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Se estrena Pariente, un western criollo con historia de amor y desamor a bordo

Aquí hay tiempo para divertidas y cotidianas conversaciones existenciales cargadas de ironía, como para darse plomo.

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El viaje por los festivales más importante del mundo ha concluido por ahora para Pariente, la película santandereana de Iván Gaona y la productora Diana Pérez, porque llegó el día (a partir de este jueves 13 de octubre) en el que se enfrentará de una vez por todas a la inclemente taquilla colombiana.

Por: Luis Fernando Mayolo @mayolito

Atrás quedó Venecia y Toronto con su público festivalero y sólo queda desearle suerte, porque con orgullo podemos decir que Pariente es tremenda película. Por eso es nuestra responsabilidad regar la voz, porque ninguna cinta colombiana tiene el presupuesto para meterse en los hogares colombianos, como lo hacen los grandes títulos de Hollywood. 

Pariente es un western criollo con historia de amor y desamor a bordo, en un contexto donde los fantasmas de la violencia están vivos, y sus personajes entablan una lucha feroz en defensa de sus propios intereses y en algún sentido de su comunidad. Pariente cuenta la historia de Mariana, el eterno amor de Willington, que alista su matrimonio con René, el primo de su exnovio. Mientras Willington intenta recuperarla, el rumor de un ladrón en las veredas y una serie de muertes violentas que recuerdan viejas épocas de miedo, pondrán en peligro a la nueva familia de Mariana. 

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Gaona y La Banda del carro Rojo, su productora, llevan construyendo este universo desde hace un buen rato, años, creando historias fragmentadas en cortos como El Tiple, Los Retratos, Volver o Completo. Gracias a eso han podido formar su propio elenco de actores naturales y desarrollar con ellos los personajes sin afanes. El resultado: un universo increíble, que se sitúa en lo rural, con la belleza de su cotidianidad, pero también sus demonios. Un campo en el que la policía y las instituciones parecen simples testigos inoperantes de todo, y en el que la justicia se toma por cuenta propia o bajo la presión de grupos violentos, y es la misma comunidad la que tiene que regular su suerte.

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Su lógica le permite tener escenas violentas que nos recuerdan los ceremoniales duelos vaqueros, como reflexiones cargadas de humor negro sobre si somos violentos a raíz de la música que escuchamos. Aquí hay tiempo para divertidas y cotidianas conversaciones existenciales cargadas de ironía, mientras reparten los huevos u organizan matrimonios, como para darse plomo.  

Todo ello marcado por la música, que en esta propuesta no es un elemento accesorio, sino protagonista. Es a través de su banda sonora en la que participa Edson Velandia, que nos transportamos a nuestro propio viejo oeste, que no es otro que Guepsa Santander. 11 canciones originales, más fragmentos musicales que conforman la música incidental usada para acompañar las escenas de acción y suspenso. 

“En Willington, quien además de ser volquetero es D.J., amante de las baladas setenteras y ochenteras que siempre pone en su camión y en las fiestas donde lo contratan para poner la música. Esa es la primera línea, la del triángulo amoroso entre Willington, Mariana y René. La segunda es la que tiene que ver con la historia paramilitar y ese ‘fantasma’ oscuro de fondo”, cuenta Edson.

Si los caleños, los paísas y los bogotanos sacan pecho con sus películas, llegó el turno para los santandereanos, al ritmo de la canción Las Circunstancias. 

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