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¿Por qué RuPaul es la madre de los realities? Clase drag para principiantes

Un homenaje a once temporadas, cuatro All Stars y al futuro del mundo drag en la televisión.

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Drag Queen RuPaul en Wigstock
// Teresa Lee para Getty Images

Desde su estreno en 2009 RuPaul Drag Race se ha convertido en un programa de culto y de referencia para la cultura pop. Lipsyncs épicos, pasarelas inolvidables y más de 100 reinas nos han pegado a la televisión por 10 años. Con los anuncios de las nuevas temporadas y del estreno del show en el Reino Unido, Mamá Ru nos deja en claro que seguirá con su legado y dejando el nombre de la comunidad por lo alto. ¡Pónganle play a las canciones mientras les contamos lo que ha sucedido en más de 11 temporadas en el workroom más famoso de toda la televisión!

Por Jorge García // @JorgeGarcia019 

Temporada 1: “La temporada perdida”

El reflector iluminó el workroom por primera vez el 2 de febrero de 2009. La temporada inicial de Ru Paul Drag Race ponía en competencia por primera vez a nueve reinas del transformismo en la pantalla chica. Era la primera vez que se hablaba públicamente sobre la existencia de una parte de la comunidad LGBTI y aunque la influencia del drag había estado latente siempre dentro del show business en Estados Unidos, era la primera vez que un reality estaba enfocado en las reinas, sus talentos y, en un formato muy parecido a un Gran hermano (pero sin estar las 24 horas al aire), nos hacían parte de la experiencia en cada desafío.

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Pudimos conocer la dinámica de un concurso donde se tenía que competir con una combinación de talentos para ganar la corona a la primera estrella drag gringa. Se tocaron temas que no habían sido expuestos en televisión nacional y que debían ser reconocidos por la teleaudiencia para que dejaran de ser un tabú y un estigma dentro de la comunidad gay. Ongina dio el primer paso al revelar que era VIH positivo y desde ahí se entendió que no estábamos frente a un show más, sino frente a uno que abría la discusión de temas latentes pero dejados de lado.

Aunque debemos decirlo: la temporada estuvo cubierta por un filtro de color particular que mezclaba los colores y que distorsionaba un poco las caras de todos los participantes del show. A pesar de esto, fue el inicio de un discurso televisivo que hablaba de una comunidad escondida y que no había tenido su espacio en el hall de la fama de la pantalla chica.

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Temporada 2: “The Library is Open”

Esta temporada aún se posiciona como una de las favoritas del público, no solo porque seguía con la dinastía de esa primera entrega que nos dejó con la boca abierta, sino porque también nos regaló una temporada cargada de talento, lipsyncs épicos y un montón de drama junto.

Fue la primera vez que dentro del show se realizaron las versiones del Snatch Game, un juego donde las reinas debían realizar imitaciones de celebridades famosas mientras respondían preguntas para ganarse el corazón y las risas de los jueces invitados. También fue la primera vez que se realizó un Reading Challenge entre las reinas, donde básicamente se lanzaban sátiras sobre su talento, vestuarios o su físico y ganaba quien en pocas palabras ofendiera más. Estos dos retos se convertirían en obligatorios en las demás temporadas.

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Sin el filtro de color, la segunda temporada de Drag Race, seguía siendo la puerta de la comunidad LGBTI para normalizar la situación de, entre otras, la comunidad trans en Estados Unidos: Sonique se convirtió en la primera reina en aceptar que era más que un transformista y que se identificaba como mujer; una mujer trans aceptando su realidad en televisión nacional.

Temporada 3: “El drag no es un deporte de contacto"

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Ru Paul se consagraba como el dueño del rating en América y posicionaba a Drag Race como uno de los shows más esperados por la audiencia. El drag se empezaba a elevar por todas partes y las queens de todo el mundo empezaban a luchar por tener un lugar dentro de la competencia. Entendimos entonces que este reality no solo era una apuesta televisiva, sino que se había convertido en una plataforma permanente para el escape de quienes querían explorar su arte y para aquellos que preferían disfrutarlo detrás de la pantalla.

Michelle Visage se convertiría a partir de esta temporada en la mano derecha, izquierda y en los ojos de Ru. Con una temporada que iba más allá de lo que ya se había visto en pantalla, se demostró que el transformismo puede ir creciendo de una manera exponencial y que va de la mano del arte, el talento y de la alta costura. Reinas como Carmen Carrera (una latina entre las American Beauties) Raja o Yara Sofía nos dieron una visión nueva dentro del mundo del drag: un primer vistazo al potencial para diseñar y crear piezas únicas que llevarían la pasarela a otro nivel.

Mama Ru nos dio otra de las muchas lecciones dentro del show: el drag no es un deporte de contacto, ni una competencia para opacar a otra reina. Todo esto después que Mimi Imfurst levantara por los aires (como un luchador) a India Ferrah durante el lipsync de Don´t Leave me This Way de Thelma Houston. Sin duda una temporada que marcaría la dirección de las nuevas generaciones de Drag Race.

