Aunque el primer disco homónimo de The Ramones no fue un éxito comercial, sí se convirtió en un álbum determinante para la historia del punk y todo el rock. Es uno de los mejores discos de la historia según Rolling Stone y Spin lo ubicó entre sus 50 discos esenciales para el rock.En una época en la que bandas como Queen y Rush buscaban ser cada vez más espectaculares, The Ramones le apostó a volver a lo básico: voz, batería, guitarra y bajo sin tanto artilugio. Una fórmula sencilla que resultó refrescante y diferente a todo lo que estaba sucediendo en el momento.Lejos de la pose de rockstars, los Ramones cantaban sobre ser inadaptados, y era algo creíble, porque efectivamente lo eran. Con influencias de The Beatles y los años 60 las películas de terror y hasta el nazismo, la banda neoyorquina creó un sello propio que los acompañó durante varias décadas y muchos quisieron emular. A propósito del aniversario 45 de su primer disco homónimo, algunos datos curiosos sobre él.El disco fue grabado en 7 días y costó apenas 6.400 dólares. Si bien no tenían mucha plata para que la grabación durara más tiempo, tampoco lo necesitaban.Con un minuto y 39 segundos, la canción Judy Is A Punk es la más corta del disco.Blitzkrieg Bop y I Wanna Be Your Boyfriend fueron los 2 sencillos del disco. Ninguno de los 2 tuvo éxito en su momento, pero hoy son 2 de las canciones más recordadas de la banda.El proceso de grabación fue una exageración deliberada de las técnicas de grabación de The Beatles en los 60.The Beatles fue gran influencia para la banda. En 1964 la banda le pagó a un fotógrafo para unas fotos como las de la portada del álbum Meet The Beatles!. El grupo pagó cerca de 2.000 dólares y no quedó satisfecho con el resultado.La icónica foto de portada fue tomada por la fotógrafa Roberta Bayley y a la disquera le costó 125 dólares. Nada mal para una de las fotos más conocidas del rock.Animal Hop era el nombre original de Blitzkrieg Bop. El título es una referencia a blitzkrieg, una táctica alemana de la Segunda Guerra Mundial que significa “guerra relámpago”.La canción fue inspirada en la exitosa película de 1974 The Texas Chain Saw Massacre (Masacre en Texas).Mickey Leigh, hermano de Joey Ramone, hizo algunas voces para el disco. No quiso aparecer en los créditos pues no quería que hubiera confusión sobre los integrantes de la banda.Today Your Love, Tomorrow the World habla sobre un miembro de las juventudes hitlerianas. A Seymour Stein, de la disquera Sire Records, le pareció que era ofensiva, (la letra original decía “soy un nazi, sí, lo soy”).
Aunque cuando hablamos de punk, siempre pensamos en bandas como The Clash o Sex Pistols, también hubo grandes exponentes femeninas en este género. Una de ellas fue Poly Styrene, vocalista de la banda X-Ray Spex, a quienes muchos recuerdan como una figura clave en el punk británico. El pasado 5 de marzo se estrenó el documental I am a Cliché, codirigido por su hija Celeste, quien se ha encargado de recopilar las historias de su vida y mantener vivo su legado como pionera en un estilo musical dominado por hombres. Marianne Elliot-Said, su nombre real, nació en Bromey, el 3 de julio de 1957. Su estilo inusual y ecléctico la hizo destacar en la escena de la época. De ascendencia somalí, fue una de las primeras mujeres de color en liderar una banda de punk. Oh Bondage Up Yours! fue la canción más conocida de la banda, que empezaba con el mensaje “Algunos creen que las niñas deberían ser vistas, pero no escuchadas”. Germ Free Adolescents (1978) fue su primer y único álbum. “He dicho que no soy un símbolo sexual, y si alguien intenta convertirme en uno me afeitaría la cabeza al día siguiente”, dijo alguna vez. Inspirada por Sex Pistols, empezó la banda a los 15 años, y, según cuenta su hija en varias entrevistas, sentía que tenía cosas importantes que decir, pero no era tomada en serio, por ser de clase trabajadora y no haber terminado el colegio. En sus canciones hacía comentarios sobre a sociedad en que vivíamos. “Hice un comentario de la sociedad como la veía, y en ese momento pensé que se estaba haciendo muy plástica. La mayoría de canciones para mujeres eran muy románticas y yo quería escribir sobre otras cosas, así que escribí sobre ingeniería genética”, dijo Poly, citada por The Guardian. "Muchos de los temas sobre los que ella escribía a finales de los 70 como la cultura del consumidor, identidad, política de género, romance posmoderno, etcétera, son temas que están más vigentes que nunca. Es hasta ahora que la gente está empezando a apreciar las barreras que rompió en ese momento, al ser la primera mujer de color en liderar una banda de rock", explica Celeste. “No era sexy en la manera en la que la cultura pop de la época decía lo que era ser sexy. Al ser convencionalmente sexy, se hizo más atractiva e interesante (…) Fue una forma revolucionaria en la forma en a que se presentaban las mujeres en esa época”, declaró para la BBC el músico y periodista John Robb. La voz de Poly era descrita como “efervescentemente discordante”. Su look de "machorra" nació una noche en la que comparti´o escenario con Dana Gillespie y unos tipos gritaron "Que los saquen, que los saquen". "Ella estaba vestida solo con unos jeans. Como yo, ella tenía senos grandes naturales y pensé "n quiero nada de eso, así que me cubrí. Quería competir con los hombres a su mismo nivel", dijo Poly. Poly fue diagnosticada con trastorno bipolar. Lanzó un disco solista en 1980 y luego se retiró de la música para unirse a los Hare Krishnas. ”Creo que realmente no estaba lista para afrontar las realidad de estar en el ojo público”, dijo su hija a la BBC. A finales de los 90 X-Ray Spex volvió a unirse para un nuevo álbum y tuvieron algunas reuniones ocasionales años después. Marianne falleció a causa de cáncer en 2011 y, gracias a su hija, podemos apreciar las luchas de una pionera de la música que es más relevante que nunca.
Aunque Navidad y niños no sean lo primero que pensemos cuando escuchamos sobre Sex Pistols, precisamente esos fueron 2 elementos clave de su última presentación en el Reino Unido, a favor de los hijos de mineros y bomberos en huelga, en Huddersfield. Semanas después, la icónica banda de punk se embarcaría para Estados Unidos en la que sería su primera y última gira en ese país.Cuatro décadas con 'Never mind the bollocks' de Sex Pistols.En ese momento, los Pistols ya habían dicho groserías en televisión nacional y su canción God Save The Queen estaba censurada en todas partes. No eran precisamente una banda que muchos soñaran con contratar en ese momento. Por eso, su concierto benéfico generó mucha atención.En aquel concierto, John Lydon (mejor conocido como Johnny Rotten, líder de la banda), repartió discos, camisetas y afiches. Había un gran pastel con el nombre de la banda, y en un momento de la noche se desató una guerra de comida, apoyada por los miembros del grupo, por supuesto. “Fue fantástico, una gran recompensa”. Uno de mis conciertos favoritos de todos los tiempos”, así recordó el evento Lyndon en una entrevista posterior. El grupo interpretó cerca de 6 canciones, una de las cuales fue Bodies, sobre un aborto, y con bastantes malas palabras. Apenas para el público infantil. “(Los niños) estaban muertos de la risa. No tuvieron la reacción chocante de “¿Cómo se atreven?”. Los adultos traen sus propias mentes sucias a la cosa. No lo perciben como lo hace un niño”, agregó Lydon.El realizador Julian Temple grabó todo y en 2013 se emitieron algunos fragmentos en la televisión británica. “De alguna manera, los Pistols son lo único que se ve conectado con la actualidad. El resto parece de alguna manera del periodo victoriano, mientras que los Pistols se sienten más modernos, conscientes de lo que estaba sucediendo”, declaró Temple en entrevista con The Guardian sobre sus imágenes. Meses luego del inolvidable show, la banda asistiría a su caótica gira en Estados Unidos y poco más de un año después, el 2 de febrero de 1979, ocurriría el fallecimiento de su bajista, Sid Vicious. Sin duda, ese último concierto en el Reino Unido es de esos eventos inolvidables que rara vez se repiten en la cultura pop. Larga vida al punk.
Aunque fueron artistas negros como Chuck Berry y Little Richard quienes crearon las bases del rock and roll, buena parte de los nombres más recordados en este género son de artistas blancos. En los 70, era más frecuente que los músicos negros hicieran disco o funk. Por eso, la aparición de una banda como Pure Hell, con integrantes afro, sin duda llamó la atención. Si bien fueron un nombre destacado en la escena de Nueva York durante varios años, se quedó por fuera en muchos registros históricos sobre punk. Para unos pocos es recordada como la primera banda punk negra pero, desafortunadamente, no obtuvo el crédito que merecía. Nueve álbumes esenciales del punk de esta década (2010-2020) Pure Hell nació en Philadelphia en 1974. Su discografía se limita al sencillo These Boots Are Made For Walking, cover de la canción de Nancy Sinatra con el mismo nombre, y su álbum Noise Addiction. La banda era agresiva, provocadora y llena de ira. Fue telonera en un show de Sid Vicious en el icónico Max’s Kansas City, en 1978. La banda también tuvo una gira en Inglaterra, y apareció en una edición de 1978 de la revista Music Maker. Estuvo activa hasta 1980. Su primer sencillo fue lanzado en 1978. George Boles, su bajista, afirmó que las disqueras querían que hicieran algo más bailable, solo porque eran negros. Luego de que sus integrantes no accedieron a cambiar su sonido por un contrato discográfico, su manager Curtis Knight “secuestró” todo su material durante varias décadas y el disco solo se dio a conocer en 2006. Cuando fue publicado el disco, tuvo a varios fieles fans: “Si el álbum hubiera salido cuando lo hicieron, habría sido muy relevante”, según declaró Henry Rollins, de Black Flag. Luego de que su trabajo fuera reconocido, volvieron a unirse algunos cuantos shows. Aunque Bad Brains suele ser recordada como la primera banda negra de punk, sin duda logró cosechar algo de lo sembrado por Pure Hell. En entrevista con Dazed, Boles dijo: “Fuimos la primera banda de punk negra en el mundo. Fuimos quienes pagamos por ello, fuimos quienes rompimos puertas. Genuinamente fuimos los primeros y aún no obtenemos crédito por ello".
Trabajando con herramientas que fácilmente tienen 100 años de historia, Cristián gesta sobre su estómago zapatos, como si se tratara de engendrar hijos. Y es que un zapato se construye sobre el abdomen, como un bebé. O al menos eso decía uno de sus referentes, el zapatero Norman Vilalta. Para personas como él, o como Cristián, incubar un par de botas implica tiempo y paciencia. Dos componentes subversivos en un mundo acostumbrado, desde los ochenta, a la pronta moda. Un segmento caracterizado por la rapidez, la baja calidad y los trabajadores con condiciones precarias. Por Adela Cardona Puerta - @adelafajury Fotos: Alejandro Gómez // Video: gioramirez15 La revolución de Cristián está en su oficio como zapatero artesanal, en su manera propia de hacer, que resuena con las palabras de la banda Conflict: “el punk se trata de hacer tus propias reglas, de hacer lo tuyo”. Una sublevación contra el sistema que va mucho más allá de las botas Boover por las que se le reconoce y que hacen parte de su vida pasada como miembro activo de la escena punk bogotana. Ahora va a contracorriente creando zapatos a medida, con su padre, y enseñándole a su hijo un quehacer excepcional. Son tres generaciones dedicadas a revivir un arte en extinción, en un rincón del barrio La Cabaña, contra todo pronóstico. La revolución se hace a medida y con las propias manos Una de las características de la estética punk es el llamado do it yourself (hazlo tú mismo). Bajo ese principio funciona la Zapatera La Libertad: son Cristián, su viejo y su hijo quienes hacen los zapatos con sus propias manos, de principio a fin. No hay cadena fordista de operarios que solo han aprendido a hacer una parte del proceso. Son dos aspirantes y un artista zapatero quienes se la meten toda a hacer un par de botas. A punta de cuchillos, pedazos de vidrio, hueso, una Singer y, ante todo, tiempo. Cuenta Cristián, y lo compara con el tiempo que puede implicar hacer un zapato que apenas está cementado, pegado con tachuelas, y hecho con una suela prefabricada que asemeja haber sido cosida para pretender ser “hecha a mano” pero no lo es. “Para fabricar un zapato así se gasta un día y si es de imitación cuero te puede durar, si mucho, por ahí seis meses”. Para él, debería haber una forma de diferenciar entre quienes hacen las cosas como ellos y quiénes la hacen de otra. “Una suerte de etiqueta que verdaderamente certifique que estás caminando sobre unos zapatos hechos por un artesano, que te diga si son hechos 100% a mano o con una máquina manejada por un operario, o con tal técnica automática”. Una manera de proteger lo valioso del oficio y proteger al consumidor también de la publicidad engañosa. Y es que notar que algo será durable, que está hecho a mano o de manera artesanal no es fácil para el ojo poco entrenado de un consumidor de a pie: por fuera todo se ve igual. El secreto está en el proceso, en la estructura, en los materiales y —antes que nada— en la experticia del artesano. En su taller, por ejemplo, Cristián y Luis elaboran piezas teniendo en cuenta la especificidad de cada pie. Porque el largo de un pie puede ser parecido al de otra persona, pero el empeine puede ser más alto o más bajo, la medida plantar distinta o uno puede tener pie plano u otro no. Por eso, en La Libertad se tiene en cuenta cada centímetro del pie, cada juanete, para luego escupirlo. Así describe Cristián el proceso: “Toca coger un tronco de madera y fabricar la horma en madera, con las indicaciones de tu pie. De ahí se sacan los moldes, para después de encintar la horma. Luego cojo los patrones, elijo el cuero: miro para donde tiene que estirar, para que el corte le dé bien a la horma. Después pongo el cuero a guarnecer, es decir, coger las piezas de cuero y unirlas. Luego de eso, viene lo complicado: fabricar la plantilla. Se necesita de agua, cuchillos y sol. Se remoja en agua, se pone en la horma, se apunta para que coja la forma de la horma. Y al otro día se empieza a figurar, que es darle la forma a ese pedazo de cuero: se empieza a tallar a mano, para darle una especie de canales por dónde va a venir cada hueco. Luego se usa el cáñamo o lino importado y se encera con ceras y aceites vegetales. Esto se hace para que se impermeabilice y no se pudra. Solo haciendo ese hilo me gasto un día. Cuando ya está terminado, se empalma el cerco a mano cosiéndolo. A continuación, se rellena de corcho y se le pone el cambrión —que hace que el zapato tenga altura, mantenga su forma, y no se desparrame para los lados o se quiebre–. Es como un edificio con sus vigas metálicas. Luego se rellena con cuero y queda una suela que no es prefabricada”. Es un proceso que muy pocas personas en el país saben hacer en la actualidad. “No hay mucha gente que tenga interés en aprender el arte de la zapatería, porque lo que busca la mayoría es una manera de ganar dinero. Y en la zapatería no se puede. Hace treinta o cuarenta años se podía. Ahora un par de zapatos no pasa de 40 o 50 mil pesos”, dice Luis. “Por eso la gente que hace un zapato a mano ya no existe tampoco. Somos personas en vía de extinción las que sabemos hacer un zapato entero. Los amigos que sabían se han ido muriendo y no dejaron como herencia a sus hijos este oficio. La mayoría de estos zapateros antiguos le dieron estudio para salir adelante porque vivieron este arte, que para mí es el más bonito del