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Mauricio, ganador del portable film festival

Diego Mauricio Álvarez, un realizador colombiano, que le apuesta a la animación ganó hace muy poco el Portable Film Festival organizado por Australia en Diego Mauricio Álvarez, un realizador colombiano, que le apuesta a la animación ganó hace muy poco el Portable Film Festival organizado por Australia en la categoría Get Animated con su film “The Butcher and the Wolf”. Talento colombiano que conquista otras fronteras. Entre Pixeles y loops nuevas historias se cuentan, la pantalla del monitor o de cualquier otro dispositivo electrónico se convierte en la plataforma donde otras historias encuentran su lugar, cuadro a cuadro la imagen se construye y una narrativa que se desenvuelve en pocos minutos cuenta relatos que privilegian el lado B de la producción audiovisual y multimedial. En laboratorios atestados de computadores el mouse se desliza generando realidades, el clic derecho e izquierdo ponen la música, transforman los cuadros y generan movimiento a través de un sonido repetitivo que se hace melodioso. Una perfecta sincronía entre la mente del creador y el cerebro positrónico del PC frente a él crean personajes y escenarios que cobran vida a través de la pantalla. Nuestro país, uno de los que menor índice de computadores y de accesos a la red tiene en Latinoamérica, ha forjado magos virtuales que pintan en lapizlázuli nuevos mundos que andan rotando entre el código binario de la web.

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Diego Mauricio Álvarez, un realizador colombiano, que le apuesta a la animación ganó hace muy poco el Portable Film Festival organizado por Australia en Diego Mauricio Álvarez, un realizador colombiano, que le apuesta a la animación ganó hace muy poco el Portable Film Festival organizado por Australia en la categoría Get Animated con su film “The Butcher and the Wolf”. Talento colombiano que conquista otras fronteras.

Entre Pixeles y loops nuevas historias se cuentan, la pantalla del monitor o de cualquier otro dispositivo electrónico se convierte en la plataforma donde otras historias encuentran su lugar, cuadro a cuadro la imagen se construye y una narrativa que se desenvuelve en pocos minutos cuenta relatos que privilegian el lado B de la producción audiovisual y multimedial.
En laboratorios atestados de computadores el mouse se desliza generando realidades, el clic derecho e izquierdo ponen la música, transforman los cuadros y generan movimiento a través de un sonido repetitivo que se hace melodioso. Una perfecta sincronía entre la mente del creador y el cerebro positrónico del PC frente a él crean personajes y escenarios que cobran vida a través de la pantalla. Nuestro país, uno de los que menor índice de computadores y de accesos a la red tiene en Latinoamérica, ha forjado magos virtuales que pintan en lapizlázuli nuevos mundos que andan rotando entre el código binario de la web.

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