Álvaro José fue y, mientras no suceda algo extraordinario, seguirá siendo el más grande. No lo pongan en duda. Por: Mauricio Silva @Msilvaazul // Ilustración: Armando Mesías Periodista. Autor de El Centurión de la noche, biografía del Joe Arroyo.Por décadas, casi 50 años o algo más, nos dijeron que los íconos de la música bailable de este país eran Lucho Bermúdez y Pacho Galán. Y sí, fueron genios entre los genios, máquinas de hacer música exquisita, patrones del baile ‘cachete a cachete’. Luego nos hablaron de la importancia de Rafael Escalona y, últimamente, de Carlos Vives.También geniales en el vallenato, fundamentales ambos: el primero, desbordado en el papel; el segundo, en la creación colectiva, en la influencia hasta el día de hoy. Pero ninguno fue un gran compositor, un gran intérprete y un gran personaje, todo en el mismo recipiente.El Joe sí. Álvaro José Arroyo fue genio, figura, inspiración, voz y sabrosura pura. Todo a la vez. Como el Benny Moré. De ese calibre. Podríamos decir que fue el más impresionante de todos los que forjaron este magnífico baile nacional. Dejó un legado de 47 álbumes, algo menos de 300 canciones y poco más de 100 composiciones, de las cuales 40 alcanzaron los primeros lugares de los listados de la música tropical.Éxitos que el país bailó, baila y bailará por los siglos de los siglos... También que fue el más emocionante de todos. Su sola presencia física –la del negro reventado de candela– causó furor por sí misma. Porque no se pareció a nadie, porque nunca imitó, porque nadie bailó como él, porque nadie cantó como él y porque nadie aulló como él, incluida esa contracción de la garganta que lanzaba un relincho de caballo, que fue su sello personal.¿Quién fue el púber genial de trece años, metido ahí en la calentura de los burdeles de Cartagena, haciendo el gran papel de cantante de 1967 a ¿Quién fue el adolescente y profesional de la canción –ya a sueldo– con la orquesta de Manuel Villanueva (1969), con quien grabó su primer LP? ¿Quién fue el quinceañero folclorista con la banda de Rubén Darío Salcedo, El Súper Combo Los Diamantes, allá en la ciudad de Sincelejo, donde le coronaron el gran apodo del Joe (1969 a 1970)? ¿Quién fue el salsero hippie con la orquesta La Protesta (1971 y 1972), ahí entre las casetas de Barranquilla, Soledad, Galapa y Puerto Colombia? ¿Quién fue el divo de la salsa colombiana y latina con Fruko y sus Tesos (1972 a 1981), más otra serie de orquestas del sello Fuentes: Latin Brothers, Los Líderes, Los Bestiales y Wganda Kenya, entre otras? ¿Quién fue la estrella mundial con su propia orquesta, La Verdad (desde 1981 hasta el día de su muerte, el 26 de julio de 2011)?¿A ver?, y esto sí es lo más teso, ¿quién puede levantar la mano y decir ‘yo fui el responsable de los siguientes 40 éxitos: El Ausente, Tania, Nadando, Flores silvestres, Manyoma, Negro Chombo, El cocinero mayor, Volvió Juanita, Morena de 15 años, Patrona de los reclusos, Tumbatecho, Me le fugué a la candela, El barbero, Musa original, Rebelión, Ban ban, Mary, Echa’o p’alante, Son apreta’o, La noche, En Barranquilla me quedo, Fuego en mi mente, Yamulemau, Por ti no moriré, A mi Dios todo le debo, Suave bruta, El Centurión de la noche, Pa’l bailador, Simula Timula, Teresa vuelve, Te quiero más, El trato, La guerra de los callados, Ella y tú, Tal para cual, Sabré olvidar, La tortuga, Noche de arreboles, Tamarindo seco y Fundillo loco? (¡Ojo!, la gran mayoría de suautoría). ¿Quien?, solo el Joe, muchachos. No busquen donde no es: Álvaro José fue y, mientras no suceda algo extraordinario, seguirá siendo el más grande. No lo pongan en duda.
En sus propias palabras, aceptó porque, según él, estaba tan realizado y tan tranquilo interiormente, que podía sentarse a relatar detalladamente lo que él quería recordar de su vida.Por: Andrés Salgado // Ilustración: Bleepolar *Libretista barranquillero de éxitos como Perro amor, Juegos prohibidos y El Joe, sobre la vida del Joe Arroyo.Más allá de que me duela la partida del Joe por lo que significaba para el mundo de la música, por lo que significaba para Barranquilla y el planeta, por lo que significaba como ser humano, como conversador inigualable, me duele también que el duro de la música tropical no haya podido terminar de ver su historia televisiva que, por cierto, tanto lo divertía y entretenía cada noche. El proyecto de RCN el Joe: la leyenda comenzó a trabajarse desde Perro amor, cuando por esa época lo conocí. Desde 1999 empezamos a darle vueltas a la idea, hasta que hace tres años, por fin, aceptó y nos dio vía libre: “Vamos a darle en forma”, me acuerdo que me dijo esa vez, en una reunioncita discreta de fin de año en la casa de una amiga de él.Las anécdotas iban y venían, y cuando había que ambientar alguna historia, se paraba Fruko o Carrillo y, turnándose, les daban vida en el piano a esas melodías para que el Joe las cantaraEn sus propias palabras, aceptó porque, según él, estaba tan realizado y tan tranquilo interiormente, que podía sentarse a relatar detalladamente lo que él quería recordar de su vida para que lo contáramos exactamente de la manera como Natalia Ospina, mi compañera de libretos, y yo lo estamos contando, como a él le gustaba: “con su picantico”. Las reuniones para la argumentación a su lado fueron inolvidables. Nos veíamos casi siempre en su casa, empezando, como era costumbre, a eso de las 9 o 10 de la noche, hora en la que él usualmente apenas estaba levantándose. Su momento de lucidez siempre se daba al borde de las dos de la mañana. Uno de los encuentros más memorables para mí fue una reunión de trabajo en la que nos encontramos en pleno estudio de grabación de Discos Fuentes, en Medellín, al lado del piano donde se tocó el preso y en compañía de otros dos grandes: el maestro Fruko y el siempre caballeroso Enrique Carrillo. Esa noche escuchamos tres voces distintas al tiempo, hubo comida, canto, felicidad, fantasía y recuerdos.Las anécdotas iban y venían, y cuando había que ambientar alguna historia, se paraba Fruko o Carrillo y, turnándose, les daban vida en el piano a esas melodías para que el Joe las cantara. En mi videoteca personal guardo ese video como una verdadera reliquia. De eso hace ya un buen rato. Hace unos días Natalia me llamó a decirme que había hablado con el Nene del Real, músico y amigo cercano del Joe.El Nene le comentó a ella que él siempre lo llamaba para comentar la novela. Le refería cada cosa que pasaba lleno de gracia y con risas se enternecía con los fragmentos de ficción que él en su momento celebró: “Ahora estoy con unos kilitos de más, pero yo era igual de galán que Jair Romero en mi época”, alcanzó a bromear en una entrevista radial.Pero de todo lo que he contado, el recuerdo más maravilloso que me queda fue lo que me dijo por última vez, casi un mes antes de que muriera. Me vio, me sonrió, me extendió sus brazos y duramos así, abrazados, unos segundos en donde me secreteó al oído estas palabras: “Qué bacana como quedó esa nota, gracias por esa novela y si antes yo te quería, ahora Te quiero más, como la canción”. Poco antes de entregar esta columna, al caer la tarde, fui a su lápida en el cementerio, en Barranquilla, y entre murmullos le dije que yo también lo adoraba con el alma y que su historia, la de ficción, la estaba gozando todo el mundo, como él tanto lo quiso.