mundo, como algo horrible”. Su hijo, Cristián, a pesar de que quiso en algún momento ser maestro de Ciencias Sociales o Historia, hoy considera que el oficio es más importante que tener un título: “la mayoría de personas piensan que estudiar en una universidad lo es todo, que con eso cogieron el cielo a dos manos y ya van a tener una estabilidad económica. Y uno sí debe tener una carrera, pero también debe tener un oficio. Y lo digo porque viajé por varios países de Latinoamérica y un zapatero se necesita acá o en Cafarnaún”. Por eso a su hijo le enseña desde pequeño de dónde sale la plata de su papá: “para que le sirva para viajar y para no tener que rendirle cuentas a ningún patrón”, dice. Ese es justamente uno de los problemas que Cristián quiere solucionar. “En abastos, los que han dado su trabajo son campesinos y los que tienen prestigio son los de Abastos. Lo mismo pasa en el gremio de los zapateros: el que tiene prestigio es el dueño de la fábrica o las marcas, no los que se cortaron las manos y dejaron de estar con sus hijos por dejarle dinero a otro. Lo que queremos con mi viejo es que las personas fabriquen sus propios zapatos y que se valore su trabajo. No que vengan personas que pretendan pagar 50 mil pesos por un trabajo que mi papá hace de alta calidad”. Su papá lleva 43 años en la zapatería. Fue el único ayudante de su hermano desde que tenía 13 años, trabajó como obrero para una empresa que fabricaba zapatos ortopédicos y tuvo una fábrica en la que trabajaron hasta 60 empleados. Fue allí donde le enseñó a Cristián a montar ojaletes y cargar el cuero desde que tenía 9 años. Luego todo se vino abajo. Las condiciones cambiaron: la importación extranjera sin protección del Estado, la entrada de materiales sintéticos baratos y la exportación del buen cuero colombiano al exterior hicieron que su trabajo fuese demasiado caro para el mercado. Reparaciones para una vida digna Años después de que su padre cerrara el negocio, Cristián le propuso que volvieran a trabajar como antes: a mano, a medida y con cuero colombiano. “Nosotros usamos cuero colombiano porque lo que queremos es fabricar con material bueno, servirle a las personas que curten cuero. Para que el dinero se quede acá en Colombia yo le compro al curtidor y él le compra al carpintero que fabrica mesas”, cuenta. Para él esa es la razón de ser del dinero. No es acumularlo para comprar casas o carros —como dicta nuestro capitalismo—, sino para distribuirlo, usarlo para ayudar y compartir. Esto pretende hacer cuando logre recoger lo suficiente para enseñarles a madres cabeza de familia de barrios periféricos cómo reparar zapatos, para que tengan una forma de ganar dinero mientras están con sus hijos. “Quiero que puedan trabajar en un taller de reparación con el conocimiento completo, no como en la mayoría de las remontadoras, atendidas por personas que llegaron de asalto, que dejan las cosas mal hechas”, explica. Cristián no se ve como el soñador burgués que se realiza con casa, carro y beca. Sueña con una parcela a las afueras y la zapatería le permitirá hacerlo en algunos años. Pero no quiere que solo se lo permita a él. Por eso es elemental la labor que desempeña como maestro, ya no de ciencias sociales, sino de su oficio, para que este perdure y perduren también las historias de las personas que lo practican. El punk no ha muerto Las botas, el símbolo de cercanía con los movimientos obreros que utilizaron los punks, los skinheads o los rudeboys en sus orígenes en Reino Unido, en la Zapatera La Libertad suponen también un acto anárquico. Una decisión consciente de apostarle a la experticia que cargan tres pares de manos que, puntada tras puntada, y aunque alejados del movimiento, viven el punk. O al menos el ímpetu de resistencia que le caracterizaba. www.shock.co
El 22 de agosto de 1995 llegó a la tiendas el tercer álbum de Rancid, uno de los grandes artefactos del boom punk rocker de los noventa. A propósito de su 25º aniversario, conversamos con Carlos Botero (Nueve Once), Sebastián Regino (Johnie All Stars), Mauricio Restrepo (Ácido Folklórico), Guillermo García (Mojiganga) y Alejandro Arango (Popcorn) para explorar su trascendencia en la escena paisa. Por William Martínez Hace 25 años, en agosto de 1995, Rancid presentó un mundo lleno de posibilidades que estaba ahí, pero desconocíamos. Nunca antes el punk rock y el ska producidos en Londres en los setenta se habían fundido con el rockabilly, el pop y el punk melódico en una sola pieza. …And Out Come the Wolves no tuvo un éxito comercial arrollador –se quedó en el puesto 45 del Billboard–, pero en pocos meses desató una sacudida planetaria que marcó a quienes se instruyeron en las enseñanzas del punk 77 y el punk californiano. Este disco consolidó a Rancid como uno de los grandes de la escena noventera y les impuso un techo que, cinco álbumes de estudio más tarde, no han podido superar. …And Out Come the Wolves es un álbum de contrastes. Suena alegre, fiestero, entrañable, pero sus letras son puro desahogo, puro desarraigo, las vivencias de un proscrito. Tim Armstrong, el vocalista, localiza las historias de este disco en calles, plazas públicas y esquinas que atravesaron su juventud. ¿De dónde salió la idea renovadora de narrar aventuras a pérdida y no lanzar panfletos a la cara, como solía hacerlo el punk tradicional? Salió de Basketball Diaries (1978), un libro que compila los diarios que Jim Carroll escribió entre los 12 y los 16 años. Jim Carroll fue una promesa del basket en la secundaria, que se enganchó a la heroína a los 13 y se convirtió en poeta maldito. Poeta de la tradición de Rimbaud y Burroughs, punk rocker y chapero que ejercía en la calle 53 con tercera de Nueva York, la misma esquina a la que le cantaba los Ramones en 1976. En medio del 25º aniversario de …And Out Come the Wolves, me pregunté cómo este clásico ha impactado la escena punk rock de Medellín. Para saberlo, conversé con Carlos Botero (Nueve Once), Sebastián Regino (Johnie All Stars), Mauricio Restrepo (Ácido Folklórico), Guillermo García (Mojiganga) y Alejandro Arango (Popcorn). Esta es la historia, en el fondo, de cómo el punk californiano invadió la psique de un combo de adolescentes colombianos que luego conformarían algunas de las bandas icónicas del género en el país. Carlos Botero, bajo en Nueve Once “Cuando salió …And Out Come the Wolves, yo tenía 13 años y cursaba séptimo de bachillerato en un colegio católico. Me la pasaba con un combito de parceros volándonos a los conciertos de punk que había en diferentes puntos de Medellín. Vimos a Peste, I.R.A., L.M.P., Fértil Miseria, entre otros referentes en la escena nacional. Tenía un compañero —Monsalve, solo recuerdo su apellido— que viajaba muy seguido a Los Ángeles y a San Francisco en aquella época. Siempre llegaba cargado de discos y cassettes originales. Cuidaba su música con mucho recelo, para que no lo ‘caspiaran’. Una vez me prestó el álbum por el que comencé a escudriñar e investigar el punk californiano: Liberal Animation (1988) de NOFX. Eso pasó en 1993; tenía 11 años. En 1994, pedí de cumpleaños White Trash, Two Heebs and a Bean (1992), también de NOFX. A partir de ese momento me incliné definitivamente por el punk de ese lado del mundo. Al ...And Out Come the Wolves llegué en 1996, intercambiando música con mis parceritos (‘Chaka’, ‘Coco’, ‘La Palma’, ‘El Loro’, ‘Pollo’, Aguilar, Grajales…solo por mencionar algunos con los que mentengo el contacto). Me impactó mucho. Es de esos álbumes que no tienen ‘presa mala’. De los que uno no puede cambiar la canción que suena en el momento. Es un disco más pop para el sonido de Rancid y sentí que mucha gente se identificaba con sus temáticas. Soy uno de los muchos torpes que ha intentado tocar el bajo de Maxwell Murder (tema que abre el álbum), que cuando pruebo sonido se me escapan notas de Journey To The End Of The East Bay (tema 11 del álbum), o que ha gritado como un hijueputa cuando suena Roots Radicals (tercer tema). De las 19 canciones que componen el álbum, tengo una historia o un recuerdo. Musicalmente, me ha infuenciado la manera de Rancid de transmitir sus mensajes. Clara y cruda. Música de individuos reales. Nada fake. Eso es algo que puedes percibir en Nueve Once, mi banda. Nuestra música y letras no fingen. Es la manera que encontramos de narrar honestamente nuestras propias vidas”. Sebastián Regino, voz en Johnie All Stars “En 1995, yo tenía 14 años y absorbía como esponja la música que estaba saliendo. Crecí escuchando Guns N’ Roses, Metallica y Poison, influenciado por mi hermano mayor. En la adolescencia, gracias a la banda sonora de Rodrigo D No Futuro, empecé a escuchar mucho punk medallo. En agosto del 95, cuando cantaba en mi primera banda, Cascos Azules, salió …And Out Come the Wolves y me enloqueció. Llegó en un momento en el que estaba rompiendo ese esquema de que el punk solo son tres acordes y pensé: ‘Parce, esto es exactamente lo que me gustaría tocar en algún momento’. Los dos guitarristas de Cascos Azules montaron Johnie All Stars, mi banda, en 1997. Nosotros decíamos: qué chimba hacer una banda que suene como el …And Out Come the Wolves de Rancid y el Punk in Drublic (1994) de NOFX. Recuerdo que Camilo, nuestro bajista, afinaba en los ensayos con Journey To The End Of The East Bay (tema número 11 del álbum). De hecho, él se aprendió todos los bajos del disco en una época en la que era muy difícil que uno, de adolescente, se sentara con juicio a aprenderse canciones. Ese juego de voces de Rancid también inspiraron a Johnie. Las voces de esos manes no son hermosas ni melódicas, sino que son fuertes y marcan unas melodías. Me marcaron por completo porque yo no tengo una voz prodigiosa. Con mi voz rasgada trato de marcar unas melodías, y eso se lo debo a …And Out Come the Wolves. Este es un disco muy vivencial y, si vos me preguntás cuál es su gran secreto, creo que es ese: contar 19 historias honestas. Y esa también es su gran enseñanza: la música es, antes que nada, honestidad. Al venir de una escuela de bandas muy contestarias, que te tiran un mensaje en la cara, me resultó muy extraño descubrir que estos manes seguían siendo contestarios pero de otra manera: contando historias. Cómo no sentirse identificado si en ese momento la vida era callejear con mis amigos escuchando música y huir de lugares incómodos. Yo tengo tatuada la portada del álbum en mi antebrazo. La razón es muy simple: ese disco ha sido la banda sonora de muchos de los mejores momentos de mi vida. Desde los 14 años hasta hoy, que tengo 39, no he parado de escucharlo. Todas las semanas escucho mínimo dos himnos”. Mauricio Restrepo, voz en Ácido Folklórico “En la época en que salió …And Out Come the Wolves, yo solía reunirme con mis amigos para hacer ‘cócteles musicales’ y así conocer el material que cada uno había logrado conseguir en cualquier formato. Era mediados de 1995 y yo llevaba un año con mi primera banda, Ácido Folklórico, que mezclaba un punk medallo crudo con el skate punk californiano que nos impactó a todos y nos ha influenciado hasta hoy. Escuchaba bandas como I.R.A., La Pestilencia, NOFX, Pennywise y Biohazard. Ese gran interés que me despertaron el punk y el hardcore me llevaron luego a montar grupos como Reacción en Cadena, Los Gargajos, Los Crespos y Ahora o Nunca. Descubrí …And Out Come the Wolves por una revista de skate en la que anunciaban lanzamientos de discos de skate punk noventero y decidí encargarlo por catálogo a Estados Unidos, como se hacía antes. Me impactó ese sonido tan contundente de principio a fin. Hay discos en los que simplemente pasas a otra canción buscando hits, no es el caso de …And Out Come the Wolves. Todos sus temas son himnos. Esa mezcla refrescante y sin radicalismos de ska, reaggae y punk terminó uniendo escenas. Este álbum, además, mostró a Ácido Folklórico que las notas y las melodías armónicas también pueden funcionar para expresar inconformismos y pensamientos alternativos a lo establecido por el sistema. Hace cinco años tuve la fortuna de disfrutar, junto con mis amigos ‘Kipito’ y ‘Pelusa’, el aniversario 20 de este disco en el Riot Fest, realizado en Chicago. Cantamos y bailamos las canciones en el orden exacto del disco. Un regalo tremendo para nosotros, pues no habíamos tenido la oportunidad de verlos en vivo”. Guillermo García, voz y guitarra en Mojiganga “Rancid era muy conocido entre mi grupo de amigos por Let’s Go (1994), su segundo álbum. Nosotos conocimos …And Out Come the Wolves de a pocos, con las canciones que ponían en Radioacktiva. Solo hasta mediados del 96, todos logramos tener el álbum grabado en cassette. No queríamos escuchar otra banda que no fuera Rancid. Lo que más recuerdo de ese disco es su diversidad. Mientras los discos anteriores de la banda sonaban más punkeros y hardcoreros, más crudos, …And Out Come the Wolves incorporó el ska por primera vez. Para nosotros, escuchar a Rancid tocando ska y haciéndolo tan bien fue muy chimba, pues era lo que tocábamos en Mojiganga. Durante mucho tiempo tocamos en los ensayos Roots Radicals (tercer tema del álbum). Una banda de Los Ángeles llamada Unión 13 hacía un cover en español de esa canción y nosotros la tocábamos. También te puedo decir que la canción A mis amigos de Mojiganga está directamente influenciada por …And Out Come the Wolves. Es más, en Señalados (1999), nuestro tercer álbum, queríamos hacer canciones estilo Rancid: punk rock de tres o cuatro acordes, simple en armonías, con bajos elaborados y un montón de contenido en las letras. Nos importaba más lo que teníamos para decir que la virtuosidad técnica. Gracias a videos de canciones como Time Bomb (cuarto tema del álbum) y Ruby Soho (noveno), transmitidos por MTV, muchos vieron por primera vez en televisión manes con cresta, el pelo pintado, chaquetas de cuero y pantalones rotos. Yo sentía que por fin estábamos bien representados en televisión. Cuando apenas me había mudado a Estados Unidos y me radiqué en Nueva York, escuchaba mucho Olympia Wa (quinto tema del álbum) para esperar el metro. Me daba mucha moral para seguir guerreándola en un país desconocido. Ahora, que vivo en San Francisco, California, recorro las mismas calles que ellos mencionan en el disco. Algo que nunca imaginé. Creo que Rancid es mi banda favorita porque siempre, a pesar de donde sea que esté, vuelvo a ellos”. Alejandro Arango, voz y guitarra en Popcorn “En el 95, estaba viviendo mi primera exploración musical con Estado Legal, mi primera banda, que estaba muy influenciada por el punk melódico californiano. Rancid, obviamente, era una de nuestras influencias. Queríamos emular elementos de su sonido tan único. …And Out Come the Wolves fue muy importante para mí. Lo encontré en una tienda de discos del Centro Comercial El Diamante, en Medellín. Me llamó la atención la portada, por su referencia al primer EP de Minor Threat. Pedí que me dejaran escuchar el disco, me puse los audífonos, me voló la cabeza de inmediato y lo tuve que comprar. Se notaba la evolución musical y la propuesta estaba más que clara. Para mí, ese disco tiene un balance perfecto entre lo que es el rock, el punk y el ska. También tiene una energía especial. Suena a positivismo y, al mismo tiempo, a desahogo. Tiene fuerza y, al mismo tiempo, alegría, sin irse al lado de la rabia. Más que el sonido de Rancid, a mí me marcó su personalidad y su atrevimiento a despejar la ecuación. La música de Popcorn y la de Lelo suelen tener matices más suaves y melódicos, no tan fiesteros como Rancid, pero ellos tienen una irreverencia explícita en su música y en su estética que hemos explorado cuando nos salimos de lo pop. …And Out Come the Wolves es, sin duda, un disco adelantado a su época”.
