No es raro ya decir que en el 2020 entramos en una dimensión paralela en la que cada nuevo evento es más preocupante y sorprendente que el anterior. Crisis mundial, estallido de luchas contra el racismo, la Casa Blanca apagando sus luces. Con todo esto ocurriendo en el planeta no habrá imagen más poética que la de la compañía de Elon Musk, Tesla, enviando a los primeros millonarios al espacio. Una imagen que, por cierto, ya nos han anunciado en el cine. Y no se ve nada bien. Por Juan Camilo Ospina Los ricos explorando el espacio han sido un insumo común en el cine. Han permitido, de hecho, explorar las implicaciones de la desigualdad en el mundo. A pesar de que el viaje al espacio ha sido un sueño de la humanidad, la ciencia ficción, más realista que nuestros sueños, nos muestra las consecuencias que puede tener explorar la galaxia. A través de películas y series como Elysium, Gundam Wing, Wall-e, e incluso Blade Runner, es posible discutir las posibles consecuencias que se podrían desprenderse en la vida real de los viajes al espacio. Desde sus inicios la carrera por el espacio ha estado permeada por una profunda lucha ideológica. Durante la guerra fría Estados Unidos y la URSS se disputaban por quién tenía un mejor sistema económico y, por ende, qué país era mejor que otro. Por muchos nos bombardearon con propaganda espacial. Es decir, materiales de divulgación con el fin de que tengamos una visión positiva del viaje al espacio. Y tal ahora, desde el 2020, nos parezca lejano, pero en su momento ¡los astronautas se volvieron héroes! Lo anterior se debe, por un lado, a que se necesitaba el apoyo del público para poder destinar increíbles cantidades de dinero para ese proyecto. Por otro, para justificar la superioridad tecnológica frente a otros países. Los departamentos de comunicaciones de los bloques soviético y estadounidense trabajaron tan duro como los equipos de investigación científica para anunciar al resto del mundo el progreso que cada parte había estado haciendo en la carrera espacial. De lado y lado, esas imágenes estaban profundamente permeadas por ideas nacionalistas y de conquista, siendo el punto culmen poner una bandera en la luna. Actualmente hay una nueva ola de personas que quieren explorar el espacio, ya no por estados nacionales, sino por el sector privado. Como si se tratara de Kaiba Corp de Yu Gi Oh, hoy en día tenemos a las grandes compañías que proveen la mayoría servicios y recursos de grandes poblaciones, intentando acceder al espacio. Por ejemplo, Elon Musk, dueño de SpaceX, tiene un proyecto para colonizar Marte; Jeff Bezos, fundador de Blue Origin, busca establecer una base industrial en el espacio; Richard Branson, dueño de Virgin Galactic, busca establecer el turismo espacial a través de pequeños lanzadores orbitales de bajo costo y tránsito suborbital intercontinental. Todos ellos comparten la promesa de ampliar las 573 personas que han podido viajar al espacio. No obstante, lo que podemos ver es que se ha vuelto un lujo al que solo unos cuantos podrán acceder. Ese espíritu de conquista ha sido preocupante, hasta el punto que fue necesario realizar el tratado del espacio exterior en 1967 que establece que el espacio es del beneficio de toda la humanidad. Sin embargo, a veces se nos olvida que la conquista de América también estuvo amparada para la mejora de las condiciones de la humanidad. Así, existe un gran vacío legal de si privados pueden ser dueños de porciones del espacio y quienes son los encargados de regular leyes. Es importante preguntarse si la conquista del espacio va a ser un proceso utópico donde toda la humanidad va a ser feliz, o si por el contrario tenemos razones para preocuparnos. (Según el cine, deberíamos preocuparnos). En Wall-E, por ejemplo, fue la hiperproducción y la destrucción del medio ambiente la que llevó a los seres humanos a migrar al espacio. En la película, los seres humanos no muestran ningún interés por cambiar su estilo de vida ultraconsumista. En una de las escenas incluso se muestra que los desechos no solo se quedaron en la tierra, sino que se encuentran en el espacio. Como se puede ver en la página Stuffin.Space, desde 1957, se han lanzado 8.378 satélites. El caso es muy similar al estilo de Snowpiercer, donde, ante la inhabitabilidad del mundo, los ricos construyen máquinas para protegerse solo a ellos, dejando desamparados al resto de los seres humanos. Otras películas como Elysium nos muestran cómo la exploración del espacio puede afianzar las distancias sociales. Aunque el sentido de esas dos películas es metafórico, es decir, que a través de la figura del tren y del espacio buscan entender las actuales situaciones sociales, lo cierto es que se pueden tomar literalmente. ¿Por qué la exploración del espacio debería significar un mejoramiento en las condiciones de la humanidad? Elysium muestra cómo la desigualdad hace que unas vidas valgan más que otras y, por lo tanto, se cuidan unas mientras que a otras se destruyen. Del mismo modo, establece una crítica en las diferencias de acceso a la salud y al bienestar. Así como actualmente contamos con el capital y la fuerza industrial para acabar el hambre mundial, en Elysium se muestra cómo el acceso a la tecnología y a los recursos no es suficiente para tratar adecuadamente a trabajadores y a personas en difíciles condiciones de salud. Por otro lado, ¿qué nos hace pensar que le exploración espacial va a resultar pacífica? Basta con ver los conflictos por recursos de la Tierra para tener certeza de que la exploración espacial se convertirá, al modo de las películas de ciencia ficción, en una lucha intergaláctica. Así como actualmente ciertos países llevan la “democracia” a países ricos en petróleo, la serie Gundam Wing