Resulta tan complejo explicar la fuerza de la música del Joe a quien no sea invadido por la alegría al primer golpe de su voz, como definir, ante alguien que nunca haya estado en Barranquilla, lo que significa su pérdida para esa ciudad.Por: Ángel Unfried *Bailador, editor.Joe Arroyo fue velado y enterrado entre las lágrimas de una Barranquilla que lo amó con alegría, celos y la íntima violencia de los bailadores. Fin de la historia. Está muerto y quizá el mejor homenaje a su memoria sea no seguir desdibujando su vida ni perpetuando en el recuerdo la imagen final o una pálida ficción mediática, sino lo perdurable y auténtico: su música. ¿Salsa? Sí, salsa. El cuerpo de Álvaro José Arroyo está muerto, pero ha hallado la forma de someter otros: parándolos de la silla, haciéndoles presionar play, subir el volumen al máximo, sacudir cada músculoVientos altos, percusión africana, voces pregonando. Salsa. Pero también rock, funk, zukus, bolero, socca, cumbia y fandango. Lejos de los grandes éxitos, una canción como nativo, del álbum Hasta amanecé de 1984, revela a otro Joe, más rockero y africano.No es el mismo que obliga a azotar baldosa en echao pa’ lante; ni el autor de versos de elemental belleza como “ya viene el amanecer, el rocío humedece mis pupilas al alba”; tampoco es el Joe que exige cierto esfuerzo para comprender sus letras mientras se baila, como en simula Timula, Yamulemau o la indescifrable Las cajas. La experiencia de esta canción, aunque untada de champeta y funk, es más cercana a la de Mary, Tania o Noche de arreboles: música que, en lugar de ser bailada, se escucha en calma, sintiendo que el corazón se aprieta, que se es negro y libre, que uno se queda en una ciudad aunque se haya ido y que todo se lo debe a Dios, al menos durante cuatro minutos y 57 segundos.Por rarezas como nativo o fusiones como Si so golé, escuchar su discografía es una oportunidad de mirar más ampliamente el espectro de la música del Caribe y volver a las raíces de la salsa para reencontrar en la mezcla el origen del nombre de ese género. Después, cuando por comparación con otros representantes del sonido antillano la excepción resulte demasiado lejana, será necesario nombrar algo que no encaja fielmente en ningún otro lado: Joesón. La mejor forma de comprender ese sonido es estrictamente física. Resulta tan complejo explicar la fuerza de la música del Joe a quien no sea invadido por la alegría al primer golpe de su voz, como definir, ante alguien que nunca haya estado en Barranquilla, lo que significa su pérdida para esa ciudad. Lo demás es un tutorial de ritmo y sabor, acompañado por el piano casi triste de Chelito de Castro y una percusión que ataca al compás del son.No podría afirmar que pa’l bailador sea la canción del Joe que más me gusta, pero tengo la certeza de que es la que más me afecta y cuya letra encuentro más consistente con el ritmo y la experiencia de su música: una orden, un reto, un insulto a la pereza de los pies y las caderas. Al crecer en Barranquilla, donde los niños bailan antes de caminar, ser torpe y alto puede condenarte a una silla solitaria, lejos de nalgas alegres en movimiento, como el muchacho que no sabía cómo bailà’ un son.El reclamo de la voz tenor en esa canción es capaz de arrasar el miedo, convertirlo en sudor humeante y transformar todos los lugares en espejos de esa ciudad champetera, salsera, rockera y eternamente joven que adoptó al Joe como hijo y a La Troja como un hogar, para no llorar ninguna muerte y bailarlas todas.Canciones como Rebelión, La Tumbatecho, en Barranquilla me quedo, La guerra de los callados, alcanzan una intensidad comparable con los segundos finales de sonido Bestial o ¡Agúzate! de Richie Ray y Bobby Cruz, quienes tanto influyeron en su sonido. En esa calentura tropical que el Joesón recrea.El baile, incluso más que la música, confirma la estrechez de las palabras para capturar la fuerza primitiva del cuerpo. El cuerpo de Álvaro José Arroyo está muerto, pero ha hallado la forma de someter otros: parándolos de la silla, haciéndoles presionar play, subir el volumen al máximo, sacudir cada músculo, reproducir un eco cantante de su voz, castigar las baldosas y buscar otros iguales para multiplicarse hasta el amanecer.
Me miró a los ojos e hizo una pequeña sonrisa, de esas que revelan complicidad y una profunda certeza de que lo bailado es lo único que nos queda cuando nos vamos.Por: Simón Mejía *Artista visual y cabeza de la banda colombiana que le ha prendido fuego al mundo entero: Bomba Estéreo.Hace pocos años, en el 2007 aproximadamente, me entró una obsesión por el Joe. Ya había escuchado su música antes (¿acaso quién no ha escuchado Rebelión, uno de esos himnos inmortales que el Caribe le ha dejado al mundo, de la talla de Pedro Navaja o One Love, que se escuchan y se bailan en todos los recovecos del planeta?), pero cuando supe quién era el Joe realmente, más allá de su Rebelión, sentí una fascinación profunda por ese James Brown tropical, poeta de la noche y las escasas mañanas, del vacile, del baile apretao y la salsa hasta el amanecer. Me di entonces a la tarea de buscarlo para hacer una película documental con él. Una pieza que mostrara y contara la historia, no solo de un cantante, sino de toda una generación de salsómanos y noches eternas en Colombia. Lastimosamente el proyecto nunca se pudo realizar, pero el proceso de pensarlo y armarlo fue increíble. Hoy en día, y mientras pueda retomarlo, queda el convivir con el retrato endeble de la televisión.En ese tiempo, con Mauricio Silva, uno de mis panas en esta travesía, nos sentábamos a tomar ron y a escuchar al Joe. Pocas palabras; solo escuchar y escuchar y transcribir letras. El Joe se convirtió en la banda sonora de mi casa en ese entonces. Rodaban y rodaban sus LPs, porque, eso sí, procuré tener toda la música del Joe en vinilo para sentir el verdadero color de lo que se grabó en esas dos décadas que me interesaban, 70 y 80, y admirar la psicodelia de las portadas. Hoy en día ya nadie se arriesga como lo hicieron el Joe y Fruko en ese entonces.Puro hippismo tropical. Pura sabrosura. En una de esas búsquedas por las ventas de vinilos me dio por irme para el mercado de Bazurto en Cartagena. Ya para ese entonces tenía una estructura avanzada de la película que quería hacer y también varios intentos fallidos de contacto con el Joe. Pero la fe nunca la perdí. Lo había buscado por todos los medios, desde el burocrático de las disqueras y mánagers, siempre un fracaso, hasta el personal, con sus amigos.Era una tarea difícil acercarse, sobre todo en horarios oficiales, pero aún más que cumpliera las citas concordadas. Entre desplante y desplante yo simplemente seguía empapándome de su universo. En Bazurto conseguí una joya digna de colección: un disco de tapa blanca con una foto del Joe con un fondo verde y en sus años más guapos, brindándole a la cámara con una copa y una pinta de aquellas que solo un salsero lograba allá en la época: Con gusto y gana (1981).Joya que justificó todo mi viaje a Cartagena y me dio aun más inspiración para seguir adelante. Con el disco bajo el brazo arranqué luego para Puerto Colombia, Barranquilla, a seguir investigando. Conocí, entre otras, la mítica