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Temporada 4: Drama in Da House

Si en la temporada pasada nos pareció que el nivel había crecido, acá todo tendría una visión renovada, fresca y muy inclusiva. Ru buscaba mostrar que dentro del mundo drag no solo existe una única mirada de cómo se debe actuar o vestir en el escenario, sino que también había espacio para toda clase de reinas dentro de la pasarela. Lo demostró Sharon Needless en el primer reto, mostrándonos un look post apocalíptico monumental que se convertiría en referencia e inspiración para momentos posteriores.

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Aunque la temporada seguía dentro de los estándares normales en cuanto a su ejecución, lo que se robó el corazón de los espectadores y las cifras de rating fueron las reinas tan entrañables que veíamos. Desde Latrice Royale, una reina de talla grande y de raza, pasando por Willam con su estilo “fishy”, hasta llegar a interpretaciones magistrales como la imitación de Cher por parte de Chad Michaels.

No podemos dejar de lado todo el drama que nos dejó la expulsión de Willam del show (por romper las reglas y tener visitas conyugales de su novio en plena grabación del reality) así como las épicas peleas entre Sharon y Phi Phi que dejaron todo el workroom patas para arriba.

Temporada 5: The Moonson Season

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Sin duda una de las temporadas más reñidas de todo lo que habíamos recorrido junto a Mamá Ru, Michelle Visage y Santino Rice. Teníamos a dos equipos en competencia: el Rallaskatox conformado por tres favoritas del público y del jurado Roxxy Andrews, Alaska y Detox, contra la campeona absoluta de la temporada Jinkx Moonson. Capítulo a capítulo la corona empezaba a tener nombre propio y los roces del pasado cobraban factura dentro del workroom. El más sonado: Alyssa Edwards contra Coco Montreese después de perder en un certamen de belleza años atrás.

¿Cómo lo solucionaron? Haciendo un lipsync épico de Cold Hearted de Paula Abdul demostrando que con el talento suficiente cualquier reina puede llegar a donde se lo propone. Se nos presentó uno de los dramas más grandes dentro de la competencia hasta el momento: la primera eliminación simultánea de dos reinas mientras realizaban una penosa interpretación de uno de los hits del inicio del siglo. ¡Hasta el regreso de Britney en 2006 en los VMA superó la presentación de estas queens de Opps! I Did It Again en Drag Race!

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Pero todo no puede ser un espectáculo dentro de la competencia. Esta temporada comprobó que a pesar de todo el odio tirado hacia la comunidad y frente a la discriminación existente, todavía había una luz de esperanza en lugares como este. Ru Paul nos mostró que a través del drag se puede ser quien siempre se ha querido ser dentro de todo el abanico de posibilidades de expresión.

“Los gays escogemos nuestra familia. Yo soy su familia, todos somos familia”, dijo Ru Paul mientras Roxxy se acomodaba de nuevo la peluca después de un lipsync por salvar su puesto en la competencia.

Temporada 6: La reina de la comedia

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Aunque es una temporada que nos marcó el corazón con reinas como Adore Dlano, Courtney Act, Ben Delacreme y por supuesto Bianca del Rio, no es una temporada que resalte sino en ciertos momentos. Solo podemos decir que todo el camino a la corona estuvo determinado y dibujado por la comedia negra de todas las queens y por demostrar que el drag no tiene edad.

La improvisación fue una herramienta que fue útil para todo el desarrollo de la competencia. Pero no solo en el escenario, sino también tras bambalinas: la honestidad y el apoyo que se pudo ver entre las reinas de la temporada mostró un lado más profesional del drag, un lado donde no todo es glamour y lentejuelas, sino que también hay una preparación antes de cada reto, una construcción de un personaje clara y un tono específico que cada reina debe tener a la hora de desfilar por la pasarela.

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Desde un principio sabíamos que la corona iba para Bianca pues su persistencia, su humor negro y su personalidad la llevaron a tocar el podio en el episodio final. Con esta temporada Ru Paul nos mostró un lado profesional del transformismo, dejando un argumento claro durante todo el show y es que “detrás de un gran humor o talento, hay mas que un hombre montado en tacones”.

Temporada 7: ¿Tengo algo en mi cara?

Si queremos hablar de presión de la competencia, esta temporada es la indicada para mostrar cómo un workroom que se mueve todo el tiempo, una convivencia permanente y personalidades explosivas, hacen de un reality una bomba de tiempo para sus concursantes. Sin embargo, este no fue el pilar de esta entrega de Drag Race: vimos una de las carreras más impresionantes que tenían de base la alta costura.

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Y es que desde el primer vistazo del show nos dimos cuenta de que estábamos ante reinas fuertes y profesionales en todo el sentido de la palabra y como lo dijo Violet Chachki en la primera pasarela, “mezclar dos atuendos en uno es un talento”. Y sí, el talento se convirtió en una pieza clave para ver a quién se le daba la corona en la temporada. Por primera vez dentro de la historia del show pudimos ver que las queens basaban sus looks en la moda y el estilo de diseñadores como Christian Dior, Alexander McQueen o de Thierry Mugler.

