Cien mil personas asistiendo al día metalero de Rock Al Parque, la lista de los actos más grandes de metal del mundo presentes en Colombia chuleada en un 90%, festivales especializados en la mitad de la ciudad… ¿qué hay detrás de esta Bogotá metalera?Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti Los rockeros y los metaleros de Colombia deben agradecerle a Milo (sí, la bebida chocolatada) y al excabecilla de Sábados Felices Alfonso Lizarazo (quien fue uno de los pioneros en programar rock, o “música juvenil”, en la radio comercial) por poner una de las primeras piedras de la escena musical nacional. Antes de la existencia de rockalparques, tortazos, estereopicnics o showsdelasestrellas (y mucho antes que publicistas empezaran a vender humo con sus “activaciones de marca”), Milo organizó compilados y giras nacionales presentadas por el gran Lizarazo conocidas como Milo A Go-Go. El cartel lo integraban artistas que, en la década de los sesenta, estaban comenzando a hacer rocanrol en Colombia: Los Speakers, Los Flippers, Los Yetis, Los Ampex, Los Wallflower Complextion o Los Golden Boys. Así comenzó a regarse la fiebre. Los artistas fueron y vinieron pero la afición a esos sonidos juveniles se quedó. En ese gran árbol del rock nacional una de las ramas que más ha crecido ha sido la del metal: un género que marca récords de asistencia a sus eventos y que debajo de sus sonidos revela una estructura sólida y organizada que le da larga vida a sus sonidos. … Bogotá Humana, Bogotá metalera Hay cosas seguras y fijas en Rock Al Parque, como que va a llover alguno de los tres días, que el afiche generará polémica, que sectores puristas protestarán porque el festival ha perdido su “esencia rockera”, que comenzará a oler a porro cuando toque una banda de ska/reggae y que el primer día es propiedad del metal. Nadie ha oficializado esta última ley, no hay cláusula que lo afirme, pero así es, y así se lo ha ganado el público más fiel y constante del festival. En ediciones con mala asistencia en el segundo y tercer día, los números del “día metalero” son los que salvan los informes administrativos. Los conciertos de este género han llegado a convocar la cifra récord de 100.000 personas; más del doble de lo que puede albergar el Estadio El Campin o del número de asistentes que tuvo el Festival Estéreo Picnic 2014. Por eso la curaduría de Rock Al Parque se ha preocupado por traer actos internacionales de primera como Apocallyptica, Fear Factory, Carcass, Paradise Lost, Haggard, Cannibal Corpse o Symphony X y el propio festival ha crecido de la mano de leyendas nacionales como La Pestilencia, Tenebrarum, Kraken, Agony, Masacre o Neurosis. Pero el arrejunte entre Rock Al Parque y los metaleros bogotanos es apenas la punta de un gigante iceberg que se nutre y crece durante los doce meses del año, y que tiene una vida autónoma de lo que pase con el gran festival distrital. Los géneros tropicales y rumberos como el vallenato, la salsa y el reggaetón, o incluso el pop y la balada, podrán ser los reyes de la radio comercial, pero a nivel de organización interna y de creación de un circuito independiente y autosostenible con sus propios medios de comunicación, escenarios, festivales y gestores, ni le tocan la punta a las melenas a los metaleros. Para Andrés Durán, conductor del programa Metal Detector en Señal Radionica y exjurado de las convocatorias de Rock Al Parque, hay un momento clave en la cultura musical del país firmado por la cultura metalera. Antes de 1999 eran contados los grandes conciertos de rock o pop que se hacían en la capital. Aparte del ochenterísimo Concierto de Conciertos, de la gira de los Tres Tenores o de la visita de Guns n´ Roses en 1992, no había más que anotar en la lista. Pero en el final del milenio una Metallica vigente y activa llegó al Simón Bolívar para abrir la llave. Aunque se demoró otro par de años, la lista de los titanes rockeros que venían a Colombia engordó con nombres de la talla de Megadeth, Sepultura, Iron Maiden, Judas Priest, Aerosmith, Roger Waters, Kiss, Black Sabbath, Slayer, Marilyn Manson, Mastodon o Dream Theater. Según Juan Arbeláez, director de proyectos de Evenpro Colombia, Colombia ha visto a más del 90% de las bandas vigentes de metal y heavy rock. “Ahora solo falta AC/DC y de resto actos medianos y pequeños. Incluso el recurso está agotado pues Maiden ha venido tres veces, Metallica tres, Judas Priest dos y Aerosmith dos”, explica Arbeláez, el hombre que ha estado detrás de varios de los conciertos más importantes de los últimos años en Colombia. Sin embargo el circuito metalero tiene vida más allá de estos nombres rutilantes y mensualmente ve cómo se realizan en promedio tres conciertos de agrupaciones internacionales, más underground, en bares o auditorios para 3 o 4 mil personas. “Ningún otro género tiene esa promoción por mes, es donde hay más promotores y eventos internacionales. Y ya no es solo en Bogotá, sino también en Medellín y Cali. Al no ser comercial, no tiene el mismo desgaste del mainstream, su carácter underground le permite estar aislado de influencias y variables de la música comercial. Por eso los referentes siguen siendo AC/DC o Metallica. Además el público se renueva constantemente, el amor por el metal pasa generacionalmente, y así uno ve que los peladitos siguen oyendo Maiden”, concluye Arbeláez. … Barrios vestidos de negro *De izquierda a derecha: Adriana Parra (Metal Unidos de Barrios Unidos), Giovanny Patiño (Funvirock Bosa, Bosa La Escena Del Rock), Enrique Rodríguez (Usmetal Festival), Yaneth Muñoz (Tibarock Engativá, Rock 10 Engativá), Jhon Ruiz (Metal Cuarta San Cristóbal), Sandra Rocío Mojica (Festival Cultural Metal Castilla) Bogotá es una ciudad con 20 localidades y en 9 de ellas (Suba, Engativá, Fontibón, Kennedy, Bosa, Ciudad Bolívar, Usme, Barrios Unidos y San Cristóbal, que agrupan más de la mitad de la ciudad) hay festivales locales que reciben anualmente en sus convocatorias entre 100 y 150 bandas. Haciendo matemáticas ligeras, se puede estimar que en Bogotá hay al menos unas mil bandas de metal. Esa gran oferta hace que cada año en las convocatorias a Rock al Parque alrededor del 70% de las propuestas sean metaleras. Como hay que darle cabida a otros subgéneros del rock como el punk, el hardcore, el ska, el reggae y, así cause escozor, el hip hop, el movimiento metalero ha creado un ecosistema propio compenetrado con lo más profundo de la identidad bogotana, integrado a sus calles y que ha intentado brindar soluciones a sus problemáticas. Un ecosistema que vive más allá de lo que pase con Rock Al Parque, en donde las localidades han creado escenarios alternativos, formado a nuevos músicos y, sobre todo, han hecho resistencia civil desde un género que ha sido estigmatizado como violento y caótico. En el 2006, en el oscuro y triste clímax de los falsos positivos y los asesinatos selectivos por parte de grupos paramilitares a líderes comunitarios en sectores del sur de Bogotá, el Movimiento Rock de Ciudad Bolívar tomó un nuevo rumbo y decidió trabajar en pro de los derechos humanos. Cuatro años atrás Juan Carlos Prieto, Claribeth Oviedo y Antonio Rodríguez habían fundado este movimiento pero hasta entonces solo se dedicaban a organizar conciertos a los que iba más policía predispuesta que asistentes. Pero la amarga y ensangrentada situación social de su barrio los motivó a estructurar un programa de resistencia a la guerra desde el arte y la música. “No es un ejército de metaleros, ni un ejército negro, sino una forma de generar consciencia”, explica Prieto. En uno de los sectores con mayor población desplazada de la ciudad, el Movimiento convirtió su Festival Metal en las Montañas en un completo proceso de formación en dos frentes. Por un lado tienen el festival que ya cuenta con recursos de la alcaldía local y que en su última versión presentó 16 bandas en dos días. Por otro tienen una escuela de rock donde dictan clases de bajo, guitarra, batería y técnica vocal que el año pasado recibió a 106 alumnos. Pero el verdadero factor militante