nos muestra como la Alianza Unida de la Esfera Terrestre oprime a las colonias espaciales por sus recursos, lo que desemboca en guerras de mayor escala. Dejando de lado las tensiones entre diferentes estados, ¿hay alguna esperanza en la gestión de la seguridad para los habitantes? Blade Runner nos muestra que a nivel intergaláctico el autoritarismo puede llegar a nuevos niveles. En la película existen corporaciones tan grandes que tienen muchísimo poder sobre las personas. A pesar de que en la primera parte del siglo XX la preocupación de los artistas estaba centrado en los grandes estados, en la segunda mitad muchas producciones empezaron a preocuparse del posible papel que pueden tener las grandes empresas privadas. Si hoy empresas como Google, Facebook y YouTube tienen una gran injerencia en nuestras vidas, ¿podríamos llegar al caso de Wall- E en el que una sola empresa controle completamente el curso de nuestras vidas? A pesar de que se han construido muchas utopías frente al espacio, el cine y las series nos han mostrado las posibles consecuencias negativas que la exploración interestelar puede tener. Incluso en la literatura el futuro espacial tampoco se ve muy alentador, Un mundo feliz de Aldoux Huxley, las obras de Isaac Asimov e incluso el steampunk y el ciberpunk, nos muestran ambientes decadentes en los que la opresión de la tecnología los ejércitos o los gobiernos se manifiestan como un miedo latente. Todas estas producciones, la carrera por el espacio en la guerra fría y los magnates que hoy quieren explorar el espacio nos muestran que hoy, además, ningún individuo puede alcanzar tales metas. Cada vez se perpetúa más la distancia entre los recursos y capacidades de grandes empresas y las posibilidades de un individuo. Ante tal futuro no queda más que ver cómo los ricos con la capacidad de mover muchos materiales y orquestar habilidades humanas pueden darse el lujo de viajar al espacio. Para ver | Al estilo 'Coco': Disney hará película animada sobre Colombia #ElLadoSDelCine
Durante sus casi tres décadas de carrera literaria Philip K. Dick publicó 36 novelas y 121 relatos breves de ciencia ficción, obra que si bien no fue lo suficientemente reconocida mientras el autor estuvo en vida, es hoy uno de los referentes modernos en el género. Es también uno de los autores más adaptados al formato audiovisual, siendo la inspiración de películas como Blade Runner, Minority Report y series como The man in the high castle y Electric Dreams. Por: Vanessa Velásquez Mayorga // @vanessavm__ El futuro es ahora. Siempre lo ha sido. Imaginar futuros posibles, o imposibles, es una práctica común. Tanto que al ser estos trasladados a las artes se enmarcan dentro del género de la ciencia ficción: contenidos pensados con base en las posibles consecuencias de los adelantos científicos y tecnológicos.La imaginación de grandes autores, directores y artistas ha tomado elementos de nuestro presente para transformarlos, trascendiendo así la barrera del tiempo para crear mundos imposibles que van más allá de nuestras posibilidades. Philip K. Dick nació en 1928 aunque su cabeza bien pertenecía al siglo XXI. Durante años se dedicó a escribir relatos cortos muy avanzados para su época. O tal vez no, tal vez el éxito de las historias de Dick está en que son atemporales porque más de tratar sobre avances tecnológicos y realidades distópicas, los temas que Dick quería desarrollar en sus historias están atados al concepto de identidad, a la incertidumbre de la realidad que nos rodea y a la esencia humana durante un momento en que los desarrollos tecnológicos pareciera que estuvieran alejándonos o moldeando lo que significa ser humano. Rodrigo Bastidas, PhD en literatura y editor general en Ediciones Vestigio, editorial colombiana especializada en ciencia ficción, tiene una especial fascinación y afición por la obra de Philip K. Dick. ¿Por qué mantiene vigencia su obra? Bastidas cuenta que Dick formó parte de un grupo de escritores llamada new wave o nueva ola, en los 60, que rompió con los paradigmas de la ciencia ficción que se hacía en esa época. “Anteriormente, toda la ciencia ficción trataba de naves espaciales, viajes galácticos o encuentros con extraterrestres. Cuando aparece la nueva ola el espacio incógnito no era la galaxia, sino que el lugar de la incógnita era el mismo ser humano, la mente y el cuerpo”. A esta nueva ola de la ciencia ficción pertenecieron otros autores como Úrsula K. LeGuin y JG Ballard, autores que pensaron al ser humano como un extraterrestre al que se debe descifrar. Bastidas enfatiza que Philip K. Dick en su obra “se preguntaba sobre lo que podemos percibir a través de nuestros sentidos, sobre qué es real y lo qué es algo que ha sido configurado, ya sea por el lenguaje, la cultura, o la sociedad”. Otro gran tema en la obra de Dick son los estados alterados de conciencia a los que se llega a través de una creencia o religión (y prácticas como la oración, la meditación o los cantos, por ejemplo) y las sustancias psicotrópicas. Para Bastidas, estos dos grandes temas (la configuración de la realidad y los estados alterados de conciencia) son elementos que se han mantenido vigentes durante décadas haciendo, a su vez, que las narrativas de Philip K. Dick también lo sean. “A la larga es lo que siempre nos hemos estado preguntando a través de la filosofía”, dice. “¿Qué tanto nos conocemos a nosotros mismos como seres humanos? ¿Qué tanto de lo que miramos hacia afuera es real y qué tanto es una invención cultural?” 