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A propósito de “Periné, Bomba y Chocquibtown ya no son independientes”

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Por @ChuckyGarcia

Lo primero que hay que decir es que esto es una “columna de opinión”, no un reportaje, una investigación ni una crónica periodística como lo asumen algunos. No es un capítulo de “Séptimo día” ni de “Los Informantes”, ni pretende serlo; como columna de opinión es una mirada que trata de ver el cuadro entero de un asunto y arrojar algunas luces en pocos párrafos y datos. No quiere decir esto que me excusa de faltarle a la verdad de las cosas, ni mucho menos, pero sí me libra de la obligación que rige para artículos periodísticos o textos noticiosos en donde obligatoriamente deben citarse fuentes, corroborar datos con minucia y tratar de hacer una radiografía absoluta.

Lo segundo, no es la primera vez que abordo ni le meto mano al tema, de los 41 años de edad que tengo más de la mitad se los he dedicado a tratar de poner en palabras algo tan indomable e impredecible como lo es la música. Antes de cumplir 20, ya estaba en la redacción de un periódico llenando con información de grupos nacionales una separata de 12 páginas; y a partir de ahí  tuve la suerte y la posibilidad de escribir sobre lo mismo para El Espectador, Shock, Cambio, Rolling Stone, Arcadia, Cartel Urbano o Esquire.

Y meterle mano no solo ha sido sentarme en un computador a dilucidar, duermo con la conciencia tranquila de saber que mientras unos se han sentado frente al micrófono de una emisora a decir el estado del clima por mi parte me he arremangado la camisa para trabajar junto a más de una docena de bandas colombianas, entre las que puedo nombrar a La Pestilencia, La Etnnia, Ultrágeno y Odio a Botero. De mi bolsillo puse el dinero para hacer el álbum “Kill The Cuentero” (uno de los diez más importantes del 2007 según Semana), y antes de llegar a ser el programador de Rock al Parque 2014 y 2015 lo hice con una buena cantidad de artistas nacionales en las tres primeras ediciones del Festival Centro; y durante dos años fui programador de una sala de conciertos en donde justamente presentamos a Chocquibtown, Bomba Estéreo y Monsieur Periné en más de una ocasión. Con una plataforma de Señal Colombia (En Órbita) lancé 18 compilados de música colombiana (el último estuvo dedicado a las bandas independientes, http://www.enorbita.tv/independientes); y desde este año hago una nueva serie de compilados con artistas nacionales para Bacánika.com. 

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La anterior columna, dicho sea de paso, y respetando lo que cada cual haya entendido, no apuntaba a señalar que estas tres bandas colombianas “se vendieron”, eso de “venderse” es un argumento del que soy enemigo acérrimo porque de entrada me parece el más pobre de los argumentos. Pero citando a Forrest Gump, “Stupid is as stupid does”, así que quienes lo interpretaron de este modo (pues en ningún lado del texto está escrito) deben saber que así la música que ahora hacen Chocquibtown, Bomba Estéreo y Monsieur Periné no haya cambiado y no sea más o menos comercial que antes; ahora que la multinacional Sony Music se encarga de promoverla sí existe el compromiso de llegar a más regiones y de que esté en sintonía con las tendencias musicales que los públicos que no son de nicho están consumiendo en esos territorios.

"La anterior columna, dicho sea de paso, y respetando lo que cada cual haya entendido, no apuntaba a señalar que estas tres bandas colombianas “se vendieron”, eso de “venderse” es un argumento del que soy enemigo"

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Y la columna anterior no da por hecho que ahora hacen música “más comercial”, pero sí que su música tuvo cambios y que el mejor ejercicio para corroborarlo es escuchar sus anteriores álbumes y los que acaban de lanzar. De ningún modo, el texto de la columna se opone a que estas tres bandas entren a un nuevo tinglado del mercado o que trabajen con una disquera multinacional en vez de una independiente (más aún cuando aquí muchos sellos “indie” fracasan porque los manejan como una tienda de barrio a la vieja usanza, llevan las cuentas en un cuaderno y mientras venden un pan se comen tres); e incluso cuando lo pienso oponerse a que eso le pase a cualquier otra banda es como pensar que un futbolista va a preferir quedarse otros diez años en el torneo del barrio en vez de irse a probar suerte con un equipo de primera división. Y aún más sabiendo que de sus ingresos dependen otros.

Personalmente, he tenido la oportunidad de trabajar y compartir más de una experiencia con Choquibtown desde hace unos diez años, y sé que de su trabajo no solo dependen sus familias sino un montón de personas más que vienen trabajando con ellos cuando lo de Sony Music no estaba ni siquiera entre las cuentas.

Cito a Chocquibtown no solo porque he conocido de cerca su proceso, sino porque a través de su caso puedo explicar cosas que no están escritas en la columna que desató la polémica y que algunas personas dieron por escritas. El título de la columna, “Monsieur Periné, Bomba Estéreo y Chocquibtown ya no son independientes”, de hecho no se refiere a que ya no van a tener que hacer el trabajo que siempre les ha tocado hacer, que perdieron su autonomía o que, como dice Bart Simpson en el capítulo en que él y sus compañeros de colegio naufragan en una isla, vivirán como reyes y tendrán a su servicio unos “simios mayordomos” que además de atenderlos a cuerpo de rey les contarán cuentos de la selva.