está en el hecho de que los estudiantes de la escuela y las bandas que quieren tocar tienen que pasar por cátedras y talleres de derechos humanos donde se habla de política, el conflicto colombiano, minería ilegal, la música como instrumento de paz o se hacen foros de convivencia con raperos. El matiz humanitario metalero no es exclusivo del parche de Ciudad Bolívar, sino que es una tendencia de los ocho festivales agrupados en la Mesa Sectorial de Metal de Bogotá, formada en el 2011 y que funciona como intermediario entre la escena metalera e Idartes. Por ejemplo, en la edición 2013 del Festival Súbase al Metal de la localidad de Suba la entrada se cobraba, al igual que en sus anteriores dos ediciones, con un alimento no perecedero. Los 5500 asistentes que llegaron a la Plaza Fundacional de Suba entregaron un total de 4 toneladas en ayudas para la población de barrios vulnerables como Santa Cecilia o Lisboa, y a comunidades indígenas y afrocolombianas desplazadas en Usme. “En Colombia hemos sido muy mojigatos, siempre que hay alguien distinto comienza la estigmatización. Con nuestro festival, desde el primer momento hemos querido decir que ni somos ladrones, ni sacrificamos vírgenes, ni matamos gatos o pollos. Por vestir de negro no quiere decir que tengamos el alma oscura”, cuenta Diego Ramírez, director de Súbase al Metal. Sin apoyo de la empresa privada, de los medios de comunicación tradicionales y con esporádicas contribuciones de la administración distrital (muchas de estas ayudas vienen condicionadas a favores políticos), la Mesa Sectorial ha logrado crear el Festival de Festivales Metal Bogotá que este año tendrá su tercera versión, y donde se presentan 14 bandas en dos jornadas en la Media Torta. También trabajan en la creación de una ley de música y brindan asesorías a bandas u organizadores de conciertos más pequeños en temas contractuales, de derechos de autor o de realización de eventos. De la mano de Rock Al Parque idearon el tributo al metal bogotano y paisa que se hará en la próxima edición y han logrado crear un cupo directo para una agrupación proveniente de las localidades. Los líderes de la Mesa son los directores de los diferentes certámenes locales. Además de Ramírez, representante de Suba, están Enrique Rodríguez de Usmetal Festival, Yaneth Muñoz de Tibarock y Rock 10 Engativá, Giovanny Patiño de Bosa la Escena del Rock, John Ruiz de Metal Cuarta San Cristóbal, Adriana Parra de Metal Unidos Barrios Unidos y Sandra Rocío Mojica del Festival Cultural Metal Castilla. Todos, como arrieros conquistando una montaña, han abierto caminos que no existían o que estaban llenos de maleza política y burocrática. Entre salones comunales, parques y plazas de barrios, le dan oxígeno al rock más duro de la ciudad, luchando porque las bandas jóvenes se profesionalicen, porque los estigmas se rompan y porque la convivencia pacífica entre fanáticos de distintos géneros sea posible. Eventos como el de Engativá o el de Bosa ya cumplen 18 años y sus conciertos cuentan con cerca de 5000 asistentes, mientras que el de Castilla, el más joven de todos, va por su segunda edición. Todos exigen en sus convocatorias que las bandas residan en la propia localidad y algunos ya han logrado traer invitados de Suecia y Estados Unidos para que engalanen los carteles. El ecosistema metalero local se completa con los medios de comunicación independientes y especializados que han nacido en la ciudad, como Punto Extremo Metal Radio Show, Metal a la Carta o Tibarock. Todos trabajando hacia el mismo lado, buscando que el público crezca y que sigan naciendo nuevas bandas. ¿Crecería el metal sin esta colonia de hormigas obreras trabajando por su crecimiento y desarrollo? Tal vez sí, tal vez su mitología interna, su fuerza apabullante serían suficientes para reclutar fieles. “Dentro del metal hay mucha inspiración en la poesía, la literatura y el cine. Hay una conexión mística con otras artes”, explica Sandra Rocío Mojica, docente y directora del Festival Cultural Metal Castilla, para entender la magnitud de lo que estos sonidos representan para millones de personas. Pero lo que sí es cierto es que estos hombres de negro le dan un ejemplo de unión y autogestión a otros géneros musicales del país.
Rock al Parque sigue siendo un festival necesario para darnos cuentas de cómo funciona la escena, tanto de sus logros, como de sus grietas.Del primer al segundo día de Rock al Parque hay mucho trecho. Mientras que el día del metal se ha consagrado como un intocable en cuanto a la diversidad del repertorio, los dos días restantes han sido espacios coloridos, variables y maleables. Cuenta la leyenda rockalparquera que el segunda día acogía al reggae en sus entrañas y que la humareda cubría al Escenario Bio. Sin embargo, este año la historia no fue la misma (leer ¿El reggae de Bogotá se estancó?) y ningún gran nombre del género –ni nacional, ni internacional– hizo de las suyas en esta edición.La ausencia del reggae en el parque dio para que otros géneros tuvieran cabida y que la brecha musical o la diversidad se hicieran más evidentes. Lion Reggae y Ghetto Warriors fueron los dos nacionales que pusieron a hondear la bandera verde, roja y amarilla, mientras que Lo Ke Diga el Dedo y Los Elefantes encendieron el segundo escenario a punta de ska antes de que atardeciera. Luego vino Bestiario con su punk folk; desde Pasto llegó la Bambarabanda; los chilenos de la Banda Conmoción se presentaron con una puesta en escena alegremente folclórica; Puerto Candelaria con un show ya conocido para sus seguidores; y de vuelta al rock estuvo Gustavo Cordera y la Caravana Mágica.Pero no es nada novedoso que mientras en la tarima principal se poguea, en las otras se baila. Lo realmente particular en esta ocasión fue que después de uno de los shows más pogueables y poderosos de Rock al Parque 2016 a cargo de Sick of it All – padres y maestros del hardcore – el mismo público de la tarima principal terminara en un pogo bailable, medio merengudo, medio reggaetonero.En el escenario Eco este año la historia fue otra. Desde la primera hasta la última agrupación estaban comandadas por mujeres: Mr. Bleat, Elsa y Elmar, Leiden, Pedrina y Río, y Cynthia Montaño fueron las encargadas de mandar la parada. La decisión no fue una casualidad, al igual que lo que pasó este año en una de las tarimas del Glastonbury, se tomó la decisión de darles el espacio únicamente a mujeres.Bandas como Bestiärio, Pedrina y Río y Elsa y Elmar fueron grandes sorpresas a pesar de su recorrido relativamente nuevo en las tarimas (en comparación con otras bandas del festival), otras clásicas como Lo Ke Diga el Dedo, Los Elefantes y La Bambarabanda siguen teniendo el power a flor de piel, mientras que nos quedamos esperando un show renovado de bandas que hemos seguido muy de cerca como Puerto Candelaria.La Carpa Electrónica, que aunque no hace parte de la programación oficial de Rock al Parque, si ayudó a suplir el vacío que dejó el reggae de alguna manera. Hoy su programación tuvo como plato fuerte una buena tanda de reggae a cargo de varios Djs locales. Para el cierre la carpa tuvo tanta gente como el Escenario Eco.De hoy nos quedan varias lecciones. Que Rock Al Parque sigue teniendo la capacidad de renovarse como festival. Por ejemplo, hoy en el segundo día del festival triunfaron las bandas más pesadas (Sick it Of All ó Napal Death) a pesar de la variedad de sonidos que siempre protagonizan el segundo día; que la carpa electrónica fue una de las grandes triunfadoras del segundo día (vale la pena entonces pararle más bolas para próximas ediciones); que el festival dejó de ser solo rock hace mucho, pero que mantener ese nombre obliga a los curadores a darle la relevancia al género y sus vertientes; que tener a Sick it Of All fue una de las grandes proezas del festival; que una banda a pesar de tener años encima y experiencia de sobra necesita evolucionar y por último que Rock al Parque sigue siendo un festival necesario para darnos cuentas de cómo funciona la escena, tanto de sus logros, como de sus grietas.