5 pesadillas de la ciencia ficción que ya están a la vuelta de la esquina Todas estas preguntas se desarrollan a lo largo de los más de cientos de escritos de Dick, muchos de los cules han sido adaptados a formatos audiovisuales. Tal vez el más popular, y el que de hecho aumentó la popularidad del autor fuera de los nichos de la ciencia ficción fue Blade Runner, película estrenada en 1982. Dick no vivió para ver el éxito de su película ni ser testigo de cómo su nombre pasaba a ser asociado con la creación de la ciencia ficción como un género importante en el cine. Bastidas argumenta que “las preguntas que se hace Philip K. Dick son preguntas que nos seguimos haciendo y que forman parte de una estructura muy contemporánea de la creación de narrativas. Cuando uno escribe, la pregunta que se está haciendo todo el tiempo es ‘¿qué tanto mis palabras están expresando lo que siento?, ¿qué tanto puedo confiar en mi memoria como una recreación fiel de los hechos? Hay películas que no le dan los créditos correspondientes a Dick, como Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, que está adaptada del cuento We can forget it for you wholesome, o El show de Truman, adaptación de la novela Tiempo desarticulado”, agrega. Son estas preguntas sobre la memoria, la identidad y las posibilidades de la realidad las que hacen que la obra de Dick sea tan adaptable a los formatos audiovisuales que han ganado muchísima popularidad a lo largo de las décadas. Ya mencioné a Blade Runner, que está basada en la novela Sueñan los androides con ovejas eléctricas, publicada en 1968 y recientemente reeditada por Planeta en Latinoamérica. Es tal vez la adaptación de su obra más famosa, más no es la única. Antes de publicar Sueñan los androides, en 1962, Dick publicó la novela El hombre en el castillo, por la que se llevó un Premio Hugo, galardón que se le daba a las mejores novelas cortas. Esta obra pertenece a una rama de la ciencia ficción conocida como ucronía, una reconstrucción histórica construida lógicamente que se basa en hechos posibles pero que no ha sucedido realmente. El hombre en el castillo nos presenta un mundo en el que Alemania y el Eje ganaron la segunda guerra mundial. A pesar de situarnos en una historia paralela a la que conocemos, los temas que esta novela desarrolla son los límites entre la realidad que se conoce, entre la historia que nos cuentan y cómo estas narrativas moldean nuestra vida. Esta novela fue adaptada en 2015 por Amazon. The man in the high castle se estrenó en 2015, tiene 4 temporadas y se ha ganado 2 premios Emmy. En 2017 se estrenó la serie Philip K. Dick’s Electric Dreams, compuesta por 10 episodios basados en sus relatos cortos. La serie incluyó actores reconocidos como Bryan Cranston, Richard Madden, Juno Temple, Anna Paquin, Janelle Monae, Terrence Howard, Steve Buscemi, Vera Farmiga y más. Algunos de los relatos adaptados, que se pueden encontrar en las distintas antologías publicadas, son Piezas de exhibición (1954), Autofac (1995), Humano es (1955), Presentación de venta (1954) y El planeta imposible (1953), entre otros. Philip K. Dick’s Electric Dreams es una especie de Black Mirror, pero con una diferencia fundamental y que la hace resaltar: el foco de las narraciones se mantiene en las emociones de los personajes, de sus deseos, de sus búsquedas individuales por entender sus realidades y sobrevivir a ellas. En Minority Report, adaptada al cine en 2002 por Steven Spielberg y a la televisión en 2015 y presentado por Fox, Dick nos presenta una realidad en la que en la Policía existen personajes capaces de ver el futuro y que así pueden mantener el orden arrestando a los criminales incluso antes de que estos cometan los crímenes. Ambas producciones están basadas en el relato El reporte de la minoría, cuyo tema central es la posibilidad de cambiar el futuro si lo conocemos con anticipación. ¿Podemos en realidad cambiar ese futuro o estamos predestinados a vivirlo? Richard Linklater adaptó la novela Una mirada a la oscuridad y la convirtió en la película A scanner darkly en el 2006. Esta historia involucra otro tema recurrente en la obra de Dick que no se ha mencionado hasta ahora en este artículo y es la influencia de sustancias psicoactivas, estados alterados de consciencia y cómo estas modifican la realidad. De nuevo, nos encontramos con personajes que se debaten entre lo real y lo imaginario. Rodrigo Bastidas cuenta que esta novela fue escrita después de que el autor saliera de un centro donde es internado por consumo de drogas y que está dedicada a sus compañeros en el centro de rehabilitación. La única adaptación de una obra de no ficción es Confesiones de un barjo, basada en la novela Confesiones de un artista de mierda, en la que aunque no está ubicada en el futuro, ni tiene elementos de la ciencia ficción como humanoides, clones, inteligencias artificiales, superpoderes ni conciencias alteradas, mantiene el hilo conductor de su obra: la identidad y el cuestionamiento a la realidad. Se encuentra completa en Youtube. Los títulos adaptados son más de veinte. Películas como Los agentes del destino, protagonizada por Matt Damon, Next, con Nicolas Cage y Julianne Moore, Paycheck con las actuaciones de Ben Affleck y Uma Thurman están basadas en el trabajo de Dick. Y muchas obras de ciencia ficción toman elementos prestados de su trabajo, así no le den los correspondientes créditos. La obra de Philip K. Dick rompió barreras y cambió el paradigma de las narrativas de la ciencia ficción. Es posible imaginarse futuros distópicos, tecnologías avanzadas que trascienden nuestras posibilidades, líneas de tiempo que alteren nuestros presentes. Lo que tal vez no sea posible es contar estas historias sin mirar hacia adentro y sin hacernos preguntas sobre nosotros mismos. En el presente, o en el futuro, somos humanos y queremos entender quienes somos. Queremos saber, ojalá con certeza, de qué está hecho nuestro mundo y ser los dueños de nuestras realidades.