caseta El Escorpión, hoy en día una casa abandonada, donde según cuenta la historia Fruko y el Joe se conocieron. Conocí a Juventino Ojito y a Chelito de Castro. Recorrí medio Barranquilla con mi amiga Magola indagando sobre el Joe. Transcurría la Semana Santa, recuerdo, y el viernes recibí una llamada. Era la esposa del Joe. Me dijo que irían de vacaciones a Santa Marta, que nos viéramos allá esa noche a las 11:30. Nunca antes me habían puesto una cita así de insólita, pero tratándose del Joe era lo más común. Arrancamos entonces, ya el sol ocultándose, en el Volkswagen de mi amigo Vega hacia la Sierra. Todo iba perfecto, hasta festejando con whisky íbamos, pues el motivo daba la talla, cuando a la altura de Ciénaga, ya bastante entrada la noche, se nos varó el Volkswagen.No había postes de luz, ni tiendas, ni casas, ni señal de celular, ni ni mierda. Solo agua a lado y lado y asfalto y árboles muertos. Me eché a la pena. Estaba minuto a minuto perdiendo una cita que llevaba buscando por meses. Fue realmente un momento oscuro, en todo el sentido de la palabra. Toda la película comenzó a desvanecerse y ni siquiera el radio del carro funcionaba para amenizarla.De repente, luego de casi una hora ahí parados, llegó la luz, literalmente. Como un milagro en medio de la noche, se detuvo un carro detrás nuestro, Volkswagen también. Se bajan dos personas, se acercan a contraluz, y una de ellas resulta ser una amiga con su novio, quien encima resulta ser un gomoso de los Volkswagen. Estaban los dos yéndose de vacaciones para Santa Marta y nos vieron allí en medio de la desolación. ¡Increíble! Con una lima de uñas haciéndole yo no sé qué al motor el man nos desvaró en cinco minutos.El viaje obviamente se retrasó y la cita quedó postergada para el día siguiente en la tarde. Al otro día muy juicioso me fui para la cita a la hora exacta, aunque sabía que esto no aseguraba nada. Un apartamento sobre el malecón de El Rodadero. Cuando iba subiendo el ascensor supe que esta sí era la vez. Luego de esperar un rato en la sala y charlar con su esposa, salió el Joe de su cuarto. Recuerdo que mi primera impresión fue de impacto, pues venía yo con la imagen en mi cabeza del Joe de la tapa del disco que había comprado en Bazurto y que llevaba bajo el brazo para el autógrafo. Del Joe de los 70 y 80 que quería retratar en la película.Este era otro Joe, pero pues evidentemente era él y la emoción fue enorme. Nos sentamos en una pequeña terraza con vista al mar. Hablamos poco, pues yo no quería ser incisivo ni saturarlo. Le conté en breve sobre el guión y mi idea y fascinación por su música y su vida. Entre silencio y silencio mirábamos al mar, el sol comenzaba a ocultarse. La vista era muy bella. Le mostré el disco, el cual le causó mucho asombro y alegría, pues no era un disco común, quizás no lo recordaba ni tampoco la foto.Le pedí que me lo firmara y así lo hizo, una firma pequeña en una esquina: “Para mi amigo Simón, El Joe”. Al despedirnos le di un abrazo y le dije que la película se iba a llamar El Centurión de la Noche. Me miró a los ojos e hizo una pequeña sonrisa, de esas que revelan complicidad y una profunda certeza de que lo bailado es lo único que nos queda cuando nos vamos.
Desde hace muchos, muchos años soñaba con grabar una canción con el Joe. Para mi más reciente disco, Adicta, supe que el sencillo Esta noche es nuestra era perfecto para cantar a dúo con él. Parecía una misión imposible de lograr, pero luego de mucho intentarlo (y perseguirlo), lo conseguí.Por: Naty Botero @NatyBotero* Actriz, cineasta y diva pop. En uno de sus últimos hits, Esta noche es nuestra, cumplió uno de sus sueños: cantar a dúo con el Joe. Desde hace muchos, muchos años soñaba con grabar una canción con el Joe. Para mi más reciente disco, Adicta, supe que el sencillo Esta noche es nuestra era perfecto para cantar a dúo con él. Parecía una misión imposible de lograr, pero luego de mucho intentarlo (y perseguirlo), lo conseguí.La noche que lo conocí le pregunté de dónde le había salido la letra de Rebelión (“En los años mil seiscientos…”) y ese arreglo de trompetas tan fino. Estábamos en un restaurante de pollo frito en Barranquilla, después de un gran homenaje que le habían hecho en la ciudad. “Dios te regala premios si te ve trabajando duro, por eso es que nunca debes parar de crear. La inspiración siempre llega cuando estás trabajando.Él amaba y entendía la noche y sus misterios, y andaba por los recovecos oscuros del alma sin miedo, dejando salir el brujo, el mago que era, ese que alegraba cualquier corazón y no dejaba a nadie sentado."Él me pone las melodías en la cabeza y yo lo que hago es cantarlas”, me respondió. Después me miró fijamente y agregó: “Y nunca vayas a pagar por sonar en radio. Acuérdate: si no pega inmediatamente, no importa. Si es algo que hiciste con el corazón, va a tener seguidores. No importa que se demore”. Dos días después, el 10 de febrero de 2009, era mi cumpleaños. Ese día, el Joe me recogió vestido de blanco y nos fuimos juntos al estudio a grabar mi canción. Hicimos unas tomas, al principio él no estaba inspirado, pero luego Jackie, su esposa, se metió con él en la cabina y empezó a bailarle y a coquetear para que él sintiera la canción. Y así fue. El Joe empezó a cantar con esa fuerza que te hace llorar y reír al mismo tiempo, y en cinco tomas terminamos su parte.Luego salió con una torta llena de velas y me cantó Feliz cumpleaños. El día de la grabación del video, el Joe llegó a tiempo con todos sus músicos. Lo único que me había pedido su esposa para que todo saliera perfecto era que fuera en la noche.Me dijo que Joe era noctámbulo y se levantaba a las 4 de la tarde. Esta vez traía puestos unos pantalones rojos de satín que había mandado a hacer a su costurero oficial y que, según él, no le gustaban ni poquito “porque parecía un diablo”. Me vio y me dijo: “Tranquila que el saco ese rojo también me lo pongo ahorita”. Toda la noche estuve preocupada, no quería que el Joe se aburriera y se fuera o algo saliera mal, pero el Joe se dejó dirigir, hasta se metió dos horas en un Mercedes con silletería de cuero, sin aire acondicionado, para hacer una escena. Afortunadamente, gracias a un equipo maravilloso, a dos comparsas tremendas del Carnaval de Barranquilla (La Dacaná y El Rumbón Normalista) y a una hermosa locación, El Castillo de Salgar, la noche se prendió.Todo fue magia. Pura fiesta. Él bailó y cantó sin parar. Hasta Jackie me dijo que bailó como nunca. Durante esa fiesta comprendí qué era lo que hacía que el Joe fuera tan grande. Él amaba y entendía la noche y sus misterios, y andaba por los recovecos oscuros del alma sin miedo, dejando salir el brujo, el mago que era, ese que alegraba cualquier corazón y no dejaba a nadie sentado.Al final de esa noche, el Joe me abrazó y me dijo: “La pasé muy bien, sentí la canción más rica cantándola en vivo”. Luego se subió a su carro, a las 4 de la mañana, con esa maldad tierna que lo hacía acercarse al Diablo y a Dios, esa maldad que solo tienen los centuriones de la noche, esa maldad que despercude las tristezas y las vuelve alegría. Esa maldad que me decía: “Aunque me lleven a mi casa a dormir, yo no me duermo sino hasta el amanecer”.
