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El nuevo evangelio picotero. Guía Shock de la Champeta y el Picó

Nació en un lugar inesperado, en un momento inesperado y de la manera más inesperada. Hace unos 30 años, en lo más profundo de la Africolombia y de nuestra costa Caribe, nació un bebe musical, punketo de corazón: la champeta criolla, uno de los ritmos más originales, censurados e incomprendidos que haya parido nuestra tierra, y el único nuevo ritmo que ha dado nuestra nación cumbiera en las últimas décadas del siglo XX. Champetas hay muchas: hay champeta de picó, champe-ragga, champeta raizal (con más elementos del folclor), champeta digital, remixes de puro perreo (con el popular teclado Casio Sk-5 y otras baterías electrónicas) y muchas más variantes que nacen en las calles de Barranquilla y Cartagena, en PC’s baratos y quemadores piratas, en estudios de grabación y en la mente de DJ’s y picoteros. En esencia, la expresión “champeta” significa “música africana”, y por eso es afrobeat, afro-funky, lumbalu, zouk, soukous, highlife, toda la música de Kenya, Zimbawe, Sudáfrica, Camerún y Congo, pero también cumbia, chirimía y currulao. Porque la champeta es puro Africolombia. La champeta fue durante años la vanguardia musical de este país, pero una vanguardia invisible, despreciada por intelectuales costeños y cachacos, demasiado escondida en las tripas de un sub-mundo demasiado pobre que nunca pensó, quiso o supo cómo hacer para sacarla de allí. Pero el tiempo ha pasado, y hoy la champeta ha recorrido un largo camino. Algo paradójico: uno de los profetas de esta música, el gran Joe arroyo, casi nunca es asociado a esta, siendo que creció en la universidad de la champeta: los picós del caribe, que han sido la escuela de muchos músicos, melómanos y amantes de las novedades, siendo que la mayoría de sus éxitos son covers de temás haitianos y otros clásicos de picós famosos como el Conde, el Sibanicu y el Timbalero. Hasta cierto punto, hoy la champeta ha salido de su ghetto. Hace unos 10 años llegó a Bogotá y barrió con todo a su paso: sin champeta y sin el Dios Picó no existiría Bomba Estéreo ni Systema solar ni muchos otros grupos que de alguna manera han encontrado su inspiración en esta revolución. Es imposible hablar de champeta sin hablar del movimiento picotero. Así como sucedió en lugares como Jamaica, en Colombia, desde los 70, tenemos uno de los movimientos de soundsystems más originales e innovadores de todo el mundo. Pero ocurre que Locombia es un país muy poco orgulloso de lo suyo y muy ingrato con sus hijos más brillantes. Los mejores picós y DJ’s de nuestra tierra, los fundadores de esta revolución champetua, han pasado toda su vida bajo la sombra, sus picós atacados por la policía, sus fiestas prohibidas, estigmatizados todos por una sociedad racista y discriminatoria al 100. Así han vivido durante años, celebrando sus verbenas, que son las rumbas más originales, vanguardistas y sabrosas de Macondo, para miles y miles de habitantes de los barrios populares y marginales de la costa. En los bordes. Viviendo humildemente, sin sospechar siquiera la importancia de su aporte, y sin siquiera soñar con el reconocimiento. Apenas ahora Colombia empieza a entender el gran valor de este movimiento, padre de nuestra exitosa música contemporánea. Tal parece que se viene el gran boom de la champeta. Y se viene con toda para subvertir todo a su paso una vez más y como su nombre lo indica (la palabra “champeta” se refiere a un cuchillo o machetilla usada en la costa para cortar pescado y demás en los mercados populares), cortar en dos la historia de nuestra música. Y es que mientras muchos piensan que la champeta es solo perreo y letras sin mensaje, esta es, en realidad, una filosofía que ata a Colombia con África, una música que nos revela la fuerza de una africania que, en conjunto con el costeño y el mestizo, creó una bomba cultural. Se trata de un ritmo muy joven, un niño genio que está creciendo, adquiriendo nuevos poderes, y que nos dará muchas más sorpresas en el futuro. Algún día el símbolo de la ciudad de Cartagena o de Barranquilla o de las dos será un picó, un picó triunfador, liberador, creador de nuevos sonidos místicos y siderales, de país diferente, más incluyente. De la mano