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¡No se apene! Así es el origen de nuestras fantasías sexuales

Amaranta Hank debuta en Shock para explicarnos por qué deseamos lo que deseamos.

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Amaranta Hank

Algunos tienen fantasías sexuales con hacer un trío, otros con hacerlo con alguien mayor, con un vecino o en el baño de un bus intermunicipal. ¿Por qué fantaseamos con lo que fantaseamos? Las respuestas son infinitas y por eso acudimos a una protagonista de las fantasías sexuales de miles de personas en el mundo para que nos ayudara a resolver el dilema. Con ustedes, la periodista y estrella porno Amaranta Hank. 

Por: Amaranta Hank // @amarantahank

Creo que he escuchado una gran parte de las fantasías sexuales, o puede que en realidad solo haya escuchado un 1% pues el universo de posibilidades y variaciones entre una y otra fantasía resulta tan extenso como la medida anterior a infinito. 

Es cierto que algunas personas en circunstancias poco comunes vivieron –o viven- durante toda su vida sin tener contacto sexual o masturbarse; pero aun así, hasta ellos han fantaseado con observar a escondidas unos genitales cubiertos de vello púbico. Y no muy lejos, es muy común que nuestros padres o abuelos hayan imaginado toda su vida marital cómo se sentiría el contacto de sus genitales con una boca complaciente. Sí, muchos murieron sin recibir una mamada.

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Y ahora, en lo que escucho de todo tipo de personas que se acercan y me cuentan lo que imaginan en momentos de excitación, reafirmo que después de olvidar la culpabilidad por sentir placer, nuestro cerebro puede llegar a componer obras sexuales más detalladas que las de los directores de pornografía (aunque eso cualquiera).

La más común entre los hombres es un trío con dos chicas, aunque con un poco más de confianza muy seguramente confesarán el deseo de tener sexo con una chica trans. Las mujeres variamos en las formas, aunque no supone todos los casos la mayoría de fantasías de mujeres heterosexuales componen una situación completa: un hombre guapo, exitoso, caballero e inteligente, en un restaurante elegante y luego en la suite de un hotel cinco estrellas. 

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En algunas personas los detalles del deseo pueden ser tan sencillos como una chica rubia, o de trasero grande; o tan específicos como tener sexo con –o simplemente observar– una peliroja, con obesidad grado 2, en tacones y medias de malla, mientras ella salta sobre panecillos o mata cucarachas. Tal vez una anciana sin dientes haciendo una garganta profunda, en una cocina que huela a galletitas recién horneadas. No exagero ni miento. Hay fantasías tan específicas y poco comunes que podrían ser piezas de museo. 

A la ligera muchos podrían decir que las fantasías obedecen a traumas sexuales de la infancia, pero Freud corroboró que muchos de sus pacientes mintieron sobre traumas sexuales para encontrar una justificación a sus deseos. Las afamadas fantasías de incesto de donde provienen los famosos complejos de Edipo y Electra nacen del vínculo de la infancia que puede ser muy cercano e inclusive inexistente. 

Es decir, es posible que algunas fantasías nazcan de contactos o choques traumáticos por acciones abusivas de terceros, pero también –según Freud– las fantasías suelen surgir cuando se ven frustrados los deseos instintivos, donde podría aplicar un complejo de Edipo por ausencia del padre. Además, frustrar ha sido una característica por excelencia de la precaria educación sexual, desde siempre: “no tengas sexo porque…”, “no te masturbes porque…”. Sin embargo, hay imágenes que al parecer no tendrían alguna explicación por trauma o frustración, como excitarse por el sonido de un globo que estalla. 

Entonces, sin una razón específica que explique nuestras fantasías, lo lógico solo sería aceptar que imaginar es inherente al humano, así como el sexo también lo es. Aunque deseáramos un manual que explicara la razón de cada detalle de lo que imaginamos, no existe, porque los patrones de comportamiento desde el análisis de factores internos y externos no alcanzan a precisar la composición cada individuo. Crearán estudios, saldrán estadísticas, pero nada será completamente preciso en este tema. 

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Cumplir las fantasías sexuales acarrea un estado elevado de conciencia para permitir libremente las acciones más primitivas de la sexualidad. O simplemente hacerlo sin buscar la razón de por qué nos gusta lo que nos gusta. 

Aventurarse a cumplir las fantasías propias aun no es una virtud universal y está bien que sea así cuando involucran daños a terceros. Coincidir con las personas y las circunstancias precisas para cumplir las fantasías es cuestión de suerte. El auge de las modelos webcam y los videos porno por encargo crece por usuarios para los que no es viable cumplir sus fantasías desde su cotidianidad, pero coindicen con personas que al menos por video pueden colaborar en el proceso, especialmente cuando se trata de fetiches. 

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Aunque las fantasías no son necesariamente fetiches, muchos fetiches pueden ser fantasías, y ese espacio es también muy diverso y pintoresco. Algunos fetiches entran en la lista de parafilias, porque sin discusión son patologías, como la pedofilia, zoofilia o necrofilia (aunque se puede establecer un debate cuando estas patologías solo se consumen desde la ficción sin interés de hacerlas reales). Otros fetiches deben ser llevados con especial cuidado, como la coprofilia (heces), el sadismo o el masoquismo. Y otros, aunque siguen siendo poco comunes, no tienen riesgos de daño, como sentir excitación por personas con miembros amputados o por ancianos. Algunos adultos sueñan con ser amamantados o  mujeres sueñan amamantar adultos.

Y un punto de vista que es imposible descartar en este tema, es que aun cuando alguno se aventura a hacer real su aventura física (no digital) y las estrellas a su favor le hacen coincidir con la o las partes necesarias para cumplirla, puede que las cosas no salgan como la imaginación lo quería. 

 

En mi primer viaje a República Checa las circunstancias se dieron para grabar una DP (Doble Penetración) con dos chicos negros: MI FANTASÍA SEXUAL PRINCIPAL. En las fotos previas a la escena estaba realmente encantada con chupar dos vergas negras al mismo tiempo, pero la escena fue un caos cortesía del director que insistía en que debíamos caber los tres en un sofá viejo. Nos resbalábamos, a los chicos les dolían sus rodillas y cuando lográbamos acoplarnos para pasarla bien, al director se le ocurría que era hora de cambiar de postura. Y también se molestaba si cortaba para usar lubricante. Resultado: dolores de articulaciones que bajaban las erecciones y una herida de 4 centímetros en mi culo, que me sacó lágrimas por más de una semana. 

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Hace solo unos segundos un seguidor me acaba de escribir que fantasea con tener sexo con cuatro chicas en una piscina, una en cada esquina e ir nadando al lugar de cada una de ellas para follárselas. Yo recuerdo que grabé un lésbico en una piscina y que el cloro nos secaba tanto la lubricación que los orgasmos eran complejos e incómodos.

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Así, el ciclo de las fantasías es aceptar que fantaseamos, fantasear, pedir al universo que se haga real y cruzar los dedos para que salga bien. Algunos fallamos en los dos últimos puntos, otros mueren sin conocer una mamada.

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