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El resumen del segundo día de Rock al Parque 2017 en 50 fotos para coleccionar

Rock al Parque sigue sumando cumpleaños y nosotros seguimos registrando la historia de cómo el rock se hace más grande.

Por años se han venido formulando preguntas como: ¿Qué es el rock? ¿Hacia dónde va el rock? ¿El rock ha muerto? Son las mismas preguntas que tienen la misma esencia bizantina de saber qué fue primero; ¿el huevo o la gallina?

Pero este segundo día de festival, se encarga de respondernos todo esto dependiendo del lado en el que estemos o queramos tener nuestro confort. La idea misma de que el rock ha muerto puede verse en el estricto sentido de tener bandas que no encajan en este esquema. Esto se pudo sentir en las tarimas Bio y Eco a través de sus 16 grupos. Entre ellos hubo espacio para escuchar reggae, dub, folclore progresivo, experimentación, electrónica, calypso, sonidos balcánicos y más.

Y ahí estaría la respuesta efectiva. Pero no, no podemos quedarnos con una lapidaria sentencia que nos deje sin posibilidades de darnos cuenta que este segundo día bien se acomodó al lema del festival: conoce, conserva y disfruta. Porque en efecto, el rock se mantuvo atento a sus fieles seguidores. Esto se prueba y confirma cuando se pueden ver las presentaciones de bandas como Roots of Rock, Antised y Estado de Coma.

La contundencia sonora del metal y el hardcore que bien era una extensión del sábado pasado, se hacen presente con la estridencia y la distorsión que estas bandas ofrecen. Un relevo generacional se ve en el pogo y en el moshpit. Ese rito de conservación y multiplicación de la energía no tiene pierde y es como un merecido aplauso de aprobación.

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Pero la gratificación sonora también tiene otras maneras de entenderse. Y es conociendo y sintiendo otras posibilidades. Eso es justamente lo que las otras dos tarimas se encargan de darnos a conocer.

Llegamos a ellas a conocer propuestas que nos dejan un nuevo sabor en los oídos como lo son: Tijax y Valentain. Dos bandas de la ciudad de Bogotá que tienen entre sus integrantes mujeres. Entre el rock y los sonidos del reggae y funk tenemos así una representación de la nueva sangre sonora.

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Y así es como descubrimos que sí, que el rock está en la sangre y en el alma de estos grupos jóvenes. No se ha muerto ni está agonizando. Solo está tomando otro aire.

O como lo hizo Enepei, tal vez la banda más antigua de las distritales. Encontrándose con un nuevo público al cual enganchó de una. Y la vuelta de la moneda está descubriendo que en otras latitudes hay fuerzas sonoras que están dispuestas a apostarle y a aportarle al mundo nuevos condimentos al rock.

Entre la posibilidad de un joropo-jazz progresivo conocimos a Los Crema Paraíso (venezolanos radicados en Nueva York) y a una banda china que desde muy lejos vino para no usar palabras, pero si sorprendernos con su música. Era nada más ni nada menos que Zhaoze; una propuesta en la cual lo moderno de una guitarra eléctrica se unía con un instrumento tradicional de cuerda chino para crear atmósferas entre lo denso y lo armónico.

La tarde fue transcurriendo entre más contrastes. Hardcore extremo con los caleños de Estado de Coma, los legendarios H2O de Estados Unidos y los locales Blessed Extinction. Sabrá el cielo y los servicios médicos cuántos asistentes no pudieron sobrevivir ante la descarga de pogo que se tuvo.

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Pero si esto sucedía en el escenario Plaza, en la tarima Bio se sentía un calor nativo con los cordobeses de Los Caligaris, con quienes pudimos comprobar que hay otras referencias sonoras más allá de Buenos Aires. Aquí vimos además más sonido que nos recordaba el ánimo del Caribe a través de los argentinos Sig Ragga y el talento nacional de Elkin Robinson. Era este el calor que abría la noche mientras que en el escenario Eco teníamos un contraste especial.

Era la segunda presentación de 8 Bits Memory con su propuesta digital rockera y el calor del funk caleño de Cirkus Funk. La noche fue entrando para darnos sendos platos fuertes con Carnivore Disprosopus (colombianos en el exterior) quienes nos demostraron que estar lejos de la patria no significa perder la costumbre de lo fuerte; al contrario se refuerza. El cierre con Obituary fue sentir que la necesidad latente del rock es un motor vital para la ciudad.

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De ese modo, igualmente encontramos los cierres de Macaco en la tarima Bio y de Titán en la Eco. Macaco le apunta a ese sonido de lo mestizo, de lo mezclado y Titán trajo ese ciclón que casi se vuelve un Tsunami: la electrónica recargada de recuerdos de la discoteca densa que les gusta. Una en la cual se puede bailar o escuchar música sin pedir nada a cambio.

Justo a las 9 y media de la noche, la jornada iba cerrando con tres miradas musicales tan distintas como únicas. Y lo mejor, era que Bogotá le había respondido a las tres. Quien pensaba que el rock estaba definido y tenía que hacerse de una manera, le bastaría el escenario Plaza para conservar. El inconforme y curioso, tenía las tarimas Eco y Bio para descubrir y celebrar.

Fotos por: Daniel Álvarez, Fox, Schwarz, Julián Galán, Juan Zarama, Jonathan Edery

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