de ese símbolo, la historia de Colombia empezará un nuevo ciclo sabroso y a la vez insospechado. He aquí las enseñanzas de nuestro nuevo evangelio champetúo. Muy pronto llegara un profeta, el profeta de nuestra música, y en aquel momento nos daremos cuenta de que no tenemos nada que envidiarle a nadie, y que nuestra música es y será siempre hija de la champeta, la cumbia y el vacilón. Ahí tienen, pa’ que afinen. Érase una vez el picó Cuando alguien habla de “cultura picotera” se refiere básicamente a una cultura de soundsystem que prolifera en la Costa Atlántica, principalmente en las ciudades de Barranquilla y Cartagena, por cuyos puertos han entrado tanto la tecnología como la música que ha dado vida a esos hermosos aparatos sonoros llamados “picós”. A finales de la década de los 50 en la Costa, la mayoría de las fiestas eran amenizadas por orquestas, conjuntos vallenatos, papayeras, en fin, la música era en vivo. Los equipos importados, pues, eran para amplificar a estos grupos musicales. Quienes no tenían acceso a estos eventos sociales, la gran mayoría elitistas, tenían que conformarse con las escasas rocolas y vitrolas de cantinas, bares y tiendas de barrio. Y sería precisamente en El Corea, un famoso estadero ubicado en la calle 50 con carrera 18 en el centro sur de Barranquilla, donde todo comenzó. Debido a la cantidad de clientes que visitaban el local por la calidad de su música, traída del norte de África, sus dueños decidieron armar un equipo de sonido casero al que llamarían “El Coreano” y que sería el primer picó de Colombia (o el segundo, pues aún se discute quién vino primero, si este o su temible contemporáneo “El Sicodélico”). Su nombre, su potencia, su música original y sobre todo, su dibujo simbólico inspirado en un tanque de guerra, lo convirtieron, no solo en un ícono de la época, sino en la inspiración de un movimiento cultural feroz que continúa hasta hoy. ¿Y por qué se llaman “picós”? Es difícil determinar en qué momento y por qué razón estos equipos de sonido reciben el mote de “pick ups” o como popularmente se les dice, “picós”. Sin embargo, contrario a lo que muchos creen (que el nombre viene de las camionetas de platón se movilizan), la mayoría de expertos coinciden en que el término viene de las primeras radiolas que llegaron a Barranquilla, la mayoría marca Victor. Estas contaban con un tocadiscos cuyas agujas (también llamadas “púas”) traían una contramarca que decía “pick up”. El arte picotero Parte de la mística de la movida picotera está en el nombre y el eslogan con el que son bautizados estos equipazos. Algunos de los nombres más llamativos de esa primera generación de picós son: De Barranquilla VIVOS El Timbalero: “El que arrolla sin agüero” El Sibanicú: “El que prefieres tú” MUERTOS El Coreano: “El tanque de guerra” El Concorde: “Con técnica japonesa” De Cartagena  VIVOS   El Guajiro: “El Tira flechas”   El Isleño: “El león de la Salsa”  MUERTOS   El Supersónico: “El jet”   El Conde de Cartagena En sus inicios, para proteger los muchos parlantes que podían contener sus picós, sus dueños solían forrar la parte frontal de estos (llamada “escaparate”) con una malla de tela o fique; con el tiempo, esta se convirtió en el lienzo ideal para que grandes pintores de la época, como el Maestro William González, dieran una personalidad propia a cada picó con dibujos y motivos originales. Tal fue la efervescencia que estos picos coloridos y ultra-engallados comenzó a despertar en la gente, que pronto cada uno contaba con su barra. Una especie de fan club bailador que lo perseguía a donde fuera. Pronto, estos equipos comenzaron a ser contratados para musicalizar fiestas como cumpleaños, matrimonios y clubes en general. Los más grandes musicalizaban casetas y verbenas, y es aquí cuando los picós toman fuerza: cuando comienzan a convertirse en el centro de fiestas para miles de personas.  ¿Y qué es una verbena? Una verbena es un baile realizado en la calle. Se llama así porque se bloqueaban las entradas de las cuadras con ramas de una planta a la que llaman “verbena”. En estas fiestas, la estrella del baile es el picó, que, al igual que un artista, entre más famoso y reconocido, mejor el baile. Cuando las fiestas no son realizadas en la calle sino en lugares especiales como parqueaderos o escenarios, se les llaman “caseta” o “kz”. Algunos nombres de las verbenas más famosas de todos los tiempos son: La Saporrita, La Tremenda, Casados y Solteros, Bocatos, Espérame entre Palmeras, Los Macheteros, Bailando te lo diré, Maravilla, Trampa para solteros, Candela Viva, La Pechichona, El Gran Che, Derroche Juvenil y Alí baba y los 40 Borrachos. Esto es POWER Dicen que cuando los picós más poderosos llegan a los pueblos, rompen vidrios y aflojan dientes. Hubo un momento, en los 80 y 90, en el que los más salvajes llegaron a estar conformados hasta por 40 bajos y 24 medios, o sea, por 64 parlantes más las unidades para brillos; sin embargo, a medida que la tecnología ha avanzado los picós se han vuelto más poderosos con menos parlantes. Aunque más pequeños en espacio, hoy encontramos los más potentes de la historia con más de 40.000 vatios de sonido. Es decir, lo suficiente como para prender un estadio. ¿Dónde están los mejores picós de Colombia? Los mejores picós se encuentran en Barranquilla (en los barrios populares del sur y en municipios aledaños como Soledad, Malambo y Galapa), en Cartagena, y en casi todos los municipios de bolívar, inclusive en sus límites como Turbo, Antioquia. Descarga Picotera Hoy día los picós ponen todo tipo de música, dependiendo del tipo de fiesta y del sector de la ciudad, por ejemplo: entre más popular el contexto, sonará entonces más champeta criolla, música africana, salsa de antaño y, en menor escala, reggaetón, vallenato y algo de electrónica. A medida que suba el estrato, el picó botará puro reggaetón, electrónica, salsa nueva y vallenato de la nueva ola. Ahora, la programación de los picós también está ligada a las épocas: en los 70 predominaba la música africana (llamada “verbenera”), el disco de Donna Summer, el funk a lo James Brown, la música folclórica o carnavalera tipo Aníbal Velázquez, cumbia clásica, y salsa con todas las figuras extranjeras de La Fania, y colombianas como Fruko, Latin Brothers y Wganda Kenya. En los 80, que fue la época más rica musicalmente en los picós, además de los ritmos mencionados de los 70 entraron el pop de Michael Jackson y Madonna, las baladas de Los Bukis, los vallenatos de Diomedes Díaz y el Binomio de Oro, la fuerza del Joe, y todos los artistas del merengue, principalmente Wilfrido Vargas. Las Eras Picoteras Los picós se están transformando permanentemente, pero podemos sintetizar los cambios más significativos en tres grandes eras picoteras: la era de los Escaparates, la de los Fraccionados y la de los Tipo Concierto. • LA ERA DE LOS ESCAPARATES Fueron los protagonistas de la primera era del picó. Llegaron hasta finales de los años 80. Contaban con bafles tipo “escaparates”, arriba de los cuales se ubicaba un bafle especial (llamado “regadera”) para colocar los brillos, donde además se solía escribir el nombre del picó. Adicionalmente, contaba con unos bafles pequeños (llamados “columnas”) para distribuir el sonido. La música se reproducía a través de uno o dos tocadiscos puestos sobre una base de madera (llamada “tornamesa”). Los más pequeños alcanzaban los 200 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegaban hasta 2700. • LA ERA DE LOS FRACCIONADOS Pertenecen a la década del 90. Es la entrada a la era moderna, cuando la tecnología análoga se comenzó a mezclar con la digital. Se les llama “fraccionados” porque los 18 o 24 parlantes que tenían en promedio los escaparates se dividieron en bafles de 2, 4 y hasta 6 parlantes como máximo. De esta forma se colocaban bafles en todos los rincones de un baile. Es el momento en que los picós empiezan a utilizar luces de miniteca para llamar la atención, por lo que se comenzaron a llamar también “Súper Estéreo Láser”. Los más básicos contaban con uno o dos tocadiscos, una casetera y un mini disc, mientras que los más avanzados, además, ya contaban con reproductores de CD. Los más pequeños alcanzaban los 600 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegaban hasta 5000. • LA ERA DE LOS TIPO CONCIERTO Todos los picós de hoy pertenecen a esta, una categoría llamada “tipo concierto” porque utiliza tarimas para destacar a los miembros del equipo. Y es que, usualmente, cada picó de la actualidad cuenta con una “nómina” básica compuesta por cuatro personajes: un DJ, un animador, un pianista-baterista (hablamos de teclados y pianos portátiles, digitales) y un DJ Light, quien es el encargado de las luces. Al igual que en el fútbol, estos equipos sonoros cuentan con sus “jugadores”, su “técnico” y con hinchas o fanáticos que los siguen a donde vayan. Los más pequeños o junior alcanzaban los 20,000 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegan hasta 50,000 vatios. Cuentan con computadores, cajas de ritmos y efectos, y unidades de CD Denon 4500. Hazlo Tú Mismo Cuando inició la fiebre picotera, los picós eran fabricados por técnicos aficionados basados en los esquemas de viejas vitrolas. Hoy en día los picós no se construyen como antes: se diseñan y se ensamblan con tecnología importada y por equipos profesionales. Lo único que sí se sigue haciendo son las cabinas o bafles. Aunque algunos siguen utilizando dibujos, hoy son más comunes los picós que se identifican con un color determinado, por ejemplo: El Skorpion, que es verde, El Solista, azul, y El Fidel, que es blanco. Curiosamente no hay casi picós identificados con los colores rojo, violeta o amarillo. Los duelos picoteros Los duelos entre picós son comunes y suelen alcanzar dimensiones míticas, solo comparables con el enfrentamiento entre dos titanes en la antigua Roma, y mejor aún si el enfrentamiento es entre uno de Barranquilla y otro de Cartagena. Anteriormente, cuando los picós eran escaparates, los duelos eran musicales. Ganaba el picó que tuviera temas exclusivos que no tuviera el otro. También competían en términos de sonido: se encendían los dos al tiempo y ganaba el que sonara más duro o el que más rindiera, o sea, el que durara más tiempo tronando. Durante los duelos más bárbaros, los dueños de cada picó ponían sus máquinas frente a frente y luego subían el volumen al máximo. Perdía el picó que resultara en el suelo humillado. ¿Cuál es el más poderoso? La fuerza de un picó se mide por varios factores: por su música exclusiva, por la potencia y calidad de su sonido, por sus DJ’s, por sus aportes tecnológicos, por su producción de champeta criolla y por la calidad de sus glosas. Durante los los 60 y 70, reinaba el “yo lo tengo y tú no”, es decir, que el mejor picó era el que tenía más música exclusiva. En estos tiempos algunos picós contaban con música muy rara, por ejemplo, que traían de África. Esto significa que ciertos picoteros contaban con discos y temas que no tenía nadie más en Colombia o incluso en América, de tal manera que si se convertían en los favoritos del bailador, a éste le tocaba seguir al picó que los tenía para poder disfrutarlos. En los 80, además de la música, los conceptos de potencia y calidad de sonido comenzaron a cobrar valor. El DJ, a su vez, era el protagonista del picó, de él dependía que el baile se llenara y que su equipo ganara más seguidores. En la década de los 90, en cambio, los proyectores de video, las luces, el humo y los animadores en vivo sumaban nuevos valores agregados. El Skorpion Disco Show, por ejemplo, es el disco-picó con el mayor número de seguidores en Barranquilla y Soledad: su potencia está alrededor de los 50.000 vatios. A todo lo mencionado, hoy por hoy, además de tener todo lo anterior, suelen destacarse los picós que producen su propia música. Por ejemplo, El Rey de Rocha, de Cartagena, produce casi todos los éxitos de champeta criolla que suenan en las emisoras. Es el de mayor fanaticada de la ciudad. Bota alrededor de 50.000 vatios de sonido. Adicionalmente a esto, los picós encontraron en el dueño y locutor de la emisora Olímpica, Don Miguel “Mike” Char (sí, el mismo que grita “¡Se metióóoooooooooooo!), el tono de voz agudo e incisivo que a la postre se constituyó en la voz oficial de los picós en cualquier lugar del planeta. La mecánica es sencilla: cada picó crea los textos de sus glosas (vulgarmente llamadas “placas”) para que “Mike” las grabe. De esto, en gran parte, depende el éxito en un duelo picotero. Mientras más jocosas y humillantes sean estas, mejor, pues harán quedar peor a su contendor. Prólogo Lucas Silva (Palenque Records - Dj Champeta Man) / Texto e investigación: Fabián Altahona Romero (Africolombia’s Blog: acbia.wordpress.com) / Ricardo Arrieta Garcia (Baterista Megatrón: bateristamegatron.blogspot.com)