Rock al Parque todavía no termina para nosotros, porque seguimos editando material. Esta es una de esas entrevista memorables, con un grupo que empezó de cero, a pesar de estar conformado por Andreas Kisser (Sepultura) en la Guitarra, Alex González (Maná) en la Batería, Andrés Giménez (A.N.I.M.A.L. y D-mente) en la Voz y Flavio Cianciarulo (Los Fabulosos Cadillacs) en el Bajo.
Rock al Parque y Molotov tienen una relación muy especial, eso todos lo sabemos, porque cada vez que asisten llenan el Simón hasta donde la vista alcanza. Por eso era indispensable hablar con ellos y lo logramos en su camerino."Me encanta de este festival que la mitad es heavy metal y la otra es de lo que sea. Además es increíble tocar para tanta gente y que pueden disfrutarlo sin pagar un peso. La música debe de ser libre y si hay presupuesto por qué no hacer feliz a la gente", dijo Mivky Huidobro, en este pequeño adelanto de la entrevista que puede ver completa aquí en video.
Terminó Rock al Parque 20 años, pero en la memoria quedaron instantes memorables. Este año nos pusimos el reto de recopilar cada uno de los tres días del Festival las mejores 50 fotografías tomadas por nuestro equipo de trabajo y nos complace presentarles el resultado final en 150 imágenes. ¿Cuál es su favorita?Fotos: Inaldo Pérez, Alejandra Mar, Juan José Horta, Diego Vega, Camila Diaz, David Schwarz, Gustavo Martínez y Cristian Forero.
Veinte años después de su fundación, las integrantes de Polikarpa y sus Viciosas trabajan para el gobierno distrital y son mamás. ¿Se ahogó su lucha por la construcción de la utopía? ¿Murió el punk? Viaje al interior de la banda punkera femenina más importante y legendaria de Colombia. Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte @KidCasti // Fotos por: Gustavo Martínez @GustavoMartinez_ En 1994 Sandra Rojas (bajo y voz) y Paola Loaiza (batería y voz) armaron una banda de punk. Un par de años después se les sumó Andrea Restrepo (guitarra y coros) para seguir cantando por la lucha feminista, sobre ideas anárquicas, los maltratos y excesos del estado y contra las injusticias del sistema. Mientras tanto pateaban las calles, se metían en el parche punkero más underground de la ciudad a pesar de que las rechazaran por gomelas, estudiaban artes visuales (Sandra) e historia (Andrea), y crecían a la vez que aprendían a ser mamás (Paola). No se dejaban de nadie. Ni de los hombres que les gritaban “mucha ropa” en los conciertos de punk, ni de los organizadores de festivales que, por ser mujeres, las ponían a tocar a las 5 de la mañana, ni de los que les cogían el culo en un pogo punkero. Han tocado cinco veces en Rock Al Parque, han hecho dos giras por Europa, han sacado un “caseto”, dos discos propios y uno más con una banda japonesa llamada Defuse. Han sido la primera banda de mujeres en grabar un disco de punk en Colombia. Se han convertido en un estandarte del punk nacional. Han hecho parte de movilizaciones y actos simbólicos por la despenalización del aborto, por la situación de las mujeres en el conflicto armado, por los derechos de los trabajadores y por una vida más justa y equitativa. Hoy la banda sigue, Sandra y Andrea trabajan para el gobierno distrital, y las tres son mamás. ¿Dónde quedó el punk? ¿Dónde quedó la coherencia? ¿Dónde quedó su postura crítica ante la autoridad? "Las ideas se van volviendo un poco más exigentes. Cuando hicimos una canción como ‘Policía de mierda’ (parte de su disco de 1999, ‘Libertad y Desorden’), nos preocupaba cómo la policía asediaba a los punkis. Ahora la preocupación trasciende a eso. Las ideas se van haciendo más grandes porque nos preocupa la violencia de estado a otro nivel, las ejecuciones extrajudiciales o las desapariciones. Eso nos demanda tener unas estrategias de trabajo que van más allá de lo musical. Ya no solamente es un espíritu pequeño de rebeldía en la música, sino que es una opción política cada vez más concreta y definida, que demanda un trabajo más centrado y real para defender esas ideas. El estado también tiene orientaciones políticas. En esa medida a veces es interesante ser partícipe de apuestas como la Bogotá Humana que permite que muchas organizaciones que trabajaban desde afuera tengan lugar en la institución. No es el estado de Santos, es un gobierno con un enfoque de derechos humanos que nos permite hacer transformaciones desde ahí. No todo es tan blanco y tan negro, sino que donde uno vea que se pueden hacer acciones transformadoras, ahí estaremos”, responde Andrea, historiadora especializada en estudios de género y políticas públicas, y trabajadora de la Secretaría de la Mujer, ante la inquisidora pregunta. “Yo trabajo en la Secretaría de Gobierno y fue complicado pensar si entraba o no a ese espacio, pero el Plan de Desarrollo que hay en este momento me interesaba mucho, me parecía que estaba proponiendo ideas diferentes y que desde ahí se podían hacer cosas. Sigo siendo súper crítica con la institución todo el tiempo, no es que le apostemos a que lo institucional es lo mejor. La vida ahora me puso ahí y estoy tratando de aprovecharlo para aprender muchas cosas, también para ver cómo es el enemigo desde adentro”, agrega Sandra, quien además ha hecho documentales para organizaciones de derechos humanos. Pero lo que encarna Polikarpa y sus Viciosas merece ir más allá de la búsqueda de una trivial paradoja entre el Sistema (así, en mayúsculas, como el monstruo grande que es) y unos actos de resistencia. Polikarpa, en palabras de Andrea, “ha sido la manera de darle voz política a la mujer. A veces solo somos nosotras tres pero a veces es con más mujeres haciendo una estrategia de acción política a través de la música. Hablamos de muchas cosas al tiempo, pero nos focalizamos mucho en hacer visible la subordinación, la opresión y la desigualdad en contra de la mujer. Muchas de las letras de Polikarpa hablan de eso, que no lo asumen grupos mixtos”. “O de la violación. A veces en algunas canciones de punk esos temas se toman como un juego. Es diferente para nosotras”, complementa Paola. Tal vez por eso a un hombre no le arde tanto en la piel propia la frase-proclama de una de las canciones de las Polikarpas: “resistimos las mujeres de Colombia”. ¿Resistir? ¿Por qué solo las mujeres? “A mí me interesa mucho la resistencia de las mujeres campesinas por la tierra, por sus territorios, porque las quieren sacar. Ellas tienen una comunicación más espiritual con la tierra que nosotros, entonces esa es una lucha muy hermosa”, arranca a explicar Paola, quien trabaja con la Escuela de Mujer y Minería del Cesar, ha aprendido sobre derecho minero para ayudar a las comunidades en la defensa de sus territorios, y actualmente está terminando de estudiar ingeniería. Sandra agrega, “resistirnos a vivir en este mundo patriarcal, como nos han dicho que tenemos que vivir y de la manera que nos han dicho que tenemos que ser mujeres”. Y luego Andrea, la que se expresa en términos más académicos, como si fuera la cabecilla intelectual de un frente revolucionario, remata: “como estamos en una cultura patriarcal no sobresalen a nivel político las acciones cotidianas de las mujeres, pero como dice Paola, las mujeres son las que construyen el tejido social, generan formas de permanencia en el territorio en momentos donde hay desplazamiento, donde hay proyectos minero-energéticos. Son las mujeres las que han tenido uno de los movimientos más grandes en contra de la guerra en Colombia. Son las mujeres las que empezamos hace años en contra del Procurador alarmando sobre todo lo que podía hacer en términos de reversar derechos humanos que distintos sectores habían ganado. Las mujeres tenemos todo el tiempo acciones de resistencia a nivel político enorme que la sociedad esconde y no visibiliza, pero ahí seguimos. Sobre todo la resistencia que tenemos para construir una equidad social, donde tengamos igualdad de oportunidades”. Quien oyera