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¿Por qué Hollywood insiste en hacer remakes de películas extranjeras?

Cuando se acaban las ideas, Hollywood recurre a la vieja confiable: producciones de otros países.

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Parasite

¿¡Otra vez!? Es la pregunta y queja que se hace cualquier cinéfilo o adicto a las series al enterarse de los lanzamientos que vienen. En tiempos recientes, hemos tenido que soportar el anuncio de muchos remakes, entre la lista de adaptaciones más infames están: la aclamada película argentina El secreto de sus ojos, la exitosa comedia negra Force Majeure, el ícono japones Godzilla y la perturbante Oldboy, sólo por mencionar algunas de las víctimas más recientes.

Por Edgar Medrano /// @TheMedra

Ahora, después de que Parasite arrasó con los premios más importantes al cine, incluyendo un éxito total en los Oscars, anuncian que HBO adquirió los derechos para una serie. Por sí solo, el escenario retratado es nefasto, sin mencionar las adaptaciones de anime a live- action, que por sí mismas, son otra tragedia diferente.

¿Por qué las adaptaciones del anime son tan malas?

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Aunque para las audiencias esta saturación de remakes de pelis extranjeras puede estar llegando a un abuso, para los estudios las razones para producirlas son obvias: seguridad y rentabilidad. Las películas que fueron éxitos hace unos años son fáciles de vender, ya que han sido expuestas a la audiencia y aprobadas por la misma. Esto significa que el remake ya tiene un público creado a causa de la original. Además, facilita las tareas de publicidad al ser un producto que posiblemente es conocido debido al éxito de la primera. Sin embargo, la industria del cine gringo cada vez muestra más síntomas de dependencia a la creación de remakes como alternativa a la producción de contenidos, debido a las ventajas que recién se mencionan.

Sin embargo, estas cuentas suelen salir muy mal. El hambre de Hollywood de reciclar material original ha dejado un cementerio completo de productos fracasados en la taquilla, apaleados por la crítica y odiados por las audiencias. Los remakes gringos no han sido un renacer honorable para algunos títulos. Al contrario, han vuelto como zombis sin destino ni objetivo.

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El primer problema con la americanización de estos títulos extranjeros es que sufren una adaptación cultural. Debido a esto, las características de estas producciones pierden sus cualidades intangibles, como pueden ser: distanciamiento, su estilo sádico, humor negro y finales emocionalmente devastadores son algunas de las pérdidas más comunes. Estas características son modificadas para que puedan sobrevivir en el ecosistema del cine gringo, que por lo menos, en su escena comercial, no acostumbran a hacer uso de estas cualidades y su público tampoco está dispuesto a consumirlas. Las productoras saben que deben hacer una revisión significativa y profunda a estos títulos, para que estos puedan llegar a audiencias más amplias. El problema es que termina sacrificando los detalles que hicieron tan especial a la original.

Lo anterior puede conllevar dos líos: el remake no tiene nada valioso por agregar, o aún peor, lo que se agregó al remake para distinguirlo del original apesta. El problema del primer caso es que no le están dando a la audiencia un motivo de peso para que le meta plata a una entrada y le dedique un par de horas a una sala de cine. A fin de cuentas, termina siendo una pálida imitación de la original. Cabe agregar que el recurso más perezoso para agregarlo algo a estos títulos, es inyectarle imágenes generadas digitalmente a lo que marca, lo cual, muchas veces no es suficiente para distinguirla de la original. Esto nos puede estar hundiendo en el segundo escenario, en el cual, el exceso de efectos especiales deforma la propuesta estética de la original que, sumado a las modificaciones al argumento de la película, terminan irritando a la audiencia que ya conocía el contenido original. Es decir, el público termina viendo una versión deforme de la original. Teniendo en cuenta estos dos escenarios, es muy sencillo que un remake inicie la pelea perdiendo con las audiencias.

Los problemas no terminan ahí, más allá de las modificaciones en el argumento o las imágenes digitales metidas en todo lado, el talento de los actores frente a la cámara y detrás de la misma también es fundamental. En las versiones originales, existió una sinergia entre director, actores y actrices que les permitió retratar de un modo autentico el relato propuesto. Replicar esta química en los remakes ha demostrado ser una tarea cercana a lo imposible, y lamentablemente, un producto inferior llega a las salas de cine. Esto hará más notorias sus fallas, ya que será inevitable que la comparen con la original.

Hasta el momento, el panorama de los remakes puede ser desalentador. A pesar de ello, la solución es muy sencilla. Las distribuidoras deben traer directamente las producciones originales a las salas de cine comercial, en vez de esperar a que hagan el remake con un gringo como protagonista para que la traigan. Para lograrlo, es importante que las audiencias levanten la mirada más allá del cine gringo y aprecien la diversidad que ofrece el cine internacional. Así, las distribuidoras reconocerán la necesidad de traer los títulos originales a las grandes salas de cine. Eso sí, hay que dejar la flojera y empezar a usar los subtítulos, porque la mayoría de estas películas no se encuentran dobladas al español. Siendo así, solo queda decir una cosa: "lean, vagos". 

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