A pesar de su vida convulsionada, Joe Arroyo fue un superdotado, poseedor de un estilo único, que pagó muy caro el precio de la fama y el éxito.Por: Willy Vergara @maestrowilly*Hombre de radio, melómano consumado y biblia musical de ColombiaConocí a Joe en 1975. Yo andaba de visita en la Feria de Cali y él estaba actuando con Fruko y sus Tesos. No sé cómo lo logré pero me fui hasta donde Fruko actuaba y lo convencí de cancelar una de las fechas de la Feria y de tocar para nosotros en una fiesta de matrimonio, el 31 de diciembre, cerca de un rumbeadero caleño famoso en los 70 llamado El Arca de Noé. Esa vez, la parranda duró hasta el amanecer. Tres años después volví a contratar a Fruko y sus músicos para que tocaran en mi discoteca, La Disco, ubicada en la 116 con 19 de Bogotá. Fue una noche estupenda en la que Joe demostró sus cualidades como showman, con su afro, sus aretes, sus chalecos y su figura imponente. Poco después el Joe abandonó a Fruko para formar su propia agrupación. Entusiasmados, en 1981 decidimos volver a contratarlo como la atracción central de una rumba caribeña, para la cual decoramos el lugar con motivos del trópico: colgamos piñas y cartones en forma de palmeras, vestimos a los invitados y organizadores con camisas y collares hawaianos y servimos los licores en cocos.Queríamos que fuera el evento del año. Tristemente, sin embargo, el Joe nunca llegó, y para evitar morir apedreado bajo una lluvia de frutas tropicales, me vi obligado a ofrecer disculpas y a reintegrarle el dinero a la clientela. No volví a saber de Joe sino hasta un año después, en 1982, durante un Carnaval de Barranquilla. En uno de los intermedios él se me apareció de frente. Al principio no lo reconocí. Parecía enfermo.Era un líder de su raza. Lo recuerdo como un sinónimo de alegría, rumba, carisma y —sobre todo— de talentoMe dio la sensación de que se había encogido (literalmente) y de que ya no era ese hombre acuerpado de otros tiempos. Muy noble y avergonzado, él se disculpó diciéndome que estaba atravesando por un momento difícil. Las cosas quedaron así y nos despedimos con un apretón de manos. Más adelante fundé Keops Club y ya con el agravio olvidado, en 1986 los contraté a él y a su orquesta, La Verdad (en la que cantaba acompañado de Wilson Saoko), para una noche. Joe dio una actuación impecable, con mucha fuerza, y fue aclamado por todos los asistentes.Hablaba muy seguro de su rehabilitación, algo que me alegró mucho. Estaba en el mejor momento de su carrera y me hizo muy feliz verlo recuperado. Al finalizar, unos empresarios norteamericanos de la CBS que estaban presentes entre el público, muy impresionados con su presentación, quisieron ir a saludarlo. Los llevé hasta el camerino en donde el Joe estaba descansando. Por el camino les comenté muy orgulloso acerca del nuevo Joe, y de cómo había dado un rumbo más moderado a su vida. No supe si llorar o reírme cuando la superestrella nos recibió con un ‘tabaco’ prendido en la mano, desmintiendo todo lo que yo había dicho de su rehabilitación en la antesala del encuentro.En los años que siguieron serví de intermediario para muchas de sus presentaciones, hasta que, a mediados de los 90, dejé de verlo con tanta frecuencia. Desde entonces las pocas veces en que me lo encontré lo noté algo distante, como si se hubiera olvidado de quién era yo. Supongo que su agenda de compromisos, su ánimo de fiesta y sus constantes giras eran tan desgastantes que a veces se le olvidaba hasta en dónde estaba.A pesar de su vida convulsionada, Joe Arroyo fue un superdotado, poseedor de un estilo único, que pagó muy caro el precio de la fama y el éxito. Era un líder de su raza. Lo recuerdo como un sinónimo de alegría, rumba, carisma y —sobre todo— de talento. Gracias a él se conserva buena parte de nuestra identidad caribeña y nuestro folclor ha sonado en todos los continentes. Por eso insisto en que a un genio como él todo se le perdona.
El Joe es uno de los hijos más ilustres del movimiento picotero afrocaribe, y es sin duda alguna el Papá, el Dios y figura máxima de la champeta criolla, a través de piezas musicales que han hecho bailar al mundo entero durante décadasPor Lucas Silva*Cineasta y champetólogo. Cabeza del sello independiente Palenque RecordsAhora que estamos despidiendo al Centurión de la Noche, al mágico Joe Arroyo, y hacemos la retrospectiva de su vida, del hombre y de su creación musical, veo más que nunca la necesidad de escribir y de hablar sobre una dimensión de este gran músico, para mí de las más importantes y de la que pocas veces o nunca se ha hablado: la relación del Joe con la champeta, con los picós, la música africana y todo lo ligado con la música afrocaribeña y psicodélica de los 80. Nacido en el barrio Nariño de Cartagena, muy conocido por ser sede de la comunidad palenquera, desde niño, el Joe creció en la Universidad de la Champeta y la Música Africana: un territorio dominado en los 70 por picós como El Conde, El Ciclón, El Guajiro, El Sibanicu y muchos otros que con el paso del tiempo serían determinantes en su carrera musical.En el sistema solar de la champeta, el Joe es uno de los planetas más importantesEn los barrios de la costa, los picós actúan como verdaderos profesores de música, los niños crecen jugando cerca de los parlantes, sintiendo el fuerte golpe de los bajos a kilómetros de distancia, con el vacilón de la música africana y caribeña en la sangre desde pequeños. La cátedra que dan estos es a punta de puros discos exclusivos, piezas musicales de colección que vienen de Haití, Nigeria, Camerún, Congo, Guadalupe o Brasil, y que hacen que los habitantes de estos barrios crezcan rodeados de una cultura musical que envidiaría hasta el más fino de los melómanos ingleses, austriacos, franceses o de cualquier país del mundo. Bien lo dicen las placas del Conde: “¡Aquí suena El Conde: la Biblia Musical de Cartagena, soltando petardos musicales!”.Desde el momento en que inicia su orquesta La Verdad, y la que trabaja con Fruko grabando covers de música africana en el legendario grupo Wganda Kenya (en el que era el corista con Wilson Manyoma), el Joe tuvo una fuertísima relación con la música del continente negro y con la del Caribe inglés y francés (compás haitiano, zouk, socca). La mayoría de sus temas afrocaribeños son covers de temas haitianos de artistas como Coupé Cloué, Jean Claude Sylvain, Gesner Henry, Kassave… ¿Dónde los escuchó por primera vez? ¡Pues en los picós! Por eso, podemos decir que, sin el movimiento picotero, el Joe jamás hubiera sido el Joe.Temas tan conocidos como Yamulemao, versión de un clásico de Laba Sosseh, de Senegal, y si so Golé, apasionante versión inspirada en la música mandinga de Senegal-Malí, donde canta al estilo de Mory Kante, nos muestran a un artista devorador de ritmos e influencias, que los retoma siempre con maestría para imprimirles su sello personal.De todo esto podemos pues concluir que el Joe es uno de los hijos más ilustres del movimiento picotero afrocaribe, y es sin duda alguna el Papá, el Dios y figura máxima de la champeta criolla, a través de piezas musicales que han hecho bailar al mundo entero durante décadas. En el sistema solar de la champeta, el Joe es uno de los planetas más importantes, pues a través de sus constelaciones musicales, a través de sus órbitas y de sus paralelos y meridianos, se gestó la champeta más sabrosa, exigente y mundial que se haya hecho jamás.Muchos se equivocan en no verlo así, pues piensan que la champeta es otra cosa, que es exclusivamente música de picó, perreo y demás. Se equivocan, pues la champeta es como el reggae: diversa. Champetas hay muchas. Así, pues, el Joe dejó un gran patrimonio champetúo y africano, y nos dejó un inmenso desafío: seguir construyendo, basados en esos antecedentes, el edificio cultural champetúo, y hacer que este sea cada día más bello, perfecto, universal y sabroso, como fueron aquellos diamantes musicales que solo una mente como la suya pudo concebir.
