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Prueba y error

El público crece, se impregna de movidas y da pasos agigantados en las tendencias, los géneros y las modas. Lo ideal es desarrollarse a la par, ofrecer y recibir, mantenerse en sintonía también con el sinnúmero de sonidos que se crean en el mundo. El rock local, criado como niño pobre en el under, hace la tarea: madurar, sin perder la esencia. Así, posterior al estallido (nuevas bandas, nuevos sonidos, nuevas intenciones sonoras) la calma regresa. Muchas agrupaciones tan sólo desaparecen. Otras, con la guitarra todavía al hombro, renacen como el fénix. Porque lo que ayer consiguió meterse entre la piel de la gente, puede hoy ser apenas un rezago o la confirmación de que al país todo llega a destiempo. La madurez musical y la renovación de las escenas no sólo son acciones necesarias, sino parecen ser una demanda del público. Hablar de nuevo rock en Colombia, un término con bibliografía limitadísima y que, efectivamente, podría llevar a señalamientos errados, requiere establecer reglas. Porque, pese a que su nombre sugiere “nuevo”, las condiciones apuntan más bien a la trayectoria, al valor histórico que su música recoja. Sí, efectivamente, el neo rock toma lo que le sirve de los diversos espectros sonoros, pero su verdadera intención no es la imitación. Así comienzan la mayoría de las agrupaciones. Su fin, luego de estudiar las tendencias, es moldear y procesar un sonido propio, que se diferencie por la calidad de su producción y su toque de autenticidad, llevado a canciones “digeribles” y “claras”. Y esto, no es un secreto, se logra con la práctica, el ensayo y el error. También, y pese a que no es generalizado, el neo rock se sustenta en la discografía. Las grabaciones hacen historia, reflejan momentos precisos, ejemplifican el avance o el retroceso por el que las bandas atraviesan, hasta llegar a ese punto de evolución satisfactorio. De otro lado, y respondiendo a esa manifestación general de las nuevas tendencias del rock en Colombia, las bandas evitan adscribirse a cualquier género específico. Se nombran nuevo rock, tal vez sólo para quitarse un peso de encima y no sectorizar así su audiencia. Sin embargo, quedan claros los principios musicales de esta movida: el nuevo rock quiere mantener el sonido más clásico (indiferente a la tendencia), lo que llaman jugadas rockanroleras y retro, adicionándoles beats, juguetes electrónicos, maracas, panderetas o lo que funcione al momento de construir una canción. En últimas, y aunque aparentemente no es un interés comercial, las voces y los coros se quedan en el espacio melódico más accesible posible. Aquí y ahora, es difícil seleccionar esas agrupaciones que representarían al nuevo rock en Colombia. Muchas bandas jóvenes, en muy corto tiempo, han evolucionado; y han sabido dejar de lado la imitación, ensayando, tocando, grabando, gestionándose, trabajando. Al mismo tiempo, muchas otras con historia simplemente se detuvieron en el tiempo, como si la creatividad se les hubiera agotado. Con todas las condiciones claras, tanto bandas como público deberán hacer la tarea de identificar el sonido neo en la escena nacional. Porque el neo rock se hace por los más curiosos, que en últimas son también los más jóvenes.

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El público crece, se impregna de movidas y da pasos agigantados en las tendencias, los géneros y las modas. Lo ideal es desarrollarse a la par, ofrecer y recibir, mantenerse en sintonía también con el sinnúmero de sonidos que se crean en el mundo.

El rock local, criado como niño pobre en el under, hace la tarea: madurar, sin perder la esencia. Así, posterior al estallido (nuevas bandas, nuevos sonidos, nuevas intenciones sonoras) la calma regresa. Muchas agrupaciones tan sólo desaparecen. Otras, con la guitarra todavía al hombro, renacen como el fénix. Porque lo que ayer consiguió meterse entre la piel de la gente, puede hoy ser apenas un rezago o la confirmación de que al país todo llega a destiempo. La madurez musical y la renovación de las escenas no sólo son acciones necesarias, sino parecen ser una demanda del público.

Hablar de nuevo rock en Colombia, un término con bibliografía limitadísima y que, efectivamente, podría llevar a señalamientos errados, requiere establecer reglas. Porque, pese a que su nombre sugiere “nuevo”, las condiciones apuntan más bien a la trayectoria, al valor histórico que su música recoja.
Sí, efectivamente, el neo rock toma lo que le sirve de los diversos espectros sonoros, pero su verdadera intención no es la imitación. Así
comienzan la mayoría de las agrupaciones. Su fin, luego de estudiar las tendencias, es moldear y procesar un sonido propio, que se diferencie por la calidad de su producción y su toque de autenticidad, llevado a canciones “digeribles” y “claras”. Y esto, no es un secreto, se logra con la práctica, el ensayo y el error.
También, y pese a que no es generalizado, el neo rock se sustenta en la discografía. Las grabaciones hacen historia, reflejan momentos precisos, ejemplifican el avance o el retroceso por el que las bandas atraviesan, hasta llegar a ese punto de evolución satisfactorio.

De otro lado, y respondiendo a esa manifestación general de las nuevas tendencias del rock en Colombia, las bandas evitan adscribirse a cualquier género específico. Se nombran nuevo rock, tal vez sólo para quitarse un peso de encima y no sectorizar así su audiencia. Sin embargo, quedan claros los principios musicales de esta movida: el nuevo rock quiere mantener el sonido más clásico (indiferente a la tendencia), lo que llaman jugadas rockanroleras y retro, adicionándoles beats, juguetes electrónicos, maracas, panderetas o lo que funcione al momento de construir una canción. En últimas, y aunque aparentemente no es un interés comercial, las voces y los coros se quedan en el espacio melódico más accesible posible.

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Aquí y ahora, es difícil seleccionar esas agrupaciones que representarían al nuevo rock en Colombia. Muchas bandas jóvenes, en muy corto tiempo, han evolucionado; y han sabido dejar de lado la imitación, ensayando, tocando, grabando, gestionándose, trabajando. Al mismo tiempo, muchas otras con
historia simplemente se detuvieron en el tiempo, como si la creatividad se les hubiera agotado.

Con todas las condiciones claras, tanto bandas como público deberán hacer la tarea de identificar el sonido neo en la escena nacional. Porque el neo rock se hace por los más curiosos, que en últimas son también los más jóvenes.

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