nuestra conversación o leyera este texto de manera desprevenida, pensaría que se trata de las voces de las líderes de un movimiento político. Y a su manera son eso, sin la mugre que se ha pegado al término “política”. Pero también son música en su estado más puro, crudo y virginal, para seguir usando términos femeninos. El de Polikarpa es un formato sencillo pero del que emana mucho poder y alegría. Mientras ensayan se ríen, revelando el goce que provoca montarse en ese vehículo punkero. Da envidia para quien no es músico ver ese nivel de compenetración, ese lenguaje más allá de las palabras entre tres personas. Luego viene el mensaje ideológico, pero la primera capa es el punk como sonido visceral. “Si hablamos de que estamos hartas de tanta violencia contra la mujer, lo decimos con rabia, y eso se siente. Esa descarga cuando tocamos es deliciosa porque en el diario vivir uno tiene muchas cosas en la cabeza, pero cuando llega la hora de ensayo, de desfogar, de decir, de denunciar, salimos con un fresquito delicioso”, resume Paola. Últimamente la banda no ha tenido la intensidad que a ellas les gustaría tener porque la vida las ha separado. Sandra llegó en enero de vivir en España durante cuatro años, Andrea vivió en el Putumayo un par de meses y ahora está en Bogotá, y Paola reside en Medellín. Esa separación les ha impedido lanzar el disco que tienen grabado desde el 2009 pero que solo lanzarán hasta que tengan tiempo de hacer juntas todos los detalles faltantes del álbum desde la portada hasta la distribución. No hay afán. Polikarpa es un desfogue y un canal de expresión, no un modo de subsistencia. Es decir, una voz libre incensurable. Puro punk. Luego de no haber tocado desde mayo, se reencontraron hace dos semanas en una sala de ensayos donde algunas bandas amigas se asomaban para saludar y unos tímidos hardcoreros veinteañeros les pedían una foto. Antes del ensayo hubo una reunión para coordinar lo que sería su épica presentación en Rock Al Parque. Catorce mujeres, representantes de diversas luchas sociales y feministas, las acompañaron en tarima para decir con sus propias voces lo que las Polikarpas denuncian en sus letras. Las canciones iban acompañadas de un video lleno de cifras sobre crímenes impunes y con proclamas de resistencia, y de una pancarta que decía “20 años rompiendo el silencio y gritando libertad”. Al ensayo solo se quedaron tres de estas mujeres, una de ellas madre de un falso positivo, quien oía atentamente las canciones. En una particularmente movió su cabeza en signo de aprobación y aplaudió al final. Una que decía: “Ya no quiero más soldados asesinos a sueldo del gobierno. Ellos llaman a la guerra sucia guerra, pura guerra de ambiciones. El dinero no merece la muerte violenta de un par de inocentes. ¡Ya no quiero más soldados asesinos del estado!” Como tantas otras ideas divergentes en esta sociedad, el punk ha sido estigmatizado como un movimiento caótico, subversivo, dañino y destructivo. Para algunos no tiene más profundidad que la de una moda pasajera, pero para las Polikarpas es la columna vertebral de su vida. Es una suma de valores que define su actuar y la forma de educar a sus hijos. Dante, el hijo de seis años de Sandra, estudia en un colegio de educación experimental y personalizada donde todos los problemas del salón se discuten en asambleas entre los mismos niños. Ser hijo de una punkera es en definitiva una experiencia particular. Nahual (hombre de sabiduría en lengua azteca) es el hijo de 19 años de Paola. Desde pequeño se metía en el bombo de la batería durante los ensayos de las Polikarpas. Cuando tenía seis se dio cuenta que no todas las madres tenían el pelo pintado de rojo, verde o el rosado incadescente que ahora porta la suya. Un día preguntó por qué sucedía esto y Paola le explicó: “porque soy una mamá muy especial y hago cosas muy diferentes. ¿O cuándo has visto una mamá que toque batería?”. Emiliano, de 7 años, ha tenido que acostumbrarse a la mutación de roles entre su papá y su mamá, Andrea: “él está acostumbrado a que la mamá es la fuerte. Tengo un temperamento más recio que el papá en todos los aspectos, estéticamente, musicalmente. El papá es el que se pone camisetas rosadas y yo no, a mí me gustan las calaveras. Él sí ha tenido que invertir esas cosas, darse cuenta que la que se viste de negro es la mamá, la que oye música pesada es la mamá. Ahí sí ha aportado mucho la música que hemos hecho a la maternidad, en el tema de la autonomía y la libertad, porque yo que hablo tanto de eso ahora me pregunto qué es eso en la crianza. Esto te exige mucho más política y profesionalmente, porque ya tienes una personita a cargo tuyo, entonces tienes que hacer las cosas 3000 veces mejor. Es una autoexigencia muy interesante. Para mí ha sido muy, muy bonito”. … Polikarpa es denuncia. Veinte años de denuncia. Es la forma de tres mujeres de estar al pie del cañón, en el frente de batalla. Es militancia. Es inconformismo, pero no pasivo, sino propositivo. Es el intento de crear un sistema dentro del sistema. Un sistema más equitativo con la mujer, con la tierra, con los ciudadanos. Casi que es la persecución de una utopía. Una utopía punk. El punk sigue ahí. El punk nunca se ha ido. Solamente ha evolucionado.
Una visión intimista de algunos de los protagonistas de Rock al Parque 2014 desde la mirada de Shock.Por: Gustavo Martínez - @GustavoMartinez_ (Instagram)
El concierto de Megadeth fue uno de los más esperados del año. La banda liderada por Dave Mustaine sorpendió no solo con su show, sino con la acción de los fans de una bandera gigante de Colombia en el Movistar Arena, que se hizo viral en redes sociales. https://www.instagram.com/reel/C6DOr2os6QN/?igsh=bDR2dWd4Mm9rMTU2"La idea de la acción en el concierto surge porque nosotros desde el 2011, que fue la primera visita de Megadeth a Colombia", nos cuenta Dick Carvajal, presidente del club de fans de la banda. "Empezamos a hacer esos fan action, en esa oportunidad fue con carteles y tuvimos visita de 2011 a 2014 y cada año hacíamos algo diferente. La última visita fue en 2014, pasaron 10 años, y en esta oportunidad era un escenario mucho más grande", agrega Carvajal. Los fans crearon un cartel con instrucciones precisas para lograr el efecto deseado. Caraja dice: "Me inspiré en cosas que yo habia visto en otros países y el Movistar Arena ayuda muchísimo". No era necesario ser miembro oficial del fan club para sorprender a la banda, el único requisito era leer las instrucciones, hacer las actividades y disfrutar del show.A algunos fans del metal no les gustan este tipo de acciones, argumentando que los conciertos son para disfrutar de la música, y no para grabar el celular. "Algunos fanáticos del metal son un poco radicales y no les gusta este tipo de cosas porque les parece un poco blando y no es lo que es el metal que suele ser un poco rudo", según nos cuenta Carvajal. Él explica que en la primera visita de Megadeth en Colombia asistieron 3.000 personas y hoy se agotaron 2 fechas en el Movistar Arena, lo que demuestra el creciente interés por la banda en diferentes generaciones, no solo en los metaleros más consagrados. ¿Como se acercó el cub de fans a Dave Mustaine?El club de fans de Megadeth colombiano es sumamente cercano a Mustaine. Como nos cuenta Carvajal, "esto ocurrió en 2012 cuando hicimos una acción que nos salió muy bien y estaba el Royal Center lleno de carteles. "Él se da cuenta, y pide conocerme. me réuno con él y empieza una amistad con Dave Mustaine y en los años siguientes me ha recibido varias veces en el hotel en las ciudades que ha visitado. En 2022, Dave Mustaine me regaló un ingreso para el festival Hell and Heaven en México, y pude ver a la banda desde el escenario". Justamente en su último show en Bogotá, me agradeció por todo lo que hice, y le dijo a los fans que gracias a mí era muy especial venir a Colombia. Fue muy bonito y emotivo.
