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Falcao tiene la casta para resucitar

¿Este es el final del Tigre o se levantará de sus cenizas para volver a ser uno de los mejores 9 del mundo?

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Cuando Mónaco se alistaba para un nuevo intento de rescate, la recaída en la lesión trajo la pregunta: ¿Este es el final del Tigre o se levantará de sus cenizas para volver a ser uno de los mejores 9 del mundo? ¡Opine sin agredir, amigo futbolero!

Por Héctor Cañón Imagen

El Tigre no está muerto. Cualquier futbolero sabe que, a pesar de haber padecido dos años de calamidades, Radamel Falcao García, como lo haría cualquier delantero que haya estado en la élite del fútbol mundial, dará la pelea para resucitar.

Cuando uno ve al Mordelón Suárez romperla y convertirse en el mejor 9 del mundo, no puede evitar pensar con nostalgia que el Tigre podría estar ahí, dándole la pelea fecha a fecha. 

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¿Resucitará Falcao o la recaída en la lesión que lo tendrá fuera de los entrenos por lo menos 6 semanas, son el pitazo final de su historia? Eso nadie lo puede saber, a pesar de que algunos “sabios” analistas del fútbol nacional trabajan (perdón, especulan es más preciso en este caso) sin parar. 

¿Qué necesita Falcao para volver? Fe en sí mismo, digo yo. Mourinho, sabiendo que el asunto tiene raíces sicológicas, se metió en la tarea de rescatarlo (“Falcao no tiene equipo y yo tengo un equipo que no tiene a Falcao”, dijo cuando se fue para el Mónaco). Al final, debió someterlo a la banca porque el barco de los Blues se hundía en la zona de descenso, apenas unos meses después de haber dado la vuelta olímpica. El Tigre metió solo un gol en Chelsea y pasó la temporada más triste en sus 16 años de futbolista profesional.

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Ahora, cuando el Mónaco planeaba un nuevo intento de rescate, recayó en la lesión y, sin ánimo de ser rabones con este soberbio delantero, hoy solo lo quieren River Plate y su esposa Lorelei. Ah, de pronto el profe Térkeman, que se empecina dándole valor a la antigüedad como si el fútbol fuera el ejército o la Iglesia.

Sin embargo, el Tigre tiene la casta para resucitar. Es un ganador, un hombre humilde, un devoto y un luchador en los entrenamientos y en las batallas. Aunque muchos quisieran hacerlo, nadie se atreve a decretar su pena de muerte. ¿Por qué? Porque todos sabemos que a nadie se le olvida jugar fútbol antes de los 30 años de edad. Solo el tiempo y los partidos dirán quién fue Radamel Falcao García. 

Por lo pronto, es el goleador histórico de la selección Colombia, el jugador colombiano más exitoso de la diáspora de talentos nacionales a los grandes clubes de Europa y, se recupere o no, una leyenda del fútbol mundial. 

Si la logra, todos los que amamos este juego loco le contaremos a nuestros nietos cómo se levantó de sus cenizas para volver a mandarla a guardar donde quiera que lo pusieron. Y si no la logra, todos les contaremos a esos mismos nietos como uno de los más grandes futbolistas de esta tierra tocó el cielo con sus prodigiosas piernas y luego cayó en desgracia por los caprichos del destino.

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Todos nos acordamos de la tripleta que le empacó al Chelsea en la final de la Supercopa de Europa de 2012. Esa faena fue el moño del regalo en un año fantástico en el que, por fin, un jugador colombiano entraba al club de los divos. Falcao, entonces, les rugía de cerca de Messi y a CR7, quienes el día de hoy se mantienen como los dos mejores jugadores del mundo. 

En las eliminatorias a Brasil 2014, fue el goleador de la selección y el segundo del torneo, con nueve pepinos claves en la ruta más gloriosa que recordemos los futboleros de este país necesitado de ideas comunes en las cuales creer.

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Cuando todos ansiábamos que el cotejo del debut contra Grecia llegará ya para ver a James y al Tigre convertirse en la mejor dupla del mundial, vino la desafortunada lesión. Soner Ertek, un defensor de la tercera división del fútbol francés en las tardes y profesor de primaria en las mañanas, se cruzó en su camino y el ligamento anterior cruzado de la rodilla izquierda del 9 se rompió. 

Eso fue hace exactamente dos años. Aunque todos hacíamos cuentas con los dedos cruzados para que el delantero viajará a Brasil, en el fondo sabíamos que no lo lograría. Finalmente, en Belo Horizonte, vio ese debut en las tribunas y luego compartió con los muchachos el triunfo en los camerinos. Saudade.

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La hinchada de la selección, rompiendo el mito de la mala memoria colombiana con sus héroes deportivos, cantó un estruendoso “Graciaaaas, Falcao, muchas graciaaaas”, que es posible que le haya aguado el ojo tras los lentes oscuros, antes de que la bola rodara y la sele le empacará un redondo 3-0 a los griegos. 

Días después, su amigo y socio en la cancha, James Rodríguez se alzó con los honores que todos creíamos reservados para el Tigre. Fue el goleador del mundial Brasil 2014 y, como consecuencia de sus seis golazos, le enfundaron nada más y nada menos que la camiseta 10 del Real Madrid. 

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De ahí en adelante, todo ha sido negro para Falcao en lo que a fútbol se refiere. Al Manchester United llegó sobre la hora el 1 de septiembre de 2014 y todos pensamos “ahora si resucita este man”. Pero no. Louis Van Gaal, apodado como el “Hitler del fútbol” por Frank Ribery, se cruzó en su camino y tal vez lo perjudicó más que el profesor de primaria. 

Cuando todos esperábamos, otra vez, que hicieran una dupla de ensueño con el Fideo Di María, ambos terminaron en el banco. 

Con los diablos rojos metió 4 goles en veintipico de partidos y entrenó y jugó con los peladitos del sub 21 mientras Colombia entera se escandalizaba por lo que consideró una afrenta a su ídolo.

No tengo ni idea de si esa fue una decisión que pretendía ayudar o perjudicar al Tigre, pero lo cierto es que con el United su frecuencia goleadora bajó a 0,14 goles por partido, después de haber estado en 0,77 y 0,83 en Atlético de Madrid y Porto, respectivamente.

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Los mejores días de Falcao están en el pasado. Sin embargo, eso no es una sentencia de muerte futbolística. El Tigre está vivo, deberá recuperarse de la lesión y lo más y justo y natural es que la vida le de una nueva oportunidad de reencontrase consigo mismo. ¡Vamos Tigre, tenés la casta pa resucitar!

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