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Hablan los líderes del Campamento por la Paz

Todo empezó con dos carpas y a pesar de un desalojo injusto, parece que va a terminar, por fin, con un acuerdo.

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Todo empezó con dos carpas y a pesar de un desalojo injusto, parece que va a terminar, por fin, con un acuerdo.

Por Juliana Bohórquez, Manuel Echavarría y Julián Castillo // Foto: Elespectador.com

El 5 de octubre, marchando por la séptima con el  afán de transmitir un sentimiento de urgencia a unos actores políticos, la ciudadanía se congregó y alzó una sola voz: ¡Queremos paz!

Para algunos la marcha no había terminado y vimos la necesidad de transformar el símbolo de un caminar al de resistir. No íbamos a esperar a que otros, los de siempre, nos volvieran a convocar. 

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Montamos dos carpas en la Plaza de Bolívar acompañados de música y un ambiente de esperanza en medio de la tristeza. Jamás nos imaginamos que esas dos carpas darían inicio al Campamento por la Paz.

Para el cuarto día, fue sorpresa para nosotros ver cómo tras la llegada  de casi 50 carpas más, nos habíamos convertido en un pequeño y hermoso reflejo de Colombia. Una pequeña réplica de este multidiverso y colorido país.

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Con el crecimiento vinieron las preguntas sobre: cómo organizarnos, sobre cómo enfocar las buenas voluntades congregadas, para dónde ir y cómo llegar ahí. Vimos la necesidad de implementar espacios participativos como las asambleas –en dónde cada quién desde su sentir aportaba al desarrollo del ejercicio colectivo- , comités de comunicaciones, seguridad, logística, pedagogía, articulación y convivencia. Cada uno contaba con personas increíblemente apasionadas que supieron direccionar con buen juicio el rumbo del Campamento.  

El Campamento se convirtió en un símbolo permanente que reflejaba el sentir de muchos colombianos. Este sentir se manifestó en muchas otras formas de resistencia ciudadana: marchas, movimientos, asambleas participativas, combos, parches; todos pidiendo desde diferentes perspectivas por la paz del país. La articulación con estas nuevas formas de participación fortaleció no solo al Campamento sino a la ciudadanía, que supo encontrar en su unidad, una forma de reivindicar su lugar dentro de una clase política en la que muchos ya no creían.

Cada una de las distintas expresiones de participación comenzó a comprender su rol en el proceso y a asumirlo dentro de lo que cada una de ellas significaba. Nosotros nos mantuvimos como un símbolo de unidad y convivencia en donde podían vivir sin problema alguno quienes votaron por el sí, quienes votaron por el no y quienes se abstuvieron de votar. Entendiendo que cada una de estas tres opciones estaba colmada de una diferencia tremendamente enriquecedora que nos ayudó a encontrar la verdadera paz, que  no significa pensar igual sino coexistir en la diferencia.

Nuestro propósito contaba con unos aliados que pasaron muchas veces desapercibidos, los campistas invisibles. Aquellas personas que salieron de su casa a ayudarnos con un mercado, unas sillas, bolsas plásticas, etc.; cualquier pequeña colaboración y hasta el simple hecho de pasar por el Campamento a darnos una voz de aliento. A esas personas es importante hacerles un reconocimiento como gestores de paz, como nuestros amigos, nuestros comPAZ.

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Es a esa misma ciudadanía comprometida desde lo pequeño a la que le pedimos que no permita que se apague esa luz que entre todos encendimos. Desde las movilizaciones, desde lo individual, desde las ganas sensatas de construir paz; cualquiera puede asumir el verdadero reto que se viene que es replicar escenarios en donde todos sin importar credo, ideología, género, o cualquier otro tipo de diferencia; aprendamos a vivir como hermanos. Conciliando, construyendo caminos que nos procuren a todos un futuro de otro color, uno más próspero. Es a esa ciudadanía que pudo dar ejemplo de organización a la que le pedimos que desde hoy y para siempre, llevemos al plano de las acciones lo que pudimos aprender de este despertar ciudadano: a nunca desistir cuando de paz se trata. A entender que esto sólo fue el principio de un largo camino que todavía nos queda por recorrer y que a pesar de los obstáculos, dificultades y bajonazos que en él encontremos, tendremos que aprender a caminar unidos sembrando. Cuando acabe de leer este artículo, somos muchos los que lo estamos esperando afuera y contamos con usted para hacer de este un país distinto.    

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