Una de las primeras veces que Kool & the Gang y Village People estuvieron juntos —sin compartir escenario o ser cercanos musicalmente— fue en la discoteca The Empire, uno de los focos infecciosos de la cultura disco en New York en la década de los 70. Ubicada en Crown Heights, Manhattan, The Empire se convirtió en el escenario más preeminentemente oscuro de la escena disco de los neoyorquinos debido a su DJ Peter Brown.La pericia de Brown para combinar clásicos disco (como Girl You Need a Change of Mind de Eddie Kendricks, San Francisco [You’ve Got Me] de los Village People) y standards del funk (como Hollywood Swinging de Kool & the Gang) hizo que dos ritmos totalmente opuestos se unieran por primera vez para hacer explotar —sin parar— la energía de sus visitantes los viernes y los sábados en la noche.Las mezclas y las transiciones suaves que elaboraba Peter Brown en sus bandejas no solo fueron emblemáticas, sino que rompieron las cadenas que contenían nuevas formas de placer y nuevos tipos de identidad.Hoy nos parece natural, pero en un principio juntar a Kool & the Gang (funk) y a los Village People (disco) no fue tarea fácil, sobre todo porque para los cultores de la música funk como George Clinton de Funkadelic y Sylvester Stewart de Sly & the Family Stones, el disco (entre esos Village People) no era más que un “síndrome placebo”, una imitación pálida del funk, cuyos ritmos maquínicos eran un sustituto falso del principio del placer. Es decir, la música disco representaba la pasión descafeinada, la cerveza sin alcohol y el ritmo sin sexo.El funk era concebido como el punto final, el orgasmo, la eyaculación, el sexo despojado de cualquier tipo de mediación. Por ejemplo, la animalidad y la explosión de canciones como Jungle Boogie, Funky Stuff y This Is You, This Is Me de Kool & the Gang demostraban que el funk era una especie de elevador de las emociones cuyo sonido tenía el poder de alterar el ambiente. La historia de Kool & the GangKool & the Gang fue uno de los principales representantes del funk grasiento y sucio; un tipo de funk suelto, libre y fluido que invitaba a sus oyentes a viajar por el infierno y retornar nuevamente a la tierra despojados de cualquier culpa.La banda se formó en 1964 bajo el nombre de The Jazziacs en Nueva Jersey, pero solo hasta 1969 se convirtieron en Kool & the Gang cuando publicaron su primer álbum homónimo. La agrupación estaba conformada principalmente por Robert “Kool” Bell, su hermano Ronald y sus amigos Clifford Adams, Charles Smith, Woody Sparrow, Robert “Spike” Mickens, Dennis “D.T.” Thomas, Ricky West y Funky George Brown. Su éxito comercial llegó con Wild and Peaceful de 1973, álbum que obtuvo un disco de oro y logró posicionar dos canciones en el top 10 del pop.Sin embargo, el estomago de carburo del auge de la música disco de mediados de los 70 metabolizó el sonido funk de la banda, llevándolos a adoptar un sonido más “moderno”, en el que los tacos altos y los labiales insinuantes eran la regla, así como los jeans ajustados y los pectorales trabajados. Para esta nueva etapa Kool & the Gang contrató al cantante James “J.T.” Taylor, quien le permitió a la banda cosechar éxitos masivos como Ladies Night, Too Hot, Cherish y Celebration. Esta última, como salida de un dibujo animado, invitaba a celebrar los supuestos buenos tiempos que se vivían en los Estados Unidos a principios de los 80 con la llegada de la reaganomanía.La conversión de Kool & the Gang hacia el lado disco de la luna y el abandono del lado funk de la tierra, demostraba que la música disco también tenía el poder de agitar las aguas y activar las pulsaciones infinitas que encendían a muchas personas hasta llevarlas al tan anhelado orgasmo.Lo interesante de combinar el funk (Kool & the Gang) y el disco (Village People) en un mismo espacio es que permitió no únicamente que dos ritmos musicales o dos bandas totalmente opuestas se acercaran, sino que abrió la posibilidad de articular diferentes tipos de sexualidad, así como la oportunidad de explorar nuevas formas de identidad sexual.La historia de Village PeopleEl experimento en las bandejas de Brown —como de otros DJ de la época— creó un tipo diferente de música y generó un ambiente en el que la corporalidad dejó de estar prohibida; empujó a los cuerpos más allá de la vergüenza. En otras palabras, el logró de Brown fue mostrarle al mundo que los revolcones con extraños (funk y disco) y las orgías musicales (Kool & the Gang y Village People) podían desatar la lascivia que posibilitó explorar y trascender la posición del misionero.Y eso fue lo que caracterizó a Village People. Una estética provocativa de tipos vestidos con un penacho de plumas de cacique norteamericano y un taparrabos, el uniforme de un trabajador de la construcción y el equipo de cuero de un motociclista, así como letras vulgares —carentes de sutiliza— que fantaseaban con aventuras capaces de incendiar y liberar el mundo a través del sexo. La banda se formó luego de que los productores musicales franceses Jacques Morali y Henri Belolo se mudaran a New York. Su primer e innovador proyecto camp, llamado The Ritchie Family, basado en el sonido de Filadelfia Internacional, se desvaneció tan rápido como un single promocional.Pero lo que vendría después sería histórico. Village People nació de un modo bastante particular: un día que Belolo y Morali caminando por el West Village de New York vieron a alguien vestido con un traje de indio norteamericano. Ambos quedaron absolutamente impresionados por el personaje hasta el punto de seguirlo a una discoteca donde se dieron cuenta que trabajaba como bailarín. Una vez en el lugar, el Anvil (uno de los lugares más emblemáticos e “infames” de la escena disco gay), Belolo y Morali se encontraron con un mundo asombrosamente inédito: clientes vestidos con sombreros de cowboys (vaqueros), pantalones y chaquetas de cuero, overoles de trabajadores, tangas ajustadas y musas emplumadas.La escena era tan surreal que detonó en ellos la idea de retratar el “increíble mosaico” del hombre americano y a todos esos personajes fantásticos que habían visto en el West 14th Street de Greenwich Village. Con esto en mente la banda se transformó en los Village People (La Gente del Village) y dieron origen al mito del macho/drag.Los Village People se crearon en torno a una banda de estudio, así como al cantante Victor Willis, un extra de Broadway (el policía y atleta), Felipe Rose (el nativo americano), Alex Briley, ex corista de Bobbi Humphrey (el marinero), David Hodo, actor desempleado de Broadway (el obrero de la construcción), Randy Jones (el vaquero) y Glenn Hughes (el motociclista vestido de cuero).La banda alcanzó por primera vez la lista Billboard Hot 100 de singles en 1978 con Macho Man, canción que daba título a su segundo álbum: una oda burlona y pegadiza que exponía la expresión musculosa que estaba empezando a dominar la escena disco gay. Su crítica a la hipermasculidad se hizo más fuerte en su tercer álbum, Cruisin’, de 1978, un éxito rotundo que alcanzó el número 3 en las listas gracias a canciones como Y.M.C.A. y el éxito In the Navy, un himno que representaba el fetiche militar homoerótico.A pesar de todos estos éxitos que “celebraban” formas alternativas de masculinidad y “cuestionaban” al clásico “Macho Man”, los Village People fueron declarados “personas no gratas” en los clubes gay de Estados Unidos.Para muchos críticos la banda representó lo peor de la música disco: “beats trillados compuestos por perezosos escritores de estudio; letras simplonas y tipos vestidos de forma caricaturesca”. Por otra parte, para la comunidad gay y drag, la banda no era más que un producto del mercado que despojó de sus “propiedades malignas” a lo gay y lo drag para comercializarse de manera tal que liberales y conservadores pudieran hacer coreografías formando letras con los brazos con “Y.M.C.A”.No obstante, el verdadero logro de la banda fue expresar mediante su estética camp el distanciamiento que existía entre la sexualidad de los primos extrovertidos (gays y drags) y el resto de la sociedad que hipócritamente seguía escondiendo sus pasiones. El acto subversivo de Village People fue acercar una serie de valores y tabúes sociales de las comunidades gay y drag, fuertemente rechazados y caracterizados como inferiores, mediante estilos de seducción que ayudaron a bloquear la desconfianza por esas formas culturales vistas como inferiores.La estética gay y drag que impulsaron (y comercializaron) los Village People implicaron un compromiso excesivo con lo marginal solo porque en estos estilos encontraron un “valor” artístico reconocido (y aceptado) por diversos grupos sociales de manera superficial. Es decir, la forma característicamente gay y drag de tratar los valores, las imágenes y los productos de la cultura dominante mediante el uso de la ironía, la exageración, la teatralización y la burla ambivalente de lo serio y respetable fue lo que le permitió a Village People convertirse en una de las agrupaciones más subversivas de la historia de la música popular.Claramente, nada de esto fue abiertamente político, sin embargo, hoy en día no deja de sorprender que muchos medios, ya bien sean especializados en música o no, reconozcan a la banda como “iconos de la era de la música disco y del movimiento por los derechos LGBTQ”. Para ellos, el estilo camp de los Village People aludió a una especie de construcción ideológica del comportamiento que era supuestamente natural y correcta. Y a través de la suplantación y la parodia la banda simulaba el respeto por las normas interpretando ciertos papeles de la sociedad (el macho, lo indio, el trabajador, el obrero, el atleta), al tiempo que los socava “accidentalmente”, manteniendo la pose durante un instante y exagerando algún detalle estilístico o cliché hasta el absurdo.***A propósito de los cruces entre música y género, les recomendamos leer ¿Importan los géneros?