En esta época de remakes y secuelas malas (ej: Point Break, Independence Day: Resurgence, The Mummy), Blade Runner es una de esas pocas que respeta el legado de la película original y lo continúa sin ser una copia barata. Por: Juliana Abaúnza // @JulianaAbaunza Así como en la original, cada cuadro de Blade Runner 2049 es una maravilla visual. Denis Villeneuve, el mismo director de Arrival y Prisoners, junto con un equipo de gente talentosa, logra meternos en la atmósfera hipnótica de un futuro meticulosamente creado. Tres décadas después de los eventos de Blade Runner (1982), el clásico thriller de ciencia ficción dirigido por Ridley Scott, nuestro protagonista es K (Ryan Gosling), otro de los blade runners de la policía de Los Angeles, agentes encargados de encontrar y matar a los replicantes que se están escondiendo. El problema con los androides viejos, como podrán recordar quienes vieron la primera película, es que desarrollaron sentimientos y así era más difícil esclavizarlos. K es también un replicante, pero es un modelo nuevo que, en teoría, no tiene esos problemitas que tenían los anteriores. Pero en su última misión (intentaré no hacer spoilers) K descubre una vaina que lo hace cuestionar su existencia y que lo pone en contacto con Deckard (Harrison Ford), el primer blade runner que conocimos. Aunque Ryan Gosling y Harrison Ford hacen un buen trabajo (en especial Gosling, que ya le cogió el tiro a hacer papeles de hombres que no hablan mucho pero que lo dicen todo con sus ojos), las estrellas de esta película no son ellos ni tampoco es Denis Villeneuve. Los grandes ganadores son Dennis Gassner y Roger Deakins, encargados del diseño de producción y de la cinematografía. El mundo que estos dos señores construyeron es de lo mejor que he visto en una pantalla gigante desde Mad Max Fury Road. Con seguridad, Roger Deakins recibirá su decimocuarta nominación al Oscar de Cinematografía. Este señor fue el encargado la fotografía de películas como Fargo, No Country for Old Men, The Shawshank Redemption, The Assassination of Jesse James y Skyfall, entre muchas otras. En Blade Runner 2049, Deakins no decepciona y prueba una vez más que es uno de los mejores cinematógrafos del mundo. Cada cuadro de la película es impresionante. Fui a verla en IMAX y cada escena me hacía pensar: “quiero poner esto de fondo de pantalla de mi computador”. Solo por ver la forma en la que Deakins usa la luz (y la ausencia de luz) vale la pena ver 2049. Cuando la vean, tengan en cuenta que Villeneuve, Deakins y Gassner usaron pocos efectos hechos en computador. En palabras del director: “puedo contar con mis dedos el número de veces que pusimos una pantalla verde en el set. Casi toda la película se hizo con las cámaras. Roger Deakins y yo trabajamos muy duro para que fuera de esta forma”. ¿Quiere un ejemplo? Para esta escena, por ejemplo, construyeron el puente, llenaron el set de lluvia y neblina falsas, y después proyectaron la imagen de la actriz en esa pantalla gigante. Que se hayan tomado el trabajo de hacer esto (algo que supongo que sería muy fácil hacer en computador), marca la diferencia porque el impacto de la luz y el impacto de ver a Joi gigante frente a él, se nota en la cara del actor. Así como 2049 es fiel al legado visual de la película original, temáticamente también lo es. Las reflexiones filosóficas de la Blade Runner original (que estuvo basada en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick) son las mismas de 2049. ¿Nuestros recuerdos son nuestra identidad? ¿Cómo cambia mi identidad si está comprobado que la memoria no es confiable? ¿Cómo puedo estar seguro de que soy humano si todo lo que me rodea son recordatorios de que lo real y lo falso se pueden confundir fácilmente? Blade Runner 2049 vuelve a hacer esas preguntas clásicas de la ciencia ficción con el mismo ritmo paciente (algunas personas dirán “lento y aburridor”) de la Blade Runner de Scott. Si usted se acuerda de la Blade Runner original, sabrá que es una película lenta, que no tiene afán por resolver el misterio central de la trama y que no quiere ser un blockbuster lleno de acción. La misma descripción sirve para 2049, una película que deja que cada momento se dilate y que uno pueda embobarse con las imágenes. El problema es que aunque 2 horas y 43 minutos de la cinematografía de Roger Deakins suena maravilloso, llegó un punto en el que me pregunté: “¿será que algún día volveré a mi hogar?”. 2049 es tan interesante visualmente y tan frustrantemente lenta a ratos como la original. Blade Runner nunca fue una historia de aventura y acción, entonces, si usted va a ver la secuela esperando acción y bala constante, saldrá decepcionado. Esta no es una película que describiría como “divertida”. Pero en esta época de remakes y secuelas malas (ej: Point Break, Independence Day: Resurgence, The Mummy), “Blade Runner” es una de esas pocas que respeta el legado de la película original y lo continúa sin ser una copia barata.
