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Burano, la isla en la que la vida pasa, no se disfraza

Hay una pequeña isla en Italia, muy pequeñita, donde resulta imposible encontrar dos casas seguidas pintadas del mismo color. No es una exageración.

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Por: Por: Laila Abu Shihab // @laiabu

Hay una pequeña isla en Italia, muy pequeñita, donde resulta imposible encontrar dos casas seguidas pintadas del mismo color. No es una exageración. Es en serio. 

Burano -así se llama- es una explosión de colores. Verde oscuro y verde limón, azul rey y azul celeste, fucsia, amarillo, rojo muy vivo, café, rosado, naranja cálido o apagado. Burano es una isla alegre, es un homenaje a la vida sencilla y al color.  

Para llegar allí hay que estar en Venecia y querer huir de ella, querer escapar de las hordas de turistas que la invaden y no sólo en época de carnaval. Venecia es maravillosa pero también agobia por ser tan pero tan turística. A Burano se llega después de un recorrido de casi 40 minutos en vaporetto (bus acuático, cuando estén en esa región de Italia olvídense de los buses que van por calles asfaltadas, del taxi o del metro).

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El contraste con Venecia es rotundo. Burano es, sigue siendo a pesar de que con el paso del tiempo ha dejado de ser un secreto, un apacible pueblo de pescadores y artesanos que, de ñapa, está lleno de colores. Es el lugar ideal para caminar sin rumbo fijo. Sin horarios ni planes preestablecidos. 

 

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