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Los 5 tipos de manes que nos jodieron la vida

Todavía desfilan al ritmo de Shakira, varias brutas, ciegas, sordas y mudas con ganas de rehabilitar gamín.

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Como me dijeron que me puse pesada con el tema del sexo y esas “cosas malas”, hoy les voy a hablar  de cinco especies de hombres, esos que le cogen a uno el alma sana, frágil e inocente y al final nos dejan con las ganas de sacar el Darth Vader que llevamos dentro.

Por: @JohanaArroyave // Foto: American Pie.

El corre caminos: Este es ese tipo de hombre, coqueto por naturaleza, cari bonito de nacimiento y rompe corazones de profesión. Es el man perfecto, el sueño de toda mujer, el detallista, cómplice, amigo y el más inestable emocionalmente. Es ese chico que enamora y que apenas siente el compromiso encima sale corriendo cual maratón, encuentra otras chicas a quien caerle y repite una y otra vez la historia.

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El Smoke Seller: Ese personaje que la tiene clara para conquistar, sabe los trucos, tiene el performance montado y hasta lo va perfeccionando con los años, el mismo que cuando consigue lo que quiere, convierte la relación en un capítulo de cuento de los hermanos Grimm solo que en la parte del bosque oscuro, la bruja intentando matar y los lobos esperando una caída.

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Renacuajo en papel aluminio: El man de presentar en la casa, el príncipe de cuento de hadas, el caballero de brillante armadura pero que al final solo es un renacuajo envuelto en papel aluminio, es el chico que se porta perfecto a solas con uno, pero en sociedad su carácter cambia, es el que le cae mal a las amigas y al que le cambian el nombre por “aburrido”, “mamerto”, “mal mirado” y un sinfín de sinónimos que ayudan a entender que “ese no es”.

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El pulpo digital: El tecnológico que vive pegado al celular, agrega cuanta vieja encuentra en Facebook, sigue a cuanta modelito se topa en Instagram, le manda mensajes a todas las chicas, pica aquí pica allá, se vende como el man maduro y perfecto y al final uno lo encuentra dándole like a cualquier vieja en Tinder

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El paranoico: Ese que vive con delirio de persecución, el que asegura que lo mejor es tener una relación sin que nadie se entere, según él porque “la envidia es muy grande” pero que en realidad lo único que quiere es que no lo vinculen con nadie, no lo vean medianamente comprometido y así conseguir a su próxima víctima.

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¿Han salido con alguno? O, querido lector hombre, ¿se sintió identificado con alguna categoría? Ahora, vamos a hacer una encuesta fácil y rápida: ¿Ha escuchado frases como “hasta el más perro se enamora”, “ese déjemelo a mí que yo lo rehabilito” o “le falta es quién le haga sentir lo que es bueno”? Estoy segura que por lo menos una de estas tres la ha dicho alguien cercano a usted, entonces es cuando uno se da cuenta que por ahí todavía desfilan al ritmo de Shakira, varias brutas, ciegas, sordas y mudas, que aún están pegadas a la ilusión de que el sujeto deje la vida de “Don Juan” y venga a cuidar y a amar a su damisela enamorada y sí, cambian, pero de chica en cuanto tienen la oportunidad.

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No niñas, lamento dañar sus expectativas pero la única forma de cambiar a un hombre es que esté en pañales y aunque sé que todas llevamos dentro a alguna chica súper poderosa con ganas de obtener el primer premio a la rehabilitación del gamín, esto solo funciona si es la protagonista de una novela mexicana o si la virgen de Guadalupe le hace el “milagrito” y le echa aire al fulano. Pero en la vida real no hay ni la mínima posibilidad. Los hombres así solo cambian si ellos lo quieren, no cuando uno lo intenta y, créanme, casi nunca lo quieren.

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