Puede decirse que Blade Runner es uno de los filmes de ficción más importantes de la historia. Hasta nuestros días sigue siendo un referente visual que se ha incrustado en la cultura pop y no planea quitarse de ahí; menos hoy cuando se estrena en las salas la esperada secuela titulado como Blade Runner 2049 y el mundo entero habla de ella. Denis Villeneuve, el director de la nueva Runner, tiene mucha presión sobre sus hombros y es hacerle honores a la película de Ridley Scott. Muchos ya la ponen incluso en las nominaciones de los Oscar, pero antes de adelantarnos a los hechos, les entregamos datos que hay que saber antes de meterse a cine.
El 6 de octubre de 2017 se estrena la nueva entrega del clásico de ciencia ficción Blade Runner: ‘Blade Runner 2049’. La cinta será protagonizada por el reciente protagonista de la tan mentada La La Land, Ryan Gosling, quien hará el papel del oficial K. Él, junto a Harrison Ford, continúa su misión en el futuro y Warner Bros Pictures puso a rodar en Youtube un segundo tráiler con nuevos avances del filme. Se nos avecina una película cargada de desolación futurista, peleas y explosiones. En el segundo tráiler, presentado durante el estreno de Good Morning America, también aparecen Jared Leto, Dave Bautista y la protagonista de House of Cards Robin Wright.
Un filme clásico de la historia del cine revivirá 30 años después de los acontecimientos de la primera película. En el nuevo Blade Runner 2049, el oficial K de la Policía de Los Ángeles (interpretado por Ryan Gosling) descubre un secreto enterrado hace mucho tiempo. Uno que tiene el potencial para sumir lo que queda de la sociedad en el caos. El descubrimiento de K lo conduce a una búsqueda para encontrar a Rick Deckard (Harrison Ford), un ex Blade Runner que lleva 30 años desaparecido. La cinta revive de la mano del productor ejecutivo Ridley Scott y el director Denis Villeneuve. Además, Blade Runner 2049 está protagonizada por Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana De Armas, MacKenzie Davis, Sylvia Hoeks, Lennie James, Carla Juri, Robin Wright, Dave Bautista y Jared Leto. El estreno está programado, aproximadamente, para el mes de octubre y tiene la tarea de ser fiel a la obra de culto que fue Blade Runner.
El Teatro Colón abre las puertas al público, manteniendo su habitual programación artística y garantizando las condiciones de bioseguridad. Bajo el lema “Nos volveremos a encontrar”, Claudia Del Valle, su directora, presentó una temporada que incluye producciones propias, conciertos sinfónicos, música de cámara, un homenaje a los 100 años del nacimiento de Astor Piazzolla, Brasil como invitado especial y un fuerte protagonismo de los artistas nacionales, así como expresiones no convencionales como cine conciertos e instalaciones perfomáticas, entre otros espectáculos.En el 2021 el Colón renueva su imagen. Con ella, plantea una nueva mirada a la cultura y representa al Teatro como un punto de encuentro entre la comunidad, los artistas y su público. Se trata de una invitación para que las personas vivan nuevamente la libertad de la danza, y la emoción de los conciertos y de las artes escénicas desde el Teatro más emblemático del país.La Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia será la encargada de inaugurar la programación 2021 del Teatro Colón, el 4 de marzo, a las 7:30 p.m., con un concierto presencial en el que interpretarán piezas de Bach, Brahms y Mozart. Del repertorio barroco se escuchará la Suite No. 3 en en re mayor, una joya del siglo XVIII compuesta por Johann Sebastian Bach, que se caracteriza por su carácter festivo y brillante instrumentación.Por su parte, inspirado por el segundo movimiento, bajo el nombre de Coral San Antonio, de una pieza para octeto de vientos, Brahms creó en Variaciones sobre un tema de Haydn una obra de arte alegre y equilibrada entre la pureza y la gracia del estilo clásico y la calidez del sonido romántico. Finalmente, en el Concierto para corno No. 4 de Mozart, dedicado al virtuoso cornista Joseph Leutgeb, se retratará la camaradería que existía entre ellos y la admiración del compositor hacia el cornista. Entradas en TuBoleta.Este año y como ya es costumbre el Colón presentará grandes producciones artísticas. Obras como El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez. Se trata de una adaptación teatral dirigida por Jorge Alí Triana que expone la dignidad de un hombre que está a punto de morir de hambre junto a su esposa asmática y espera que, algún día, llegue su pensión. Esta obra que habla de resistencia y el coraje estará en temporada del 12 al 24 de octubre.Del 14 al 24 de julio, el Teatro Petra estará de vuelta en el Colón, después de la icónica Labio de Liebre, con La Clase, una obra escrita y dirigida por Fabio Rubiano que cuenta la historia de una oveja que nació en el campo y tiene que pasar parte de su vida en la ciudad, acompañada por su dueña y un egipcio que salió de su país huyendo de la guerra.La Ópera llega el 22, 24 y 26 de septiembre con el estreno de El castillo de Barba Azul, de Bela Bartók, con la participación de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, el debut de los roles protagónicos a cargo de Valeriano Lanchas y Nancy Fabiola Herrera. Del 16 y 19 de diciembre, se