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Nació en un lugar inesperado, en un momento inesperado y de la manera más inesperada. Hace unos 30 años, en lo más profundo de la Africolombia y de nuestra costa Caribe, nació un bebe musical, punketo de corazón: la champeta criolla, uno de los ritmos más originales, censurados e incomprendidos que haya parido nuestra tierra, y el único nuevo ritmo que ha dado nuestra nación cumbiera en las últimas décadas del siglo XX.

Champetas hay muchas: hay champeta de picó, champe-ragga, champeta raizal (con más elementos del folclor), champeta digital, remixes de puro perreo (con el popular teclado Casio Sk-5 y otras baterías electrónicas) y muchas más variantes que nacen en las calles de Barranquilla y Cartagena, en PC’s baratos y quemadores piratas, en estudios de grabación y en la mente de DJ’s y picoteros. En esencia, la expresión “champeta” significa “música africana”, y por eso es afrobeat, afro-funky, lumbalu, zouk, soukous, highlife, toda la música de Kenya, Zimbawe, Sudáfrica, Camerún y Congo, pero también cumbia, chirimía y currulao. Porque la champeta es puro Africolombia.

La champeta fue durante años la vanguardia musical de este país, pero una vanguardia invisible, despreciada por intelectuales costeños y cachacos, demasiado escondida en las tripas de un sub-mundo demasiado pobre que nunca pensó, quiso o supo cómo hacer para sacarla de allí. Pero el tiempo ha pasado, y hoy la champeta ha recorrido un largo camino. Algo paradójico: uno de los profetas de esta música, el gran Joe arroyo, casi nunca es asociado a esta, siendo que creció en la universidad de la champeta: los picós del caribe, que han sido la escuela de muchos músicos, melómanos y amantes de las novedades, siendo que la mayoría de sus éxitos son covers de temás haitianos y otros clásicos de picós famosos como el Conde, el Sibanicu y el Timbalero. Hasta cierto punto, hoy la champeta ha salido de su ghetto. Hace unos 10 años llegó a Bogotá y barrió con todo a su paso: sin champeta y sin el Dios Picó no existiría Bomba Estéreo ni Systema solar ni muchos otros grupos que de alguna manera han encontrado su inspiración en esta revolución.

Es imposible hablar de champeta sin hablar del movimiento picotero. Así como sucedió en lugares como Jamaica, en Colombia, desde los 70, tenemos uno de los movimientos de soundsystems más originales e innovadores de todo el mundo. Pero ocurre que Locombia es un país muy poco orgulloso de lo suyo y muy ingrato con sus hijos más brillantes. Los mejores picós y DJ’s de nuestra tierra, los fundadores de esta revolución champetua, han pasado toda su vida bajo la sombra, sus picós atacados por la policía, sus fiestas prohibidas, estigmatizados todos por una sociedad racista y discriminatoria al 100. Así han vivido durante años, celebrando sus verbenas, que son las rumbas más originales, vanguardistas y sabrosas de Macondo, para miles y miles de habitantes de los barrios populares y marginales de la costa. En los bordes. Viviendo humildemente, sin sospechar siquiera la importancia de su aporte, y sin siquiera soñar con el reconocimiento. Apenas ahora Colombia empieza a entender el gran valor de este movimiento, padre de nuestra exitosa música contemporánea.

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Tal parece que se viene el gran boom de la champeta. Y se viene con toda para subvertir todo a su paso una vez más y como su nombre lo indica (la palabra “champeta” se refiere a un cuchillo o machetilla usada en la costa para cortar pescado y demás en los mercados populares), cortar en dos la historia de nuestra música. Y es que mientras muchos piensan que la champeta es solo perreo y letras sin mensaje, esta es, en realidad, una filosofía que ata a Colombia con África, una música que nos revela la fuerza de una africania que, en conjunto con el costeño y el mestizo, creó una bomba cultural. Se trata de un ritmo muy joven, un niño genio que está creciendo, adquiriendo nuevos poderes, y que nos dará muchas más sorpresas en el futuro.

Algún día el símbolo de la ciudad de Cartagena o de Barranquilla o de las dos será un picó, un picó triunfador, liberador, creador de nuevos sonidos místicos y siderales, de país diferente, más incluyente. De la mano de ese símbolo, la historia de Colombia empezará un nuevo ciclo sabroso y a la vez insospechado.

