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Mi paso por las arcades y maquinitas, cuando el gamer era un vago full time

¿Conocieron las Arcades? ¿Dónde les gustaba ir? ¿Cuál era su favorito? ¿Gastaron mucho dinero?

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Yo soy gamer desde 1985 más o menos, cuando tenía 7 años. Siempre corrí con la fortuna de que mi padre me regalara en cada Navidad mi consola de videojuegos, y lo hacía con el sudor de su frente porque no éramos acaudalados. Por esa época vivíamos en el barrio San Vicente, sur de Bogotá, y el tema de las consolas empezaba a despegar con Atari 2600 y faltaba poco para que todo explotara gracias a la Nintendo Entertainment System.

Por: @Shigeru_San // Fotos: thespaceinvaders.org y Colemono.com

Esos cuatro años estuve sumido con mi Atari y empecé a disfrutar de la NES y la Super NES. Fueron años fabulosos, siempre acompañado de mis hermanos, peleando por el que jugaba primero, por lo que jugábamos, en fin, seguro ustedes pasaron por eso. Pero fue hacia 1992 cuando empecé a frecuentar los Arcades, esos sitios donde había máquinas grandes con televisores de muchas pulgadas, potente sonido que se escuchaba a media cuadra de distancia y donde la gente se reunía a jugar. La meca de la vagancia, en el buen sentido de la palabra, claro; si es que puede tener un buen sentido. 

Entonces de la consola salí a las Arcades. Era un mundo espectacular. En Estados Unidos estaban desde los 80, acá llegaban 10 años después, pero qué importaba. Y cuando hablo de Arcades me refiero a las cabinas que tenían el arte de los juegos en ellas y las instrucciones en las botoneras; aunque había unas ‘colombianas’ llamadas McArthur que también eran la locura. Fue así como empezamos a ver más locales de Arcades: Gimnasio Mental (ahí vi el mejor futbolín de mi vida), Video Play (siempre pegados a los Foto Japón), los McArthur del Tunal, Ricaurte y Plaza de las Américas y, más underground, Vagolandia en el Restrepo. 

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Fueron unos cinco años metido en esas tiendas llenas de gente, con su garitero (el que vendía las fichas) y donde presencié los primeros torneos de videojuegos como Street Figher 2: Champion Edition y el New Challengers. Yo era uno de los mejores en SF CE en las McArthur del Ricaurte donde iba cada domingo con un primo y mi hermano. Después llegaron los Daytona, recuerdo que fue en el Tunal donde tenían ¡los ocho carros!, ese poder al escuchar la voz del narrador: ‘Ladies and Gentlemen, star your engines’; ocho máquinas gigantes rugiendo, fue de lo más espectacular que sentí en mi vida. 

De ahí pasamos a las grandes ligas, ¿preparados? A las Arcades llegaron cosas como ‘Mortal Kombat 2’, ‘The King of Fighters’, ‘Samurai Shodown’ ‘Tekken’ y en la única en la que vi hasta 10 personas haciendo fila para jugar: Killer Instinct; la gente ponía de hasta cinco fichas en el vidrio para volver a jugar una vez fueran derrotados lo que generaba algunas peleas reales, pero nunca pasó a mayores. 

Por lo general a los Arcades iba los fines de semana, medio día entero, y gastaba mucho dinero, 20 o 30 fichas a un promedio de 150 pesos por esa época, pero créanme que fue dinero muy bien invertido.

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También existieron las maquinitas, tiendas de barrio donde los dueños creaban cabinas de bajo presupuesto con un televisor y un Family, emulando de alguna forma las Arcades, pero con juegos de Nintendo. También conocí muchos de esos. Tenían temporizador y siempre se paraban en el peor momento de todos, entonces tocaba meter rápidamente otra moneda para desbloquearlo. Qué tiempos aquellos jugando Super Mario Bros 3 al frente del colegio, el FITS en el Carmen. 

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Otro de los reyes de esa época fue el famoso Islander, todos querían jugarlo; como les dije, era de esos pocos afortunados cuyo padre podía llevar una consola de videojuegos a la casa y visitaba las maquinitas por socializar y la experiencia siempre fue gratificante, hice muchos amigos en esos locales.

De estos sitios quedan pocos desafortunadamente, y los que todavía existen tienen más que todo simuladores de tiro y de baile, los que no me atraen mucho. Sin embargo siguen atrayendo público, ojalá nunca desaparezcan, me alegra haber vivido su época de oro. 

Cinco años llenos de diversión, retos y, claro, aprendizaje, ya que puedo decir que en estos sitios vi los primeros pasos para lo que hoy son los eSports, por lo menos en temas de juegos de peleas. 

¿Conocieron las Arcades? ¿Dónde les gustaba ir? ¿Cuál era su favorito? ¿Gastaron mucho dinero? Dejen sus comentarios abajo en el área indicada. 

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