presentará por primera vez en Colombia, El Principito, una ópera en dos actos pensada, especialmente, para el público familiar, con la idea de atraer a espectadores jóvenes al teatro y de crear un encuentro entre las distintas generaciones que fueron marcadas por la historia del novelista Antoine de Saint-Exupéry, dirigida por el venezolano Christian Vásquez.Temporada SinfónicaLa Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia volverá a su casa con grandes invitados a lo largo del año, bajo la dirección artística de Olivier Grangean: los conciertos contarán con figuras como la directora venezolana Glass Marcano, la soprano colombiana Betty Garcés, el Quinteto Astor Piazolla de Argentina, la violinista Leticia Moreno de España y Anyango Yarbo-Davenport de Estados Unidos, entre otros.Para cumplir con los protocolos de bioseguridad, y pensando en brindar confianza en el público, los palcos tendrán precios especiales para asistir en pareja o grupo familiar, lo que garantizará una experiencia única y segura. Las personas tendrán la posibilidad de disfrutar de las funciones en palcos reservados en los tres niveles: para 2, 3 y 4 personas. También hay un espacio exclusivo en la platea para los que decidan ir solos. En todas las opciones, continuará el uso del tapabocas obligatorio, el distanciamiento y el protocolo de desinfección. Los programas de mano se podrán descargar en formato digital y no habrá intermedios.Más info aquí.
Chavela Vargas es un ícono de la música y la cultura popular latinoamericana, la cantante no solo dejó un repertorio de canciones que han sido incluidas en banda sonoras de películas o interpretadas por artistas que han hecho versiones memorables, sino que su historia de lucha y de identidad ha servido para inspirar obras musicales, documentales y novelas. El musical Chavela por siempre Vargas inaugura la apertura del Movistar Arena al público.Chavela por siempre Vargas es un musical que celebra la vida de la cantante a través del teatro, la música y el arte. Un musical diseñado para el reencuentro de obras presenciales con todos los protocolos de bioseguridad. A partir del 25 de marzo, más de 30 artistas en escena con Carmenza Gómez, Adriana Bottina, Ana María González, pondrán en escena los momentos más representativos de la mujer que fue y la cantante que se hizo inmortal. Estarán acompañadas por Julián Román, quien interpretará a José Alfredo Jiménez —el ‘Rey de la canción’ — su compañero de parranda en épocas de juventud, y Diego León Hoyos como su entrañable amigo en el final de su vida, Pedro Almodóvar.El musical trae de regreso a los escenarios a Manuel José Álvarez, uno de los directores de teatro más reconocidos de nuestro país, después de su exitosa gestión de 6 años al frente del Teatro Colón de Bogotá. “Este musical es un homenaje a la vida de Chavela que fue dura, de soledad, de alcohol, de superación y éxitos; a las canciones con las cuales nos criamos y que están en nuestro ADN. Ésta es una bella oportunidad para reencontrarnos con la música, el teatro y la danza a través de su historia”, afirmó Manuel José.Esta obra con música en vivo, que incluye la participación de un dueto de guitarra y acompañamiento de percusión con gran trayectoria, así como la presencia del Mariachi Contemporáneo y un ballet de 10 bailarines en escena, estará envuelto en una escenografía delicadamente diseñada que contempla elementos icónicos de México como lo son las pirámides y el árbol de la vida, así como una pantalla en la que se proyectarán imágenes inéditas en video.Sinopsis ‘Chavela por siempre Vargas’A sus 72 años y después de 15 de estar perdida de los escenarios, Chavela Vargas fue invitada a presentarse ante el público del Teatro Lope de Vega, en Sevilla, España. Este fue el primer concierto en el que los asistentes pagaron una boleta para verla y el momento en el que su carrera musical toma vuelo hasta el final de sus días. Pedro Almodóvar se encargó de hacer de esta noche una velada mucho más especial con sus elocuentes palabras en la presentación de la artista.Esta obra irá transportando a los espectadores a la infancia, la juventud y la vida adulta de una Chavela que, además de ser la gran cantante que hoy recordamos, fue una mujer que vivió sin quedarse con nada. De grandes afectos entre los que se destaca la relación entrañable que tuvo con su gran amigo José Alfredo Jiménez.El Movistar Arena de Bogotá han creado los más rigurosos protocolos de bioseguridad para que puedas disfrutar a Chavela por siempre Vargas con:1. Venta de boletería regulada por un algoritmo que hace que el sistema de venta automáticamente bloquee 2 metros a la redonda sin posibilidad de compra en un rango menor.2. Sistema de agendamiento de ingresos por turnos para minimizar filas y agilizar los ingresos.3. Puntos de desinfección de manos y calzado en cada zona del Arena.4. Cámaras termográficas que miden la temperatura en cada ingreso.5. Servicio de venta de alimentos y bebidas a la silla.6. Todo el personal que trabaja en el Movistar Arena de Bogotá contará con los elementos de protección exigidos por ley para la seguridad propia y de los asistentes.7. Aforo reducido con silletería numerada para garantizar el distanciamiento social.8. Sistema de ventilación bioclimática.
