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¿Qué hacer con lo incorregible en Colombia? Santiago Rivas tiene una solución

Ya va siendo hora de que el bien común esté por encima del bien particular.

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Santiago Rivas en Incorregibles

Mamados de encontrar gente que bota basura a la calle, que se parquea donde se le da la gana, que hace doble fila, que saca al perro a cagar y deja el “regalito” ahí tirado y no lo recoge, que orina en parques públicos y en fachadas de casas, Liss Pereira y Santiago Rivas emprendieron una cruzada contra estos comportamientos aparentemente incorregibles. ¿Qué se traen entre manos?

Por: Santiago Rivas // @Rivas_Santiago

¿Qué es exactamente lo incorregible? Creo que no soy el único que se ha visto en la situación incómoda del justiciero ocasional, que cuando algún imbécil bota un papel por la ventana de su carro, bus o camión, corre hacia el papel, lo recoge y vuelve a botárselo hacia adentro del carro, por la ventana, diciendo “¡se le cayó esto!”, solo para recibir una andanada de putazos de parte del conductor, que, incluso sin tener la razón, se enfurece, para luego volver a botar el malhadado papelito. No soy el único, espero, que le grita a los que se paran a orinar en plena calle, como si no hubiera otra forma de solucionar las necesidades de nuestros esfínteres y en cambio sí tuviéramos el derecho a sacarnos el pipí en medio de la calle (incluso a plena luz del día, presuntamente sobrios), para desocupar la vejiga.

En fin, creo que el impulso de gritarle a la gente y la fantasía perversa de agarrarla a bofetadas por cuenta de su conchudez no es algo que me pase solo a mí (sé, al menos, que también les pasa a Liss Pereira y Adolfo Zableh). Creo que todos hemos sentido, a lo largo de nuestras vidas, cómo la ciudad nos llena de estrés y neurosis.

Esto, seguramente, lo sienten también los que botan papeles a la calle, se parquean en los costados de vías que deberían ser transitables, se detienen en las intersecciones, dejan sin recoger la mierda de sus mascotas y orinan en la calle, entre muchas otras desfachateces y faltas a la civilidad; ellos seguramente se estresan también, y creo que, más que la ira fatua del indignado ocasional, valdría la pena enfocar nuestros esfuerzos en ver qué es lo que estresa a la gente que nos causa tanto estrés.

Mi teoría es que la gente en Colombia vive sobre la idea de que no hay. No sabemos exactamente qué es lo que no hay, pero esa idea permanente de la carencia, nos ha convertido en buscadores incansables de un culpable, y lo que es peor, en enemigos de todos los que nos rodean. Es decir, mi teoría es que los colombianos, y por supuesto los bogotanos, sentimos que alguien, no sabemos quién, nos ha quitado algo, no sabemos qué. Y extendemos ese algo a todas las cosas, y ese alguien a todos los que nos rodean.

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Como todos sentimos lo mismo, les pongo un ejemplo común: la señora de la tienda siente que el taxista que viene a pedirle el baño es un abusivo estafador que tiene mil baños escondidos en el baúl de su carro y encima, de manera abusiva, viene a encarecerle la cuenta del agua.

Porque cada gota cuenta, pero además porque si ella deja que este señor orine en su baño, tiene que dejar que todos los seres humanos lo hagan y ahí sí, con diez millones o más de meones soltando el agua de ese maldito excusado que hasta dañado estará (¿para qué lo va a arreglar, si nadie lo usa?), ahí sí le va a tocar pagar millones por el agua y, ¿cuál de esos abusivos va a estar ahí aportando algo cuando le llegue ese millonario recibo? Ninguno, exactamente.

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De manera que cuando el taxista llega a donde su enemiga la tendera a pedirle el baño, ella le dice a su enemigo el taxista que se vaya para sus tres mierdas y él, en vez de buscar ese sector tan lejano (para tan lejos él no va, no señor), decide encontrar el primer árbol que vea en una calle pequeña de barrio y, como quien no quiere la cosa, orinar con cara de enorme satisfacción ante la mirada incrédula de más de un indignado, que lo declara su enemigo. Y así estamos.

Entonces no sé si sirva de algo que hayamos hecho la serie Incorregibles, que con tanto cariño como neurosis citadina, entregamos a ustedes para que la destrocen, le den likes en “el feis” y en “yutuf”, y para que contribuyan con sus comentarios inteligentísimos en Twitter a que esta sea una serie mejor. Todo con la esperanza de que haciéndola mejor, podamos contribuir a nuestro objetivo, que es hacer una Bogotá más civilizada, más compañerista, con menos cagadas de perros en los parques.

podríamos, serie o no serie, simplemente aprender que el bien común es más importante que el bien particular; meternos esto en la cabeza y vivir la vida sobre ese principio, a ver si de verdad podemos corregir lo que parece incorregible, y ser más felices.

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