¿Qué sabemos del punk hecho entre 2010 y 2020? ¿Podemos decir que se han producido piezas maestras con impacto generacional? ¿Podemos afirmar que sigue encarnando la amenaza sonora y visual de décadas pasadas? Diez músicos de bandas emblemáticas de Hispanoamérica (2 Minutos, Konsumo Respeto, Shaila, Dead Fish, 6 Voltios, Mojiganga, Marcel Duchamp, Polikarpa y sus Viciosas, 69 Segundos y CPM 22) analizaron la evolución del género y nueve de ellos eligieron un disco que consideran representativo del punk reciente. Por William Martínez – Ilustración: @nicolasgpinedo Para algunos músicos punk de Hispanoamérica, el género envejeció más de lo que querían en esta década. Piensan que su estética musical se cristalizó, alcanzó un techo, y que su contenido lírico y sonoro se mantuvo casi igual, mientras los intereses del público cambiaron. “Todo está inventado en el género. ¿Qué podés esperar más?”, opina Walter Velázquez, vocalista de la banda argentina 2 Minutos. “La mayoría de producciones de hoy suenan muy homogéneas. Tienden a buscar sonidos más comerciales”, considera Alberto Valdés, guitarrista de la agrupación española Konsumo Respeto. “El punk hecho hoy tiene mejores músicos, algunas bandas destacables, pero también muy similares entre sí. Parece que se perdió el riesgo y hay una búsqueda del camino más corto”, piensa Philippe Fargnoli, guitarrista del cuarteto brasileño CPM 22. Sin embargo, Andrea Restrepo, guitarrista del grupo colombiano Polikarpa y sus Viciosas, no lo ve así. “Estoy completamente en desacuerdo con quienes consideran que el género se volvió monótono. Tú vas a un festival punk y encuentras todo tipo de bandas. Siento que muchas de ellas han revivido el d-beat, el post punk y el crust en los últimos diez años. Se ha gestado un desarrollo musical mucho mayor respecto a décadas pasadas. El punk ya no es básico”, considera. En esta década, paralelamente, el concepto punk se ha fragmentado y expandido. Pasó de ser una cultura underground en sus primeros veinte años a convertirse en un pilar cultural del mundo, como el skateboarding. “Hay mucha ética punk (el hazlo tu mismo, la forma no elitista de pensar la palabra) en todo el globo, desde el cine danés hasta el Tribunal de Justicia de Sao Paulo, desde la cocina vegana y callejera hasta el desarrollo del software libre. El punk, como universo cultural, cambió el mundo contemporáneo, créeme”, piensa Rodrigo Lima, vocalista en la banda brasileña Dead Fish. La actitud punk ha inspirado prácticas disidentes de costa a costa, ¿pero podemos decir que musicalmente ha producido piezas maestras con impacto generacional durante esta década? Si London Calling (1979) de The Clash, No Somos Nada (1987) de La Polla Records, Recipe for Hate (1993) de Bad Religion y (2001) de Converge inauguraron una manera de entender el género en sus respectivas décadas, ¿qué trascendencia ha tenido el punk hecho entre 2010 y 2020? ¿Sigue encarnando la amenaza sonora y visual de décadas pasadas? Para Guillermo García, voz y guitarra de la agrupación colombiana Mojiganga, es difícil encontrar álbumes icónicos en esta década. Piensa que, con la expansión de internet y el acceso a diferentes herramientas tecnológicas, las bandas comenzaron a producir sus propios discos en casa o en ensayaderos, y eso, en su opinión, ha traído un efecto contraproducente: la enorme cantidad de material ha hecho difícil encontrar álbumes de referencia. “Antes, cuando eran contados los sellos discográficos y las bandas, Epitaph Records sacaba un disco y ese disco se llevaba toda la atención. Ahora el mercado cambió. Hay que repartir la torta”. Por otro lado, García siente que el concepto de álbum perdió prestigio en esta década, pues ahora sellos y grupos suelen estar más interesados en lanzar sencillos icónicos o videos icónicos que en pensar en discos de largo aliento. La necesidad de las bandas de aparecer continuamente en el radar, de captar atención, parece estar sepultando la conceptualización que requiere un buen álbum, y cualquier producto artístico que aspire a ser recordado. Pablo Coniglio, bajista y corista en la banda argentina Shaila, también cree que escasean los discos punk emblemáticos en los últimos años. “Creo que es una cuestión de época. El género explotó en décadas pasadas, y las explosiones no pueden ser eternas”, me dice, y agrega que la pluralidad de nuevas músicas que ha brotado en este decenio ha diluido el interés del público por el género y, de paso, el entusiasmo de los músicos punk. Ante la dificultad de encontrar noticias de proyectos renovadores o que logren enarbolar la bandera del estilo en esta década, Shock quiso rastrear álbumes que puedan representar lo mejor del punk reciente. Quizás, como reflexiona Jaime Valderrama, guitarrista de la banda chilena Marcel Duchamp, no hemos encontrado esas piezas emblemáticas porque estamos aferrados a los parámetros clásicos: pensando en referentes sonoros y líricos de antaño, buscando réplicas contemporáneas y no experimentos que rebasen la etiqueta. A continuación, presentamos nueve álbumes, elegidos por nueve integrantes de bandas vitales del género en Hispanoamérica, sin importar la vertiente, que encarnan una cara menos obvia del punk (si llegan al final, sabrán por qué son nueve discos y no diez). Algunos de ellos vuelven a sonidos que parecían extintos, otros ofrecen una mixtura de estilos imprevisible y otros más, una apuesta política desafiante, incluso en contra de sus mismas escenas. 1. Time & Space – Turnstile Roadrunner Records 2018 Rodrigo Lima, vocalista de la mítica banda de hardcore melódico brasileña Dead Fish, busca pocas bandas nuevas de hardcore punk en inglés porque le suenan a una cacofonía del pasado. “Todas las agrupaciones de Los Ángeles y Nueva York tuvieron que seguir unas reglas no escritas, y eso tornó al género previsible”, considera. Sin embargo, una recomendación de un amigo europeo hizo que se quemara la lengua. Se trata de Turnstile, un quinteto de hardcore punk nacido en Baltimore, Maryland, en 2010. “Time & Space, su segundo álbum de estudio, rompe todas las reglas sin romper ninguna. Tiene el nivel de impacto de Bad Brains y juega con tonos metálicos como los de In Utero (1993) de Nirvana (también con el rock alternativo noventero e interludios electrónicos). Sus letras son profundas y humorísticas al mismo tiempo. Trae de vuelta esa energía del género en décadas pasadas sin parecer un cover de nada”, opina. Si quieren conocer otra dimensión de este álbum, les recomendamos el EP Share a View (2020), en el que el productor y DJ australiano Mall Grab, pilar de la escena electrónica contemporánea, remezcló tres temas de Time & Space. 2. Pulso – Accidente La agonía de vivir 2016 Si alguien cree que las bandas de punk rock melódico sólo le cantan al amor y a la introspección, pueden deshacerse de ese prejuicio con Accidente, un referente del underground madrileño formado en 2010. Historias de revueltas, animalismo y anarquismo recorren Pulso (2016), un álbum de diez temas con guitarras limpias y melódicas, baterías veloces y una voz femenina difícil de sacarse de la cabeza. “La verdad es que es un grupo especial. Solo toca en centros comunitarios y en circuitos muy alternativos y, aun así, le va de puta madre. Ha logrado llegar a países en los que muchos ya quisiéramos tocar”, me dice Alberto Valdés, guitarrista de la agrupación de punk rock celta Konsumo Respeto, surgida en Alicante, España, en 1999. Este disco, dedicado a cuarenta anarquistas detenidos en 2016 por el Estado español, llevó a Accidente a tocar por toda Europa, Estados Unidos y Asia. Hace un par de semanas, en medio de la pandemia del nuevo coronavirus, lanzaron su más reciente trabajo: Caníbal (2020), disponible en su blog para descarga gratuita. 3. Demo – G.L.O.S.S. (Girls Living Outside Society’s Shit) Total Negativity 2015 En esta década, como nunca, las mujeres han denunciado casos de violencia patriarcal. En la escena hardcore punk global, considerada refugio contracultural y de fraternidad, también han quedado en evidencia los abusos sistemáticos contra ellas. G.L.O.S.S. (Girls Living Outside Society’s Shit), una banda d-beat transfeminista oriunda de Washington que solo duró dos años, de 2014 a 2016, hizo un llamado a “dejar de lado el pacifismo y tomar la violencia como mecanismo no sólo de defensa sino también de ataque contra el fascismo y la transfobia” reinantes en el movimiento hardcore punk. “Cuando uno comienza a escuchar este tipo de música, a vincularse con la escena, tiende a criticar desde arriba lo que pasa en la sociedad, pero no hace juicios sobre lo que percibe internamente. G.L.O.S.S detapó algo no tan comentado por las bandas clásicas del género”, opina Jaime Valderrama, guitarrista de la refrescante banda de post hardcore chilena Marcel Duchamp. “La fórmula de ellos era muy simple: mucho grito y mucha fuerza, un contexto y una discusión entre cada tema en vivo, con la participación de los asistentes. ¿Qué más punk que eso?”. 4. Victory Lap – Propagandhi Epitaph Records 2017 “Acordes absurdos en las cuerdas, melodías desconcertantes, letras politizadas —mucho sarcasmo y anarquismo—. Rápido, disonante, agresivo y, al mismo tiempo, mélódico. Con un toque thrash crossover y, al mismo tiempo, lleno de atmósferas hermosas y tranquilas”. Así describe Phillippe Fargnoli, guitarrista de CPM 22, la banda de punk rock melódico más popular de Brasil, el séptimo álbum de Propagandhi. Con Victory Lap (2017), los nacidos en Winnipeg, Canadá, en 1986, podrían reafirmarse como la agrupación más experimental y con mejor envejecimiento de su camada. Pocas bandas del género han hecho cambios tan monumentales en su carrera. Propagandhi pasó de una apuesta muy al estilo de NOFX, con críticas sociales escuetas, a convertirse en una banda oscura, con una poética compleja y radicalmente izquierdista. Este álbum, además, significó el ingreso a la banda de la virtuosa guitarrista Sulynn Hago, cuyas interpretaciones abarcan desde el torrente enérgico del punk y el metal hasta las sutilezas del jazz y ritmos ambientales y clásicos. 5. Failed States – Propagandhi Epitaph Records 2012 Roberto Morla, baterista de 69 Segundos, banda pionera del skate punk en Ecuador, también optó por Propagandhi. “En Failed States (2012), la sincronización de cada golpe de cada instrumento es sorprendente. Es un detalle que ellos cuidan muchísimo. Lo de Propagandhi va más allá de generar una buena producción. Su ADN cubre todos los frentes de cómo hacer una obra maestra: desde el arte de portada hasta el arreglo más raro en una canción. Son el vivo ejemplo de una banda virtuosa que puede ser orgánica sin necesidad de sobreproducirse”, considera. Con mucha distorisón en las guitarras y múltiples cambios de velocidad, este disco es un ensamble salvaje de punk rock, hardcore, thrash metal, rock alternativo y grunge. A nivel lírico, es un reflejo agudo de su tiempo. Cuestiona, por ejemplo, el abuso de autoridad cometido por un oficial de policía indonesio que, en nombre de la “limpieza espiritual”, afeitó la cabeza de un punk. O la prueba de verificación de género que la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo le aplicó a la atelta sudafricana Carter Semenya en 2009 “por correr demasiado rápido”. 6. Symptoms – Useless ID Fat Wreck Chords 2012 Pablo Coniglio, productor musical, bajista y corista de Shaila, la emblemática agrupación de punk rock melódico argentina, me cuenta que ha notado que muchas bandas punk estilo californiano de hoy están muy influenciadas por el viejo grunge y el sonido y la forma de mezclar las guitarras de Foo Fighters. Un buen ejemplo para entender esa mixtura sonora es Useless ID, banda israelí conformada en 1994 y la más popuular del género en Medio Oriente. “Symptoms (2012) es un disco redondo, con un audio demoledor y canciones que son pegajosas pero no tontas. Punk pop controlado, puede ser, pero desde el primero hasta el último tema no lo sacás”, opina. Imperdible para los seguidores de No Use for a Name. 7. Forever – Cock Sparrer Chase The Ace 2017 “Yo recomiendo la vuelta de una banda Oi!, capaz que ustedes le llaman street punk, y es Cock Sparrer. Quizás muchos chicos no la conozcan, porque escuchan punk californiano de los noventa, pero es un pilar del punk británico. Forever es un discazo de los últimos años, hecho por gente ya grande, que supera los 60 años”, me cuenta Walter Velázquez, vocalista de la leyenda del punk rock latinoamericano 2 Minutos. Forever (2017) significó la vuelta al ruedo del quinteto londinense, surgido en 1972, tras una década sin grabar temas nuevos. Velázquez me cuenta, además, sus impresiones después de estar en un show de Cock Sparrer el año pasado. “Los 2 Minutos fuimos a tocar a un festival en Inglaterra, el Rebellion Festival. Para mí, el Dineylandia del punk. Nada que ver con el Warped Tour. Durante tres días, vimos a Descendents, U.K. Subs, GBH y Cock Sparrer. Los tipos son impecables en vivo, su esencia nunca cambió luego de tantos años. Son esas bandas grandes que las escuchás desde chico, las que pusieron los cimientos de todo esto. Por eso voy a ese lado y no te elijo, yo qué sé, el último de los Interrupters”. 8. Fight the Good Fight – The Interrupters Hellcat Records/Epitaph Records 2018 Guillermo García, vocalista y guitarrista de la agrupación de ska punk colombiana Mojiganga, justamente eligió un álbum de The Interrupters. Fight the Good Fight (2018) puso al cuarteto de Los Ángeles, California, a girar por todo el mundo con Green Day y por Europa con Bad Religion. “Si vos te ponés a pensar, es una cosa muy loca para una banda de ska punk, un género que no se ha tomado en serio en el underground. Esta gente se atrevió a hacer ska punk en una época en la que el estilo está casi muerto supuestamente, y tuvo éxito”, opina. En su tercer álbum de estudio, los hermanos Bivona y la cantante Aimee Interrupter se aferran a las raíces del género (Operation Ivy) y, al mismo tiempo, no temen abririse a sonidos pop abiertamente comerciales. Las letras abordan inconformidades sociales, muy acordes a la tradición del estilo, pero también hablan de amor, de fiesta, de pasarla bueno. “Una cosa que me encanta de este álbum es que al final de que lo escuchás vos pensás: el mundo es una mierda, pero tenemos los amigos, las fiestas. Quedás alegre. The Interrupters tiene esa frescura que no tienen muchas bandas punk”. 9. Self Entitled – NOFX Fat Wreck Chords 2012 A César Ríos, bajista de la agrupación peruana 6 Voltios, un referente del pop punk en América Latina, le costó escoger un álbum representativo del género en esta década, pues suele escuchar más singles. Finalmente se inclinó por el duodécimo álbum de estudio del ícono californiano NOFX. Para él, Self / Entitled (2012) reune la esencia del punk rock que le gusta: velocidad y energía de principio a fin. Líricamente, este álbum abandona el humor vacuo y reforzado que NOFX imprime en algunos temas y en sus shows en vivo. Durante media hora, Fat Mike, su vocalista, se pone el traje de comentarista agudo de actualidad. Es probablemente el disco más vital de los californianos tras producir una serie de discos lánguidos y previsibles. 10. Sin álbum recomendado Hay una voz disidente en este artículo. Andrea Restrepo, guitarrista de la emblemática banda de anarcopunk colombiana Polikarpa y sus Viciosas, no está de acuerdo con el ejercicio que panteó este periodista. Para ella, no es posible definir lo icónico en el punk, pues es un género con infinitas vertientes y líneas conceptuales. “Lo que para ti es representativo, para mí no lo es”, me explica. También cree que no vale la pena concentrar la atención a una sola banda. A cambio, decidió recomendar tres agrupaciones: Belgrado (post punk catalán), MURO (hardcore punk bogotano) y Doom (crust punk inglés). NOTA: una mención de lujo a Delusional (2019), el más reciente álbum de estudio de los chilenos BBS Paranoicos. Para Rodrigo Lima, de Dead Fish, y Pablo Coniglio, de Shaila, este disco marca un antes y un después en el punk rock melódico sudamericano.
