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Los nuevos billetes no son como los pintan

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Por @chuckygarcia. Pobres, ricos o alcanzados, todos, absolutamente todos y sin distinción de clase, sexo, raza y todo lo demás tenemos que lidiar todos los días de nuestras vidas con los billetes y mirar a los ojos a los personajes que vienen impresos en los mismos. A Jorge Eliécer Gaitán, Santander, José Asunción Silva, Julio Garavito y Jorge Isaacs les vemos más las caras que a nuestros amigos y familiares, en muchos casos, por lo cual no es ocioso decir que comparten un vínculo, como las fotos de la pareja, la mamá, las mascotas o los hijos que la gente carga en el bolso o la billetera.

Ante el arribo de los nuevos billetes de 100, 50, 20, 10, 5 y 2 mil pesos –que el Banco de la República pondrá en circulación a partir del próximo año– se queda uno pensando en por qué los protagonistas de los billetes se escogen en rigor para dar cumplimiento a una serie de decretos y no a través de una consulta o selección medianamente sesuda en donde la lógica no sea obedecer la Ley sino exaltar la empatía que estos tienen con los colombianos. Obvio, esto no es un reality ni un reinado ni un concurso de popularidad, pero por lo menos esto haría más divertida la circulación del dinero y hasta la triste experiencia de andar vaciado. 

La nueva familia de seis billetes, que según el Banco se emitirá para “fortalecer su seguridad y mantener la confianza del público en el efectivo”; “rendir un homenaje a personajes de la cultura, la ciencia y la política del país” y “reforzar el reconocimiento del papel protagónico de la mujer en la sociedad colombiana”; tiene personajes tan ñoños y poco carismáticos que, en el caso del billete de 100 mil, lo único divertido será cuando uno intente pagar una carrera mínima y el taxista no tenga vueltas. 

¿A quién se le ocurrió poner a Carlos Lleras Restrepo en el billete más caro que tendrá Colombia en su toda historia?

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¿A quién se le ocurrió poner a Carlos Lleras Restrepo en el billete más caro que tendrá Colombia en su toda historia, un presidente al que llamaban “Chiquito” y que obtuvo su título en Derecho y Ciencias Políticas y Sociales con una tesis de grado que se tituló “El juicio de quiebra”? 

Quebrados van a quedar muchos de los colombianos que ganan el mínimo cuando les paguen su sueldo, ya que siendo el mínimo un salario inferior a los 700 mil pesos a lo sumo les van a dar seis “Chiquitos” Lleras y poca cosa más. Si hubieran puesto a Caterine Ibargüen en el billete de 100 mil, por ejemplo, la historia sería otra, y no solo por ver su inspiradora y atlética figura de 1.80 metros de estatura (con unas piernas y una sonrisa de aquí hasta el cielo), sino porque sicológicamente uno creería que sí puede estirar la plata y que no a fin de mes no le va tocar brincar aquí y allá para pagar deudas. 

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Al billete de 50 mil no le fue tan mal, digamos que con la imagen de Gabriel García Márquez en el anverso pasa a convertirse en el “billete intelectual” de la serie, un billete antecedido por un premio Nobel y en la vida real uno de los favoritos de algunos policías y agentes de tránsito al momento de reemplazar las multas por un soborno o, dicho de otra forma, por un incentivo voluntario del infractor. Con una imagen de la Ciudad Perdida en su reverso, lucirá como un billete muy culto, en todo caso, que de algún modo nos hará recordar el disco “La Tierra del Olvido” y que motivará a todos aquellos que se gastan la quincena o el sueldo completo en una sola noche a despilfarrar sin pensarlo dos veces.

Otro presidente, Alfonso López Michelsen, tan carismático y agraciado como una papa, conocido como “El hombre del siglo XX” aunque casi ningún colombiano de ahora lo sabe y quien en uno de sus gobiernos llevó al país al índice de inflación más alto de la historia presta su cara al nuevo billete de 20 mil pesos. Otro billete sin mayor ciencia, reemplazo del mismo billete que hoy muestra en una de sus lados al bigotudo astrónomo Julio Garavito, y que bien pudieron haber usado hasta para exaltar a algún personaje de televisión, como Guri Guri o Betty La Fea. Hasta una Amparo Grisales habría sido más decoroso y menos harto, y si lo que buscaban era algo que hiciera juego con el otro costado del billete (una imagen de los canales de La Mojana, de donde son el pueblo Zenú y el famoso sombrero vueltiao), pues hubieran puesto a Miguel el “Happy” Lora, campeón mundial del peso gallo hace 40 años exactos.

En este país, un boxeador casi siempre está mejor preparado para enfrentar los embates de la vida que un presidente de la república y eso es mucho más inspirador. Mientras los primeros tienen fama de haber salido adelante y comprarle una casa a sus mamás a fuerza de sus puños,  los segundos tienen fama de haber nacido en cunas de oro y ser unos completos derrochones.

Ahora bien y ya para terminar. ¿Por qué los billetes de los expresidentes son de mayores nominaciones que los billetes de los artistas, poetas e investigadores? En esta nueva familia de billetes, el “Chiquito” Lleras y López Michelsen valen más que los de la antropóloga Virginia Gutiérrez, el poeta José Asunción Silva y la pintora Débora Arango, quien haber sido pionera del arte moderno en Colombia al parecer no le sirvió de nada porque la pusieron en el billete de 2 mil pesos, que no nos digamos mentiras, ya no alcanzan para nada. Con el billete que le tocó a la antropóloga Gutiérrez, el de 10 mil, al menos alcanza para un almuerzo ejecutivo y un viaje en bus; y con el de 5 “lucas” de Silva alcanza para un roscón con gaseosa en una tienda de esquina. 

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Si bien sus biógrafos dicen que solo tenía 10 pesos en el bolsillo cuando se quitó la vida, no deja de ser triste en todo caso que justo en plena celebración de los 150 años de su nacimiento lo vuelvan a poner en el mismo billete en que ya estaba el mítico poeta. En los último diez años, pues el billete actual de 5 mil pesos fue emitido por el Banco de la República en 1995, a José Asunción Silva –como a muchos otros colombianos– siguen sin subirles el sueldo.

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Ver además los memes de los billetes colombianos.

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