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Piqué, ¿por qué no te callas?

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Por: @chuckygarcia

Es curioso y no menos simpático que Gerard Piqué haya incluido a Kevin Roldán en la lista de agradecimientos por la consecución que el FC Barcelona hizo de las tres copas más importantes a las que un equipo de fútbol en España puede aspirar. Y es curioso y no menos simpático porque la inauguración de la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014 contó con la presentación de Shakira, señora de Piqué; un mundial que justamente será recordado por haber sido testigo de una de las peores actuaciones del seleccionado nacional español en muchas décadas. España hizo el ridículo desde el primer partido que jugó (y que perdió por cinco goles a uno contra Holanda), ni siquiera pudo pasar de la primera ronda y Piqué hizo parte de ese memorable ridículo.

“Gracias al staff técnico, a los jugadores, a la afición y a Kevin Roldán, porque contigo empezó todo”, exclamó textualmente Gerard con actitud de comediante (pero de comediante malo); y lo que el defensa del Barcelona e imitador fallido del buen humorista Juan Tamariz también ignora es que al tomar lo de Kevin Roldán como punto de partida de la debacle del Real Madrid en esta tripleta de torneos con los que sí se alzó el Barcelona hay mucho más en juego.

El comentario de Piqué no solo fue un recordatorio de la desafortunada fiesta de Cristiano Ronaldo en la que estuvo Kevin Roldán haciendo un karaoke de su propia música; sino del poco “fair play” musical que ha existido entre España y Colombia.

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Mientras nosotros hemos sido consumidores cuasi eternos de toda la música de la Península Ibérica –y sin menosprecios, pues aquí han calado desde genios de la canción como Raphael y Nino Bravo hasta malas copias de Julio Iglesias (que de por sí es una caricatura de sí mismo); allá sigue siendo un mercado difícil para los nuestros. Y cuando no, un chiste del Camp Nou.

Doña Shakira y Juanes bien podrán ser un caso aparte (o hasta el propio Joe Arroyo, quien en 1992 tuvo los cojones de cantar “La rebelión” ante los Reyes de España en Expo Sevilla); pero para los demás –sobretodo los nuestros de ahora– ha sido un mercado complejo, difícil de penetrar, aunque no imposible: en los 90 Aterciopelados también llegó a tener notoriedad; en el Fórum Universal de las Culturas Barcelona 2004 La Etnnia recibió el premio “Mensajeros de la Verdad”; e incluso ahora mismo se habla muy bien de Bomba Estéreo, quienes por segunda ocasión hacen parte del Festival Internacional de Música Avanzada, Sónar 2015, un evento de primer orden y de mucho peso en la electrónica de baile.

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Pero aún con estos logros el intercambio siempre ha sido desigual. Y más que el intercambio, la incondicionalidad y la condescendencia.

Durante muchos años, aquí hemos sido leales a bandas de culto del punk, el heavy y el rock españoles como La Polla Records, Soziedad Alkohólika, Barón Rojo, Magö de Oz, Héroes del Silencio y Extremoduro (para nombrar solo unas pocas); a la música de chimenea y vino caliente de Mecano, Cómplices o La Oreja de Van Gogh; e incluso aquí triunfaron los recopilatorios de música trance de “Máquina Total”, los hits de zoológico de Melody y esos temas sin sentido de Ella Baila Sola, como “Cuando los sapos bailen flamenco”. Y ni hablar de que Miguel Bosé terminó siendo ciudadano colombiano, y que otros artistas españoles como Alejandro Sanz no han necesitado de la doble nacionalidad para hacer de nuestro país un mercado objetivo para la difusión de su música; aún cuando esta es tan ingrávida que ni los drones la toleran.

Que uno se levante de la cama, prenda el radio y lo primero que escuche sea esa abominable canción de Enrique Iglesias llamada “Bailando” habla muy bien de nosotros, y por eso más allá de los patrioterismos baratos y lo que Kevin Roldán y el reggaetón representan musicalmente lo de Piqué es curioso y no menos simpático y da pie al “¿Por qué no te callas?” que alguna vez pronunció el recordado asesino de animales y otrora Rey Juan Carlos de España contra Hugo Chávez en una Cumbre Iberoamericana en 2007.

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