Tu familia y tus amigos fuimos hasta la catedral y allí te dimos el adiós con llanto y carnaval… Pocos tienen esa suerte de que los despidan con derroche, y es que tú, hasta el día de tu muerte, fuiste el Centurión de la Noche.Por: Checo Acosta*Músico, hijo del gran Alci Acosta y principal pupilo del Joe. Empecé a escribir esta columna en el vuelo que me llevó de Medellín a Barranquilla el pasado 26 de julio, día en el que el gran Joe nos dejó. Mis lágrimas no cesaban. Mi mente se bloqueaba. Decidí resignarme a llorar y esperar… Han pasado varios días y aquí estoy, recordando con nostalgia innumerables momentos que compartí al lado del más grande de Colombia. A mediados de 1983 yo estaba cantando baladas en la Universidad de Curramba cuando se me acercó una mujer rubia a decirme que si me interesaba cantar en una orquesta.Su nombre era Zoila Nieto y la orquesta de la que hablaba se llamaba La Diferencia. A los ocho días yo ya cantaba con ellos, y recuerdo que al poco tiempo en una discoteca nos vio actuar un muchacho flaco con un aspecto común y corriente llamado Álvaro José Arroyo, el Joe. Sus mánagers, Marcos Barraza y Alberto Arteta, nos propusieron que lo acompañáramos en varias presentaciones, pues el mulato se había quedado sin orquesta. No lo dudamos ni un segundo. En el primer ensayo él quedó impresionado con nosotros, unos muchachitos de corta edad y poca experiencia que tocaban su música con amor y profesionalismo. Esa tarde, en casa de Zoila Nieto, estábamos, entre otros: Chelito de Castro, Emil “El Peso” Galvis, Guillo López, Ricardo “El Pin” Ojeda y yo. Recuerdo que al final nos dijo: “Hey, pelaos, a partir de ahora serán mi orquesta: ¡La Verdad!”.Recuerdo que en octubre de ese mismo año se rumoró, como muchas otras veces, que el Joe había muerto, inclusive varias emisoras hicieron especiales con su música. Con varios compañeros nos montamos en un Pontiac modelo 55 que me había regalado el viejo Alci y arrancamos al Hospital Universitario de Cartagena, y ahí lo encontramos en una habitación, coqueteándole a una enfermera. Yo le dije: “¡Mira al que estaba muerto!”… y soltamos la carcajada. Fue la primera de mil anécdotas. A los pocos días hubo una presentación en Montería.Por presión del empresario, corrimos el riesgo de viajar sin él. Estando ya en el escenario yo temblaba, pues era a mí al que le tocaba hablar y explicar que, por motivos de fuerza mayor, Joe no estaba allí. Primero hubo rechiflas, pero, cuando inició el show y la gente escuchó sus canciones bien interpretadas, bailó y aplaudió. Lo bacano del cuento fue que el empresario se voló y regresar a nuestras casas, sin billete, fue toda una odisea. Cuando el Joe se recuperó, hicimos una presentación histórica el 31 de octubre en el parqueadero del Romelio Martínez en Barranquilla. Como su cumpleaños era el 1 de noviembre, hubo Happy Birthday incluido. La aclamación del público fue total.Al Joe hay que recordarlo por su nobleza, por su tremenda capacidad musical y por su carisma que no tiene comparación.De los mejores momentos vividos al lado del Centurión, creo que el más memorable fue cuando ganó su primer Congo de Oro, el 5 de marzo de 1984. Ese día interpretamos Abandonaron el campo, Confundido y Amanecemos si… La locura del coliseo fue total, impresionante. A partir de ese momento vinieron contratos, giras y grabaciones importantes; sin embargo, a finales de ese año yo me fui a otra orquesta: La Renovación, donde sería la voz líder.Cuando le conté mi decisión al Joe, él lo entendió y buscó a Víctor “El Guachi” Meléndez, ese viejito canoso y querido que todo el mundo recuerda, quien estuvo en su orquesta por más de diez años. Luego el Joe conoció a Mary (mi gran amiga, tremenda mujer) y se fueron a vivir juntos, tuvieron dos hermosas niñas (Eykol y Nayalibe, La Tato y La Pelo), y terminaron casándose.Junto a Mary, el Joe vivió sus momentos más felices, sentimental y profesionalmente, hizo muchos viajes y obtuvo varios reconocimientos nacionales e internacionales. Mientras tanto, yo recorría las orquestas de Juan Piña, Adolfo Echeverría, Joseíto Martínez y El Grupo Star de Medellín, y mi admiración hacia él crecía, y él lo sabía. Lo mejor era que el sentimiento era recíproco.Cuando yo hice mi propia orquesta, él me felicitó y hasta me ayudó en muchas cosas, sin egoísmo y siempre brindándome su apoyo incondicional. Hace pocos años tuve la fortuna y bendición de Dios de grabar con él en mi álbum El folclor de mi tierra (nominado a Grammy Latino 2010 como mejor álbum folclórico) su canción Tambalele, que fue su última grabación oficial y un testimonio imborrable. Lastimosamente, sus últimos años fueron de inestabilidad, tanto física como mental. Fue alejado de sus hijas más queridas y de sus verdaderos amigos. Al Joe hay que recordarlo por su nobleza, por su tremenda capacidad musical y por su carisma que no tiene comparación. Tendría yo que escribir un libro para narrar tantas y tantas cosas vividas con este gran ídolo de todos, pero solo me queda decir que es el mejor, que no ha muerto porque nos deja su voz y sus canciones, ¡que está más vivo que nunca! Definitivamente su legado es inmenso, nunca habrá otro igual. Joe, mi amigo, mi profesor y mi hermano mayor:tu familia y tus amigos fuimos hasta la catedral y allí te dimos el adiós con llanto y carnaval… Pocos tienen esa suerte de que los despidan con derroche, y es que tú, hasta el día de tu muerte, fuiste el Centurión de la Noche.