Se refiere a que técnicamente hablando ya no pertenecen a esa “escena independiente” en la que ellos fueron tres de los casos de éxito más sonados, demostrando de paso que con buena música, buenos shows y creando un voz a voz en vez de pagar payola se puede llegar a ser un referente dentro de la música colombiana, aspirar a premios internacionales y hacer giras mundiales. No conozco personas más pendientes de los asuntos de Chocquibtown que sus tres fundadores, Tostao, Goyo y Slow, por ejemplo; y no están jugando a ser una bandita del momento sino que sobre sus espaldas incluso llevan el inmenso compromiso de representar a una región del país que el Estado, la politiquería, la corrupción y el desinterés de la mayoría han invisibilizado y empobrecido por años.

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¿Pero qué pasa ahora que ellos ya no son “independientes” y Sony Music los tiene entre su catálogo de artistas? ¿Acaso, visto desde la llamada “escena independiente”, no viene a ser acaso como una “fuga de capital”? ¿O cómo llamar al hecho de que la escena independiente (público, medios, festivales, gestores) aporten de algún modo y durante varios años seguidos para que las bandas cobren un valor, y luego de que este valor está dado las bandas no tienen más hacia dónde expandirse, hacia dónde nadar y lo independiente se vuelve entonces una pecera que les queda chica? Sea su nueva música más comercial o no, los más de diez años de carrera independiente de Chocquibtown, los de Bomba Estéreo o los de Monsieur Periné fueron a dar a manos de un sello multinacional, que como bien lo digo en la columna anterior tampoco la tiene nada fácil y está haciendo una apuesta que hace mucho tiempo no se veía.

Y en ese sentido, ¿qué va a pasar con los que vienen detrás o a la par de los CQT, los Bomba o los Monsieur, como Puerto Candelaria y Doctor Krápula, que también llevan diez o 15 años dándole a la música por su propia cuenta; o con algunos más recientes como Pedrina y Río y LosPetitFellas, que dicho sea de paso vienen trabajando hombro a hombro con la gente de Árbol Naranja, una plataforma de servicios para músicos que sabe que esto es una apuesta de largo aliento y no de resultados inmediatos? Y cuando los de Árbol Naranja, que es gente que se metió en esta vaca loca por convicción y no por dinero ya no pueda retenerlos más porque necesitan dar un paso más arriba y llegar a más gente, ¿qué va a pasar? ¿El “pollo” que “engordamos” entre todos terminará de nuevo en un asadero de cadena, por decirlo de algún modo y con todo el respeto del caso? Ese es el verdadero debate, y no si quien escribió la columna tiene un pensamiento estancado en los años 90, aunque dicho sea de paso y en cuanto a mi se refiere, les respondo: sí, me quedé en los años 90, que es la época desde la que vengo apoyando a las bandas, y no con palmaditas en la espalda sino con hechos, sin creerme que el apoyo al talento local es un concurso de popularidad, guardando una distancia prudente para no dejar de ser objetivo y sin bajar la guardia en la defensa de mi independencia, pues también soy independiente y lo digo sin victimizarme.

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Eso de victimizarse déjenselo a las telenovelas, eso de acusar que otros desconocen lo que uno sufre para pagar sus cuentas y facturas no viene al caso, si bien es cierto que no hay que perder de vista que ya sea una escena independiente o mainstream debe existir la conciencia de que el artista debe tener una mejor condición de vida para dedicarse enteramente a la música; todos esos que no son músicos y que trabajan por la música también deberían acceder a unas mejores condiciones para poderse dedicar a lo que más les compete. Los que hacen los videos de las bandas muchas veces sin cobrar un solo peso, por ejemplo; o los que reseñan sus discos en sus portales,  toman sus fotos, ilustran sus volantes, diseñan sus portadas o ayudan a que sus discos sean publicados y todo a cambio de un crédito, no de un fajo de billetes.

Bajo el crédito de “Producción ejecutiva prensaje Colombia”, mi nombre aparece en el disco “La Revancha del Burro” de Systema Solar, y no lo hice para enriquecerme sino por la convicción de ayudar a sacar adelante uno de los mejores álbumes que creo se han hecho en Colombia. Tampoco lo hice para postear en redes que soy un redentor o porque mis raíces están en la Costa Atlántica; nací en el Seguro Social de Cali, llevo un cuarto de siglo viviendo en Bogotá y aunque honro a mis antepasados no me considero un tubérculo para andar presumiendo sobre mis raíces.

Y si escribo esta columna de opinión en Shock.co es solamente para tratar de sembrar una idea o una mirada frente a la cual, obviamente, toda la gente tiene el absoluto derecho de opinar y expresar su punto de vista, aunque en este caso en particular uno no puede mirar para otro lado y desconocer que muchas veces el “apoyo a lo local” que se profesa en redes sociales es más de boca que de bolsillo; más por moda que por credo.

 

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