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¿Era necesaria una tarima de mujeres en Rock al Parque?

Cinco shows tremendos sacaron la cara por las voces femeninas en Rock al Parque 2016. ¿Qué tan incluyentes son las tarimas con enfoque diferencial?

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Cynthia Montaño - Foto: Alejandra Mar

Cinco shows tremendos sacaron la cara por las voces femeninas en Rock al Parque 2016. Y todos conformaron la nomina de la tarima Eco. ¿Qué tan incluyentes son las tarimas con enfoque diferencial?

Rock al Parque 2016 programó un cartel con más de 60 bandas. De ese número de agrupaciones, solo cinco eran proyectos encabezados por mujeres. Sara Rodas, de Mr. Bleat; Elsa Carvajal, de Elsa y Elmar; Edna Arcila, de Pedrina y Rio; la cubano-mexicana Leiden y Cynthia Montaño fueron las únicas voces femeninas del evento. Los cinco actos fueron programados en el mismo día y sobre el mismo escenario, la tarima Eco. Esta apuesta por un enfoque diferencial fue la novedad de este año. Pero antes de afanarnos a decir que las mujeres triunfaron y que se ganaron un espacio propio hay que preguntarnos qué tan incluyente es separar los escenarios como si fueran un baño de centro comercial.

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Desde que Mr. Bleat empezó su show con alrededor de unas 100 personas en el público la afluencia empezó a ser cada vez mayor. Elsa y Elmar y Leiden jalaron más y más gente hasta que Pedrina y Rio y Cynthia Montaño, incluso cuando empezó a llover, tocaron con el escenario lleno.  Así que por lo menos en cuanto a asistencia, se podría decir que funcionó el experimento.

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También coincidieron los estilos musicales. A excepción de Cynthia Montaño, que le imprimió las notas de folclor y Hip Hop a la tarima, la mayoría de presentaciones fueron por la misma onda; sonidos sintéticos, voces cálidas y una tendencia marcada hacia el pop o las fusiones. Todos los shows se alejaron por completo de los sonidos fuertes de una programación cargadísima de metal y hardcore, pero también fueron dignos de haber ocupado tarimas más grandes.

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Cuando acabó el día le pregunté a Cynthia Montaño por la inclusión de este espacio y comentó que le parecían importantes dos cosas:

“Primero, que incluyan sonoridades diferentes, porque eso indica que nuestra Colombia se reconoce como pluriétnica, multicultural y diversa. Lo segundo, me parece que para las mujeres es una ganancia muy grande, porque esto apoya a las mujeres en su trabajo y además genera equidad de género. Sin embargo, es importante que tanto mujeres y hombres compartamos un mismo gran escenario, comiéndonos el mismo público positivamente y ganándonos ese espacio”.

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Es de reconocer que hayan destacado la presencia femenina en un evento rockero, que en números indudablemente siempre ha tenido una tendencia marcada hacia las voces masculinas. No obstante, en este caso, ese reconocimiento viene con un ‘pero’ encima. ¿Por qué no medir la música en igualdad de condiciones para ocupar un escenario en el que el criterio de distinción sea el género musical y no el género a secas? Tal vez ese es uno de los problemas de las políticas culturales con enfoque diferencial. Pareciera más un intento por mostrar que se es incluyente reforzando la distinción y no una inclusión orgánica. Hay muchas cosas más en el fondo. 

Recién un par de días antes de este show publicaron en La Silla Vacía una entrevista con la líder feminista Florance Thomas en la que le preguntaban por un posible divorcio entre las leyes y la cultura frente a los derechos de las mujeres

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Thomas hablaba de una falta de voluntad política diciendo: “…es trágico que no haya mujeres con sensibilidad de género en la política. Aún falta sensibilidad de género, un cuerpo de mujer no garantiza nada, tiene que ser consciente de lo que pasa. Además las feministas no nos miramos solo el ombligo, también se tiene que hacer política para los hombres…”.

En últimas, así como hay que hacer política para todos, hay que poner escenarios grandes para todos, compartir tarimas. En algún momento la escena tiene que ser la misma. El experimento funcionó, pero no puede que no haya sido tan incluyente. 

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