Carlos Sadness regresa a Bogotá con un show para todas las edades bajo la producción de CUSUMBO, el próximo 27 de septiembre en el Lourdes Music Hall.Ahora le llega el momento a un nuevo álbum, 'Realismo Mágico' (del que ya se conocen adelantos como Lo Que Fuera, junto a Ximena Sariñana o Feliz Feliz) es una evolución sonora del artista indie español que mira hacia atrás en su propia identidad y hacia nuevos horizontes.Encontrar la magia en medio de la realidad es el objetivo de este disco. Es por eso que profundiza en conceptos que pretender salvar a las personas de un mundo donde todo se consume velozmente, como la bondad, la ternura o la empatía. Todo ello guiado por el hilo conductor de varias estrellas que aparecen en momentos clave y que presiden la portada y el arte del disco, ilustrado por él mismo.El oyente más atento se encontrará con paisajes sonoros, a veces paradisíacos y otras desérticos, siempre bajo la mirada de los astros.En 'Realismo Mágico' hay vestigios de aquel sonido que le encumbró hace casi diez años (ahí están temas como Big Bang o Me Enamoro pero, sobre todo, se trata de una evolución de su música, abriéndose al nuevo pop alternativo de los nuevos años 20 y al sonido internacional en temas como 'Personita Buena' o 'Vibramos'.El nuevo disco de Carlos Sadness tiene tres grandes colaboraciones: Ximena Sariñana, Carla Morrrison y Melissa Robles. El Realismo Mágico es un movimiento literario que pretendía conocer la verdad del mundo a través de lo mágico. Así, Carlos Sadness hace lo propio con un trabajo que demuestra que la sensibilidad es revolucionaria.Pueden encontrar las boletas para el concierto de Carlos Sadness en la página de All Tickets.¿Quién es Carlos Sadness?Carlos Sadness, cuyo nombre real es Carlos Alberto Sánchez Uriol, es un artista español nacido en Barcelona el 31 de marzo de 1984. Además de cantante y compositor, también se destaca por su talento como ilustrador.Su incursión en la música comenzó en la adolescencia, grabando maquetas de rap mientras estudiaba bachillerato. Inicialmente se dio a conocer bajo el nombre Shinoflow, e incluso tuvo un proyecto previo llamado Bye Bye Sadness que nunca llegó a materializarse.En 2006 publicó de forma gratuita en internet 'El misterioso ciclo de tu pestañeo', un adelanto de su primer disco oficial: 'El presidente de los estados de ánimo' (2007). Este álbum de rap alternativo con letras introspectivas marcó el debut de Carlos Sadness como artista solista.Su carrera tuvo un punto de inflexión en 2010 con un viaje a Los Ángeles. Allí experimentó una transformación musical, dejando atrás el rap para abrazar sonidos indie y folk. Este cambio se reflejó en su álbum 'Ciencias celestes' (2012), publicado ya bajo el nombre definitivo de Carlos Sadness.Desde entonces, su trayectoria ha estado ligada al indie español. Ha tenido canciones virales como 'Amor Papaya' junto a Caloncho, y se convirtió en el primer artista indie español en superar los 600.000 oyentes mensuales en Spotify (2017).
La Profeco (Procuraduría Federal del Consumidor de México) y la tiquetera Ticketmaster llegaron a un acuerdo para poner fin a una demanda colectiva que involucra a más de 500 consumidores, con un total de reembolsos que supera los 3.4 millones de pesos mexicanos (cerca de 693 millones de pesos colombianos). Profeco instó a los consumidores afectados por la cancelación unilateral de boletos por parte de Ticketmaster durante todo el año pasado a presentar su documentación para reclamar sus reembolsos pendientes, según reportó El Economista, que calificó la demanda como inédita para el entretenimiento. Se acordó que aquellos que demostraran la cancelación de sus boletos recibirían el reembolso completo, incluidos los cargos por servicio, además de una bonificación del 20% según lo estipula la ley. No es la primera vez que Ticketmaster enfrenta una demanda de consumidores. En 2023, la empresa tuvo que reembolsar a más de 2,155 personas por problemas en los conciertos de Bad Bunny, donde muchos fanáticos no pudieron ingresar debido a fallas en el sistema. En total, Ticketmaster tuvo que devolver más de 18 millones de pesos mexicanos a los seguidores del artista.Antes de iniciar el show de Bad Bunny en diciembre de 2022, el estadio no se veía lleno, pero no era por falta de venta: los conciertos de Bad Bunny en México se agotaron en cinco minutos hace más de 10 meses.Lo que resultó fue que TicketMaster México tuvo fallas en su sistema y contó como falsos o duplicados algunas entradas que fueron adquiridas de forma legal. Los encargados de logística no permitieron la entrada al estadio a nadie que su tiquete no arrojara luz verde. Miles de personas se quedaron sin ver a Bad Bunny a pesar de haber adquirido su boleta de forma directa.La demanda a Ticket Master del Departamento de Justicia de Estados Unidos El Departamento de Justicia de Estados Unidos planea presentar una demanda antimonopolio contra el promotor de conciertos Live Nation, propietaria de la tiquetera Ticketmaster, de acuerdo con un reporte de The Wall Street Journal. Las acusaciones específicas siguen sin estar claras y el momento de presentar una demanda es incierto. El Departamento de Justicia se negó a hacer comentarios,según el medio.¿Por qué las críticas a Live Nation y Ticketmaster?Desde hace varias décadas, varias voces en la industria de la música han considerado que Live Nation ejerce un poder desmesurado en el entretenimiento en vivo.Live Nation y Ticketmaster se fusionaron en 2010 y ahora se anuncia como la "compañía de entretenimiento en vivo más grande del mundo".Las críticas alcanzaron un punto alto en noviembre de 2022 después de que el sitio web de Ticketmaster colapsara debido a una demanda extraordinaria de entradas para la gira Eras de Taylor Swift. En ese momento, el Departamento de Justicia estaba investigando a la empresa.Los legisladores estadounidenses interrogaron a los ejecutivos de Live Nation en una audiencia en enero de 2023 que unió a demócratas y republicanos sobre el dominio de la industria de la compañía que, según los críticos, está perjudicando a rivales, músicos y fanáticos.Posteriormente, los fanáticos de Swift demandaron a Live Nation por “conducta ilegal” en la caótica venta de la gira de la artista, y los demandantes alegaron que el gigante de la venta de entradas violó las leyes antimonopolio, según CNN.
