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El inolvidable paso de Juanes por Rock al Parque: pogo, lágrimas y cojones

¿Juanes incitando al pogo?

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Foto: David Schwarz

“Yo voy a salir a ese escenario y les voy a demostrar porque sí puedo tocar en este festival”. Histórico, emocionante y poderoso. Así fue el show de Juanes en Rock al Parque. Nos dejó a todos boquiabiertos. ¡Aplausos, parcero! Rock al parque y usted se merecían mutuamente.

Por: Mariangela Rubbini Q. - @bilirubbini // Fotos: David Schwarz (@davidmschwarz) y Daniel Álvarez (@danielalvarez9)

La reacción de quienes asistieron a la concurrida rueda de prensa de Juanes pocas horas antes de su tan esperado y comentado show en Rock al Parque, fue un muy buen augurio de lo que se venía. Frente a cada una de las respuestas determinantes y claras del artista, los aplausos no se hicieron esperar. Que el rock no es un género sino una actitud de libertad, que el público debería pagar, al menos un valor simbólico por ver a sus artistas en el festival, y que el mensaje de tolerancia y respeto por lo que pueda pensar el otro es algo que debe hacer mella en las nuevas generaciones, fueron algunas de las frases de Juanes que más calaron en los periodistas que cubrían el tercer y último día de festival.

Juanes llegó a Bogotá el día anterior a su presentación, estuvo muy juicioso en el hotel concentrado y repasando el show, tuvo ensayos con su banda, varios rituales de concentración, un afectuoso e íntimo encuentro con sus seguidores desde la época de Ekhymosis y como solista, y algunos momentos cortos pero intensos con amigos de la música y de la vida como Gustavo Santaolalla, Rubén Albarrán, Zeta Bosio, Andrés Cepeda y Fonseca en el backstage del festival. Con la humildad y gratitud que lo han caracterizado desde cuando lo conocimos en los 90, recibió la invitación a participar en el festival sin grandes exigencias o caprichos de estrellita, y con la emoción de quien estuvo esperando este momento desde cuando tocaba en barcitos y cuchitriles con su banda Ekhymosis, hace exactamente 25 años.

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Las cosas pasan cuando tienen que pasar, es algo en lo que él y su mánager Rebecca León, fueron muy reiterativos a propósito de este show en particular. No pudo haber un mejor momento para que Juanes pisara la tarima del escenario Plaza y saliera a encontrarse con el público, demostrar de qué está hecho y dejarnos a todos calladitos con la impecable e imponente interpretación suya y de los grandes músicos que lo acompañan en sus correrías por el mundo, de la clásica Seek and Destroy de sus ídolos de adolescencia, Metallica. Si para alguien aplica el hashtag de esta edición del festival, #OrgulloEstridente, es precisamente para este paisa aguerrido, cojonudo y amoroso que se tomó muy en serio su participación y que preparó un setlist que tuvo a varios invitados sorpresa, incluso de última hora, en el escenario (Zeta Bosio, Fonseca y Cepeda), y que se mandó un hit detrás del otro durante el tiempo que duró el espectáculo.

Pasamos de A Dios le pido a Fuego, y de ahí a Mala gente y a Cuando pase el temblor de las leyendas del rock argentino Soda Stereo. Luego vinieron Nada valgo sin tu amor, Fotografía, Es por ti, Volverte a ver, Fíjate bien, y de repente se hizo sentir la euforia colectiva cuando aparecieron Fonseca y Cepeda para cantar junto a él La tierra. No podían quedarse por fuera La camisa negra, Me enamora y una infaltable de Ekhymosis, Solo, dedicada a los amores de adolescencia de Juanes. Para rematar para y no dejar rondando por ahí la menor duda de por qué si hay un artista de la escena mainstream colombiana que merecía pisar ese escenario era precisamente él, vinieron siete minutos de una descarga de virtuosismo interpretativo y pirotecnia con Seek and Destroy de Metallica.

Luego de que se anunciara su participación en el festival, Juanes le dijo a su banda por WhatsApp que si se le medían a tocar la canción con él en Rock al Parque. Ninguno lo dudó un segundo. Los emoticones roqueros no se hicieron esperar en el chat del grupo. Este momento, sin duda, quedará en las memorias de Rock al Parque, como uno de los más significativos y emotivos. Ulrich, Hetfield, Hammett y Trujillo lo hubieran aplaudido tanto como las más de 100 mil personas que saltaron emocionadas y sorprendidas con el oportuno y acertado regalo musical que Juanes y sus músicos les tenían preparado.   

Hubo pogo, hubo lágrimas, muchos momentos de euforia y también otros románticos y nostálgicos. Juanes nos ha acompañado por las últimas casi tres décadas con muchas de sus canciones. Todas ellas, de una u otra manera, hacen parte de la banda sonora de nuestras vidas. El escenario Plaza del Simón Bolívar estuvo a reventar, como nunca lo había estado en 25 años. Posiblemente ahí había metaleros, punketos, desprevenidos y casuales, fanáticos de Juanes y de Fito, de Santaolalla y de Pedro Aznar, detractores que fueron con ganas de destruirlo y de tirarle monedas pero que se las aguantaron porque el man los dejó a todos calladitos y con ganas de ver más. Y es que de eso están hechos los artistas de verdad, verdad. De determinación y gallardía, de profesionalismo, disciplina y virtuosismo, de humildad y agradecimiento hacia quienes los han acompañado en este camino. De mensajes con ímpetu y deseo de transformación para la sociedad. Juanes es un personaje 100% real, como lo son pocos en esta industria. Tan real que hubo un momento en el que estando parado en el escenario reconoció, incluso, su torpeza cuando sin querer, desconectó la guitarra eléctrica y se tropezó.

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Él se merecía estar en Rock al Parque, y el festival merecía tenerlo ahí alguna vez en su historia. ¡Y que mejor oportunidad que la celebración de los 25 años! Esa deuda entre ambos ya quedó saldada. Por lo demás, el suyo fue un show que, de lejos, sienta un precedente para la ciudad y para el festival. Muchas veces subvaloramos al público, lo juzgamos, lo tachamos de radical e intolerante. ¡Qué pena señores!, pero con la aparición de Juanes en este escenario quedó más que demostrado que finalmente después de muchos años de insistir y de persistir en un mensaje de tolerancia y convivencia, por fin estamos empezando a entender que, como bien lo dijo el mismo Juanes durante la rueda de prensa: “en Colombia hoy estamos demasiado divididos y polarizados, y no podemos olvidar que el arte es el único lugar en el que podemos encontrarnos todos y reconocernos en las diferencias, sin juzgarnos los unos a los otros”.

El aplauso es colectivo para un público que se comportó a la altura, para Juanes que aceptó el reto sin titubear y sin miedo a los asistentes a los que se enfrentaba ni a las críticas que sabía que iba a dejar sin piso cuando bajara de ese escenario sudando y con el ojo encharcado de la emoción. Con esa frase tan típica suya que lo resume todo: “Qué chimba tan hijueputa, parce”. El aplauso es también para Chucky García, el curador del Festival, quien se atrevió a invitarlo cuando se lo cruzó en el pasado Vive Latino en México. Él, con su acertada y juiciosa selección artística, abre cada vez más los espacios y la mente de los asistentes para que por fin, después de muchos años de estigmatización, el Festival Rock al Parque se convierta en un Festival para toda la ciudad. Que es como debe ser.

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