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He aquí las enseñanzas de nuestro nuevo evangelio champetúo. Muy pronto llegara un profeta, el profeta de nuestra música, y en aquel momento nos daremos cuenta de que no tenemos nada que envidiarle a nadie, y que nuestra música es y será siempre hija de la champeta, la cumbia y el vacilón.

Ahí tienen, pa’ que afinen.

Érase una vez el picó
Cuando alguien habla de “cultura picotera” se refiere básicamente a una cultura de soundsystem que prolifera en la Costa Atlántica, principalmente en las ciudades de Barranquilla y Cartagena, por cuyos puertos han entrado tanto la tecnología como la música que ha dado vida a esos hermosos aparatos sonoros llamados “picós”.

A finales de la década de los 50 en la Costa, la mayoría de las fiestas eran amenizadas por orquestas, conjuntos vallenatos, papayeras, en fin, la música era en vivo. Los equipos importados, pues, eran para amplificar a estos grupos musicales. Quienes no tenían acceso a estos eventos sociales, la gran mayoría elitistas, tenían que conformarse con las escasas rocolas y vitrolas de cantinas, bares y tiendas de barrio. Y sería precisamente en El Corea, un famoso estadero ubicado en la calle 50 con carrera 18 en el centro sur de Barranquilla, donde todo comenzó.

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Debido a la cantidad de clientes que visitaban el local por la calidad de su música, traída del norte de África, sus dueños decidieron armar un equipo de sonido casero al que llamarían “El Coreano” y que sería el primer picó de Colombia (o el segundo, pues aún se discute quién vino primero, si este o su temible contemporáneo “El Sicodélico”). Su nombre, su potencia, su música original y sobre todo, su dibujo simbólico inspirado en un tanque de guerra, lo convirtieron, no solo en un ícono de la época, sino en la inspiración de un movimiento cultural feroz que continúa hasta hoy.

¿Y por qué se llaman “picós”?
Es difícil determinar en qué momento y por qué razón estos equipos de sonido reciben el mote de “pick ups” o como popularmente se les dice, “picós”. Sin embargo, contrario a lo que muchos creen (que el nombre viene de las camionetas de platón se movilizan), la mayoría de expertos coinciden en que el término viene de las primeras radiolas que llegaron a Barranquilla, la mayoría marca Victor. Estas contaban con un tocadiscos cuyas agujas (también llamadas “púas”) traían una contramarca que decía “pick up”.

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El arte picotero
Parte de la mística de la movida picotera está en el nombre y el eslogan con el que son bautizados estos equipazos. Algunos de los nombres más llamativos de esa primera generación de picós son:

De Barranquilla
VIVOS
El Timbalero: “El que arrolla sin agüero”
El Sibanicú: “El que prefieres tú”

MUERTOS
El Coreano: “El tanque de guerra”
El Concorde: “Con técnica japonesa”

De Cartagena
 VIVOS
  El Guajiro: “El Tira flechas”
  El Isleño: “El león de la Salsa”

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 MUERTOS
  El Supersónico: “El jet”
  El Conde de Cartagena

En sus inicios, para proteger los muchos parlantes que podían contener sus picós, sus dueños solían forrar la parte frontal de estos (llamada “escaparate”) con una malla de tela o fique; con el tiempo, esta se convirtió en el lienzo ideal para que grandes pintores de la época, como el Maestro William González, dieran una personalidad propia a cada picó con dibujos y motivos originales. Tal fue la efervescencia que estos picos coloridos y ultra-engallados comenzó a despertar en la gente, que pronto cada uno contaba con su barra. Una especie de fan club bailador que lo perseguía a donde fuera. Pronto, estos equipos comenzaron a ser contratados para musicalizar fiestas como cumpleaños, matrimonios y clubes en general. Los más grandes musicalizaban casetas y verbenas, y es aquí cuando los picós toman fuerza: cuando comienzan a convertirse en el centro de fiestas para miles de personas.

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 ¿Y qué es una verbena?
Una verbena es un baile realizado en la calle. Se llama así porque se bloqueaban las entradas de las cuadras con ramas de una planta a la que llaman “verbena”. En estas fiestas, la estrella del baile es el picó, que, al igual que un artista, entre más famoso y reconocido, mejor el baile. Cuando las fiestas no son realizadas en la calle sino en lugares especiales como parqueaderos o escenarios, se les llaman “caseta” o “kz”. Algunos nombres de las verbenas más famosas de todos los tiempos son: La Saporrita, La Tremenda, Casados y Solteros, Bocatos, Espérame entre Palmeras, Los Macheteros, Bailando te lo diré, Maravilla, Trampa para solteros, Candela Viva, La Pechichona, El Gran Che, Derroche Juvenil y Alí baba y los 40 Borrachos.

