaron de todo tipo de posturas y los opositores, que nunca se pusieron de acuerdo al respecto de por qué protestaban, me resultaron fácilmente agrupables en varias categorías. Aquí, un manual sencillo para identificarlos y ganarles la discusión (que no es difícil, si tenemos en cuenta que pelean igual por revocar a una Ministra, oponerse a la paz, rechazar la adopción homoparental o liberar a Willy).

Antes de iniciar, vale la pena señalar que todos estos homofóbicos, son homofóbicos de clóset y ninguno se reconoce como tal. Aunque aseguren que “respetan las diferencias” o, incluso “que tienen muchos amigos gay”, la homofobia no solo es el rechazo directo, sino también la persecución, estigmatización y negación de los derechos que, por el simple hecho de ser personas, tienen los gays, bi, o trans. Así es que, quienes se oponen a la equidad de derechos entre heteros y el resto, no manifiestan una simple “opinión” o “punto de vista” sino una opinión/punto de vista homofóbico.

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