Por estos días conocimos el título de próxima cinta de Spider-Man, que será Spiderman: No Way Home y se estrenará en la Navidad de 2021. Uno de los más fuertes rumores de esta cinta es que será la puerta para el multiverso de Spider-Man y veamos a Tobey McGuire y Andrew Garfield, quienes interpretaron al hombre arácnido en versiones anteriores. Aunque no se ha confirmado por ahora, muchos fans ya lo dan por hecho.Como siempre, Los Simpson son pioneros en todo, y los multiversos no son la excepción. Pero este tema no lo abordaron en sus episodios, sino en una serie de cómics basada en el programa de TV, que nació en 1991 y fue creado por la compañía Bongo Comics.En The Simpsons Super Spectacular #2, publicado a comienzos de 2006, se incluye la historia The League of Extraordinary Barts!, en la que podemos ver a Bart superhéroe en 3 versiones diferentes: Bartman, Stretch Dude, y Cupcake Kid. Cada uno de ellos es un Bart de una realidad distinta. A Bartman lo conocimos principalmente en los cómics, mientras que Strech Dude apareció por primera vez en (temporada 11, capítulo 4), cuando una máquina para detectar drogas en los dulces cae encima de Bart y Lisa. El primero obtiene poderes para estirarse y modificar su cuerpo, mientras que la segunda recibe super fuerza. Por su parte, Cupcake Kid apareció en el episodio El simple Simpson (temporada 15, capítulo 19), como compañero de El hombre pie, que en realidad es Homero.¿Cómo llegaron los 3 Bart a esa realidad? Fueron llevados por Bob Patiño (que en esa realidad es bueno), ante la destrucción de Springfield. Después se descubre que fue causada por el Bart de esa realidad que, a diferencia de sus contrapartes, es malvado y secuestra a Mr. Bananas, el mono de laboratorio del profesor Frink, lo que hace que el científico cree para él armas que le permitan destruir Springfield y luego el mundo, por supuesto.El Bart de esta realidad convirtió a los bullies en su policía y al director Skinner lo usa para entretenerse. El Bart malvado les ofrece la opción de unirse a él, y aunque Cupcake Kid inicialmente acepta, en realidad lo hace para que Bartman y Stretch Dude puedan rescatar a Mr. Bananas. Bart malvado es vencido y cada Bart héroe vuelve a su respectiva realidad. Otro gran ejemplo de cómo Los Simpson es el mejor espejo de la sociedad estadounidense incluyendo su propia mitología: los superhéroes. Sígannos también en Instagram:
Marla Gray pensaba que obrar bien le garantizaría éxito y felicidad, pero su experiencia le demostró que ser ejemplar no es más que una fábula inventada por los ricos para que el resto se mantengan pobres. Bajo esta sentencia, parafraseada por la protagonista de la historia, echa a andar I care a lot (Descuida, yo te cuido): una película escrita y dirigida por el británico J Blakeman y protagonizada por Rosamund Pike, Peter Dinklage y Eiza González, que cuenta la historia de una estafadora quien, amparada por la ley, llega a un punto de no retorno impulsada bajo el único objetivo de taparse en plata.Por Álvaro Castellanos | @alvaro_casteI care a lot es una confluencia entre suspenso y comedia negra sobre los oscuros alcances de la condición humana y un ingenioso anti-homenaje de 120 minutos al sueño americano capitalista, en donde funciona muy bien que todo vaya muy mal.El profeta 50 Cent había anunciado estas intenciones hace más de veinte años con el título de su álbum Get Rich or Die Tryin’. O nos hacemos ricos, o nos morimos. Marla, atenida a esta premisa, aprovecha las grietas legales de un sistema mezquino para amasar fortuna como tutora estatal de ancianos adinerados, a quienes termina quitándoles sus bienes mediante sincronizados chancucos y dejándolos prácticamente en la calle. Sin embargo, luego de toparse con el pichón equivocado, descubrirá que está incluso dispuesta a pagar con la muerte el precio de volverse asquerosamente rica. Y aunque el caprichoso instinto humano de aferrarse a la vida la mantendrá en pie, no tendrá problema en morir como vivió: buscando su fin sin importar los medios.Ahí está tal vez el mayor atractivo de I care a lot, estrenada en septiembre de 2020 en el Festival de Toronto y adquirida por Netflix en febrero de 2021. Siendo el arte un medio para reconocernos a nosotros mismos, nos resulta halagador cuando se exalta nuestro lado heroico, generoso o empático; pero también muy chocante cuando se nos confronta sobre los alcances peligrosos de nuestra propia moral, que puede llegar a ser más borrosa y distraída de lo que creemos. En épocas de redes de apoyo, autocuidado y capturas de frases de Rupi Kaur en redes sociales, I care a lot disfraza su título en la autoayuda misma para entrar en contravía de todas estas licencias y por eso nos hace ruido. Porque nos recuerda de forma hiperbolizada y hasta muy divertida el Dr Hyde que todos llevamos dentro y nos incomoda tanto reconocer.En I care a lot nadie es bueno. Ni Marla, ni Fran (su novia y cómplice), ni la viejita Jennifer, ni el mafioso Roman, ni el abogado Dean, ni el juez Lomax. Por acción u omisión, todos caricaturizan un ecosistema dañado que se explica muy bien desde la noción del «Capitalismo