Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Animación colombiana. Sacudiendo la escena

Entre Pixeles y loops nuevas historias se cuentan, la pantalla del monitor o de cualquier otro dispositivo electrónico se convierte en la plataforma donde otras historias encuentran su lugar, cuadro a cuadro la imagen se construye y una narrativa que se desenvuelve en pocos minutos cuenta relatos que privilegian el lado B de la producción audiovisual y multimedial. En laboratorios atestados de computadores el mouse se desliza generando realidades, el clic derecho e izquierdo ponen la música, transforman los cuadros y generan movimiento a través de un sonido repetitivo que se hace melodioso. Una perfecta sincronía entre la mente del creador y el cerebro positrónico del PC frente a él crean personajes y escenarios que cobran vida a través de la pantalla. Nuestro país, uno de los que menor índice de computadores y de accesos a la red tiene en Latinoamérica, ha forjado magos virtuales que pintan en lapizlázuli nuevos mundos que andan rotando entre el código binario de la web. Uno de estos magos y creadores es Diego Mauricio Álvarez, un realizador colombiano que poco a poco y a puro pulso se ha ganado un nombre y un reconocimiento mundial. Sus trabajos han estado presentes en los festivales más importantes de animación del mundo como Havanna Film Festival, OFFFF Fest de España, el Bitfilm Festival de Alemania y de país como Equinoxio y Sin Formato. Bajo la influencia de Buñuel, el Marqués de Sade y Fellini y mezclando una estética particular, con las lógicas del surrealismo y uno que otro elemento urbano, ha desarrollado historias como Monky Head (2001), Love is a Bullet in the Heart (2002), Wendidali (2003), The Last Fight of the Man (2007) y The Butcher and The Wolf, con esta última elaboración se ganó el Portable Film Festival de Australia hace pocos meses.

37012_52366a0a8104e.jpg
52366a0a8104e.jpg

Entre Pixeles y loops nuevas historias se cuentan, la pantalla del monitor o de cualquier otro dispositivo electrónico se convierte en la plataforma donde otras historias encuentran su lugar, cuadro a cuadro la imagen se construye y una narrativa que se desenvuelve en pocos minutos cuenta relatos que privilegian el lado B de la producción audiovisual y multimedial.

En laboratorios atestados de computadores el mouse se desliza generando realidades, el clic derecho e izquierdo ponen la música, transforman los cuadros y generan movimiento a través de un sonido repetitivo que se hace melodioso. Una perfecta sincronía entre la mente del creador y el cerebro positrónico del PC frente a él crean personajes y escenarios que cobran vida a través de la pantalla. Nuestro país, uno de los que menor índice de computadores y de accesos a la red tiene en Latinoamérica, ha forjado magos virtuales que pintan en lapizlázuli nuevos mundos que andan rotando entre el código binario de la web.

Uno de estos magos y creadores es Diego Mauricio Álvarez, un realizador colombiano que poco a poco y a puro pulso se ha ganado un nombre y un reconocimiento mundial.

Sus trabajos han estado presentes en los festivales más importantes de animación del mundo como Havanna Film Festival, OFFFF Fest de España, el Bitfilm Festival de Alemania y de país como Equinoxio y Sin Formato. Bajo la influencia de Buñuel, el Marqués de Sade y Fellini y mezclando una estética particular, con las lógicas del surrealismo y uno que otro elemento urbano, ha desarrollado historias como Monky Head (2001), Love is a Bullet in the Heart (2002), Wendidali (2003), The Last Fight of the Man (2007) y The Butcher and The Wolf, con esta última elaboración se ganó el Portable Film Festival de Australia hace pocos meses.

  • Publicidad