Entre todas las tendencias de redes sociales, por estos días hay una que llama la atención: "Mira entre las letras de tu teclado". La idea es dar algún mensaje dentro de las letras en el rango descrito. Uno d elos ejemplos más frecuentes es el de "mira entre la h y la l en tu teclado" para decir "jk" o "just kidding" (solo bromenado en inglés). De momento, los usuarios señalan letras para las iniciales de nombres de personajes memorables, celebridades o figuras públicas, sin embargo, no ha sido del todo claro para muchos. ¿De dónde viene la tendencia de Mira entre las letras de tu teclado?De acuerdo al sitio Know Your Meme, que rastrea los orígenes de memes y tendencias en Internet, un usuario de la plataforma 4 chan posteó el 11 de mayo del 2021 una imagen con la figura de Yui Hirasawa, protagonista del anime K-On!.Esta imagen solo venía acompañada con un texto que decía “Mira entre la t y la o en tu teclado”. Con eso, se forma Yui, el nombre de un personaje.Sin niguna razón aparente, el post volvió a X (Twitter), en referencia a personajes de My Hero Academia: Izuku (Midoriya) y Uraraka (Ochaco). Entre el 17 y el 19 de abril se ven las primeras publicaciones al respecto.El trend también está Reddit, Twitter y otras plataformas y en distintos idiomas. Sobre K-On!K-On! es una serie de manga que comenzó a serializarse en la revista seinen Manga Time Kirara desde mayo de 2007. Una adaptación a serie de anime de 12 episodios se emitió originalmente entre abril y junio de 2009.La serie narra la historia de 4 jóvenes de colegio que buscan hacer su propia banda. El apellido de Yui está basado en el guitarrista de la banda japonesa de techno-pop P-Model, Susumu Hirasawa.
Por: Fabián David Páez / Inaldo PérezRealización del video: Unidad de video digital Caracol TelevisiónRock al Parque celebró sus 20 años y, como siempre, el pogo fue uno de los protagonistas principales del evento. Un vendaval de patadas, brincos, jalones, codazos, puños y empujones nos hicieron recordar de nuevo porque este es uno de los festivales más grandes del mundo. Una de las cosas que hace especial a Rock al Parque son sus monumentales pogos y en esta edición no nos decepcionaron. En el primer día, el Show Metal Medellín fue el encargado de inaugurar la ola de empujones. A tan solo 4 minutos de que la música empezara a sonar en el escenario Plaza, se formaron dos círculos en los que unos pocos asistentes empezaron a poguear tímidamente. La velocidad y la rudeza de estos pogos se fueron intensificando con el paso de las horas, la llegada de más público y los cambios de banda. Deep Silence, Nile y Neurosis fueron la antesala para uno de los pogos más grandes que hemos podido ver, el de Exodus. El público del metal no desentonó con la fuerza musical de la banda estadounidense y se formó un pogo que ocupaba casi toda la parte central de la plaza. Mientras tanto, en el escenario Bio, los seguidores del hardcore hacían lo suyo. En el hardcore se práctica un tipo diferente de pogo, al que conocemos como mosh. A diferencia del pogo tradicional, asociado a géneros como el punk y el metal, en el mosh los “danzantes” están más estáticos lanzando patadas y puños al aire de manera acrobática. Las presentaciones de bandas como Memphis May Fire, Patazera, Head Crushers, y la soberbia Killswitch Engage musicalizaron los saltos y puñetazos al aire de los mosheros. Literalmente levantaron la tierra.Pero retrocedamos un poco en el tiempo para saber cómo opera y de dónde salió esta particular forma de bailar o de sentir la música, que aunque parezca una simple pelea a puñetazos, de hecho, tiene un sentido altamente estructurado de la comunidad. Es difícil pensar en alguna situación semejante en la que la gente se exponga al dolor y a la violencia física y lo disfrute tanto como un pogo. La historia…En el documental The Filth and the Fury, se le atribuye la invención del pogo a Sid Vicious, bajista de los Sex Pistols. Cuentan allí, que en 1976, durante un concierto de los Pistols en el 100 Club de Londres, Sid Vicious (quien aún no era parte del grupo), como estaba muy atrás y no podía ver el show se abría paso saltando y empujando a quienes estaban delante de él. Curiosamente, esos saltos y empujones de incomodidad se convirtieron en uno de los principales atractivos de los eventos de rock. Según está historia el origen del pogo está ligado a la música punk, pero como sabemos no es exclusivo de los punkeros; en el metal, el hardcore, el ska y otros géneros derivados del rock, el pogo es parte fundamental en cada toque. Cuesta un poco atribuirle el origen del pogo únicamente a la incomodidad de Sid Vicious, pues pareciera que es algo que surge espontáneamente cuando la música empieza a acelerar su ritmo.El término mosh, que se usa principalmente en los "toques" de música hardcore, thrash metal, deathcore, metalcore y grindcore, entre otros. Fue utilizado por primera vez por el vocalista de la banda de hardcore punk Bad Brains, Paul Hudson.El Baile…El pogo (en inglés también moshing o baile Slam), es en esencia un tipo de baile, que consiste en una colisión aparentemente agresiva de los cuerpos se los miembros de la audiencia de un concierto. La zona en la que se genera esta colisión se le conoce como "mosh pit". En el mosh pit ocurre todo, el contacto puede ser diferente de acuerdo con la música, hay una serie de reglas y pasos que pareciera que están sincronizados. El más conocido es la licuadora: los que ingresan al pogo corren en círculo repartiendo puñetazos y patadas. Unos, van dando puños al ritmo de la batería. Otros, mas intrépidos, se salen del esquema y avanzan contra la corriente humana. Eso si, son los que se llevan la peor parte. La adrenalina, el sudor, y hasta la sangre hacen parte de este baile, que según Craig T. Palmer, investigador de la Universidad de Columbia, funciona como una forma ritualizada de cooperación social. Es un caso semejante al de algunas comunidades tradicionales de Bolivia o Irlanda del Norte, donde se practican rituales en los que hay un momento en que la violencia se ejerce controladamente para evitar la evasión de la norma en el transcurso normal de la vida. En el pogo se demuestra la promoción de las relaciones de confianza entre los participantes, es en cierta forma un ritual de confianza Aunque es riesgoso porque se juega en la línea divisoria entre la violencia y el festejo, el enfrentamiento uno a uno no suele darse. Es más, cada vez que alguien cae dentro del pogo, la misma ola de gente desconocida lo levanta. Los 10 cañonazos "poguebles" de Rock al Parque 2014
Realización: Video digital Caracol TelevisiónDesde la ‘isla del encanto’ llegó una de las instituciones del reggae para pisar nuevamente el Festival Rock al Parque. Cultura Profética se apoderó del Escenario Plaza y enamoró a todos los asistentes con el corpus de temas perfectos para dedicar.
#1. Exodus - The Toxic Waltz
Terminó Rock al Parque 20 años y quedan como documentos para legado de futuras generaciones esta selección espectacular de fotografías. Con ellas queremos proyectarles el espíritu de una jornada que batió todos los récords de asistencia. Fotógrafos: Inaldo Pérez, Alejandra Mar, Juan José Horta, Diego Vega, Camila Diaz, David Schwarz y Cristian Forero.
Realización: Video Digital Caracol TelevisiónDe La Tierra es una supernova latinoamericana integrada por Alex González (de Maná), Andrés Giménez (de A.N.I.M.A.L. y D-mente), Flavio Cianciarulo (de Los Fabulosos Cadillacs) y el brasileño Andreas Kisser (de Sepultura). Esta banda de reputados músicos viene de hacer parte de toda la gira latinoamericana de Metallica (By Request); y también estuvo en el cartel del Festival Vive Latino 2014. Gracias a su disco debut hoy llegaron a la tarima de Rock al Parque 2014 para celebrar los 20 años del Festival.
