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Los cuatro retos de la música local, según las cifras

Para bandas emergentes con ganas de posicionarse a través de conciertos

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Los colombianos asisten más a eventos deportivos que a conciertos, y solo el 52% escucha música grabada. La mitad de quienes no lo hacen afirman que no les interesa o no es de su gusto.

Por: @chuckygarcia

Las cifras hablan al igual que las canciones. Así de simple y de obvio. Y  partir de las mismas es posible plantear los cuatro mayores retos que tiene la música nacional, sobretodo la emergente y la que quiere posicionarse en el país a través de conciertos, nuevas plataformas o formatos físicos.

En general, la creación musical en Colombia genera grandes ingresos y es posible decirlo tan solo con mirar una variable: los dineros que SAYCO recaudó entre 2005 y 2014 por ejecución en vivo, y que juntos suman más de 110 mil millones de pesos. En estos años, de hecho, la tendencia siempre fue el alza, ya que mientras en 2005 la recaudación por este concepto rondaba los 8 mil millones de pesos; nueve años después estaba por encima de los 14 mil millones.

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Reto 1: que más gente vaya a los conciertos que a los centros comerciales

Sin embargo, y a pesar de que los conciertos, recitales y presentaciones de música en espacios abiertos o cerrados son el tipo de espectáculo al que más asistieron los colombianos mayores de 12 años (con una preferencia del 30% según la Encuesta de Consumo Cultural del DANE); nos faltan 5 centavos para completar el peso.

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En la capital de la República, por ejemplo y al consultar el estudio de la “Economía de la música en Bogotá” que la Cámara de Comercio presentó hacia finales del año pasado, la gente que asistió a eventos deportivos fue mucha más (51.7%), casi el doble de la que asistió a eventos de música (28.4%).

Y si uno suma el 8.8% de la gente que asistió a eventos religiosos, con el 3.9% de la que asistió a marchas y el 2.5% de la que asistió a centros comerciales, pues obtiene un nada despreciable 15,2%, que dicho de otro modo lo que plantea es que los conciertos que se hacen los fines de semana tienen que competir contra las iglesias y las plazoletas de comidas de los centros comerciales.

Reto 2: que la gente entre 12 y 25 años renueve las audiencias y compre música

Bogotá, en todo caso, es el chocolate caliente que más calorías aporta a la música en vivo en todo el país, y de los 380 mil millones de pesos que se pagaron hace dos años por concepto de boletas para conciertos, casi 100 mil millones fueron aportados solo por esta ciudad. En solo cinco años, de casi 400 eventos de música la capital pasó a tener más de 800, y en un solo mes (como julio de 2016) tuvo 150 conciertos de todo tipo mientras que la oferta de teatro fue de 61 montajes y la de danza de 25.

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No obstante, y aunque la música en vivo cubre una buena parte de la promoción que necesita un artista para darse a conocer en Colombia (en donde Cali y Barranquilla también aumentaron su oferta musical mientras que Medellín tuvo una disminución); no lo es todo. También están la música grabada y la radio.

Según la Encuesta del DANE, muy a pesar de que somos un país que vive pegado del televisor (más del 92% de las personas mayores de 12 años lo hicieron durante el 2016); los porcentajes de los que escuchan radio y música grabada no son tan malos: 64% y 52%, respectivamente.

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En cuanto a la radio, son las personas entre los 41 y los 64 años quienes más bolas le paran a este medio, y las que menos los que tienen entre 12 y 25 años, una población que se supone es la que puede generar un recambio o una innovación a mediano o largo plazo (o construir una nueva audiencia de oyentes que no se conforme con lo de siempre).

En materia de música grabada y para decirlo de otro modo hay un empate, porque si bien el mayor porcentaje de personas que escuchó música grabada en 2016 fue la que tiene entre 12 y 25 años; según la IFPI la cifra de música vendida en discos compactos y otros formatos físicos en el país apenas sobrepasó los 2 millones de unidades. Más o menos como decir que la gente más joven sí la escucha pero no la compra.

Reto 3: no comerse el cuento de que las redes sociales son la mejor opción para las propuestas más emergentes y diversas

Hacia el 2015 en Colombia, los ingresos por suscripciones Premium y de pago a servicios de música en streaming alcanzaban los 10 millones de dólares, una cifra que volvió a crecer el año pasado y en parte gracias a que el uso de internet, según el DANE, alcanzó un 66% entre las personas mayores de 12 años. Y ese 66% usó la red justamente para buscar o escuchar música en línea, principalmente desde su celular.

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Emily Bell, quien dirigió la parte online del famoso periódico The Guardian y actualmente está al frente del Centro Tow de la Escuela de Periodismo de Columbia, decía hace poco en una nota para el diario El Mercurio de Chile que los celulares han cambiado totalmente nuestras economías y las dinámicas en el mercado de los contenidos, y que en países como Estados Unidos una red social como Facebook ha crecido de una manera que “nadie anticipaba”, haciendo que además la gente la identifique como una fuente segura de información.

En Colombia, con un 66.3% de la gente mayor de 12 años metida de cabeza en las redes sociales, es posible imaginar que ocurra el mismo fenómeno y que la gente las identifique no solo como fuentes de información general sino como una voz confiable respecto a la música que debe escuchar o no. Como bien anota Emily Bell en la entrevista, “la red creada por Mark Zuckerberg esconde un factor capaz de distorsionar la realidad. Como es una red de amigos, posiblemente la mayoría tendrá gustos, miradas y tendencias similares”.

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En ese orden de ideas, Colombia, un país en el cual mandan el vallenato, la música tropical, las baladas, el reggaetón, el pop, las rancheras y el rock –en ese orden y según las cifras del DANE– hay que hilar muy fino al momento de enfocarse en las redes sociales como el mayor aliado de las nuevas propuestas o las bandas más emergentes, porque podría estar pasando justamente lo contrario.

Reto 4: seguir bajando las tasas de desinterés

En Bogotá, gracias a Dios y según la “Economía de la música en Bogotá” manda el metal, con un 36.7% de favoritismo dentro del gran conglomerado de géneros musicales; pero en el resto del país el mano a mano entre un género como el rock y uno como el vallenato sigue siendo una pelea de tigre contra burro amarrado.

Hace apenas dos años, y según el DANE, el porcentaje de colombianos que escuchaban vallenato era del 58% y el de los que escuchaban rock era del 28%, proporciones que se mantienen casi en sus mismas medidas y al ritmo de un país en el que, en todo caso, el 50% de quienes no escuchan música fonograbada aseguran que lo hacen porque simplemente no les gusta o no es de su interés. O que no tienen un equipo para reproducirla.

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La tasa de desinterés, en todo caso, ha venido bajando casi un 1% por año (en 2010 era del 55%), lo cual es como una luz al final del túnel, así ese túnel sea como el de La Línea: una obra ambiciosa y estratégica que sigue sin concluir.

 

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