Cuando se habla de punk en Colombia es imposible –una grosera omisión–, no nombrar a Infexión Respiratoria Aguda como uno de los bastiones y referentes de este género en el país. Trece discos publicados a la fecha, más uno de su proyecto alterno Kanana (el desahogo de su lado metalero, crudo, ochentero, y que nunca ha sido tocado en vivo), resumen su legado musical, pero lo de I.R.A. –que nació como Ideas de Revolución Adolescente– trasciende a lo que se ha delimitado a través de canciones. Fotos y texto: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti Hace un par de meses, gracias al apogeo de la serie Narcos en Estados Unidos y Europa, Medellín se convirtió en un destino de peregrinaje para la cultura pop. El alcalde de ese entonces, Federico Gutiérrez, dijo en entrevista con Vanity Fair a propósito de este inusitado fenómeno que "bienvenidos los que nos visitan, pero por favor respeten la historia de nuestras víctimas (…) aún existe mucho dolor". La huella del narcotráfico, la era de Pablo Escobar y la convivencia con la corrupción estatal a finales de los años 80 y comienzos de los 90 (aunque podríamos estar hablando de este 2020, del 2019, del 2021 y del 2022 también), han dejado profundas huellas en todos los niveles en Medellín y el resto del país. En términos culturales, la encrucijada a la que muchos jóvenes se enfrentaron en la ciudad de tener que escoger entre la plata fácil del sicariato, el exilio o la muerte, desembocó en una movida de catarsis para la rabia, la desazón y el dolor de la que emergieron múltiples bandas de metal y punk (o punk-medallo). La crudeza y la oscuridad del rock al servicio del duelo. En ese contexto, coincidentemente en el mismo parque donde fue fundada Medellín, el Parque El Poblado, nació I.R.A. por la unión de José Posada, José Roberto y, el único miembro que sobrevive de esa alineación, David Viola. Eran los días en los que Pablo Escobar hacía lo que le daba la gana con el estado colombiano y con la cooperación de una parte de la clase política. Eran los días en los que el Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla era asesinado por su lucha contra el narcotráfico. La historia de la fundación de I.R.A. ha sido ampliamente contada en medios –ya la cuentan casi que de memoria en las entrevistas– y en los libros que el propio Viola ha escrito con las hilarantes y en ocasiones surrealistas memorias de la banda: I.R.A. la antileyenda, Punk Medallo y Aguante I.R.A. 30 años de punk. Varios músicos han entrado y salido de la banda, pero el ingreso más definitivo fue el de Mónica Moreno en el tercer año de la agrupación, convirtiéndose en su actual baterista, cantante de la mitad de las canciones y esposa de Viola, lo que ha hecho que I.R.A. haya pasado de ser un proyecto musical, una ilusión adolescente, un desfogue social, a una utopía punk. A un proyecto de vida. A una vida en sí misma. Pero lo interesante de I.R.A. es lo que no han contado, o lo que se teje tras su resistencia, tras el hecho de mantener una banda por 35 años. Mónica Moreno recuerda que alguna vez los invitaron a un conversatorio para contar anécdotas de la banda. Entre el público se escondía un crítico anónimo que gritaba “¿por qué ahora ya no es lo mismo?” entre preguntas y respuestas. Desesperada, Mónica se levantó y le dijo “nada es lo mismo. ¿Cómo me va a decir que yo sea el mismo hijueputa ser si ya tengo manchas, arrugas, canas, celulitis, barriga, dos hermanos muertos, mi papá muerto, he tenido peleas con Viola a punto de tirarle una bomba, ganas de demoler todo? No sea hijueputa. ¿Cómo así que yo tengo que ser lo mismo?". Aunque fue a finales de 1984 que la banda comenzó como S.I.D.A. (Sucios y Desordenados Anarquistas), en 1985 se cambiaron el nombre a I.R.A. y a finales de 2019 se cumplieron los 35 años de carrera, 2020 es el año escogido por David Viola y Mónica Moreno para celebrar su trayectoria. Una trayectoria que, fiel a los caminos del arte en un país que no tiene a la cultura en el centro de su agenda a pesar de inventarse términos económicos para vender humo, ha sido la lucha por conservar y forjar unos ideales de vida. ¿Cómo pasó el punk de ser una moda adolescente a una filosofía estructural de vida que se riega a través de todos los hechos de su existencia? ¿Cómo sobrevive el punk? ¿Cómo muta el punk? ¿Cómo se pasa del punk de una banda adolescente, a una vida punk sempiterna? Y sobre todo, ¿cómo definen el punk? Si bien Mónica y Viola se complementan las frases, Viola es más anecdótico y desparpajado en sus historias, y Mónica es más estructurada (sin perder el humor) cuando habla. No en vano las tareas de I.R.A. empresa se dividieron así: él estampa camisetas, diseña logos, edita videos, crea ideas de merch, canta y toca guitarra; ella cumple las funciones de mánager, jefe de prensa, administradora, baterista y cantante de la banda. La escritura y composición es compartida. Por eso, Mónica responde con firmeza: -Ese punk de volverse mierda a nosotros no nos gusta porque es lo que más contradice al mismo punk, a la autonomía, a la libertad, a la independencia, a la posibilidad de escabullírsele un poquito a lo que supuestamente es obligatorio. Lo que más impide que eso se logre es depender tanto de todo, de sustancias, de lugares, de prácticas. Ser capaces de decir “allí no, esto no, esto tampoco”, nos parece tan del punk y nos hace sentir libres y autónomos. Para Mónica Moreno y David Viola el punk pasó de ser el uniforme de su juventud al pensamiento que guía todas y cada una de sus acciones, que explica por qué no tienen hijos ni mascotas sino un descendiente llamado I.R.A. por el que viven y respiran, aún cuando de esas siglas pueden pasar días sin que ensayen o meses sin que estrenen música. Las canciones comparten su peso y protagonismo con la existencia misma. Por el punk, Mónica y Viola se fueron de la ciudad a vivir a Santa Elena (un pueblo a las afueras de Medellín que históricamente ha sido reconocido por sus asentamientos indígenas, cultivos de flores y más recientemente por acoger a muchos paisas que huyen de la ciudad en busca de verde y un estilo de vida más barato) a materializar sus ideas en la que ha sido su casa desde hace 20 años, la Santa Punkera: una fusión de hogar, estudio gráfico, taller de diseño (de todo tipo de cosas), oficina de management, centro de producción de aceites medicinales y huerta de productos orgánicos. Las memorias de esta escapada que llevaban planeando desde varios años antes están en otro libro inédito titulado Alejados, donde cuentan que al comienzo vivían en una carpa improvisada mientras ellos mismos, junto a un grupo de obreros, construyeron la casa actual. “Con el punk encadenamos lo orgánico, la huerta sin veneno, que te comés una cosa sana, que sos vegetariano con lo anti-taurino, y la conciencia de la protección de los animales”, explica Viola, y Mónica completa “y sigues siendo independiente, DIY”. -¿Salirse de la ciudad y venir a vivir acá es una forma de ser más coherente en la lucha contra el sistema? -Mónica: Hasta cierto punto, porque digamos, en el sistema bancario estamos. Tenemos que tener una tarjeta de crédito para poder girar con I.R.A. porque cómo vamos a estar en Estados Unidos sin una. -Viola: Pero fuimos la primera vez así... -Mónica: Y nos dimos cuenta que era un bollo porque no teníamos seguro de viaje ni de tiquetes, porque no podíamos pagar todo en efectivo, porque era difícil alquilar un carro. Este espacio (Santa Punkera) sí lo libera a uno de algunas cosas. Por ejemplo, muchas veces el ocio es salir a caminar, echarse en una hamaca a leer una revista, tirarse en la manga a asolearse, prender un fogón afuera para calentar frijóles, y eso te saca del centro comercial, del cine, de la discoteca. Muchas veces los amigos quieren venir porque es una finquita, porque hace rato no tienen un día de campo. Uno sí se libera de cosas, pero uno no se puede quedar sin EPS, sin transporte, sin una tarjeta -Viola: Hay sobreoferta de entretenimiento. En las ciudades te asomas a la ventana y hay un man proponiéndote algo y uno hace algo. -Mónica: ¡Y acá no hay nada! Si vos estás en un apto como en el que vivíamos uno tiene que salir de ahí porque uno se enloquece. -Viola: Cuando no estás tan cerca de una gran urbe te encontrás con vos mismo y te confronta porque ya no estás entretenido con ese montón de amigos en la ciudad, sino que uno está es con uno. -¿Por qué anarquía es una palabra problemática para ustedes? -Mónica: No la anarquía sino la interpretación que han hecho de ella. La anarquía es el autogobierno y eso nos parece una chimba; es la autodirección, el control, la disciplina, el ejercicio de su soberanía como individuo sin que lo gobiernen, digan, recuerden, castiguen, expliquen, manden, paguen o cobren. Pero la anarquía de los punkeros de 15 años es meterse un bareto y dañar algo, coger una vitrina y quebrarla, armar un descontrol o una cosa sin sentido. La anarquía es muy difícil de hacer porque es la máxima expresión de disciplina, orden y autocontrol. Cada vez que una persona se corrompe, ya no es anarquía. -Viola: La anarquía no es borrachera, ni drogadicción, ni sucio, ni vandalismo, ni vagancia, todo lo contrario. -Mónica: No somos anarquistas porque no somos capaces de estar en un punto tan elevado de conciencia y disciplina, y tampoco somos de los anarquistas que dañan las cosas y se toman todo lo que haya disponible. Para qué cargar con un símbolo que uno no puede sustentar. I. Néstor López, editor de Ateneo, la casa que ha publicado los libros de Viola, apodó atinadamente a los I.R.A. como “monjes punkeros” resumiendo esa vida que llevan alejada de los excesos de la fama, del vértigo de la modernidad, y más cercana a vivir por completo la filosofía D.I.Y. (hágalo usted mismo). El tercer I.R.A. de la actualidad, el bajista Duván Ocampo, está con Viola-Mónica desde hace 15 años y, aunque es 20 años menor que sus compañeros y solo se dedica a la interpretación de su instrumento, ha encajado en esa dinámica sosegada de vivir la vida. Se acostumbró a la dieta vegetariana, a no tomar, les hizo caso en la idea de no abandonar sus estudios, y entendió que el punk “puede forjar una cantidad de pensamientos que lo hacen a uno mejor persona”. Agrega que “Mónica y Viola son una calidad excelentísima de personas que incluso impulsaron muchas cosas de mi vida para un cambio muy positivo”. En la huerta de Santa Punkera, Mónica siembra papa, cidrón, habas, kale, col, camote, comino, yacón, ortiga, caléndula, puerro, cebollín, menta, calero, lechuga, hierba de San Juan, espinaca, uchuva, rúgula, acelga, cebolla, perejil, maíz, ajo, suculenta y brócoli. Todo es cultivado obedeciendo ciclos naturales, aprovechando la polinización de los pájaros, siguiendo prácticas de compostaje, regando con agua lluvia y reemplazando el insecticida por vinagre. Conoce todas las cosas que hay porque es quien las ha puesto ahí, obedece sus procesos y ha estudiado cómo hacer una comida cada vez más saludable para su dieta vegetariana y que además respete los ciclos de la tierra. La mayoría de la cosecha se queda en casa, pero periódicamente Mónica surte a un par de personas en Medellín y también vende miel con jengibre. La huerta es uno de los dos templos personales de Mónica en Santa Punkera; el otro es su “oficina” donde medita; donde hace collares, aretes y manillas de I.R.A.; y donde cura los aceites de caléndula y manzanilla para dolores musculares que tiene a la venta bajo la marca Huerto Libre. Por su parte, Viola tiene un taller donde hace manillas y correas de taches, estampa camisetas (según él, “punkero que no estampe sospeche de él”), pinta calaveras para ponérselas hasta a la palanca de cambios del carro, y tiene un “laboratorio” experimental de soldadura que bien podría ser el sueño de todo niño-adulto. Motor Caos, como bautizó esta esquina del cobertizo de Santa Punkera, no es diseño ni mecánica sino personalización de motos. Como el padre de Frankenstein, corta y pega partes a su antojo y deja las motos al estilo rat rod: algo así como la estética postapocalíptica de Mad Max. Si sus creaciones no tuvieran que pasar revisiones tecnomecánicas Viola sería aún más extremo en las modificaciones que hace a punta de segueta. Todo este patio de juegos para adulto se convierte en una extensión de la filosofía de autogestión; la lucha por vencer la estandarización del mundo moderno. La defensa de la identidad. Hace unos años un periodista del periódico El Colombiano hizo un reportaje sobre Santa Punkera y la apodó “el museo de I.R.A.”. Muchos lectores lo asumieron literal y pensaron que Mónica y Viola iban a abrir un Disneylandia punkero. Al comienzo iba a ser así y por eso las paredes de la casa están cubiertas de discos, boletas de los primeros toques, afiches, guitarras, ropa cargada de taches, regalos de fans y el archivo fotográfico que Mónica ha recopilado juiciosa. En la sala hay una batería que está despiezada y sirve de mesa de centro y lámpara de techo, y también hay cuadros hechos por las hermanas de Mónica que les han regalado para celebrar las tres veces que Mónica y Viola se casaron (sin ningún divorcio). Sin embargo, una vez terminada la decoración se dieron cuenta que no sabían cómo armar una logística de entrada para el público, cuánto cobrar, qué ofrecer y decidieron dejarlo como un espacio cerrado para sus amigos. Santa Punkera es un santuario que da testimonio de sus luchas, que materializa la evolución de las letras de las canciones y las transforma en una vida que honra 35 años de trabajo. Hubiera sido muy difícil llegar juntos a este punto como banda y como pareja si no hubieran vivido de otra forma... -Mónica: Claro porque eso se desbarranca. I.R.A. es una cosa que se hace con guantes porque es punk en Colombia, donde no solo no somos la "música no culta", sino que dentro de la no culta, ¡es la de última! ¿A quién le importa una banda de punk en el Caribe? Si no se lleva con guantes se fisura por cualquier lado porque o se vuelve insostenible económicamente, o una farsa filosóficamente, o un blanco militar, o una oportunidad de volverse mierda. -Viola: No digo que ahora no hagamos nada, pero sí hubo un momento en el que estuvimos muy activistas y muy empeliculados, pero uno también se pregunta dónde está lo de uno, dónde está mi individuo, mi alma. -Mónica: Davi, es que mirá que además de lo que estás diciendo, esa energía tan loca del punk es muy juvenil, y uno no se da cuenta que David ya tiene 50 años. -Viola: Es como el meme, un día estás tomando chorro y al otro día apagando los bombillos de la casa. -Mónica: Lo que pasa es que es como que no lo tuviéramos permitido, como que por la energía del punk, por el desatalaje de la pinta y la estética, no tuviéramos permitido cansarnos, mutar. No es que no hagamos las cosas, pero no en la línea del frente con los muchachos. -Cuando conviven con jóvenes punkeros, ¿ven la incoherencia? -Mónica: Hay pelados que se soyan unos proyectos bacanos, montan casas y talleres de autogestión, festivales, tienen sus bandas y revistas, dibujan, pero hay unos que para mí es más punkera mi abuelita porque son pelados que entregan todo su