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Sónar, Barcelona y yo

Por: Cesar Londoño 

Llegué a Barcelona a mediados de los años noventa del siglo pasado, con la mochila cargada de ganas de continuar mis estudios y viajar un poco por Europa, el sueño de cualquier joven de mi época.  Un día me fui de Colombia, diciendo que hacía una pausa y que al cabo de un año volvería para continuar mi vida en el lugar donde había nacido y crecido, pero en el fondo sabía que esta experiencia duraría mucho más; ya han pasado 20 años.  Yo llevaba en mi mochila una vieja Nikon FE10, que me había comprado cuando estaba en la universidad y un sueño metido entre ceja y ceja, poder ver todos los conciertos que por esas épocas eran imposibles de ver en Colombia y algún día poder estar con una acreditación colgada haciendo fotos a esos artistas.  Eso tardaría en llegar pero llegaría.

En aquella Barcelona de finales de los 90, el Rock ´n Roll más clásico seguía primando en la oferta musical catalana y española, grandes giras mundiales de bandas consagradas que se entregaban a sus fans en escenarios espectaculares con luces y sonidos potentes.  En cambio la escena electrónica, por lo que a la península ibérica se refería, apenas empezaba a recorrer sus primeros pasos y se trataba de una movida muy residual y undreground.  Eran los años de la ruta del “Bacalao” entre Barcelona y Valencia, la música “Máquina” y de los primeros “After Party” en zonas industriales a las afueras de la ciudad.

En 1997 un compañero de clase me contó sobre un festival de música electrónica que se estaba haciendo en Barcelona desde 1994 y que cada vez era más popular entre la juventud que se llamaba Sónar, a partir del año siguiente intenté asistir como público, pero mi economía por esa época no me permitía darme un gusto de esa categoría.  Justo en ese mismo año 98, logré meterme en mi primer festival como periodista acreditado en el mítico y desaparecido Doctor Music Festival, aquella fue la primera vez en mi vida que asistí a un “foso” de fotógrafos a disparar mi vieja cámara analógica frente artistas de primer orden mundial.

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El Día que el Sónar y yo nos cruzamos

A partir de esa primera experiencia, empecé a buscar la manera de introducirme al mundo de los conciertos y los festivales, algunas veces con más fortuna que en otras, pero mi objetivo estaba puesto en ese festival de música electrónica del que me había hablado mi compañero de clases. Solo fue hasta el años 2000 en el que lo alcanzaría mi objetivo. Pero esto no solo fue una obra mía, fue un esfuerzo compartido con mis amigos de Shock y de mi gran amigo y mejor periodista Chucky García, lo que nos permitió colarnos en el Festival Internacional de Música Avanzada y Arte Multimedia; Sónar y ya nunca nos dejaríamos sacar. Así pues, el 15 de junio del año 2000 el Sónar y yo cruzaríamos nuestros caminos y de ahí en adelante año tras año hasta la última edición del Sónar de este año en Barcelona, no he dejado de asistir al festival como periodista internacional acreditado. Pudiendo dar a conocer el Sónar a Colombia y algunos otros países de América Latina.

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¿Qué es el Sónar?

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CesarLondono

Siempre he pensado que el Sónar más que un festival de música específico, es un espectáculo, una experiencia sensorial capaz de sorprender a cualquier persona venga de donde venga o tenga la edad que tenga y sin importar sus gustos.  Al Sónar se va a experimentar con los sentidos a volar y a dejarse llevar por todo lo que te envuelve a aprender a conocer cosas nuevas que cada año la tecnología aporta a escudriñar a abrir la mente y a disfrutar y no se trata de ser más moderno, es más una cuestión de curiosidad.

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El Sónar, más que un festival al uso, es una suerte de feria en la que se presenta año tras año, el trabajo de artistas que están trabajando desde sus estudios (llámese garaje, llámese laboratorio) a lo largo de los cinco continentes en la experimentación con sonidos de todo tipo que da como resultado algo que hemos simplificado en llamar música electrónica y que va más allá de etiquetas, sino que crean tendencias que definen en cada momento el panorama de la música de avanzada a nivel mundial.  Pero que no se queda solo en la experimentación con sonidos – y aquí es donde el Sónar marca la diferencia- sino que el festival pone un acento muy fuerte en el trabajo que hacen artistas que experimentan además de los sonidos, con las imágenes, las imágenes en movimiento y el arte multimedia.

El Sónar, no es un festival de cabezas de cartel, no miras los nombres que a él se presenta antes de ir.  La importancia de ese cartel es qué vas a descubrir, es perderse en los escenarios y dejarse llevar sin importar sus caras o sus nombres, sino la propuesta que te ofrecen.