Por: @chuckygarcia. Sigue siendo un tema de conversación en redes que en La Voz Kids le hayan dicho “maestro” a Maluma, entrenador del programa y artista revelación del género urbano. A muchos no les suena que un término que en la cultura colombiana normalmente se usa para reconocer a un compositor adulto y de una extensa trayectoria se le conceda a un cantante de tan solo 20 años de edad y tres años de carrera (que al día alcanzan más de 192 millones de visualizaciones en YouTube).Revisando la historia de la música colombiana, lo cierto es que a esa edad e incluso en un periodo más corto de trayectoria varios personajes en diversos géneros subieron como espuma, se graduaron en su estilo antes que otros y les dieron cátedra. Dicho de otra forma, lograron un “mérito relevante entre las (personas) de su clase”, que es como el Diccionario de la lengua española de la Real Academia de la Lengua resume uno de los significados que tiene la palabra “maestro”.Estos son diez de esos artistas nacionales de distintas épocas y que a sus 20 años (o a partir de esa edad) figuraban como todos unos maestros:1. Lucho Bermúdez: Antes de cumplir siete años de edad ya tocaba la flauta en la banda municipal de Carmen de Bolívar, a los 14 tocó ante el presidente de Colombia para el periodo de 1926 a 1930 (Miguel Abadía) y a los 20 figuró como arreglista y solista de la Banda Departamental de Bolívar y de la Banda de la Base Naval. Fue un prestigioso intérprete del flautín (que comenzó a tocar a los 4 años), del trombón, la trompeta y el saxofón (que tocaba cuando tenía 11) y del clarinete. En 1936, justo para sus 24 años, dirigió la Orquesta de Emisoras Fuentes y tuvo que ver con los primeros discos que allí se dieron (de hecho a él se debe que la cumbia, la gaita y el porro fueran lanzados en disco). (Ver video)2. Joe Arroyo: Otro genio precoz de nuestra música. A los 18 años fue firmado por Discos Fuentes, que en ese momento era el sello de sellos en Colombia, y además pasó a formar parte de Fruko y sus Tesos, algo así como unos Beatles salvajes de la música para azotar baldosa. Como si fuera poco, a sus 23 años de vida (en 1978) entró al estudio con Pacho Galán y grabó “Volvió Juanita”, una canción mega popular en la región Caribe y original de Esthercita Forero. (Ver video).3. Fruko: Para no hablar de lo que fue capaz de hacer con orquestas de su invención como Fruko y Sus Tesos y The Latin Brothers; digamos que siendo tan solo un “pelao” de 14 años entró a la formación de Los Corraleros de Majagual, con los que grabó durante los siguientes años y en la que estuvo de tú a tú con los legendarios Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa y Lisandro Meza. Y ahí no para todo: en 1970, a sus 19 años grabó el álbum “Tesura”, una joya de la salsa colombiana de la que se dice solo se imprimieron 400 copias en vinilo. (Ver video)4. Alfredo Gutiérrez: Sus biógrafos casi siempre resumen lo prodigioso de este cantante y acordeonero con tres datos: “Tocaba a sus seis años en las calles y tiendas de su aldea natal”; “a los siete años era integrante de la agrupación Los Pequeños Vallenatos” (junto a Arnulfo Briceño, figura del folclor llanero)” y le dio vida a Los Corraleros de Majagual en 1961 (cuando solo tenía 18 años). Un año antes había sido fichado por Discos Fuentes para hacerle competencia a uno de los fenómenos de la época (Aníbal Velásquez). Dicho por el diario El Heraldo, “Los Corraleros de Majagual ocupan una de las más altas cumbres (…) por el torrente de sabor que destilaban sus componentes, por el misterioso encanto de sus ritmos y por el apogeo alcanzado tanto en Hispanoamérica como en Estados Unidos y parte de Europa.” (Ver video)5. Noel Petro: El “Burro Mocho” no se queda atrás. De 19 años escribió su primera página dorada en la música junto a El Trío Latino, conjunto con el que se inventó canciones que depararon en grandes éxitos de la música colombiana como “Azucena” y “Me voy pal salto”; y con el que le sacó los primeros destellos a su requinto eléctrico, instrumento que sin duda lo define como un visionario. (Ver video)6. Guillermo Buitrago: Es común leer entre las muchas historias oficiales y no oficiales que se han escrito sobre este guitarrista, cantante y compositor que tenía una fanaticada delirante (especialmente damas enamoradas de su porte y talento). Y no es para menos: uno de los artistas que los colombianos más bailan en las épocas decembrinas, en solo seis años y a sus 23 de vida grabó 50 temas que lo dispararon por todo el país, entre otros “Que criterio” (o La gota fría”), "Grito vagabundo" y "La víspera de año nuevo". Dicen que fue la “primera estrella de la música popular colombiana” y que además sacó del anonimato a otros precursores del vallenato como Rafael Escalona y Emiliano Zuleta. (Ver video) 7. Eddy Martínez: Este pastuso nacido en 1940 empezó en la música estudiando piano y batería a sus ocho años y de manera profesional. A los 20 años viajó a Estados Unidos para emprender uno de los capítulos más portentosos de la música contemporánea del Caribe colombiano: Eddy tocó para Mongo Santamaría, grabó junto a Ray Barretto, se codeó y estuvo involucrado con Jerry Masucci y la Fania All Stars y le hizo los arreglos al primer álbum de Ángel Canales (“Sabor”), que incluyó absolutos himnos de la historia mundial de la salsa como “Hace tiempo”, “Sol de mi vida” y "Lejos de ti”. (Ver video)8. Joe Madrid: Este colombiano nacido en el barrio Manga de Cartagena también tuvo que ver con el popular disco “Sabor” de Ángel Canales, y como pianista, creador y arreglista es citado de forma recurrente en la evolución del jazz y la salsa en Colombia. Quienes mejor lo recuerdan dicen que siendo un niño de solo cinco años dominaba el acordeón, que a los seis ya había compuesto su primer tema, que a los 14 era un alumno aventajado en el Conservatorio de Música de Bogotá y que antes de cumplir 20 ya se había presentado en el Teatro Colón y le había producido un disco a Harold, uno de los que revolucionó la canción en Colombia en los años 60. Como si fuera poco, este pianista sin par fue arreglista de Lucho Bermúdez y Pacho Galán (a quienes acompañó en giras antes de cumplir 20); y después de eso se dio el lujo de figurar junto a Aretha Franklin, James Brown y Tito Puente. (Ver video)9. Alexis Lozano: A sus 20 años este chocoano salió de su tierra hacia Bogotá, en donde se volvió músico de clubes nocturnos; integrante de orquestas como Los Hilton y Washington y sus Latinos; e incluso miembro de la Banda de Palacio Presidencial. Un día se cruzó en el camino (en plena Carrera Séptima) con Jairo Varela, y entre los dos terminaron grabando los primeros cuatro discos del Grupo Niche. Cuando Niche puso al mundo entero a cantar el tema “Buenaventura y caney”, Alexis solo tenía 22 años. Doce años antes, a sus 10 había tendido su propia banda Los Tremenditos; antes de llegar a Bogotá se había recorrido todo el Chocó con las agrupaciones Los Cunas y La Séptima Dimensión; y después de Niche volvió a sacudir la salsa, la música del Pacífico y la bailable colombiana con su orquesta Guayacán. (Ver video)
Del 25 al 28 de abril y del 2 al 5 de mayo, el público del Festival de Jazz de Nueva Orleans, podrá ver a artistas colombianos como el Grupo Niche, Bomba Stereo, Jacobo Vélez y La Mambanegra, Los Cumbia Stars, Kombilesa Mi, Matachindé, Rancho Aparte, Agrupación Changó, Gregorio Uribe, Cimarrón y Gaita Loop. El Festival de Jazz de Nueva Orleans es una fiesta cultural de 10 días en la que miles de músicos, cocineros y artesanos dan la bienvenida a cerca de 400.000 visitantes cada año. La Feria del Patrimonio de Luisiana presenta música inolvidable en múltiples escenarios, cocina tradicional de Luisiana en dos grandes áreas de comida y artesanos de la región y de todo el mundo que demuestran y venden su trabajo. Colombia, descrita por el Festival como ‘la potencia cultural de América Latina’, lleva a Nueva Orleans una celebración musical de salsa, cumbia, champeta, vallenato, chirimía y currulao acompañada, además de las presentaciones en los 14 escenarios del festival, desfiles diarios en honor a Colombia, sumadas a experiencias culturales inmersivas junto a artesanos indígenas y afrocolombianos, así como lo mejor de la cocina tradicional de Colombia, según un comunicado del Ministerio de Cultura. "Nos complace anunciar que Colombia es el país invitado al Festival de Jazz y Patrimonio 2024, con artistas y artesanos excepcionalmente talentosos que mostrarán la rica diversidad de nuestra cultura. En el festival, celebraremos a Colombia: el País de la Belleza y compartiremos nuestra pasión por la música con la gente de Nueva Orleans y de los Estados Unidos", expresó el Embajador Daniel Ávila, Encargado de Negocios de la Embajada de Colombia en los Estados Unidos.Además, se propone un intercambio cultural binacional entre dos formatos instrumentales: Chirimía Chocoana y New Orleans Brass Band, un encuentro entre dos culturas centrado en un lenguaje común: la improvisación.Este enfoque se basa en el formato instrumental derivado de las bandas militares europeas establecidas durante la conquista de América, que consta de percusión y vientos, un elemento que ambas culturas comparten. El resultado de este proceso es una producción musical que consta de dos piezas musicales integrando los dos formatos instrumentales, que serán publicadas en EP y en las diferentes plataformas de difusión musical, además, será la memoria que refleja el paso de Colombia por el Festival.La participación de Colombia en el festival en 2024 fue posible gracias al apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y la Embajada de Colombia en los Estados Unidos.