Esto es POWER
Dicen que cuando los picós más poderosos llegan a los pueblos, rompen vidrios y aflojan dientes. Hubo un momento, en los 80 y 90, en el que los más salvajes llegaron a estar conformados hasta por 40 bajos y 24 medios, o sea, por 64 parlantes más las unidades para brillos; sin embargo, a medida que la tecnología ha avanzado los picós se han vuelto más poderosos con menos parlantes. Aunque más pequeños en espacio, hoy encontramos los más potentes de la historia con más de 40.000 vatios de sonido. Es decir, lo suficiente como para prender un estadio.

¿Dónde están los mejores picós de Colombia?

Los mejores picós se encuentran en Barranquilla (en los barrios populares del sur y en municipios aledaños como Soledad, Malambo y Galapa), en Cartagena, y en casi todos los municipios de bolívar, inclusive en sus límites como Turbo, Antioquia.

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Descarga Picotera
Hoy día los picós ponen todo tipo de música, dependiendo del tipo de fiesta y del sector de la ciudad, por ejemplo: entre más popular el contexto, sonará entonces más champeta criolla, música africana, salsa de antaño y, en menor escala, reggaetón, vallenato y algo de electrónica. A medida que suba el estrato, el picó botará puro reggaetón, electrónica, salsa nueva y vallenato de la nueva ola.

Ahora, la programación de los picós también está ligada a las épocas: en los 70 predominaba la música africana (llamada “verbenera”), el disco de Donna Summer, el funk a lo James Brown, la música folclórica o carnavalera tipo Aníbal Velázquez, cumbia clásica, y salsa con todas las figuras extranjeras de La Fania, y colombianas como Fruko, Latin Brothers y Wganda Kenya.

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En los 80, que fue la época más rica musicalmente en los picós, además de los ritmos mencionados de los 70 entraron el pop de Michael Jackson y Madonna, las baladas de Los Bukis, los vallenatos de Diomedes Díaz y el Binomio de Oro, la fuerza del Joe, y todos los artistas del merengue, principalmente Wilfrido Vargas.

Las Eras Picoteras
Los picós se están transformando permanentemente, pero podemos sintetizar los cambios más significativos en tres grandes eras picoteras: la era de los Escaparates, la de los Fraccionados y la de los Tipo Concierto.

• LA ERA DE LOS ESCAPARATES
Fueron los protagonistas de la primera era del picó. Llegaron hasta finales de los años 80. Contaban con bafles tipo “escaparates”, arriba de los cuales se ubicaba un bafle especial (llamado “regadera”) para colocar los brillos, donde además se solía escribir el nombre del picó. Adicionalmente, contaba con unos bafles pequeños (llamados “columnas”) para distribuir el sonido. La música se reproducía a través de uno o dos tocadiscos puestos sobre una base de madera (llamada “tornamesa”). Los más pequeños alcanzaban los 200 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegaban hasta 2700.

• LA ERA DE LOS FRACCIONADOS
Pertenecen a la década del 90. Es la entrada a la era moderna, cuando la tecnología análoga se comenzó a mezclar con la digital. Se les llama “fraccionados” porque los 18 o 24 parlantes que tenían en promedio los escaparates se dividieron en bafles de 2, 4 y hasta 6 parlantes como máximo. De esta forma se colocaban bafles en todos los rincones de un baile. Es el momento en que los picós empiezan a utilizar luces de miniteca para llamar la atención, por lo que se comenzaron a llamar también “Súper Estéreo Láser”. Los más básicos contaban con uno o dos tocadiscos, una casetera y un mini disc, mientras que los más avanzados, además, ya contaban con reproductores de CD. Los más pequeños alcanzaban los 600 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegaban hasta 5000.