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Sin embargo, fue una temporada que no estuvo cargada de emotividad, sino centrada en los dramas que pasaban detrás de cámaras entre compañeras y hasta con el mismo RuPaul. No podemos dejar de lado el incidente que tuvo Pearl con Ru cuando le respondió “¿tengo algo en mi cara?”, y los posteriores rumores que salieron al aire de cómo era Mama Ru cuando las cámaras se apagaban.

Temporada 8: Otra temporada más

Aunque se esperaba más de la temporada que lograba tener al concursante número 100 de todo el show, todo se vió estancado con más de lo mismo: una temporada predecible y que no logra salir de la sombra de sus antecesoras. Los episodios fueron un viaje entre culturas, la diversidad racial y el reencuentro con la comedia dentro de las queens. Sin embargo, esto no logró posicionarla como una temporada memorable, sino como una que pasó desapercibida por el público. ¡Y ojo! No estamos diciendo que no existieran reinas memorables porque Naomi Smalls, Kim-chi o Bob the Drag Queen dieron toda la vida a los programas.

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Algo que rescatamos de esta fase es que envolvió al público hacia un viaje emocional mostrando un lado más humano de sus personajes y regalándonos momentos en los que las reinas pueden devolverse al pasado y decirle algo a su yo de ocho años. Algo necesario para mostrar que la vida será bella de la manera en que se elija vivirla.

Temporada 9: El legado continúa

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Pareciera que la temporada 8 le hubiera enseñado a Ru Paul que no debió desechar las sorpresas, los grandes cambios de trama y a reinas que dejen un legado por la historia. En la novena consiguió eso y muchísimo más. Fue la más vista en la historia de Drag Race. 

Lo que más llamó la atención no fue la belleza de Valentina o el shade de Aja, sino los temas que nos puso en pantalla y que tocaban la herida de una nación atravesada por la violencia de un nulo control de armas. Se dio un mensaje contundente y fue el de “necesitamos estar unidos como país y como sociedad” haciendo referencia a lo que sucedió en la discoteca Pulse, donde 48 personas perdieron la vida en un tiroteo masivo. Cinthya Lee Fontaine iba a ser una de las reinas que darían un show esa noche, pero por cuestiones de agenda tuvo que cancelarla.

Es así como la competencia toma un giro inesperado pero que no es perceptible sino hasta su final: mostraron que aún entrado el siglo XXI se debe pensar en cómo salir y qué hacer para evitar una discriminación latente y una violencia sin control. Así mismo, se habló de desórdenes alimenticios y de problemas de ansiedad. Esto dejó un legado gigante para las siguientes generaciones del drag gracias a queens como Valentina, Trinity The Tuck y por supuesto, nuestra reina Sasha Velour.

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Temporada 10: Una temporada política

Apoyada en las nuevas tecnologías y en el poder de las redes sociales, esta temporada se convirtió en la más mediática y comentada de toda la historia gracias al famoso “¡Miss Vaaannnjiiieee!”. Una temporada con todos los matices y con la línea de su antecesora donde se necesitaba lanzar mensajes contundentes, con problemáticas públicas y con una carga política fuerte.

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Grandes asesinas del lipsync como Cameron Michaels y Monet X Change se reunieron y marcaron tendencia por sus looks. La diversidad en el elenco de la temporada creó una combinación perfecta para poner en pantalla un programa que daría de qué hablar.

Aún pasando por temas álgidos dentro de las políticas públicas y dentro de la relación de toda una nación con una comunidad como la LGBTI, la competencia propuso discusiones sobre si todavía existen técnicas para intentar curar la homosexualidad o si la violencia sexual es tan fuerte como lo comentan. La respuesta es que sí: las reinas afirmaron que sufrieron en campamentos religiosos terapias de conversión con electrochoques y que la violencia sexual dentro de la comunidad ha sido una discusión transversal descuidada.

Temporada 11: la última temporada al aire  

Acá todos los rostros fueron bienvenidos y Mama Ru captó la atención mundial, a pesar del mercado saturado con productos inspirados en Drag Race durante un corto tiempo.

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La emotividad y la empatía de las reinas con Ru en el workroom se convirtió en el medio más importante para mostrar lo vulnerable y lo notorio que puede llegar a ser la falta de acción y de escenarios donde la comunidad LGBTI se viera representada. Grandes looks animaron la temporada y el primer lipsync de seis personas puso algo de drama a la competencia. Sin embargo, el regreso de Miss Vanjie y los dramas generados detrás de escena no fueron suficientes para ponerla en el podio de las favoritas.

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Nuestra reina mostró un drag diferente y fresco que ayudó a quitar la idea tradicional de alguien blanco y rubio subiendo al podio. No podemos dejar de lado el momento más tenso y épico de la competencia durante el lipsync de Sorry not Sorry en donde Ivy Oddly y Brooklyn Hytes dejaron todo en el escenario convirtiéndose hasta ahora en las dueñas de la pasarela.

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