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La trascendencia del festival

Si algo me sorprendió, de aquella primera experiencia con el festival en el 2000 es el nivel de organización, una producción impecable que ofrece al público un producto de calidad y con contenido y esto no lo digo por hacer loas a nadie, ellos no las necesitan, lo digo porque Sónar ha sabido mantener un nivel que atrae público de todo el mundo y le ha permitido llevar una muestra de su producto a muchas ciudades de los cinco continentes, he conocido a lo largo de estos años gente venida desde Nueva Zelanda, Argentina, Japón, México, Colombia y un largo etcétera que son capaces de coger un avión y viajar muchas horas para venir a Barcelona solo para disfrutar de tres días de conciertos y creo que esto demuestra la trascendencia del festival.  Pero no solo es el público, el festival acredita cada año a más de 200 periodistas internacionales, es decir que la organización no se limita a llegar a lo más local (España y Europa) sino que busca con toda la intención acercarse y llegar al mundo. Y esto lo sabe el público, en Barcelona y en cualquier parte del mundo, por eso la gente lo espera y hace todo lo posible por asistir, porque sabe que ahí adentro va a encontrar cosas nuevas, va a descubrir que está pasando en el panorama de la música avanzada, el arte multimedia y la tecnología.

Pero si algo lo hace trascendente es que está búsqueda no se limita a Europa y USA, sino que se hace extensiva a todo el planeta, desde lo que hacen los grandes artistas en sus estudios de Berlín, Londres o Nueva York, pasando por las filigranas que hacen pequeños artistas en sus talleres-garajes en cualquier ciudad o pueblo en cualquier país del mundo, hasta incluso a trabajos hechos por grupos tribales en lugares aislados y lejanos.

Porqué a la gente le gusta

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Hasta ahora solo he hablado del Sónar como festival, como espectáculo o como plataforma para descubrir los avances de la música y el arte multimedia año tras año.  Pero no nos engañemos, Sónar es fiesta y la gente quiere fiesta y asiste al festival en busca de fiesta y diversión. Y es así y debe ser así, la música electrónica, nació en el club, nació en la discoteca y eso es lo que debe ser el.

Sónar, una discoteca gigante donde miles de personas se reúnan bajo una sola consigna; bailar y divertirse y en definitiva, eso es lo que vamos buscando todos, escuchar música, ver artistas, dejarse llevar por unas visuales y bailar hasta que el sol vuelva a salir y el cuerpo ya no pueda más.  Y todos estos artistas, están trabajando todo el año desde sus estudios con el único fin de ver a sus seguidores volverse locos en la pista de baile.  Y si a esto le sumamos que el Sónar Barcelona se celebra cada año coincidiendo con el solsticio de verano europeo, es decir, en los días en que el calor llega a una ciudad costera del mediterráneo, donde se junta gente joven (y no tan joven), con el único fin de divertirse y bailar al ritmo de la música que crean quienes serán los que marcaran las pautas y las tendencias de las pistas de baile en los próximos meses, la fórmula es; sencillamente perfecta.

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A la gente le gusta, porque en el Sónar tienes a los artistas muy cerca, puedes hablar con ellos interactuar, el festival crea un círculo en el que todos entran en contacto, los artistas, el público y quienes desarrollan la tecnología.  En este círculo todos se pueden conocer y compartir opiniones, intercambiar ideas.  Unos a otros se retroalimentan.

Transformación a lo largo de los años

El sónar nació porque tres amigos y emprendedores amantes de la música, que ellos bautizaron “de avanzada”, se unieron y en una pequeña sala de fiestas de Barcelona montaron el primer Sónar.  Esta escena electrónica empezaba a recorrer Europa y EEUU y ellos decidieron plasmarla en formato de festival.  Ante las expectativas que empezó a despertar el festival desde sus primeras ediciones, poco a poco fueron recibiendo el apoyo del sector privado y las administraciones locales, y nacionales, hasta que el Sónar se convirtió en un evento grande, serio y de trascendencia internacional.

El Sónar ha sabido reinventarse y resistir al paso de los años, porque ha sabido ofrecer a su público lo que este ha ido necesitando en cada momento, desde la aparición de internet y la telefonía móvil de mediados de los noventa hasta las redes sociales y los smartphones actuales, pasando por el paso de lo analógico a lo digital, el Sónar siempre ha sabido estar ahí e interactuar con el signo de los tiempos de manera que el público tenga siempre algo que descubrir, algo nuevo, algo innovador. No es solo ir a un recinto enorme a pasar de escenario en escenario viendo conciertos.  Así por ejemplo en esta última edición de 2015 en Barcelona, los organizadores plantearon el evento como que; el Sónar trasciende el formato de festival y avanza hacia un modelo de acontecimiento 360º que conecta música, creatividad y tecnología.

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No todo es perfecto en el Sónar, nada lo es, seguramente hay cosas que no habrán hecho bien o algunas que cuanto mínimo sean mejorables, pero yo a lo largo de estos años he preferido quedarme con lo bueno, que es mucho y aprender que las cosas se pueden hacer bien y que vale la pena apostar por algo que sea relevante y que trascienda, que le deje algo a la gente que asista.  La música nos une y somos millones de personas en el mundo que nos enloquece y nos encanta y gracias al Sónar muchas personas hemos podido conocer la escena musical a nivel global, qué se está haciendo y qué está pasando y humildemente pienso que esto vale la pena conocerlo y difundirlo.

 

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