tiempo y energía a volverse mierda, a consumir la basura de la sociedad, a replicar la violencia y la agresividad, a no hacer ni mierda porque todo es caspa, comercial, sistema. Pero cada uno tiene que hacer lo que tiene que hacer. Nosotros éramos necios con toda la gana, callejeros. -Viola: A finales de los 80 Medallo era la locura, a vos te podían matar por cualquier güevonada. Vos mirabas a un man y ¡pum! Nosotros éramos con chaquetas, crestas, caminando por donde no se podía. ¿Que no se podía salir? Nosotros salíamos. -¿Qué los salvo de no caer? Viola: El Espíritu Santo y el Ángel de la guarda Mónica: No sabemos porque vea, nosotros nunca hemos sido viciosos, pero en el parche sí había parceros que eran más loquitos. Nosotros nos entrábamos temprano porque yo estudiaba y trabajaba, tenía horario. Al otro día nos enterábamos que los del parche se habían quedado otras cuatro horas en las que había habido un asesinato, pero TODOS los fines de semana. Los obituarios del parche de I.R.A., ¡ja! Nos contaban que al rato que nos habíamos ido llegaron otros con fierros, que mataron, que se habían ido a pie y en el camino los orilló un carro, bolearon bala y mataron un par. Nunca fuimos tan extremos ni atrevidos como los otros. Cuando en Medallo había toque de queda porque ese tipo (Pablo Escobar) lo puso, nadie salía. Nosotros decíamos "la chimba, cómo así que nadie va a salir, nosotros sí". Nos gustaba ir del Poblado a Envigado a un bar de metal donde nos ponían tres canciones de punk en toda la noche. Tocaba rogarle al dueño que nos pusieran California Über Alles de Dead Kennedys o Stop de Plasmatics y ¡váyanse pa' la puta mierda de este bar que ya no los quiero ver más aquí! Pero cuando ponían eso, volaba gente. Viola: Hasta ahí llegaba la tranquilidad del bar. Nos parábamos a poguear a tirarnos de las mesas. Mónica: Porque vivíamos en una represión. No podíamos oír música en ninguna puta parte porque de la calle nos echaban, de la casa nos echaban, del colegio nos echaban... Viola: Al man del bar lo amenazaron y lo hicieron ir de ahí, porque estaba en Envigado que era pura zona de caballistas. El bar se cerró porque los metaleros eran tranquilos pero a la calentura no le gustaban los roqueros en general, ni metaleros ni punkeros. II. ¿Cómo encajó en sus familias el punk? Alcira, la mamá de Luis David “Luchi” Viola, recuerda haber sido la más alcahueta de su hijo desde chiquito, fue quien le compró su primera guitarra en Marinilla y le promovieron la música con la condición de que fuera serio y correcto. La música no era ajena en la casa; el hermano tocaba violina y todos pertenecían a coros de colegios. Pocas cosas daban para pensar que de la familia Viola iba a salir uno de los iconos del punk nacional. El hermano mayor es ingeniero de la armada y vive en Miami, las dos hermanas son administradoras de empresas y ha pasado que sus compañeros de trabajo se enteran que son familiares de una de las bandas de punk más importantes de Colombia y les piden un saludo o que les firmen los discos. “Son más seriecitos, pero apoyan a Luchi, les gusta todo lo que él hace. Lo cuidan, saben que está en lo que está”, resume doña Alcira, quien recuerda que lloró cuando Viola nació porque lo vio tan blanco y albino que no creía que fuera su hijo. Y entonces, ¿cómo llegó el punk? -Viola: En mi casa no se escuchaba rock, puro Diomedes Díaz. Decíme pa’ qué voy a decir, por más gente que me va a ver en televisión, que mi mamá escuchaba Queen. No, ella escuchaba el Puma, Diomedes, los Betos, vallenatos, como costeña que era. Yo nací en Medellín y ahí se me pegaron las güevonadas del rock. Mi hermano tenía unos casetes de Blondie y unos LP de Iron Maiden y de Queen, el que tenía We Will Rock You. Imagináte yo de 14 años escuchando eso, ahora no me parece tan pesado porque ya he escuchado Dimu Borgir, Behemoth, Inmortal, pero me parecía tan chimba. Empecé con eso y con un programa que daban en Veracruz Estéreo por la noche que lo conducía el Bull Metal, el primer baterista de Masacre que ya está muerto. Ahí ponían heavy metal, Maiden, Judas Priest, Mötley Crüe, y me parecía una belleza, un mundo súper bacano y me empecé a meter. Era inevitable que el look de Viola no se fuera a oscurecer. Doña Alcira veía cómo solo le pedía ropa negra a la que luego le abría huecos y le decía “no me regañe mamá”. “Puso a la mamá de modista”, recuerda. Ahora siente mucho orgullo por su “Luchi” y por “Moniquilla”, los considera personas respetuosas y pendientes, y aunque no tiene muy presentes los nombres de las canciones de la banda, recuerda especialmente “la del tomate” (haciendo alusión a Lo que ustedes se merecen) porque de pequeño Viola cogía tomates y los lanzaba. -Viola: Yo me estaba enredando en una época con el breakdance a través de una película que se llamaba así. Me llamó mucho la atención cómo se vestían los tipos. Estaba como en esa onda del arete, sombrero, camuflado... por esa época me estaba dando mis primeros pinitos en la calle. En el colegio me encontré con otros manes que les gustaba el metal, intercambiamos música y a rodar por los parches de Medellín. Eso era bien loco, quedaba la vinera en el Parque el Poblado y ahí compre vino que volteaba más maluco como un hijueputa. Yo me tomaba dos tragos y quedaba tirado a las escalas. A la 1 de la mañana me levantaban y yo cogía a pie para mi casa y cuál Pablo Escobar ni qué hijueputas, que me mate si me lo encuentro. Siempre llegaba bien, pero un día mi mamá me dijo “usted ya pasó el límite, está muy loco, se descontroló. ¿Está satánico? ¿Qué le pasa? Lo vamos a llevar al sicólogo porque ya se nos salió de las manos, cruces al revés... ¿con quién se está juntando? ¿Está tirando droga? No puede ser así". Mi mamá se puso súper maluca. La preocupación de Alcira no era en vano. Antes que Viola encontrara el punk, su cercanía era con el black metal, con el parche de Parabellum que, recuerda, tenía letras satánicas del corte de "Satán y Madre Muerte haciendo el amor en el altar de la iglesia" o "bruja maldita que estás en la oscuridad". Incluso Viola alcanzó a ser parte de la alineación de Astaroth, con quienes encarnaban la versión paisa del infierno: “Éramos unos manes peludos, llenos de taches; eso era como ver un guerrero medieval. Mi mamá se empezó a preocupar porque me encontraba los anticristos o la cruz al revés que yo compraba en almacenes religiosos, en la casa le quitaba la argolla y me la ponía. Eso para mí era lo más... Yo creo que la gente me veía y decía ‘¡llegó Satanás!’”. Viola complementaba el look con la decoración de su cuarto, cortinas y paredes negras, para expandir la atmósfera de encierro en la que se metía cuando oía Venom o Slayer para huir de los problemas familiares y sociales. Viola ya era reconocido en las calles por cómo se vestía, porque pintaba logos de bandas en camisetas y en los cuartos de la gente, y porque se había vuelto en una especie de dealer de metal; lo que oía por acá lo llevaba por allá y así se volvió el eslabón entre los parches de los diferentes barrios de Medellín. El metal era tan fuerte que la emisora Veracruz Estéreo organizó en 1984 una épica batalla de bandas en la que participó la pesada de entonces: Kraken, Parabellum, Gloster Gladiator, Danger o Laser. Pero el punk inglés también empezó a calar, primero en su versión pandillera, en una ciudad violenta como Medellín. Lo que llegaba era una mezcla seductora de poca virtud y mucha violencia que ayudaba a hacer catarsis. La pinta y el sonido de Plasmatics fueron un quiebre definitivo para que Viola dejara atrás el negro, se hiciera cresta y le propusiera a José Roberto y José Posada hacer una banda de punk llamada SIDA con canciones como Deskontrol, Vómito verde, Suicidio o Mente política. Aunque visualmente era más digerible que el look de ángel del infierno, el punk no significaba una corriente más feliz y positiva. Aunque Posada está alejado de la historia de I.R.A. desde hace dos décadas y es reacio a contar muchos detalles de la banda y sus orígenes, sí recuerda que “la situación de la ciudad era muy atosigante y no permitía ver más allá. Había un punto en el que uno bajaba al Poblado, a la Universidad de Antioquia, a Bello, y uno veía gente que venía de otros lados hablando de las filas de muertos. Ya se había vuelto normal. Esa persecución lo mantenía a uno paranoico, de ahí se desprendía la corrupción del gobierno, y uno se daba cuenta que los matones eran los mismos”. -Viola: Cuando me metí al punk mi mamá se tranquilizó un poquito porque ya no me vestía tanto de negro. Estaba muy crossover, chalequito con parchecitos más suaves, nada de Anticristo, jean entubado, una que otra manillita de taches y unos Reebok blancos como el vocalista de Metallica que para mi mamá ya era volver a la normalidad. Luego sí me volví muy punk, con cresta de colores. La casa de Alcira también fue la sede temporal de I.R.A. pues apenas Mónica y Viola se casaron estuvieron viviendo en el garaje. Ahí organizaban los primeros conciertos que, lejos de espantar a Alcira, la hacían muy feliz porque incluso servían para recoger fondos para ayudar a gente con necesidades. Los vecinos tampoco fueron ajenos al fenómeno y hoy en día le piden a Alcira que avise cuando la banda vaya a tocar o salir en medios. III. Mónica tampoco nació en un hogar roquero. La menor de nueve aprovechó la flexibilización de las reglas de la que goza todo hermano menor para vestirse como quisiera, pero fue tan o más responsable con sus estudios que si hubiera tenido encima todo un régimen de vigilancia. En su casa comenzó el romance entre ella y Viola, un compañero de colegio que ya la había visto, que un día fue a su casa junto a otro parche, y que quedó enganchado cuando vio que en esa etapa colegial ya oía a los maestros del rock. -Viola: Me conocí con Mónica en mi último año de colegio. Yo le contaba que tenía una banda que se llamaba I.R.A. y a ella le encantaba porque éramos contrarios al Medellín traqueto. Ella era una niña hermosa, de copete, monita, divina. Un día me llevaron a la casa de Mónica y ella tenía una colección de LP de Iron Maiden, Pink Floyd y Black Sabbath. Yo era "¿qué es esto? ¿Vos escuchás esta música?". Desde ahí los Gemelos fantásticos, se encontró el hambre con la necesidad. Luz Helena, la mamá de Mónica, le cogió cariño inmediato a Viola, le pedía ayuda con mandados y le dejaba quedarse con las vueltas para que él y Mónica tuvieran con qué llegar a los parches punketos. Incluso fue artífice de varias crestas de Mónica y Viola y ella misma se hizo una para recibir a su hija y su yerno a la llegada de un vuelo. Para Luz Helena, I.R.A. es “una banda muy buena que da ejemplo, que congrega a los muchachos y los invita a que no usen drogas y no sean violentos”, y así mismo confiesa que “yo soy una viejita y para mí esa música era muy dura y muy estridente, pero me he puesto a oír los mensajes y me llenan”. Pero Luz Helena no es la única en la familia Moreno que ha estado compenetrada con el espíritu del punk. Cristina, hermana de Mónica, es conocida entre los más fans como “la Abuel-IRA”, porque los ha acompañado a múltiples conciertos, especialmente una presentación de la banda en Rock al Parque en la que estaba en la tarima luciendo una ruana, ondeó una bandera y bailó. Los más fanáticos pueden a reconocer a Cristina porque ha vendido la mercancía de la banda en algunos conciertos, o porque cuando Viola y Mónica se aventuraron a tener un bar, ella fue de las que les ayudó a atender mesas. “Si recorres letras de las canciones, hablan de respetar al otro. Por ejemplo, La nueva esclavitud es sobre eso. Antes eran más activistas, más anti tombos porque al ser jóvenes eran más rebeldes y querían defenderse a puño y patada, por decirlo de una manera. Ahora van más tranquilos, caminando y sabiendo qué están haciendo”, explica Cristina. ¿En algún momento pensaron que esto iba a tener fin o que iba a ser para toda la vida? -Mónica: Nosotros no pensábamos nada, fue desprevenido. Cuando éramos sardinos no había mucho que hacer porque Medallo era una parroquia, chiquita y goda. Lo único que querían de uno era que uno estudiara ingeniería, derecho o alguna cosa tradicional. Y estaba ese señor [Pablo Escobar] dando bala. Uno podía ser el nerdo que en la casa querían, o el matón que quería el otro. En la mitad no había nada. Nosotros nos escondimos, literalmente, en las bandas. Nos juntábamos en sótanos, bodegas, terrazas, parqueaderos, puras partes marginales pa' que nadie nos viera ni nos encontrara, porque si cogíamos un bar o un teatro, nos sacaban. Todo era negado. Nosotros nos hacíamos e inventábamos nuestra vida. Cualquier adolescente piensa que va a ser eternamente como es, todos creen que no van a cambiar. Nosotros también lo creíamos, pero además se nos fue cerrando el cerebro. Aunque tratamos de ser flexibles en términos de aceptar que la gente sea como es, nosotros sí somos radicales en cómo nosotros lo hacemos. A nosotros se nos fue dando. ¿Qué reversamos, pa’ dónde? IV. Mónica entró a I.R.A. y al punk al mejor estilo punkero. Luego de la fundación de SIDA y su posterior conversión a I.R.A. comenzó una era turbulenta donde los músicos iban y venían. Unos se retiraron, otros se tuvieron que ir del país y a otros Viola los echó. Eran días en los que todo se hacía con las uñas y los toques emergían del barro. Por como cuentan sus historias, parece que se estuviera oyendo una serie de mitos y leyendas, pero según Mónica "en los conciertos nos tocaba requisar, cobrar, tocar, barrer", y Viola complementa "nosotros éramos el artista, el logístico, el celador, el del aseo y hasta la policía". En vista de la falta de un baterista estable, Mónica dijo que quería probarse, compró tambores y baquetas y empezó a estudiar. -Viola: Como no estábamos de afán le dijimos a Mónica “métase a clases que la esperamos” y nosotros también le enseñábamos porque teníamos unas nociones elementales. Comenzó a ensayar conmigo y Gabriel Arango (el bajista de ese momento) y eso sonaba una mierda. Ahí no había nada te digo, pero no teníamos ninguna obligación ni contratos, y nos dimos cuenta que tenía tiempos, que tenía reloj en la cabeza para marcar el ritmo. En el 98 salió un concierto en Cali y le dije a Mónica “parce, le llegó la hora, usted va a ser la baterista de I.R.A.”