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Una plegaria por Leonard Cohen, el hombre de negro

Una nueva carta de despedida al hombre que supo teñir su música de literatura, dándole ese aire sombrío, desesperado y solitario.

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Una nueva carta de despedida al hombre que supo teñir su música de literatura, dándole ese aire sombrío, desesperado y solitario que le hacía un extraño Albert Camus del folk: Leonard Cohen.

Por: Mr. Trance* //  - Foto: Gettyimages

Leonard Cohen nos ha dejado y me invade una profunda melancolía. Me siento huérfano, vagabundo, como deambulando por una de sus canciones. Es difícil recordar todos los buenos momentos que he tenido escuchando su música. Solo, acompañado…viendo pasar la vida. Su voz profunda se alojaba en el corazón de uno y allí se quedaba susurrando y haciendo preguntas.  Ofreciéndote su mano para descubrir sus respuestas o no querer descubrirlas jamás. Con Cohen, al igual que con mis escritores o poetas favoritos nunca estaba solo. Por eso hoy me siento huérfano.

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Profundo admirador de Federico García Lorca y del flamenco (prueba confesa de ello es el increíble discurso que dio cuando fue premiado con el Príncipe de Asturias en España), Leonard Cohen además de músico, era un gran y reconocido poeta: “hay una grieta en todo; sólo así entra la luz”, supo teñir su música de literatura dándole ese aire sombrío, desesperado y solitario que le hacía un extraño Albert Camus del folk. Son muchos los artistas que ha influenciado; Patti Smith, Nick Cave, Tom Waits, Joaquín Sabina, Nick Drake, Lou Reed, Tindersticks o generaciones más actuales como Herman Düne, Devendra Banhart, José González, Rufus Wainwright, Keaton Henson…Cohen siempre fue distinto, cool, enigmático, inclasificable. Como buen romántico no formaba parte de nada, y como buen romántico aprovechó cada minuto de su vida. El cantautor canadiense de ojos tristes, al igual que Florentino Ariza en “El Amor en los tiempos del cólera”, buscaba la paz en el regazo de sus amantes, en cada botella de vino que se bebía en los escenarios o bien acompañado en el hotel Chelsea de New York, en su casa de la isla de Hidra en Grecia, o en un monasterio zen durante cinco años. Quién sabe si llegó a encontrarla en vida, en cualquier caso, espero que por fin la haya encontrado. Sólo me queda expresar mi gratitud a una de las voces más personales e influyentes de los últimos cincuenta años. Gracias. Como el mismo decía: “ If the sun would lose its light…and there was nothing left that you could feel, that´s how it would be”.

Les dejo con algunas de mis canciones favoritas:

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Suzanne (Songs of Leonard Cohen, 1967). Una de las primeras canciones que le llevaron al éxito y un perfecto ejemplo de música. La letra aglutina sus temas favoritos; amor, religión, sexo…un clásico que no envejece nunca.

Avalanche (Songs of love and hate, 1971).  Su incisiva guitarra clásica y la voz de ultratumba de Cohen forman una perfecta mezcla, deliciosa melancolía inspirada en uno de sus poemas.

Famous blue raincoat (Songs of love and hate, 1971).  Una triste canción sobre la infidelidad de la esposa de un hombre con un amigo de él. Como siempre, Cohen transforma el dolor en belleza. Imprescinble.

Death of a ladies’ man (Death of a ladies’ man, 1977). En un estilo muy distinto al minimalismo del cantautor, la producción corrió a cargo de Phil Spector, creador del famoso “Wall of sound”. La cosa acabó fatal, incluso Spector contrató a un pistolero para que Cohen no visitara el estudio durante las mezclas. A pesar del desastre el disco tiene pequeñas joyas como ésta.

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Lover, lover, lover (New skin for the old ceremony, 1974). Uno de los grandes himnos del genio de Montreal. Épica para todo peregrino de las causas imposibles.

Por Mr.Trance

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Además de ser colaborador en Shock, Mr.Trance es el protagonista de una serie de animación del mismo nombre que emite Cartoon Network Latinoamérica y Señal Colombia. www.mrtrance.com

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