Sean “Diddy” Combs ha sido objeto de varias demandas civiles en los últimos meses. Hoy hay una investigación federal en su contra. Agentes federales realizaron registros en las propiedades de Combs, donde se encontraron armas, y sus teléfonos fueron incautados en un aeropuerto como parte de una orden emitida por el Tribunal de Distrito de Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York, según dijeron fuentes policiales.Desde noviembre, Combs ha sido objeto de varias demandas en Nueva York acusándolo de agresión sexual, tráfico sexual y participación en otras actividades delictivas. Combs ha negado todas las acusaciones y las calificó de repugnantes.Al menos cuatro personas han sido entrevistadas sobre acusaciones de tráfico sexual, agresión sexual y solicitud y distribución de narcóticos y armas de fuego ilegales, según declaró una fuente familiarizada con el asunto a NBC News. Repasamos la lista de demandas de abuso sexual contra el rapero y productor: Marzo de 2024La casa de Combs fue allanada como parte de una investigación de tráfico sexual en curso en Nueva York. Febrero de 2024Diddy fue acusado de agredir sexualmente al productor de The Love Album Rodney “Lil Rod” Jones. El hombre acusó al rapero de "participar en actividades ilegales graves", incluida agresión sexual. Diciembre de 2023Una acusadora anónima presentó una demanda en diciembre alegando que Combs, el ex presidente de Bad Boy Entertainment, Harve Pierre, y un tercer agresor anónimo la violaron en grupo cuando tenía 17 años, en 2003.En ese momento, Combs publicó un comunicado en el que afirmaba: "BASTA, ES SUFICIENTE", dijo. "Durante el último par de semanas, me he sentado en silencio y he visto a la gente intentar asesinar mi personaje, destruir mi reputación y mi legado. Personas que buscan un día de pago rápido han hecho acusaciones repugnantes en mi contra". "Permítanme ser absolutamente claro: no hice ninguna de las cosas horribles que se alegan. Lucharé por mi nombre, mi familia y por la verdad", continuó Combs.Noviembre de 2023Joi Dickerson-Neal alegó que Diddy la drogó y agredió sexualmente. La mujer presentó una demanda contra Combs que alegaba que fue víctima de "pornografía de venganza".Combs grabó en video el asalto de enero de 1991 y distribuyó la cinta a otros en la industria de la música, según la demanda. Noviembre de 2023Cassie Ventura, expareja del artista, acusó a Diddy de violación y tráfico sexual antes de llegar a un acuerdo. La exnovia de Combs, la cantante Cassie Ventura, acusó a Combs de violación, tráfico sexual y abuso físico en una demanda civil. Combs y Cassie llegaron a un acuerdo por una cantidad no revelada un día después.Cassie alegó en la demanda que Combs le ofreció excesivas cantidades de drogas y alcohol, abusó físicamente de ella y " tomó el control" de su vida, desde su atención médica hasta sus oportunidades profesionales. Combs también supuestamente la habría violado en 2018, y la habría obligado a tener encuentros sexuales con otros hombres. Noviembre de 2023 Una demandante anónima alegó que Diddy y el cantautor Aaron Hall se turnaron para violarla a ella y a una amiga en la ciudad de Nueva York en los 90. Junio de 2019Gina Huynh alega que Diddy abusó de ella durante una relación de cinco añosHuynh, le dijo a la bloguera de YouTube Tasha K en junio de 2019 que el magnate de Bad Boy supuestamente abusó físicamente de ella y una vez le "pisoteó" el estómago."Estaba abusando de mí mental, emocional y físicamente. Siempre me comparaba con Cassie y me decía que yo soy la mala y ella la buena", dijo Huynh, añadiendo que el círculo íntimo de Combs "permitió" que el abuso continuara.
El Animé Sinfónico Orchestral Openings rendirá homenaje al hombre que hizo parte de nuestra historia, al crear miles de aventuras: Akira Toriyama, creador de Dragon Ball y fallecido el 1 de marzo de 2024. La cita será el próximo 21 de abril en el Teatro Universidad de Medellín a las 5:00 p.m. Las entradas estarán disponibles en la web eticket.com y los precios oscilan entre $154.000 y 220.000 en la web eticket.com. Akira Toriyama dejó huella en todo el mundo, con 18 mangas de historia, más de 17 historias de mangas cortos, un programa de televisión y una obra maestra llamada Dragon Ball,. El Animé Sinfónico Orchestal Openings presenta canciones que nos llevarán a aquellas series japonesas que nunca nos podríamos olvidar y que aún hoy en día las llevamos en nuestro corazón. Se interpretarán temas de series como Dragon Ball, Saint Seiya, Digimon, Pokémon, Evangelion, Sailor Moon y muchos más unto a La Orquesta Sinfónica del Valle de Aburrá acompañados con más de 35 músicos en escena, las voces de la cantante antioqueña Miranda (primera ganadora de La Voz Colombia) y Áleran de Adularia (Darknees), Ana María Cerón y Alexander Ordoñez (Rojal Proyect- Banda de Rock) dirigido por Daniel Santiago Plazas Duarte."Siempre hemos creído que la infancia, la adolescencia o la juventud son un tema de momento, que los años pasan y que nunca volveremos a escuchar aquellas canciones que nos recuerdan las series que han pasado por nuestros ojos, por nuestros odios, por nuestros sentidos. Creemos que el cielo resplandece a nuestro alrededor, siempre tomamos el camino de la verdad y la justicia lunar, pensamos en vencer a todo el mal y llegaremos hasta el final con el poder del cosmos y solamente queremos con todo nuestro calor brindar una canción y viajar hasta ser maestros Pokemón para vencer a los titanes con nuestras voces", dice en un comunicado Matrix Entertainment, empresa organizadora del evento. ¿Quién fue Akira Toriyama?Nacido en Nagoya, Aichi, primero ganó reconocimiento por la exitosa serie de manga Dr. Slump, antes de crear Dragon Ball y trabajar como diseñador de personajes para varios videojuegos populares como la serie Dragon Quest, Chrono Trigger, y Dragón Azul.Toriyama fue considerado como uno de los autores que cambió la historia del manga, ya que sus obras son muy influyentes, en particular Dragon Ball, que muchos artistas citan como fuente de inspiración.El artista falleció a la edad de 68 años el pasado 1 de marzo. El querido creador de manga deja un enorme legado y será recordado por miles de fans.
El ministro de Cultura de Colombia, Juan David Correa, le pidió al cantautor cubano Silvio Rodríguez, venir a realizar un concierto en nuestro país. El pedido se hizo a través de una carta. “Millones de colombianos crecimos con sus canciones como usted lo ha podido atestiguar a través de sus visitas a nuestro país. Hoy quisiera pedirle, a título personal, ciudadano e institucional, y en nombre del señor presidente, que nos acompañe una vez más, que nos permita oír su voz en un concierto que podemos organizar allí donde usted lo considere (…)”, señala el Ministro en la misiva. La propuesta del Gobierno es que dicho concierto se realice en un municipio del Caribe colombiano, por cuenta de los posibles problemas que la altura de Bogotá podría acarrear en la salud de Rodríguez. “Parte de mi tarea, ahora como ministro, a admirado Silvio, es proponer espacios colectivos que signifiquen nuestras vivencias atávicas y nos permitan, a través de los símbolos, creer que es posible derrotar el miedo y la pura y abrazar la esperanza de una sociedad que pueda superar la idea de venganza”, continúa la carta. ¿Cuándo fue la última vez que vino Silvio Rodríguez a Colombia?Silvio Rodríguez, uno de los mayores exponentes de la canción social y la Nueva Trova cubana, no viene a Colombia desde julio de 2010, cuando realizó una presentación en Medellín, como parte del Tercer Congreso Iberoamericano de Cultura. En esa jornada, Rodríguez compartió escenario con otros cantautores como Jorge Drexler, León Gieco, Fito Páez, el Quinteto Suárez Paz, Susana Baca, Rosario, Antonio Carmona, Zoe, Rodolfo Mederos, Aterciopelados y Alfredo Gutiérrez.En Bogotá, fue una estancia de tres días en 1995, que lo tuvo por universidades, teatros y centros culturales. En mayo de 1993, tuvo una gira llamada ‘Canciones urgentes 93′ que lo llevo por Medellín, Cali y la capital colombiana. A sus 77 años, es considerado como el mejor cantante folklórico de Cuba y posiblemente uno de los mejores cantautores de América Latina.Conocido por sus letras intelectuales, altamente elocuentes y simbólicas, sus canciones son elementos icónicos de la cultura popular latinoamericana de izquierda. Ojalá, Playa Girón, Unicornio, Sueño con Serpientes, Vamos a andar o La maza son algunas de sus canciones más conocidas. Rodríguez es un símbolo de la izquierda latinoamericana. Silvio Rodríguez es considerado líder de la Nueva Trova Cubana, movimiento conocido por sus letras, que intentaban escapar de las banalidades de la vida concentrándose en el socialismo, la injusticia, el sexismo, el colonialismo y el racismo.