. Fuimos y bien, bien, no tocamos perfecto pero la sacamos. Aunque Mónica ya había cantado Sexorcista y Funesta diversión, cortes del tercer álbum de la discografía de la banda, Impotable diversión en 1993, en el 2003 con el popular Epidemia ya se presentó en sociedad como la dueña de la batería. El éxito de este disco y su lanzamiento (dicen que metieron a más de mil personas en una bodega y que tocaron 60 temas en un concierto de 4 horas) fue un catalizador para que Mónica abandonara su trabajo como profesora en la Universidad de Antioquia y se dedicara de lleno a I.R.A. Lo que vino en adelante coincidió con el éxito “comercial” de I.R.A. o lo que para mucho punkero ortodoxo implicó su “caspeada”, pues comenzaron a sonar y llegar al #1 en Radioacktiva y Radiónica, a ser reseñados en la prensa nacional, a tocar en Rock al Parque, a hacer videoclips de sus canciones (bajo su propia “productora” TKG Films, o Tekagaste Films), y eventualmente a fundar el festival de rock más importante de Medellín, Altavoz. Inspirados en las giras que hicieron por Estados Unidos, Mónica y Viola entendieron la necesidad de crear un espacio que, a la postre, mejoró los pagos a las bandas locales, abrió una feria de merch para encontrar otras fuentes de ingreso, abrió un escenario alternativo para montar bandas emergentes, y dejó un proyecto de memoria del festival que actualmente está disponible en el Centro de documentación musical El Jordán. En 2004, 2005 y 2007 hicieron el peregrinaje soñado de toda banda de rock: tocar en el mítico bar CBGB, cuna de históricos como Ramones, Blondie o Talking Heads. Esta hazaña quedó inmortalizada en el álbum I.R.A. Tour USA 2004 y en un documental que estrenarán el 9 de mayo de 2020. La expansión del nombre I.R.A. inevitablemente les trajo detractores desde todos los flancos y Mónica renunció a la dirección de Altavoz. Desde entonces se ha concentrado plenamente en la administración de la banda, tarea que no le ha confiado a nadie pues a ella le gusta manejar milimétricamente todos los detalles, desde las giras hasta la digitalización y carga a plataformas de su catálogo. En el libro Aguante I.R.A. 30 años de punk Viola escribió: “Mónica y yo somos seres complementarios. Hacemos buen equipo y eso ha sido una base importante para la realización de los proyectos de vida incluyendo los musicales. Aunque algunas veces tenemos posiciones contrarias, muchas veces coincidimos y es ahí donde encontramos la chispa que enciente este motor y lo pone a andar hasta por las trochas más empinadas”. V. Dos cosas sobresalen en la mística metafísica de I.R.A.: la jerga militar y combativa, y su dimensión espiritual. Pero comencemos por lo primero. Cualquiera que haya ido a uno de sus conciertos habrá oído el grito de “Batallón I.R.A.”. Es una gran metáfora para sintetizar lo que ha encarnado esta banda: lucha, resistencia y creación de un ejército de fieles. En sus libros, Viola se refiere a Mónica como una “capitana” y a sus fanáticos como “soldados”. Una parte puede ser por lo desafiante que es sostener una banda de punk en Latinoamérica, otra porque han sido sobrevivientes literales de una guerra urbana, y por último por el hecho de que el comienzo de la historia de la banda coincide con el año en el que Viola prestó servicio militar. Paradójicamente, el tiempo en el cuartel salvó a Viola de la violencia de Medellín sicarial y traqueta que incluso le había tocado la puerta de la casa. Una noche, frente a su casa, pusieron un carrobomba con 20 kilos de dinamita dirigido a unos vecinos y que estalló todos los vidrios y desajustó las puertas. El segundo álbum de la banda, Atentado terrorista (1991), atestigua ese momento. En Cali se volvió el popular porque una diminuta, tierna y no punkera Mónica lo había ido a visitar al batallón llevándole pastelito, comida y cigarrillos que Viola repartió entre sus compañeros. Aunque le fue bien en los entrenamientos y tenía madera de soldado, Viola no quería quedarse. Tuvo la suerte de terminar como escolta de las hijas de un general, suavizando el tiempo de servicio e incluso permitiéndole una licencia en la que pudo volver a Medellín en 1989 a grabar el primer disco de I.R.A.: Ideas de Revolución Adolescente, más conocido como Barquizidio. Esa histórica pieza solo se puede encontrar como vinilo de 7 pulgadas o buscándolo en los sótanos de la web pues sus creadores nunca se pusieron de acuerdo para ponerlo en plataformas, pero vale la pena buscar esos 11 fogosos minutos con letras contra la guerra, la violencia, la corrupción política y las adicciones. El segundo elemento llamativo en este universo es la dimensión espiritual. En sus libros, Viola constantemente hace referencia a las “fuerzas del bien”. Esa intangible y personalizada noción de la divinidad los saca del ateísmo, pero tampoco los mete en alguna religión, conforme a su deseo de no estar en ninguna secta o movimiento radical. "Creemos fielmente que hay poderes más grandes que nosotros. Lo hemos experimentado en la vida. ¿Cuántas veces uno sin buscar nada le llega una sorpresa? ¿Cómo se explica lo impredecible?", pregunta Mónica. Así entonces, “las fuerzas del bien” es su propia colección de dioses, espíritus, almas, energía presente en árboles y viento, manifestaciones de almas de familiares en animales y plantas, mantras, mudras y hasta en el poder de la oración del Padrenuestro. Para Viola esta es la forma de aceptar que somos un granito de arena en el universo y de combatir la petulancia que implica negarlo. Mónica cree en la protección que le dan piedras y plantas, especialmente las hojas de un árbol que tiene en su casa en honor a su difunto padre, y que cada vez que viaja se mete en bolsillos, brasier, billetera y pasaporte. VI. Volver a los orígenes de I.R.A. ya no es lo mismo para Mónica y Viola. Los parques que engendraron la movida punkera –el Poblado, Envigado, Sabaneta, Caldas, La Estrella, Itagüí, Cristo Rey o Castilla– hoy ya tienen otra connotación y albergan otras juventudes. Pero en su momento las calles de Medellín fueron la gran motivación y a la vez enemigo de la banda. -Mónica: no fue una casualidad, eso fue una reacción. Estábamos desahogando eso y emputados, claro. I.R.A. ha sido tan importante en Medellín porque Medellín ha sido tan goda. En Bogotá uno sale al centro y todo el mundo es como roquero, raro, loco, en cambio aquí usted ve un roquero y ahí mismo resalta. Nosotros hemos podido decir tanto porque ha habido tanto pa' decir. Para Gabriel Arango, bajista de I.R.A. entre 1998 y 2004, “parte de la historia de Medellín se cuenta a través de ellos. Que en el 91 hayan sacado un álbum que se llamaba Atentado terrorista ya no pasa. El contexto les facilitó, como compositores y lectores de la realidad, a construir una música de la ciudad para el mundo”. Los primeros conciertos de punk en Medellín se hacían donde se pudiera. Muchos iban de 3pm a 11pm y se hacían los domingos en parqueaderos cuyo vigilante abría las puertas sin permiso del dueño. A los propios músicos les tocaba conseguir sonido por su lado que se les quemaba inmediatamente porque no aguantaba el voltaje. Los que tenían equipos medianamente decentes les alquilaban cualquier cosa porque los dañaban. Otro epicentro clave fue el Ivo Romani, una bodega para guardar equipos de cine que los punkis se tomaban por las noches y donde I.R.A. tocaba al lado de Desconcierto, Bastardos sin nombre, Fértil Miseria, Nadie o Desadaptados. Hoy en día esa bodega alberga una iglesia cristiana. Sobre Medellín, Viola escribió “nos cayó el país como anillo al dedo y nuestra ciudad natal como pedrada en ojo tuerto”. ¿Y cómo han logrado sostenerse en ese ambiente? ¿Cómo no emigrar de una ciudad tan goda? -Viola: Lo que pasa es que Medellín te atrapa y te expulsa. Tiene unas cosas muy voladas. El punk y el metal son muy soyados y a finales de los 80 eran vanguardias que se vivieron a tope. Aquí estaba Masacre, Neus, Ekhymosis, Nadie, Pestilencia, Kraken, I.R.A. comenzando con todas sus fuerzas… Todas las bandas que te estoy diciendo estábamos en ese punto donde la cosa germina. Entonces uno se enamora de eso, uno dice "acá estamos donde es". Punk-medallo y metal-medallo mandan y mandaban. Uno lo comparaba con lo que veía en revistas y Medellín parecía un Nueva York. Teníamos mucho combo, gente que se interesó en hacer conciertos, tener empresas de sonido, estudios de grabación, video... eso nos atraía. La escena de Medallo se hizo a punto de pico y pala. -Mónica: I.R.A. se volvió la banda del punk de Medellín y un referente de autogestión, independencia y coherencia. Nos fuimos quedando y armando el parche. Como teníamos la finquita, qué chimba hacer todo aquí donde teníamos el sello, el taller, entonces pa' qué nos íbamos. Hay un momento en que o la banda se deja en el pasado y hace parte de los hobbies de infancia o adolescencia, o se toma como proyecto de vida. En ese momento mucha gente dijo "yo me voy a estudiar y trabajar en el exterior y no voy a estar toda la vida con una banda de punk que nada me va a dejar". Nosotros nos quedamos porque estábamos parchados, descubriendo qué podíamos hacer en Medellín, y estábamos metidos en TODO. Usted habla con cualquier banda en Medellín, le pregunta por sus influencias y todos le mencionan, no por el estilo sino por la forma de trabajar, a I.R.A. Hicimos cosas que yo ahora no haría. En ese momento no teníamos miedo sino unas ganas las hijueputas. Nos juntábamos con Neus, Juanita Dientes Verdes, Polvo de Indio, Pestilencia, Masacre, Reencarnación y nos inventábamos la vida. -Viola: De todas formas, ese conservatismo nos llevaba a eso, porque en una ciudad donde nadie está poniendo un montón de límites la gente de pronto también está muy relajada y no hacen nada. La tenés toda fácil. En cambio, donde te están jodiendo, vos decís "las güevas, yo no me voy a dejar". -Mónica: La dificultad nos obligó. VII. Atrás han quedado las épocas en las que grababan y mezclaban, con ingenieros que no sabían nada de punk, 20 canciones en solo día que fueron empaquetadas en el tercer disco de la banda, Impotable diversión (1993). O también es historia que hayan tenido que vender una moto para poder grabar y prensar Crónicas de una década podrida (1996). Hoy en día los ensayos y las sesiones de creación de I.R.A. no son diarias porque para ellos la banda no solo es tocar. Además, el hecho de que su bajista actual Duván Ocampo viva en Medellín, a más de una hora de distancia de Santa Punkera, también hace que los ensayos deban ser más espaciados. Aún así, Viola sí toca guitarra acústica todos los días y entre él y Mónica compusieron las siete canciones de Kanana, álbum debut de ese proyecto homónimo; una especie de lado B de I.R.A. en el que la pareja suelta su lado más metalero sin dejar de lado la velocidad del punk. Sin embargo, para recordarme algo del éxtasis que se siente verlos tocar en vivo, tocaron un par de canciones en el ensayadero que tienen en Santa Punkera. El estrecho cuarto es otro templo de la banda, plagado de piso a techo de afiches de sus toques y coronado por una foto de la pareja encrestada. Algunas canciones se les ha olvidado cómo comienzan y tienen que recordarse el uno al otro cómo van. En últimas, todas son recuerdos de luchas pasadas, algunas se han ido y quedado en el olvido. En un concierto normalmente tienen una base fija de 20 canciones como Mi punk amor, Sepultado, Sucio plan, Lo que ustedes se merecen, Neurona, Atentado terrorista y Firmes, y hay otras 40 que van rotando para no tocar siempre el mismo setlist. Así mismo, la canción que para cada uno es su favorita va cambiando según avanza la vida. En ese monto, para Viola era Antizocial y para Mónica La vida como es y Sepultado, hecha en memoria de su padre. Hoy la respuesta puede ser diferente. Lo que siempre ha estado ahí es la esencia combativa que, para muchos colegas, es el gran logro de la banda. Para Dilson Díaz de La Pestilencia, “I.R.A. ha dejado sinceridad a todas las bandas, que con la música hay que persistir, que han sido honestos y reales con la música que han hecho, y me parece que es una música a la que uno le cree”. Gabriel Arango coincide: “son una banda que ha decidido no parar, que me parece lo más digno y respetuoso con la escena”. Y Duván Ocampo remata, “han creído mucho en lo que hacen y aún hoy lo hacen con mucho amor. Y la terquedad, siempre han sido muy tercos, muchas veces les han criticado cosas por tener iniciativa”. ¿Qué causas los encienden, los animan a actuar o los inspiran para componer? -Mónica: A mí lo que más me mueve es la conciencia individual de la vida de uno. Ahí es donde yo pienso que uno tiene que poner la atención, no en la vida ni la opinión del otro. Me comprometo con mi conciencia y lo que hago con mi vida, tiempo, decisiones, música, familia, casa, banda y amigos. Nosotros trabajamos más que todo en eso y si oís los últimos discos de I.R.A. son eso. -Viola: A mí me mueven mucho para componer las frases rebuscadas, compuestas, y que tienen que ver con el momento que estamos viviendo. Los refranes me gustan mucho, cuando escucho una palabra que estamos hablando y me parece bacana, ¡tin! salgo y arranco y la escribo para que no se me olvide. -Mónica: Los gustos de la gente, las decisiones que toman, su sexualidad, eso no me importa. A mí me interesa lo que nos puede matar, lo que nos puede unir, lo que puede construirnos como personas, como familia, lo que nos puede salvar. Cuando uno está quinceañero toda la culpa son los demás… que la policía, que mi mamá, pero uno empieza a cagarla en todo, lastima a la gente que más quiere, se hace daño a su propio cuerpo, se equivoca con las decisiones que toma. En ningún momento se reacciona para decir "si pienso en mí como el problema y la solución y dejo un poquito quieto lo otro, también vale la pena". Botas de hierro (2017), Firmes (2015), I.R.A. Pura (2014), tienen mucho de eso. ¿Cuál es el primer recuerdo político que permeó en las letras de la banda? -Mónica: La narcoguerra, narcopolítica, toda esa cochinada, ha sido lo que ha estado ahí siempre. Los primeros discos de I.R.A. fueron mucho eso, pero ya después uno cambia. Tenemos la misma rabia, pero no les vamos a dedicar la vida. Que coman mierda. Entonces uno empieza a ver también que puede cantar a otras cosas de la vida, a la familia, a las alegrías también, mamadera de gallo a veces, o cosas más existenciales: al poder que también hay en uno para vivir. También llegamos a esa reflexión: ¿vamos a ser un policía que vive pendiente de lo que todo el mundo hace y solo va a hablar de eso? ¿O vamos a vivir nosotros? Decidimos pasar bueno también porque si no esta vida es una amargura. Con el pasar de los años la lucha de I.R.A. se ha vuelto por I.R.A. en una ciega creencia de que si esa batalla se gana, muchas otras triunfarán. Durante los días del Paro Nacional les pregunté si estaban marchando y cuál era su opinión del movimiento, y de una manera muy concreta resumieron su postura: “nosotros estamos en paro desde hace 20 años”. Y así como Los Simpson han predicho todo lo que nos están pasando o los tweets antigobiernistas de Hassan Nassar que criticaban a Santos desnudan las falencias de su nuevo jefe Iván Duque, las canciones de I.R.A. han sido una denuncia que exhibe la misma corrupción y violencia en la que ha funcionado Colombia en las últimas cuatro décadas. Canciones como No impuestos que tiene 30 años, es un dardo contra reformas económicas, el sistema pensional o el IVA. Poco ambiente habla sobre la defensa que deben tener los páramos contra el fracking; Olé torero es sobre el maltrato animal; Atentado terrorista critica el sometimiento a la violencia; Ataque fatal denuncia la violencia contra la mujer. Esa es la manera de protestar de Viola y Mónica, asegurándose que su mensaje no sea manoseado por terceros para intereses propios. Tal vez eso explica por qué la fanaticada de I.R.A. no es una de las más numerosas, pero sí de las más fieles del país, encontrando en la agrupación una identificación con su descontento. “Se