tardío»: concepto formulado, entre otros, por el filósofo alemán Jürgen Habermas hace más de 50 años. El origen del capitalismo tardío se produce ante la aparición de un enorme campo que, con complicidad de los Estados, se abre para permitir la acumulación de capitales. De esta manera, el capitalismo tardío se caracteriza por armar un rompecabezas perfectamente concebido por los mercados, que utilizan al Estado como un mecanismo para sostener el equilibrio económico. Más explicativa que esta carreta teórica tal vez resulten las cuentas y publicaciones con el hashtag de Humans of late capitalism en Twitter, Instagram o Facebook, que a punta de memes reflejan la ridiculez humana en su afán por pertenecer al cruel sistema económico que nos oprime todos los días. Ahora bien, si el capitalismo tardío saca a relucir el lado más indolente de las personas como actores de un sistema acumulador de riqueza mal distribuido, no cabe duda de que I care a lot es una ingeniosa radiografía del mismo.A nivel de historia, entre otros méritos, Descuida, yo te cuido tumba la vara del antihéroe, un arquetipo clásico de las novelas negras, tantas veces llevado al cine. Este concepto, refinado por un director como Jeison Reitman, caracteriza con mucha astucia a protagonistas que se hacen querer por el espectador, aunque sus personajes son unos completos cretinos con trabajos detestables. En Up in the Air, George Clooney es un bacán que viaja por todo EE.UU. para despedir gente de sus empleos con insoportable tacto y amabilidad. Y en Thank you for Smoking, Aaron Eckhart es un encantador vocero de las tabacaleras, que solapa con discursos emotivos la oscura misión-visión de una industria que, parecida a la de las armas, mata a miles de personas cada año. Más agresiva en la caracterización de sus personajes, I care a lot va totalmente de frente y no disfraza de persona ejemplar a la protagonista. Al contrario, la muestra tal y como es. Como una mujer inescrupulosa, con la sonrisa más falsa que las buenas intenciones de los bancos y a la que no se le mueve un pelo de su cabellera meticulosamente peinadita a la hora de aprovecharse de personas vulnerables.En este sentido, hay películas que parecen pensadas para sus protagonistas. The Wrestler de Aronosfky, por ejemplo, no pudo tener a alguien mejor que Mickey Rourke para hacer de luchador ochentero entrado en decadencia. O Machete con Danny Trejo como antihéroe mexicano vengador de indocumentados. O Joker con un Joaquin Phoenix ascendido a psicópata gracias al abandono de las instituciones. Por acá surge otra medallita para colgarle a I care a lot. Rosamund Pike es una protagonista perfecta. Sin ella, la película no tendría el mismo impacto. Si en Gone Girl de David Fincher la actriz británica ya se había graduado de arpía profesional, su papel protagónico en la película de J Blakeson entra como sierra eléctrica cortando mantequilla. Más fría que el agua del río, la interpretación de Pike es un deleite. Es una villana absoluta a la altura de una historia «deliciosamente desagradable» (como dice el afiche promocional de la película), que pretende incomodar a la moral más cuestionable y por eso no sorprende la nominación de la actriz a los premios Globo de Oro. Y si nos encanta odiar a Rosamund Pike, seguramente nos encantará odiar a esta película.
Alejandro y María Laura presentan el primer track de su cuarto álbum. Lo que iba a ser, es una canción que está inspirada en estos tiempos de cambios, de nuevas ideas, transformaciones, retos, tristezas, alegrías y muchos aprendizajes, todo aquello que iba a ser… ya no será. Inspirados en los complejos sentimientos derivados del año que se fue. Pero para completar esta historia se unieron a Andrea Echeverri, quién le suma la energía y la fuerza que necesitaba el mensaje de la canción. “Lo que Iba a ser, nos hace apreciar lo que tenemos. Aunque el mundo está pasando por un tiempo de incertidumbre, todos tenemos la fuerza para sostenernos”, afirman Alejandro y María Laura.“Lo que iba a ser”, es un sencillo que juega con los elementos del género urbano dentro del universo lúdico de Alejandro y María Laura, presenta una historia en la que los sentimientos viajan a través del espacio y el fondo del mar, recorren realidades múltiples y mundos posibles, en caso de que todo fuera a colapsar. El resultado es una interpretación profunda y llena de matices.Para ellos cantar con Andrea Echeverri en Lo que iba a ser, era clave. “Elegimos a Andrea para que nos acompañara en esta canción porque nos encanta su energía y sentimos que ella es la fuerza que necesitaba la letra de la canción. La fuerza de la naturaleza que puede crear y destruir” confirmó el dúo peruano. Esta nueva colaboración se suma a las que ya tienen con Kevin Johansen y Susana Baca. Andrea siempre ha colaborado en proyectos donde ella se siente cómoda. “Hacer música, me salvó la cuarentena. Se abrió un tiempo valiosísimo. Hice hartas colaboraciones y esta canción fue una de ellas, fue súper linda porque además reflejaba el momento que todos estábamos sintiendo. Me encantó colaborar con ellos porque siempre he sido fan” afirmó Andrea.