Como hacemos en los grandes festivales del mundo, le dedicamos un espacio a la moda en Rock al Parque, como referente de expresión urbana y juvenil del parche rockero en la ciudad. Diversidad, colores, accesorios de todos los calibres y los rostros que constituyen la identidad del festival a través de sus pintas. Fotógrafos: Inaldo Pérez, Alejandra Mar, Juan José Horta, Diego Vega, Camila Diaz, David Schwarz y Cristian Forero.
Realización: Video digital Caracol TelevisiónQuince años de trayectoria preceden a esta banda norteamericana que ayudó a definir el sonido del nuevo rock duro en los últimos años y actualmente se encuentran estrenado su nuevo álbum “Catacomb of the Black Vatican” (2014). Liderada por el famoso e influyente guitarrista y cantante Zakk Wylde, Black Label Society no es solo una institución del heavy metal sino del rock en general desde finales de los años 90s.Así fue la presentación de la banda en Rock Al Parque.
Tres días de música, artistas del mundo entero y un Parque Simón Bolívar a reventar fueron los componentes de la fiesta de los 20 años de Rock al Parque. Nuestro festival que durante varios años se ha consolidado como uno de los referentes musicales en distintas regiones del globo.Ahora bien para cerrar con broche de oro este cubrimiento entrevistamos a Chucky García quien este año fue el curador oficial de Rock al Parque 2014. Decidimos saber todo lo que se esconde detrás de la selección del cartel del Festival, cómo deciden que bandas van a tocar y cómo lograron este año incorporar nuevamente tantos sonidos representativos de LatinoaméricaEsto fue lo que nos dijo.
Por: David SchwarzRealización: Video digital Caracol TelevisiónEl Segundo día de Rock Al Parque 2014 estuvo cargado de diferentes sonidos entre los que encontramos algo de punk, rock y folk. Agrupaciones como I.R.A., Polikarpa y sus Viciosas, La Pestilencia, Outernational y Carajo, por tan solo mencionar a algunas, fueron las encargadas de hacer temblar el Simón Bolívar en estos 20 años de festival. Y para rememorar este día decidimos presentarles nuestro segundo timelapse sobre la vigésima edición de uno de los festivales de rock al aire libre más importantes de Latinoamérica.
20 años de festival, dos décadas en las que Rock al Parque estremece a los capitalinos con las mejores descargas de música nacional e internacional. Por eso, hoy en este tercer y último día de celebración, decidimos indagar entre el público asistente y preguntarles a esos fieles seguidores que tanto creen que ha evolucionado el festival durante todos estos años.Mejoras en la logística, reconocimiento a nivel mundial y artistas de talla internacional son algunas de las cosas que nuestros entrevistados le aplauden a Rock al Parque.Por: Antonio Alarcón // Realización: Video Digital Caracol Televisión
Realización: Video Digital Caracol TelevisiónEn 1994, La Derecha lanzó su primer LP y capturó la atención del público roquero con temas como Ay qué dolor, Laguna azul y Sin catalogar, que durante dos décadas no han parado de sonar. Para los 20 años de Rock al Parque, La Derecha ofreció el repertorio original de este famoso disco, y canción por canción como fue publicado revivió la música que la convirtió en una banda colombiana esencial.
Realización: Video Digital Caracol TelevisiónEn este show especial, la destacada banda bogotana presentó en exclusiva los temas de su nuevo álbum de colaboraciones Ama-Zonas, creado para generar conciencia mundial por este pulmón del mundo. El show contó con la participación del argentino Gustavo Cordera (ex Bersuit Vergarabat), el mexicano Rubén Albarrán (Café Tacvba y Hoppo!) y el argentino Emiliano Brancciari (No Te Va Gustar).
Por: Antonio ‘Rolo’ Alarcón @elroleins // Foto: David Schwarz.Perdimos el miedo. El público perdió el miedo. La organización perdió el miedo. Los medios perdieron el miedo. Rock al Parque le perdió el miedo a Rock al Parque y a su propio legado para despertar veinte años después y levantarse erguido a celebrar su verdadero paso a la adultez. Ya tenía cédula pero no fue sino hasta esta edición que se reencontró consigo mismo y con su gente, la que llegó y llenó las tres tarimas del Simón durante los tres días. Las críticas, disgustos y diatribas -que no representaban otra cosa más que un alto grado de expectativa por esta edición del festival- se fueron diluyendo entre aplausos, pogos y saludos amables que nos dimos todos los presentes. En resumidas cuentas, Rock al Parque 2014 fue un abrazo extendido entre quienes nos dimos la oportunidad de entender nuestras propias diferencias para unirnos y convertir esta versión en un nuevo punto de partida para él. Al festival llegaron metaleros, roqueros, punkeros, hardocoreros, skateros, funkeros, hiphoperos y quién sabe cuáles otros “eros” más que conformamos la familia. Bailamos, cantamos, aplaudimos, gritamos, levantamos las manos, pogueamos y saltamos juntos como nos ha enseñado a hacerlo este mismo festival durante dos décadas consecutivas. Vimos leyendas vivas de la música del mundo sobre las tarimas y nos convertimos –en manada- en una leyenda de la que se hablará por muchos años más. La frase “somos uno, somos lo mismo” que nos regaló Javier Fonseca con Alerta Kamarada fue encarnada por las cerca de cuatrocientas mil personas mal contadas –desconociendo la cifra oficial que arrojará la organización- que se pasearon por cada rincón del lugar. El festival somos todos. Rock al Parque con su cartel, su asistencia, su organización y su comportamiento demostró que está más vivo que nunca pero que le queda mucho más por crecer y ofrecer. Si bien las transformaciones que ha sufrido durante los últimos años -unas buenas y otras no tan buenas- han servido para conciliar un eje que sirva de guía para su proyección, es hora de darle entre todos el lugar que realmente representa para la cultura de Bogotá. El Simón Bolívar, La Media Torta y los tres días se quedaron cortos para las dimensiones que alcanzó. Esta es la oportunidad de ver que tenemos que dejar de quejarnos para reunirnos y proponer nuevos brazos que se puedan extender el año entero, en distintos espacios de la ciudad y, por qué no, del país o el continente entero. Este es el momento de darnos cuenta que el festival es de todos pero que también depende de todos. Rock al Parque nos cumplió con un gran aniversario y ahora es tarea de todos –músicos, medios, gestores y el público- hacer que siga madurando a través de nuevas ideas que complementen las maratónicas jornadas. Ya tuvimos muchos problemas pero vamos encontrando las soluciones. En el parque y en La Media Torta hubo –como es de esperarse- comentarios positivos y negativos, aunque esta vez fueron los positivos los que se quedaron con el mayor porcentaje de la encuesta. El VIP, las atrevidas requisas para el ingreso, el pequeño sonido del escenario ECO, la pésima señal de celular y las extensas jornadas que impidieron que muchos consiguieran aguantar los tres días, fueron algunos de los hechos que generaron mayor incomodidad este año. La gran respuesta de la gente, el respeto que se vivió durante todo el fin de semana y la interacción de géneros, regados por las cuatro tarimas –incluyendo la jornada de la Media Torta- durante los tres días, fueron los grandes logros que sirvieron para que los veinte años se posicionen como una de las mejores ediciones en su historia.
Realización: Video Digital Caracol TelevisiónCatedral tuvo la fortuna de participar en la primera edición de Rock al Parque, con dos shows: uno en el Parque Olaya Herrera y otro en la Plaza de Toros La Santamaría. Para los 20 años de Rock al Parque volvieron a reunirse y demostraron por qué fueron uno de los primeros grupos en tocar en el festival.
Realización: Video Digital Caracol TelevisiónMolotov se hizo presente en los 20 años de Rock al Parque con un show exclusivo: la primera presentación oficial en Colombia de su nuevo álbum “Agua Maldita”, grabado junto al ingeniero Darrel Thorp, quien ha figurado en discos de Beck, Radiohead o Foster de People. Este álbum es su primera producción de estudio en seis años, y en Rock Al Parque su repertorio estuvo acompañado por su poderosa y ácida avalancha de éxitos de otros discos ya conocidos.