identifican con la banda del pueblo, no con fenómeno musical. La gracia de I.R.A. es que la gente quiere a I.R.A. a pesar que mucha gente toca mejor que nosotros, compone mejor que nosotros”, resume Mónica. A Mónica, reconocida también por su faceta como educadora especial (rama que atiende diversidad ocasionada por discapacidad, problemas emocionales, hiperactividad, trastornos u otras condicionas que dificulten aprendizaje), profesora en la Universidad de Antioquia y asesora de varias tesis en su área, también la han buscado sin éxito para unirse a marchas estudiantiles. La razón extendida de su crítica a estas protestas y al sistema educativo en general está consignada en un libro inédito que se llamará Pedagogía Punk, pero Mónica resume así su postura: -El propósito fundamental del sistema educativo es la reproducción de todos los errores sociales, de todas las maricadas que aburren, enferman y causan infelicidad. Como profesora me observaba recitando unas guevonadas que ni yo me las creía. Cuando iba a clase subvertía absolutamente todo, los estudiantes se sometían a una cátedra de punk. La educación no puede ser de calidad, porque si lo es la gente se subleva y toda esta hijueputada se daña. A mí me han llamado para mil protestas de educación y les digo, “¿saben qué pelados? Estoy totalmente divorciada con el asunto. el interés de la educación y el de ustedes es el mismo. Parecen peleando, pero van para el mismo lado”. Los estudiantes jamás han peleado por lo que yo me sueño de la educación. Los profesores, menos. Las universidades están hechas para ganar premios, para que el ICFES las apunte, para lograr certificaciones de calidad, pero en realidad la gente pasa re mal, y cuando salen de la universidad pasa lo peor. Ni Mónica ni David necesitan estar en las trincheras para llevar una vida revolucionaria porque su lucha es desde adentro. Por el contrario, su cotidianidad defraudaría al que imagina dos demonios que desayunan sangre y cenan carne humana. Por el contrario, madrugan, se acuestan temprano, hacen ejercicio (Viola abdominales y flexiones; Mónica meditación), caminan juntos por los verdes prados que rodean Santa Punkera, se turnan la preparación de las comidas y las labores del hogar, ven televisión (siguieron compulsivamente el desarrollo de Game of Thrones) y por la noche se empiyaman y se lavan los dientes. "Como cualquier persona, ¿o es que los punkeros duermen de taches, con las botas en la cama y la cresta parada?", pregunta Mónica. Viola sigue oyendo los clásicos del metal, punk, hardcore, ska y reggae pero también pone Vangelis, Enya o new age. Incluso, por los días que conversamos oyó algunas cosas del difunto Avicii y le gustaron. Atrás quedaron los años de callejear ante la falta de infraestructura, de buscar quién les prestara una grabadora, una guitarra y un parlante decente. Atrás quedaron los días en los que inmortalizaban sus ensayos en casetes, los copiaban y los pasaban entre amigos. El que tenía carro lo ponía y lo oían en el parque hasta que llegaba la policía. El Parque El Poblado era su epicentro –había grandes decisiones estratégicas que lo explicaban como la vinera que quedaba en una esquina del parque–, pero también fue una de las razones por las que tuvieron resistencias iniciales. ¿Cuál es su mayor orgullo como personas y como banda? Viola: Estar donde estamos, haciendo lo que estamos haciendo, y estar unidos. Mónica: Tener la banda, hacerla respetar… Viola: Hacer unos hobbies bacanos, las motos, las patinetas, los vegetales… Mónica: Haber tomado un poco el control de vida, la persistencia para eso. Digo "un poco" y no "toda" porque si a uno le cae un helicóptero encima pues... Hoy I.R.A. representa una “Infexión Respiratoria Aguda”, antes fue “Ideas de revolución adolescente” y el día de mañana podrá llegar a ser, como ellos mismos bromean, “Ideas de Revolución Anciana”. Pero la revolución, esa siempre estará ahí.
En días recientes se conoció la noticia de la muerte de Jimmy Webb a sus 62 años a causa de un cáncer, según lo declaró a medios su amiga Heart Montalbano. Webb es considerado una figura clave para la consolidación estética del punk. Entre sus clientes y amigos se encontraban figuras como Debbie Harry (Blondie), Joan Jett, The Ramones, Slash de Guns n Roses e Iggy Pop. Este último lo llamó “Una especie de Proust en la moda”, en un comunicado de prensa. James Kenneth Webb nació en agosto de 1958. Estuvo en la escuela de belleza, pero se retiró, pues como él mismo dijo en una entrevista con The New Yorker, era más de arreglar su propio pelo que el de los demás. Fue expulsado pues “me dijeron que no estaba vestido apropiadamente”. Se había puesto un traje enterizo blanco. “Debí parecer un copito”, afirmó. Luchó contra una adicción a la heroína durante 20 años y finalmente se mantuvo sobrio desde 1995 a su muerte. Jimmy era vendedor y encargado de las compras en Trash And Vaudeville, tienda que nació en 1975 y es una de las más representativas de punk. “Cuando el punk estaba en su auge, ese era el lugar para ir y lo sigue siendo”, dijo al New York Time Marky Ramone, de The Ramones. Fue una de las primeras tiendas en Estados Unidos en vender botas Doctor Martens, que se convirtieron en calzado emblema para el punk. (Trash And Vaudeville en 2016. Foto: Mark Weiss// Getty Images). Desde la segunda mitad de los setenta, músicos emergentes de la escena punk eran asiduos visitantes de la tienda. Allí Bruce Springsteen compró la camisa rosada que aparece en la portada de su álbum The River. Jimmy se convirtió en un referente obligado para el punk e hizo estilismo para MTV, Rolling Stone, y Vogue. Era fanático del cuero y los jeans muy apretados y de tiro bajo: “si tus pantalones no duelen, no es rock and roll” fue una frase memorable suya. El rosado y el animal print eran otros de sus favoritos. También hizo looks para Beyoncé y Madonna. La estilista Nicola Formichetti declaró que en Trash And Vaudeville encontró para Lady Gaga “zapatos de stripper” y otras prendas para sus bailarines. En 2017, Jimmy abrió su propia boutique llamada I Need More, inspirado en una canción de Iggy Pop. “I Need More es una tienda de rock and roll que se basa en el espíritu de Nueva York”, dice la tienda en su página web. El legado de Jimmy sigue vivo entre sus amigos, entre los que se encuentran importantes leyendas de la música. Sin duda pasó a la historia como una figura clave en el punk.
Aplaudamos porque Bestiärio volvió a llenarnos los oídos de punk-folk y de frases para reflexionar nuestro mundo. Después de casi cinco años de carrera estos rolos siguen marcando historia. Ingresaron con fuerza a la escena punk con su primer disco Este infierno, presentándose como los irreverentes, mezclando folk y punk, usando instrumentos inusuales para su entorno: acordeón, mandolina, contrabajo, banjo y el washboard. Por: Johana Arroyave @JohanaArroyave / Fotos: Alejandro Gómez Niño @Lupas91 Malviaje, el álbum con el que regresaron oficialmente, son 40 minutos de folk agresivo y visceral. Aunque los sonidos no cambian, ni experimentaron una mezcla nueva, este álbum reúne todo el trabajo que han hecho durante estos años. Los sonidos de cada instrumento se sienten más maduros y se nota que cada uno logró enamorarse y apropiarse de él. Las letras huyen del lugar común del punk para buscar críticas directas, con nombres propios. A excepción de sus entregas anteriores la sátira ya no es solo política, sino que se habla de relaciones personales, de la vida y de cómo actuamos en este mundo de interacción inmediata y efímera. Los 35 mejores discos colombianos de 2018 Para lograr entender muy bien el momento en el que se encuentran y lo que significó este álbum para ellos nos sentamos a tener una de esas conversaciones trascendentales sobre conceptos, política y mucha música. Hablemos del concepto de Malviaje La distancia entre el mundo que llevamos en nuestros corazones y la realidad es muy grande. Estamos condenados a vivir así nuestros días; con la resaca permanente de un vacío que no se puede llenar. Ese, es nuestro Malviaje... ¿Cómo fue el proceso de creación? Tardamos un poco más de 2 años componiendo las canciones. Lo hicimos en medio de nuestras giras al interior de Colombia, Ecuador y México. Posteriormente, a finales del 2017, nos encerramos en La Coneja Ciega (por invitación de las 1280 Almas) y sacamos adelante el proyecto. ¿Qué quisieron entregar al mundo con este disco? 14 nuevos cañonazos de amor y odio. ¿Qué ha sido lo más fácil y que fue lo más difícil de Malviaje? No hay nada fácil en hacer contracultura en el tercer mundo. ¿Qué mensaje querían dejar con las letras? Todas nuestras letras reflejan inconformidad con el entorno y muchas veces con nosotros mismos y nuestras actitudes repudiablemente “humanas”. ¿Cuál es la canción que más les gusta tocar (de Malviaje) y por qué? Quizás Avispa/Oso, porque tiene una gran acogida del público. Heridas también nos gusta tocarla, es una canción que tiene mucha energía de por sí y nos obliga (con el mayor de los gustos) a entregarlo todo en esa canción. ¿Cómo escogieron los mensajes de cada canción? Somos como una bestia de seis cabezas. Insistimos en lo que nos une y en todo aquello que nos hace gritar. ¿Cómo ha sido la convivencia entre ustedes los últimos años? Somos asquerosamente humanos, al pasar tanto tiempo juntos, inevitablemente empezamos a odiarnos entre nosotros es apenas normal. Esas cosas pasan cuando vives malviajado… Pero al final siempre nos reímos de todo. ¿Qué ha sido lo más fácil y lo más difícil de la carrera con la banda? Para nosotros no hay una “carrera” como tal, no estamos interesados en competir, tal vez contra el tiempo, no sabemos cuándo todo esto vaya a explotar. Simplemente somos almas libres y sencillas que sueñan con viajar y si nuestra música es el vehículo para hacerlo, bienvenido sea. Como lo dijimos arriba: no hay nada fácil en hacer contracultura. ¿Cómo ven la escena ahora? ¡Etérea! Hay personas creando bandas, proyectos musicales, sellos y colectivos. Hay iniciativas, pero cada día se reducen los espacios (salas culturales y de conciertos). Además, la industria cultural y el poder hacen de las suyas. Por eso la gente le está apostando al D.I.Y (Hazlo tú mismo) para gestionar sus propias alternativas. Falta articularnos y más bien ser movimiento ¿Cómo ven el momento actual de Colombia? Hay que decirlo sin eufemismos: ¡mal! Políticamente: le dijimos “no” a la paz, “sí” a la corrupción y elegimos “al que dijo Uribe”. Económicamente: somos el tercer país más desigual del mundo y la reforma tributaria del que dijo Uribe favorece la concentración de riqueza y a los grandes empresarios. Socialmente: la reconciliación parece estar lejana, siguen matando líderes sociales. Ambientalmente: el gobierno dio vía libre al fracking. (La fracturación hidráulica, fractura hidráulica o estimulación hidráulica es una técnica para posibilitar o aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo) Culturalmente: se premia el machismo y la misoginia condecorando a Maluma. Así vemos Colombia: todo un despropósito. Si escribieran una canción sobre la situación actual colombiana ¿Cómo le pondrían? Ya existe una canción sobre la situación actual colombiana y está en el Malviaje (2018), es el séptimo corte del LP, una mini carranga llamada Antipatria. ¿Cuál sería el line up del festival de sus vidas? Days N' Daze, Blackbird Raum, We The Heathens y The Goddamn Gallows, referentes del Folk Punk. Escojan 5 canciones que no pueden faltar en una playlist antitodo 1. Days N Daze - Little Blue Pills Pt. 2 2. Tragedy - The Ending Fight 3. Fugazi - I’m So Tired 4. Lupus - Crematorio 5. Leonardo Favio - Mi Tristeza Es Mía y Nada Más Vea también: Odio a Botero: el regreso y la celebración del punk-no-tan-punk muy punk
La Profeco (Procuraduría Federal del Consumidor de México) y la tiquetera Ticketmaster llegaron a un acuerdo para poner fin a una demanda colectiva que involucra a más de 500 consumidores, con un total de reembolsos que supera los 3.4 millones de pesos mexicanos (cerca de 693 millones de pesos colombianos). Profeco instó a los consumidores afectados por la cancelación unilateral de boletos por parte de Ticketmaster durante todo el año pasado a presentar su documentación para reclamar sus reembolsos pendientes, según reportó El Economista, que calificó la demanda como inédita para el entretenimiento. Se acordó que aquellos que demostraran la cancelación de sus boletos recibirían el reembolso completo, incluidos los cargos por servicio, además de una bonificación del 20% según lo estipula la ley. No es la primera vez que Ticketmaster enfrenta una demanda de consumidores. En 2023, la empresa tuvo que reembolsar a más de 2,155 personas por problemas en los conciertos de Bad Bunny, donde muchos fanáticos no pudieron ingresar debido a fallas en el sistema. En total, Ticketmaster tuvo que devolver más de 18 millones de pesos mexicanos a los seguidores del artista.Antes de iniciar el show de Bad Bunny en diciembre de 2022, el estadio no se veía lleno, pero no era por falta de venta: los conciertos de Bad Bunny en México se agotaron en cinco minutos hace más de 10 meses.Lo que resultó fue que TicketMaster México tuvo fallas en su sistema y contó como falsos o duplicados algunas entradas que fueron adquiridas de forma legal. Los encargados de logística no permitieron la entrada al estadio a nadie que su tiquete no arrojara luz verde. Miles de personas se quedaron sin ver a Bad Bunny a pesar de haber adquirido su boleta de forma directa.La demanda a Ticket Master del Departamento de Justicia de Estados Unidos El Departamento de Justicia de Estados Unidos planea presentar una demanda antimonopolio contra el promotor de conciertos Live Nation, propietaria de la tiquetera Ticketmaster, de acuerdo con un reporte de The Wall Street Journal. Las acusaciones específicas siguen sin estar claras y el momento de presentar una demanda es incierto. El Departamento de Justicia se negó a hacer comentarios,según el medio.¿Por qué las críticas a Live Nation y Ticketmaster?Desde hace varias décadas, varias voces en la industria de la música han considerado que Live Nation ejerce un poder desmesurado en el entretenimiento en vivo.Live Nation y Ticketmaster se fusionaron en 2010 y ahora se anuncia como la "compañía de entretenimiento en vivo más grande del mundo".Las críticas alcanzaron un punto alto en noviembre de 2022 después de que el sitio web de Ticketmaster colapsara debido a una demanda extraordinaria de entradas para la gira Eras de Taylor Swift. En ese momento, el Departamento de Justicia estaba investigando a la empresa.Los legisladores estadounidenses interrogaron a los ejecutivos de Live Nation en una audiencia en enero de 2023 que unió a demócratas y republicanos sobre el dominio de la industria de la compañía que, según los críticos, está perjudicando a rivales, músicos y fanáticos.Posteriormente, los fanáticos de Swift demandaron a Live Nation por “conducta ilegal” en la caótica venta de la gira de la artista, y los demandantes alegaron que el gigante de la venta de entradas violó las leyes antimonopolio, según CNN.
