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Una bonita excusa para volver a escuchar y ver a Amy Winehouse

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Por: Mr. Trance // Foto: Efe 

El elegante y estilizado personaje animado, torpe flacuchento, romántico y soñador intelectualoide, adicto a los vinilos y al jazz estrena su sesión musical en Shock.co. Esta es su primera entrada.(Lea acá nuestra entrevista con él)

El mundo del rock siempre ha estado lleno de jóvenes cadáveres. Arder y desaparecer rápido vende mejor que ir apagándose poco a poco y parecer una señora arrugada como les ocurre a la mayoría de los rockeros que pasan de los 50. El rock es la continuación del dandy, del poeta maldito decimonónico que desprecia de la vida y al mismo tiempo se la bebe de un trago. Elegante, provocador y misterioso. Una patada en el culo a los valores tradicionales y el miedo al cambio. La consigna romántica de Rimbaud; “lanzarse al vacío, al infinito, para encontrar lo nuevo” ha sido aprendida y repetida por cientos de rockeros desde que Robert Johnson, el papá de todo, era enterrado en Greenwood, Misisipi, con 27 años.

El rock es sexy, es temerario, habla al corazón de los jóvenes. Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y más recientemente Kurt Kobain y Amy Winehouse, todos muertos con 27, la edad maldita del rock. Hay otros muchos otros que se fueron más jóvenes, como Ian Curtis o un poco más tarde, como Lane Staley pero en general cualquier rockero, tiene un pequeño escalofrío cuando cumple 27 años. Quién sabe.

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El soul no es para menos. En su mayoría protagonizado por la raza negra, saben mejor que nadie lo que es luchar por sus derechos y por sus venas corre la vida convulsa de sus antepasados en los campos de algodón. Sangre y sudor. Sus integrantes son intensos, sensibles y maravillosos. Todos recordamos a Marvin Gaye, James Brown o Nina Simone. Todos negros, todos geniales, todos con vidas complicadas. Y lamentablemente este fue el caso de la británica Amy Winehouse. La nueva diva del soul que curiosamente no era negra, más bien judía pero cuando cantaba parecía poseída por Etta James en un angosto club de Manhattan con olor a bourbon. Este año se ha estrenado el premiado y espléndido documental “Amy”, dirigido por Asif Kapadia , que tiene la curiosa y pionera virtud de contar la historia a través de videos domésticos que fueron grabados por amigos o allegados a la malograda cantante.

Merece la pena verlo. Detrás del mito Winehouse, como suele ocurrir en estos casos, se esconde una niña sensible e inteligente, a la que le faltó un padre cuando más lo necesitaba, en la infancia, y terminó buscándolo en jonkies de medio pelo y en el fondo de una botella de whisky. La fama, el dinero, la presión del negocio musical y los medios hicieron el resto. Hay que ser fuerte para ponerse en el ojo del huracán y que no se te vaya la cabeza. Y Amy no lo era. Lo era para escribir, para cantar pero no para sobrevivir. Una historia triste que por desgracia ya hemos visto y ojalá no sigamos viendo.

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Pero Amy, en vez de dedicarse a pagar una hipoteca, aprovechó bien sus 27 años de vida. Nos dejó pocos discos pero maravillosos, en especial, el famoso “Back to Black”. Ahora junto al documental, se estrena la banda sonora del mismo después del póstumo “Lioness: Hiddeen Treasures” en 2011. Este “Amy” recoge temas interesantes como “Stronger than me” o “Whats it is about men”, una canción en directo del North Sea Jazz Festival, con una hipnótica atmósfera de piano y un lirismo muy especial por parte de Amy que nos recuerda a su padre al principio de la canción.

El resto del disco recopila otros directos, demos, “Back to black” a capela y bonitas canciones como “Valerie” grabada para la BBC. Todo ello con tracks alternativos de Antonio Pinto que crean la intensidad dramática en el documental. Una bonita excusa para volver a escuchar y ver a Amy. Y entender su historia. Un cometa que vino, nos alumbró y se fue dejando una estela maravillosa. Gracias Amy. Wish you were here. 

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