Semana Santa y el país del 'Dios proveerá'

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Por Álvaro Castellanos | @alvaro_caste // Foto: EFE.

Esta columna no se trata de atacar a la Semana Santa. Ni más faltaba. De hecho, en este país de violencia, corrupción y desigualdad la gente necesita en qué creer. Entonces se encomiendan en Dios y eso es válido. El asunto es que Colombia, según la Constitución de 1991, es un Estado Laico y, técnicamente, la Semana Santa no se debería decretar como época feriada.

La RAE define "Estado Laico" como “independiente de cualquier organización o confesión religiosa”. Pero, obviamente, los cuatro siglos de dogmas cristianos que nos sembraron los españoles están por encima del pisoteado estatuto que nos configura como nación y del que nuestros gobernantes se burlan todos los días.

No es por nada, pero veo más cercana la paz mundial a que nuestros políticos legislen sin camándula en mano. O vean el tema de la adopción igualitaria. En pleno 2015, el Congreso la dejó hundir porque, claro, las creencias rezanderas pesaron más. Así las cosas, quién sabe cuánto tiempo tenga que pasar para que los dogmas religiosos dejen de controlar nuestras políticas nacionales.

Sin embargo, admitámoslo, algo bueno de que no respetemos al Estado Laico son los 14 festivos anuales que tenemos justificados en la religión. Así sean cuestionables, los colombianos celebramos cualquier motivo que nos permita no tener que trabajar y por eso recibimos nuestros festivos religiosos con una sonrisa de oreja a oreja. Hasta 2014 teníamos 13, pero, gracias a la canonización de la Madre Laura, ahora tendremos 14. Y en esta amplia lista, sobresale, cómo no, la Semana Santa.

¡Semana Santa! Periodo de recogimiento para algunos y de alicorarse en una finca para otros. Esto, gracias a los dos festivos pegados al fin de semana que convierten a esta conmemoración religiosa en unas mini-vacaciones, que sacan a la gente despavorida de sus ciudades. Estos días, para el regocijo de muchos bogotanos que no viajamos, hacen de la capital un sitio menos miserable para movilizarse por sus maltrechas vías. El viernes pasado Bogotá estaba peor que nunca porque miles de personas huían como si se tratara del apocalipsis zombie. Es que muchos tienen la semana entera libre y para ellos no hay mejor plan que bajar un par de pisos térmicos para poder ponerse una pantaloneta sin correr el riesgo de congelarse.

Con respecto a la religión, aclaro que no soy quién para cuestionar la fe de la gente. Así como los hipsters viven por sus MacBooks y las embarazadas, para publicar sus ecografías en Facebook, otros encuentran en la religión la forma de armarse de valor y salir todas las mañanas a apeñuzcarse en un TransMilenio para ir a trabajar. Cosas de la fe. Y la fe es incuestionable. Además gracias a la llegada del Papa Francisco, el catolicismo se volvió a poner de moda. Desde que el simpático Francis the first se convirtió en el Embajador de Dios en la Tierra se calcula que millones de personas, especialmente en América Latina, han reforzado las filas del catolicismo, que en la actualidad cuenta con más de 1200 millones de feligreses en todo el mundo.

En Bogotá, bajo el hashtag de Twitter #YoRespetoLaSemanaSanta, el divertidísimo Marco Fidel Ramírez, autoproclamado como “El Concejal de la familia”, propuso ley seca durante este periodo. Habrase visto semejante idiotez. Ya tiene uno suficiente con la perversidad de programación de TV durante estos días, como para tener que aguantarse estas privaciones de las libertades individuales de creer en lo que uno quiera y emborracharnos si se nos viene en gana. El problema es que, como la iniciativa es malísima, probablemente tenga éxito.

Durante la Semana Mayor, a las iglesias que saturan nuestro país llegará mucha gente honrada y decente que rendirá un apropiado tributo al personaje bíblico que convirtió el agua en vino y murió por nuestros pecados. Pero también se aparecerán el Procurador, el Concejal de la familia y todos los políticos, "polémicos empresarios" y personas "de bien" que tienen a Colombia en elevado estado de descomposición. Dice del adagio popular que "el que peca y reza empata". Muy cómodos ellos por creérselo y llenar las iglesias en Semana Santa para luego irse a darle fuete a sus esposas y a seguir desangrando al país para su beneficio personal.

Algo malo del país del "Dios proveerá", de mayoría católica todavía excluyente de otras formas de pensamiento, es que quienes no acudimos masivamente al rito más arraigado del catolicismo pasamos de inmediato a integrar las filas del "comunismo-ateo" de doña María Fernanda Cabal. Por eso Colombia es desigual y violenta. Porque se condena a la diferencia. Respetemos a los que creen, digo, pero también respétennos a quienes tenemos desencantos con la religión y especialmente con la institución que la representa. Y finalmente, por muy difícil que sea, hagamos el esfuerzo de respetar a los que aprovechan la Semana Santa para bajar aguardiente y escuchar reggaetón al lado de una piscina.

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