Entre todas las tendencias de redes sociales, por estos días hay una que llama la atención: "Mira entre las letras de tu teclado". La idea es dar algún mensaje dentro de las letras en el rango descrito. Uno d elos ejemplos más frecuentes es el de "mira entre la h y la l en tu teclado" para decir "jk" o "just kidding" (solo bromenado en inglés). De momento, los usuarios señalan letras para las iniciales de nombres de personajes memorables, celebridades o figuras públicas, sin embargo, no ha sido del todo claro para muchos. ¿De dónde viene la tendencia de Mira entre las letras de tu teclado?De acuerdo al sitio Know Your Meme, que rastrea los orígenes de memes y tendencias en Internet, un usuario de la plataforma 4 chan posteó el 11 de mayo del 2021 una imagen con la figura de Yui Hirasawa, protagonista del anime K-On!.Esta imagen solo venía acompañada con un texto que decía “Mira entre la t y la o en tu teclado”. Con eso, se forma Yui, el nombre de un personaje.Sin niguna razón aparente, el post volvió a X (Twitter), en referencia a personajes de My Hero Academia: Izuku (Midoriya) y Uraraka (Ochaco). Entre el 17 y el 19 de abril se ven las primeras publicaciones al respecto.El trend también está Reddit, Twitter y otras plataformas y en distintos idiomas. Sobre K-On!K-On! es una serie de manga que comenzó a serializarse en la revista seinen Manga Time Kirara desde mayo de 2007. Una adaptación a serie de anime de 12 episodios se emitió originalmente entre abril y junio de 2009.La serie narra la historia de 4 jóvenes de colegio que buscan hacer su propia banda. El apellido de Yui está basado en el guitarrista de la banda japonesa de techno-pop P-Model, Susumu Hirasawa.
Para los y las que les gusta leer un libro y después verse la adaptación en película o serie, les tenemos el parche. En Netflix muchas de las producciones más populares han sido inspiradas en libros. Producciones que han llegado a ser número uno, como Secuestro del vuelo 601, nacieron de investigaciones o novelas de grandes autores. De hecho, las adaptaciones de Netflix están impulsando las listas de libros más vendidos y, a mi forma de ver, le han dado vida a historias icónicas como lo veremos este 2024 con Cien años de soledad, la novela más reconocida del autor colombiano Gabriel García Marquez. Así como es cierto que muchas adaptaciones no le son fiel a los libros y decepcionan a sus fanáticos, también es un hecho que Netflix ha logrado reconocimientos muy grandes con estas producciones. Por ejemplo, en los Oscar 2024, La sociedad de la nieve, película basada en el libro que cuenta la historia de los sobrevivientes de los Andes, fue nominada a Mejor Película Extranjera. Amantes de los libros, les digo que se pueden llevar gratas sorpresas con esta ola de adaptaciones que está llegando a la plataforma de Netflix. Acá les dejamos seis opciones que sí o sí tienen que leer y ver. SECUESTRO DEL VUELO 601Esta miniserie colombiana de Netflix ha dado mucho de qué hablar. La historia, protagonizada por Monica Lopera, Angela Cano, Valentín Villafañe y Christian Tappan, está inspirada en el secuestro del avión HK–1274 de la Sociedad Aeronáutica de Medellín en mayo de 1973. En cada episodio se deja claro que, aunque la serie está basada en hechos y personajes reales, por efectos de la dramatizaciones, algunos personajes, incidentes, lugares y diálogos son ficticios. Lo que pocos saben es que la serie se inspiró y basó específicamente en Los Condenados del Aire, el libro del periodista italiano Massimo Di Ricco. En este trabajo, Di Ricco reconstruye el fenómeno de aeropiratas que actuaron en Latinoamérica. La historia del secuestro del vuelo 601 no fue única y tampoco está aislada. Como explica el periodista en su libro, entre 1967 y 1973 hubo alrededor de 90 secuestros de aviones en Latinoamérica y cerca de 30 de ellos ocurrieron en Colombia.LA SOCIEDAD DE LA NIEVEA principios del 2024, la película de Netflix La sociedad de la nieve dejó sin palabras a más de uno. Esta es una excelente producción en la que, durante dos horas y veinticuatro minutos, se retrata la experiencia de los 16 sobrevivientes del equipo de rugby que se extravió en los Andes después de un accidente de avión. Los sucesos reales son crudos y desoladores y la película, sin irse por el lado del morbo usando descripciones demasiado gráficas, es fiel al infierno que tuvieron que pasar los sobrevivientes. Esto, además de lograrse gracias a la producción en sí, fue también gracias a Pablo Vierci (escritor, periodista y guionista uruguayo) el autor del libro homónimo publicado en el 2008. Para serle fiel a los hechos, Vierci viajó con un grupo de sobrevivientes a la montaña y escuchó como cada uno recordaba los setenta y dos días que estuvieron a la deriva en la cordillera. La sociedad de la nieve se empezó a escribir desde 1973 y se publicó muchos años después. Un libro que recoge muy bien, no solo los hechos y las batallas que tuvieron que afrontar los uruguayos, sino los sentimientos de cada uno en el limbo. La película fue nominada a Mejor Película Extranjera en los Oscar 2024. LA LUZ QUE NO PUEDES VEREsta historia está ambientada en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. La luz que no puedes ver narra en paralelo dos experiencias. Por un lado, la de una joven francesa ciega que, junto a su padre, huyeron de París cuando los Nazis invadieron la ciudad. Por el otro, la vida de un joven alemán reclutado por el ejército para rastrear emisiones de radio ilegales y así derrocar a la Resistencia Francesa. La producción se basó en novela homónima, escrita por Anthony Doerr, ganadora de un Premio Pulitzer en el 2015. Un libro muy alabado por los jurados del premio ya que, en sus palabras, "“es una novela imaginativa e intrincada sobre los horrores de la Segunda Guerra Mundial, escrita en capítulos breves y elegantes que exploran la naturaleza humana y el poder contradictorio de la tecnología". La adaptación para Netflix de este libro estuvo en manos de Shawn Levy, director, productor y guionista canadiense detrás de producciones como Stranger Things. ORANGE IS THE NEW BLACK Muy pocos saben que serie que revolucionó al público, entre el 2013 y el 2019, con la historia de Piper Chapman, una joven que debe pagar tiempo en prisión por los delitos de su ex novia, Alex Vause, está inspirada en un libro. La trama, que sigue la vida de todas las reclusas en la prisión de Litchfield, Nueva York, explora la violencia, el arrepentimiento, el amor y la importancia de las relaciones. Aunque Chapman y Vause son las protagonistas de la serie, cada capítulo cuenta la historia de una de las reclusas evidenciando como, muchas veces, una vida dura e injusta lleva a malas decisiones. El libro que inspiró la serie es Orange Is the New Black: Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres, una crónica en donde Piper Kerman cuenta su propia experiencia con el narcotráfico, el lavado de dinero y, como consecuencia, su condena en una prisión federal de mujeres. Una crónica fiel de la reclusión: los retos que se deben enfrentar a diario y la transformación que conlleva estar privada de la libertad. LA MUJER EN LA VENTANAAnna Fox es una psicóloga infantil que sufre de agorafobia (un trastorno de ansiedad) por una experiencia traumática. Ese pánico la hace vivir sola, en su apartamento en Nueva York, desde donde le toma fotos a sus vecinos y espía sus vidas. Todo cambia cuando escucha un grito que viene desde la casa de los Russell. Anna presencia un aterrador acto de violencia que la hará preguntarse si lo que vio realmente sucedió. Si son amantes de los libros, este seguro lo vieron en los estantes principales de las librerías. La mujer de la ventana fue la primera novela de A.J. Finn que no tardó mucho en convertirse en un best seller. Se publicó en más de cuarenta idiomas y se adaptó a la pantalla con la actuación de Amy Adams, Julianne Moore y Gary Oldman. THE SINNEREsta es una de las mejores series que he visto en Netflix y es muy poco conocida. Cada temporada es un caso de misterio bien bizarro que el detective Harry Ambrose debe resolver. Cada historia es un cuestionamiento que, aunque se exagera por función a la dramatización, nos lleva a pensar en los humanos, las sociedades, las culturas y, sobre todo, los extremos a los que hemos llegado. Petra Hammesfahr escribió la novela homónima de thriller psicológico, que se convirtió en un bestseller internacional, en la que se basó la serie. En una tarde de verano, Cora Bender mata a puñaladas a un completo desconocido en la playa. ¿Por qué lo hizo? Aunque la joven se declara culpable, el policía Harry Ambrose sabe que hay algo detrás de este crimen sin motivo aparente. Por eso, se niega a cerrar la investigación hasta entender por qué Cora mató a alguien enfrente a su familia. Una historia que termina revelando la psique de Cora y su traumático pasado. ***Les recomendamos: Las 30 mejores series para ver en Netflix en 2024
La creadora de contenido mexicana Wendy Guevara compartió escenario con Madonna durante el show en México de la reina del pop.Guevara fue la invitada principal en la pasarela de Madonna donde interpretó su emblemática Vogue, uno de los hits más importantes de Madonna. ¿Quién es Wendy Guevara?Wendy Guevara es la ganadora de La casa de los famosos México. Es la primera mujer trans en ganar este reality, y de hecho, cualquier reality mexicano en televisión abierta.Desde los primeros episodios, Wendy cautivó al público con su carisma y espontaneidad. Fue una de las participantes favoritas a lo largo del programa, que otorga un premio de cuatro millones de pesos mexicanos, cerca de 235.000 dólaresSu triunfo ha sido celebrado como un hito para la representación trans mexicana y latinoamericana.Wendy Guevara es una creadora de contenido mexicana. Se dio a conocer por un video que llegó a las redes sociales en 2017, cuando ella y su amiga Paola Suárez piden ayuda tras ser “abandonadas” en un cerro en León, Guanajuato. De ahí surgió un audio que decía “estamos perdidas, perdidas, perdidas”, y se hizo viral.Más tarde, se unió a ellas Kimberly Irene, y juntas formaron un grupo conocido como “Las Perdidas”.También se hizo conocida por un meme que ganó fuerza en 2022. La foto nació por un video que ella misma publicó en su canal de YouTube, donde está hablando a la cámara mientras su amiga toma un baño. Su gesto de desagrado se conviritó en uno de los memes más populares de 2022.Nació en agosto de 1993, y desde chiquita, una de las novelas que más le gustaban era Amigas y Rivales, fue el personaje que interpretaba Angélica Vale, el cual se llamaba Wendy Nayeli.“Yo crecí con todos esos programas, con las novelas de Amigas y rivales y todo eso. Es bien linda la Michelle Vieth. Yo me sentía Michelle Vieth en la novela, yo decía que yo era ella, y yo estaba chiquilla”, comenzó. “Pero me pusieron ‘Wendy Nayeli’ por el personaje de Angélica Vale que hacía de sirvienta. Yo le barría a una amiga su estética, y se me quedó Wendy Nayeli, por la culpa de Angélica Vale, te lo juro. Todos me decían ‘Wendy’”.En un episodio de La casa de los famosos, Wendy también narró que fue víctima de abuso sexual cuando era menor de edad."Cuando me violaron sí fue distinto, fue un muchacho ya mayor de edad wey (...) Cuando me llevó la policía fue lo peor, yo temblaba del miedo". También contó que fue revictimizada durante la revisión médica.¿Por qué Vogue fue tan importante para el pop? Esta canción llevó al “mainstream” el vogueing, un estilo de baile que se originó en los salones de baile (“ball rooms”) en Nueva York que nacieron desde los 60. En estos espacios alternativos, afros y latinos podían expresar libremente su orientación sexual o identidad de género, sin temor a ser discriminados o estigmatizados.El vogueing consiste en imitar los movimientos de las modelos posando como en la revista Vogue. Junto al documental Paris is Burning, Vogue de Madonna visibilizaron una de las manifestaciones culturales más representativas del movimiento LGBTI, que aquel momento luchaba por un anhelado y necesario reconocimiento en la sociedad.Además de Vogue, sus declaraciones a favor de la lucha contra el SIDA, cuando nadie más lo estaba haciendo, hicieron de Madonna un icono gay, y así se mantiene hoy. Pero Madonna no se limitó a copiar los pasos del vogueing ni mucho menos a apropíarselo. Para las coreografías de la gira, la reina del pop recurrió a Luis Camacho y José Gutierrez (conocidos como José y Luis Xtravaganza), 2 figuras prominentes de la escena “ball room”.
Con motivo de los 25 años del estreno de Star Wars: Episodio I -La Amenaza Fantasma, la película regresará a las salas de cine, según lo confirmó Cine Colombia en su cuenta de Instagram. De momento se sabe que la película estará disponible a partir del 2 de mayo, aunque no se conoce en qué salas. La película se estrenó originalmente en cines colombianos en junio de 1999. Star Wars: Episodio I -La Amenaza Fantasma es la cuarta película de la serie de películas de Star Wars, la primera película de la trilogía precuela y el primer capítulo cronológico de la Saga Skywalker. Ambientada 32 años antes de la trilogía original (13 años antes de la formación del Imperio Galáctico), durante la era de la República Galáctica, la trama sigue al Maestro Jedi Qui-Gon Jinn y su aprendiz Obi-Wan Kenobi mientras intentan proteger a la Reina Padmé Amidala de Naboo con la esperanza de asegurar un final pacífico a una disputa comercial interplanetaria. Junto con Anakin Skywalker, un joven esclavo con poderes naturales inusualmente fuertes de la Fuerza, simultáneamente se enfrentan al misterioso regreso de los Sith.El legado de Star Wars: Episodio I -La Amenaza FantasmaEpisodio 1 fue un éxito de taquilla. Con un presupuesto de 115 millones de dólares recaudó más de 1000 millones en todo el mundo y fue la más exitosa en su año de estreno. Sin embargo, muchos de los más fieles fans no quedaron del todo satisfechos. En su momento, la película fue elogiada por sus efectos especiales, pero, como recuerda Luke Holland en The Guardian, los meses posteriores al estreno de la película, la opinión cambió. Pero, como agrega Holland, "La amenaza fantasma, sin embargo, no está nada mal. Liam Neeson y Ewan McGregor son excelentes. Cuenta una historia satisfactoria y cerrada. Su acción se maneja con rapidez y estilo. Y, desde la muerte de Qui-Gon hasta que la madre de Anakin lo abandonó, ocasionalmente incluso logra tocar la fibra sensible del viejo corazón. A pesar de los Gungans, es una película de Star Wars muy sólida".