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• LA ERA DE LOS TIPO CONCIERTO
Todos los picós de hoy pertenecen a esta, una categoría llamada “tipo concierto” porque utiliza tarimas para destacar a los miembros del equipo. Y es que, usualmente, cada picó de la actualidad cuenta con una “nómina” básica compuesta por cuatro personajes: un DJ, un animador, un pianista-baterista (hablamos de teclados y pianos portátiles, digitales) y un DJ Light, quien es el encargado de las luces. Al igual que en el fútbol, estos equipos sonoros cuentan con sus “jugadores”, su “técnico” y con hinchas o fanáticos que los siguen a donde vayan. Los más pequeños o junior alcanzaban los 20,000 vatios de sonido, mientras que los más grandes llegan hasta 50,000 vatios. Cuentan con computadores, cajas de ritmos y efectos, y unidades de CD Denon 4500.

Hazlo Tú Mismo
Cuando inició la fiebre picotera, los picós eran fabricados por técnicos aficionados basados en los esquemas de viejas vitrolas. Hoy en día los picós no se construyen como antes: se diseñan y se ensamblan con tecnología importada y por equipos profesionales. Lo único que sí se sigue haciendo son las cabinas o bafles. Aunque algunos siguen utilizando dibujos, hoy son más comunes los picós que se identifican con un color determinado, por ejemplo: El Skorpion, que es verde, El Solista, azul, y El Fidel, que es blanco. Curiosamente no hay casi picós identificados con los colores rojo, violeta o amarillo.

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Los duelos picoteros
Los duelos entre picós son comunes y suelen alcanzar dimensiones míticas, solo comparables con el enfrentamiento entre dos titanes en la antigua Roma, y mejor aún si el enfrentamiento es entre uno de Barranquilla y otro de Cartagena. Anteriormente, cuando los picós eran escaparates, los duelos eran musicales. Ganaba el picó que tuviera temas exclusivos que no tuviera el otro. También competían en términos de sonido: se encendían los dos al tiempo y ganaba el que sonara más duro o el que más rindiera, o sea, el que durara más tiempo tronando. Durante los duelos más bárbaros, los dueños de cada picó ponían sus máquinas frente a frente y luego subían el volumen al máximo. Perdía el picó que resultara en el suelo humillado.

¿Cuál es el más poderoso?
La fuerza de un picó se mide por varios factores: por su música exclusiva, por la potencia y calidad de su sonido, por sus DJ’s, por sus aportes tecnológicos, por su producción de champeta criolla y por la calidad de sus glosas.

Durante los los 60 y 70, reinaba el “yo lo tengo y tú no”, es decir, que el mejor picó era el que tenía más música exclusiva. En estos tiempos algunos picós contaban con música muy rara, por ejemplo, que traían de África. Esto significa que ciertos picoteros contaban con discos y temas que no tenía nadie más en Colombia o incluso en América, de tal manera que si se convertían en los favoritos del bailador, a éste le tocaba seguir al picó que los tenía para poder disfrutarlos.

En los 80, además de la música, los conceptos de potencia y calidad de sonido comenzaron a cobrar valor. El DJ, a su vez, era el protagonista del picó, de él dependía que el baile se llenara y que su equipo ganara más seguidores. En la década de los 90, en cambio, los proyectores de video, las luces, el humo y los animadores en vivo sumaban nuevos valores agregados. El Skorpion Disco Show, por ejemplo, es el disco-picó con el mayor número de seguidores en Barranquilla y Soledad: su potencia está alrededor de los 50.000 vatios.

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A todo lo mencionado, hoy por hoy, además de tener todo lo anterior, suelen destacarse los picós que producen su propia música. Por ejemplo, El Rey de Rocha, de Cartagena, produce casi todos los éxitos de champeta criolla que suenan en las emisoras. Es el de mayor fanaticada de la ciudad. Bota alrededor de 50.000 vatios de sonido.

Adicionalmente a esto, los picós encontraron en el dueño y locutor de la emisora Olímpica, Don Miguel “Mike” Char (sí, el mismo que grita “¡Se metióóoooooooooooo!), el tono de voz agudo e incisivo que a la postre se constituyó en la voz oficial de los picós en cualquier lugar del planeta. La mecánica es sencilla: cada picó crea los textos de sus glosas (vulgarmente llamadas “placas”) para que “Mike” las grabe. De esto, en gran parte, depende el éxito en un duelo picotero. Mientras más jocosas y humillantes sean estas, mejor, pues harán quedar peor a su contendor.

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Prólogo Lucas Silva (Palenque Records - Dj Champeta Man) / Texto e investigación: Fabián Altahona Romero (Africolombia’s Blog: acbia.wordpress.com) / Ricardo Arrieta Garcia (Baterista Megatrón: bateristamegatron.blogspot.com)

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