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Tener una relación abierta y no morir en el intento

En la “nueva monogamia” aún cuando es posible pasar toda la vida al lado de la persona que se ama, tener sexo solo con ella no es realista.

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Cuando Facebook agregó la opción “Es complicado” al campo de las relaciones, algo cambió en la vida de cada uno de nosotros. De repente, había una posibilidad adicional a estar “soltero” o “emparejado”, que recogía todos los estados intermedios; los arroces en bajo, los pelos, los machuques, los amigovios, etc.

Por: @Zacarmenza // Foto: Película The Dreamers

Sin embargo, con el “En una relación abierta” Facebook también nos dio  la posibilidad de que alguien pueda estar “en una relación” y, al mismo tiempo, seguir abiertamente disponible para otras personas. Dejar la soltería, sin salir del mercado, es cada vez más común, aunque aún no aprendamos a sobrevivir a ello.

Tal vez crecer entre películas de Disney en las que sólo existe un único y verdadero amor, haberle aprendido todo lo que sabemos de relaciones a las telenovelas en las que la infidelidad es el pecado capital y no conseguir olvidar el contrato de propiedad que se firma con el “sí, acepto” nos han cagado la posibilidad de querer a más de una persona a la vez… y si no de quererla, al menos de disfrutarla un ratico.

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Eliminar esa idea de que el otro nos pertenece es el primer paso para poder mantener una relación abierta, lo que no es poco si reconocemos que eso disminuiría los engaños, las mentiras, los celos y, me atrevería a decir, las venéreas y hasta los embarazos no deseados.

Porque, por alguna razón desconocida, nos parece más fácil prohibir que concertar, lo que pocas veces es efectivo (ya lo hemos visto en temas como el aborto). Pero así somos, nos montamos en la película de que nuestra pareja nos debe algún tipo de agradecimiento, materializado en exclusividad y luego andamos llorando porque se aburrieron de nosotros… o se cansaron de comerse todos los días lo mismo.

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Estamos empeñados en eliminar cosas tan naturales como la atracción sexual de nuestras parejas y nosotros mismos, hacia otras personas; en lugar de establecer acuerdos claros desde el principio, que faciliten la convivencia y eviten que estos impulsos se nos corran en la cara, o en la espalda, o en las tetas... Literal.

Y como se pretende acabar con las mentiras, los engaños y los celos, lo más sensato es que el siguiente paso sea ser honestos con las intenciones y planes que tenemos para la relación. No se trata de abrir la puerta para culearnos a otro en el jardín de en frente, mientras nuestra pareja extiende la ropa en el patio de atrás, sin saber nada de lo que ocurre, sino de abrir algunas ventanas para mirar hacia afuera y decidir qué tanto queremos salir de casa.

Los límites son tan importantes como saber que siempre pueden ser modificados, eliminados o re ajustados, sobretodo cuando es la primera vez que se animan como pareja a intentar algo nuevo. Cosas como la obligación de protegerse cuando se esté con alguien nuevo, deben ser definidas desde el principio; “sin condón ni pío”, decía la famosa campaña, “no me traigas una gonorrea/sífilis/VIH/VPH a la casa, por fa”  dirían los expertos en el tema.

Aunque sea un inamovible, la honestidad también debe ser concertada, aunque ambos tienen que estar enterados de a qué están jugando, los detalles son negociables. Es decir, cada quién decide si prefiere que su pareja le cuente cómo se comió al otro, en qué posición lo puso, cuántas veces grito su nombre antes de venirse o si deciden que entre menos sepan, van a estar mejor.

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La frecuencia es algo que también puede variar; algunas parejas tienen algo parecido a “pases libres” con una duración específica, para que el otro pueda echarse las canitas al aire por un tiempo determinado nada más,  pero algunos mantienen la posibilidad abierta de manera permanente.  Pa todo hay cliente.

¿Y los sentimientos? Bueno, ese es tal vez el tema más espinoso cuando de relaciones abiertas se trata. Puede ser más fácil aceptar que nuestra novia le chupe la verga a un man, a que se enamore; así como puede parecer menos grave que nuestro novio se lo meta a otra vieja, a que le diga que la ama... Esto también es posible controlarlo si se tiene claro dónde empieza y dónde termina la amplitud de la relación.

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Pero, por ahora el primer paso es olvidar esa falsa idea de propiedad sobre el cuerpo del otro, luego será más fácil asimilar que el amor no es algo que se agote o por lo que se deba competir. El proceso no es fácil, es necesario olvidar o, por lo menos dejar atrás, todo lo que nos enseñaron de las relaciones a lo largo de nuestras vidas, todas las inseguridades y competencias en las que nos metemos solitos, aún sin conocer a los rivales.

Algunos les llaman “nueva monogamia” y parten de la idea de que, aún cuando sea posible pasar toda la vida al lado de la persona que se ama, creer que ese va a ser el único vínculo sexual que se va a tener por el resto de la vida, no es realista.  Es una cuestión de ahorrarse un par de malos ratos, sin esperar cosas que no van a ocurrir y trabajando diariamente para fortalecer los lazos que si son exclusivos de la pareja.

¿Se anima?                                                                            

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