(Sobre)vivimos otra edición del Festival Estéreo Picnic 2024 que, en términos generales, suplió y sobrepasó las expectativas del cambio del venue y de un cartel que parecía anacrónico.Las mudanzas traen consigo una lista de pendientes que se van ajustando con el tiempo, adecuarse a un lugar nunca es fácil. Sin embargo, como un mueble viejo que se rehusa a botar, el acoso nos persigue sin importar a qué casa nos pasemos. Y, peor aún, nos persigue el arquetipo de la “victima perfecta” a donde sea que vayamos.Cada año se habla de paridad de género en el cartel, se incorporan organizaciones (como la Secretaría de la Mujer o la Línea Púrpura trabajando de la mano con Échele Cabeza) y se repite el estribillo de que el espacio en el que estamos es seguro para nosotras. Pero la realidad es diferente.Si bien hay rutas de acción que antes no estaban claras antes, la ejecución sigue siendo insuficiente. El tercer día del Festival Estéreo Picnic 2024 un grupo de mujeres que estaba disfrutando del concierto de Feid fueron acosadas por un hombre que consumió sustancias de forma irresponsable.Vamos por partes para entender lo problemático de lo sucedido, además de lo obvio.Aunque la entrada de sustancias psicoactivas esté, en teoría, prohibida en este tipo de festivales, el consumo es un hecho y por eso están organizaciones como Échele Cabeza que buscar proteger al consumidor y cuidar de él.¿Quién cuida de nosotras?Si les parece que jodemos con el enfoque de género no es de gratis. Los espacios sin este son peligrosos para nosotras e incluso los que están intentando tenerlo, en el proceso de prueba y error, resultan violentos.La gestión de riesgos y los protocolos de cuidado de los consumidores siempre van a estar cojos si quienes consumimos, las instituciones y los organizadores no entienden que las mujeres somos agredidas por ser mujeres y es un hecho que debe ser considerado y priorizado en la creación de protocolos y/o rutas de acción.El caso de las mujeres que fueron acosadas por un hombre intoxicado nos plantea más preguntas que respuestas. ¿Cómo garantizar un espacio de consumo responsable que al mismo tiempo sea seguro para nosotras? ¿Qué rutas de acción existen para este tipo de situaciones y cómo se ejecutan? ¿Por qué esperan empatía de nuestra parte cuando nadie la tiene con nosotras?En el comunicado publicado en Twitter, y ahora eliminado por partes, desde la cuenta de Échele Cabeza, precisan sobre lo ocurrido y hacen un llamado a la empatía con el hombre que consumió de más, se desnudó, persiguió mujeres y las orinó.Claro, que dentro de los acuerdos sociales tácitos que como consumidores de sustancias tenemos, está (o debería) la empatía con el malviajado o con el que se le fue la mano. Pero la balanza de la empatía no se puede poner en la misma escala de valores que la del acoso.Pasamos a diario suficientes situaciones para saber, incluso corporalmente, cuando estamos en peligro. Para nosotras no es un caso aislado, es nuestro día a día.En el FEP fue un hombre que consumió de más, en la calle es un desconocido y en las fiestas puede ser un amigo.En un mundo ideal podríamos repartir empatía para los dos lados, pero vivimos en una sociedad twittera que al mismo tiempo que exige pruebas, también juzga a las mujeres por grabar a un hombre “en estado de inconsciencia”.Y volvamos a esto por un momento. Los hombres nos acosan en cualquier estado de consciencia y nosotras nos tenemos que defender en todos, porque nadie nos garantiza espacios totalmente seguros.Para las mujeres acosadas las rutas de acción tomadas por el equipo de logística del festival fueron insuficientes, para la logística y para Échele Cabeza fueron las necesarias para cuidar, principalmente, de la persona que estaba intoxicada.La decisión de la organización de eliminar algunos de los tweets que hacían parte del comunicado, dan cuenta de que es una conversación que en muchas ocasiones termina siendo unidireccional. La discusión no puede excluir las experiencias de las mujeres que han sido violentadas y no pueden existir rutas de acción claras sin entender lo que estas situaciones significan para nosotras, como consumidoras y como asistentes a eventos de música.Si bien este caso en particular agitó conversaciones necesarias sobre el consumo responsable de sustancias también puso sobre la mesa que aunque la logística del festival parece estar tomando una forma ya clara, no va a estar completa hasta que no se plantee desde un enfoque por y para las mujeres.El consumo de sustancias psicoactivas y la logística del festivalPor Daniela TrujilloDurante la presentación de FEID, en el escenario Jhonny Walker, un hombre completamente desnudo, quien se encontraba en un estado muy alterado debido al consumo, se estimuló frente a varias de nosotras y luego, posterior a ello, procedió a orinarnos. Otras mujeres que se encontraban ahí, en otras ubicaciones, denunciaron a través de X e Instagram que este hombre las persiguió o las golpeó. La logística tardó en reaccionar, junto con la policía, quienes no tenían claros a los pasos a seguir. Su respuesta tras lo que nos había sucedido fue que “no podían hacer nada porque estaba drogado” y se quedaron un buen rato detrás del sujeto mientras él se movía libremente por el lugar. Después de que sus compañeros pidieran que no lo sacaran del parque, pues él no sabía lo que estaba haciendo.Es necesario decir que no fue el único caso, pues tras haber realizado la denuncia pública, más mujeres se quejaron de que en otros lugares del parque, otros hombres alcoholizados, también habían ejercido acoso hacia ellas.Si bien a la mañana siguiente el equipo de festival se comunicó conmigo y también lo hizo la Secretaría de la Mujer, junto a la Línea púrpura, quienes me dijeron que el hombre, de nacionalidad francesa, fue trasladado al espacio de Échale Cabeza para ser sedado y sacado en ambulancia.Considero necesario que esta experiencia sea un llamado no solo a la rápida acción, pues gran parte de lo sucedido pudo haber sido evitado, teniendo en cuenta que este sujeto estuvo corriendo a través del escenario durante al menos diez minutos antes de que llegara el 911, sino también al consumo responsable.Gran parte de los comentarios que recibí decían que este evento poco o nada tenía que ver con una sesgo de género, puesto que solo era una persona en un estado vulnerable y aunque esto último es cierto y concuerdo con que necesitaba ayuda urgente, las personas afectadas fueron directamente mujeres. Queda entonces el sinsabor de que el estado de desinhibición de muchos es una justificación para ejercer acciones violentas contra otros y que esto, a los ojos de algunas personas, sigue siendo normal.Sí, la logística debe tener una mejor capacitación, eso es un hecho, pero que este proceso de formación respecto a cómo debemos vivir los festivales también sea para los asistentes.